José Mota

“Cuando un cómico tira un chiste a la gente, creo que el mundo es un lugar un poco más agradable, un poquito más simpático. No me entra en mi cabeza que podamos vivir sin humor. Sería una sociedad enferma.”

José Mota



"Despacico conmigo, que te voy a meter las tripas en un canasto."

José Mota




“Es verdad que en las redes sociales todo el mundo puede opinar, que me parece estupendo, un ejercicio de la libre opinión es necesario y está muy bien. Pero tú como cómico tienes que hacer lo que consideres oportuno.”

José Mota



“Lo que no puede tener el humor es miedo, porque en el momento en que el miedo te secuestre como cómico, o lo que estés diciendo, se acaba el cuento. No puede ser que el miedo secuestre al humor. Es verdad que el humor en este momento transita por pasillos más estrechos que en aquellos años.”

José Mota




“Riamos más señores, para ver si así nos damos cuenta de cuán ridículos resultamos cuando tratamos de tomarnos a nosotros mismos en serio.”

José Mota
“Se nos fue Chiquito”, El Mundo, 11/11/2017
Tomada del libro GuiaBurros Las mejores citas (Las Mejores Citas De Pensadores Españoles) de Delfín Carbonell, página 83



"Si hay que ir se va... pero ir pa ná es tontería."

José Mota



"Si ya sé que no toca... pero, ¿y si sí...? Esa es la cuestión."

José Mota








Joy Helena González Güeto


Hay un pájaro sostenido en el agua 

mientras llueve.
Puedo escuchar desde la orilla el
sonido ahogado de su muerte y
aún no entiendo por qué no levantó el vuelo
con la primera gota.
Supongo que los pájaros también se cansan. 

II

Apelar a la misericordia de la piedra,
a la voz que la rodea y la corruga y la vence [somete].
Pedirle que modere su peso,
que conceda una tregua a mis pasos.
Quizá deje de ser inmóvil por un momento para mirarme
con esos sus ojos de piedra
para recordarme que la condena la llevo en la frente:
mí­sero esclavo de palabras y movimientos.

III

Del árbol se conoce su vocación de dibujante,
y su silencio;
la frustración del pájaro entre sus ramas
cuando se entera
que su vuelo es una fábula
y su canto, un trazo en carboncillo.
Pero el pájaro no sabe que el árbol es también un
sueño ajeno,
un invento del viento para consolarse.

Joy Helena González Güeto














Uriel Casiani

Camino de girasoles 

Regresaron los muertos,
con noticias.
Con razones de la luz.
Cada uno de ellos, una rosa en sosiego.
Una estrella naciendo. 

Escucho su hondo descanso
como una música nueva que cae.
Sorprendo rostros conocidos.
Descubro un camino de girasoles
marcado de la sala hasta el patio. 

Regalaré mis libros…
La cama de lienzo,
el guardapaño,
las sonrisas sencillas,
los saludos más sublimes. 

Porque antes de la próxima luna llena
marcharé en la fila con ellos.

 Uriel Casiani


 

Insumos del santiguador 

El alba, los astros,
la siembra de semillas inocentes,
las mariposas de colores,
las estrellas y luna, no la noche.
El agua,
la brisa,
los pájaros,
las azucenas jamás violadas.
Las palabras que desatan la lluvia
o detienen la fuga de una estación
parecida a la primavera.

Uriel Casiani
















Manuel Zapata Olivella

Orunla, vigila tus tabla 

¡Orunla, primer dueño de las Tablas de Ifá
adivinador de los destinos,
te invoco, para que vigiles los partos de nuestras
mujeres!
Que cada hijo tenga un nombre
que su nombre sea una sombra
que su sombra sea una hermana
por los caminos inciertos. 

¡Pero sobre todo, Orunla
pí­dele a Changó
herrero de la risa y el dolor,
no nos arrebate la alegrí­a
la risa chispa que salta
al golpe de su martillo sobre el yunque! 

¡Donde quiera el Muntu se renueve!
¡Donde dirija los pasos se anude!
Se multiplique en sus mujeres
y no muera en el mar de las sangres.

Manuel Zapata Olivella

Zingonia Zingone

El contrapeso 

La bailarina de Degas
coloca en la punta
de la zapatilla derecha
toda su existencia. 

En el ápice del equilibrio
de inmodestas volteretas
y flash,
desde el silencio irrumpe
un rostro
que la devuelve a su infancia. 

Pierde el contrapeso del olvido
y precipita,
y se quiebra. 

La bailarina de Degas
tuvo una vez un padre.

Zingonia Zingone




El cultivo del asceta 

Será la falta de música
en la sala
o el vino
que he dejado de tomar 

será mi hijo
en casa de la abuela
o mi perro lejos
en la campiña

lo que esta noche
ha abierto en mi pecho
una hendedura
llena de afoní­a.

Apago el teléfono
para no entorpecer
la labor del hado 

para no confundir
a los aduladores
con la suerte. 

De la calle sube
el vocerí­o de los turistas
trepa a mi ventana
por las telarañas
de mi soliloquio.

En un texto sagrado leo
que un ángel
custodia este sopor
vestido de insomnio

hago a un lado la tristeza
que Sí­sifo me ha enseñado
ser eterna
hago a un lado los sueños
que la Vida me ha enseñado
ser bombas
que revientan en su ápice 

no me queda más
que el tacto de lo certero
el sofá   tres almohadas
mientras el alma
como el humo de un puro
asciende lenta.

Zingonia Zingone




El oráculo de la rosa 

II 

El príncipe ama la rosa y conoce su aroma.
Transita con minucia su sinuoso contorno.
Juega con la corola, surca el monte,
muerde el fruto, higo de corales carmesí.
Baña el rostro en las olas, hunde
su carne en la carne, ¡demonio!,
con la urgencia de un mendigo.
Su maléfica huella es el recuerdo.
El príncipe desconoce la esencia,
el misterio; es sólo un vampiro
un adicto al amor
que no sabe hacer otra cosa.
De día pierde su corona,
regresa a la soledad,
coquetea con el recuerdo.
Se vanagloria de los pétalos de su nostalgia.

Zingonia Zingone




“La poesía me llamó a mí, fue un instrumento que se me propuso. Siempre me ha acompañado la poesía y en un momento se puso más exigente conmigo y me pidió que sacara las cosas de la gaveta, que las pusiera en orden y empezara a publicarlas.”

Zingonia Zingone




Las campanas de la memoria


En una esquina de la noche
una niña abraza sus piernas,
se balancea en trance y llora.
Las lágrimas bajan
por los costados del cuerpo,
caen sobre la calle empolvada
de un invierno sin lluvia.
Monstruos afloran
con rostro de hombre,
roban el grito de un horror,
tapan su boquita
de clavel prendido y gozan
del mismo gozo maldito
que ilumina el rostro de Shaytan.
Cierra los ojos, se ampara
en la oscuridad del dolor,
rasguña sus muslos como gato engañado,
hunde su rostro en los abismos.

Zingonia Zingone




los ojos del becerro
evocan tiempos lejanos
cuando el hombre era rama
del mismo árbol
y el árbol vivía sin acoso
en el espacio sideral
me miran transitar el potrero
observan cada movimiento
en la abusiva corriente
que del hombre mana
acelero el paso
y el becerro retrocede
sabe
que somos hermanos
sabe

Zingonia Zingone





No me importa lo que digan

                                                            los perversos son los puritanos
                                                            amor
                                                            los que no entienden
                                                            los designios del cielo
                                                            y se amarran el corazón
                                                            con el lazo de todos los prejuicios 

                                                            Osvaldo Sauma
 
Ámame, te digo ámame
en el nocturno abrazo del silencio, 

ámame
y calla como hace el amor, 

tú que eres eso,
aun cuando callas. 

Rózame, te digo rózame 

que dulce murmullo eres
en el abrir de pétalos y no 

rózame de alas,
de miel rózame;

el palmo rózame, 

nacer como la semilla
que rozando posas. 

Mí­rame, te digo mí­rame 

espantado mí­rame 

que suave,
desnuda
descubro 

hasta el alma. 

Cúbreme, te digo cúbreme
lentamente cúbreme 

y súdame,
de sal y vientre súdame
de fiebre y paz súdame
de torso, bronce, penumbra
súdame 

cúbreme, extiéndete
cúbreme. 

Piénsame, te digo piénsame
en la claridad piénsame 

lí­nea que huye y no,
que ayer aún, 

piénsame, mañana piénsame.

Zingonia Zingone





Nostalgia 

Enfermedad mortal
que vacila
entre el tiempo y la distancia 

Estado irreversible
generador del deseo
dulce y doloroso
por lo perdido 

De aquella parte de mi
que vivió en ti
y sin ti muere
para siempre
el “yo” expatriado
de mi “tú” originario 

Sabor a nacatamal
en la búsqueda de mi tiempo perdido 

Desterrada,
el bolero se ha convertido en mi canto nativo
y solo quiero lodo que huela a boñiga y humedad 

Consciente de que
el retorno no promete
reencuentro 

Impotente frente a la esperanza
ilusoria
de una estación vivida
que no regresará.

Zingonia Zingone




“Padezco de esquizofrenia lingüística.”

Zingonia Zingone



“Yo siempre digo que nosotros somos como una gran licuadora. Adentro de nosotros están todas nuestras vivencias, nuestras lecturas y los instantes que nos devuelven hacia lo que hemos vivido. Entonces, los idiomas también son parte de esta gran licuadora.”

Zingonia Zingone

















Javier Zamudio

EL FRASCO con los hilos sigue conmigo, mamá,
hay uno aquí­ cerca de mi cama,
tiene hilos de varios colores y agujas como las que tú
guardas en casa.

Todaví­a es un objeto de esos que sólo existen muy de vez
en cuando.
A veces lo uso para guardar alguna grieta que amenaza
con abrirse,
una mentira hace rato disfrazada,
un recuerdo que hundió el olvido en el silencio. 

Continúo como un niño dejando que las costuras se
suelten, mamá,
que los hilos se enreden entre las puertas de los buses,
en viejos portales, como esos donde la pelota se quedaba
atascada, sin rebote. 

Un dí­a todo esto se irá. Lo sabes, ¿verdad?
El viento se llevará los hilos. El frasco recorrerá la calle. 

¿Has visto el frasco de los hilos de la abuela, mamá?
Ya no le queda aliento.
Lento se ha ido esparciendo en la brisa,
va sobre las hojas de los árboles que caen al pavimento.

Javier Zamudio




Nacimiento

                                                            A Miguel Ángel 

Cuando mi hijo nació
corrí­ por los pasillos para verlo,
el corazón me palpitaba en la yema de los dedos
y fui dejando el rastro de un padre primerizo
sobre los azulejos del hospital.
Me bastó la torpeza de mi instinto para encontrarlo.
Lo hallé envuelto en la desnudez del primer instante,
con la lluvia cayendo a cántaros de su boca,
un caudal de vida que me dejó estupefacto.
Ahora lo veo seguir mi voz con sus ojos,
abrir las manos, doblar sus pequeños dedos
hechos por un dios que no puede ser castigador,
ni déspota, un dios sin paraí­sos,
sin manzanas envenenadas.
Su rostro es mi reconciliación con la vida,
el atardecer florecido en la fotografí­a,
una noche estrellada de mi niñez, el amor en cada pétalo
                                                              cortado por la brisa.

Javier Zamudio




Paz de Colombia 

El silencio,
ese minúsculo animal
que grita
entre la bala y el llanto.

 Javier Zamudio


 

 

Viaje en bus 

Viajábamos desde un punto X a un punto Y,
y yo no dejaba de pensar en cuánto beberí­a al dí­a
siguiente. 

Yo bebí­a todos los dí­as seis botellas de vino.
Ese era mi promedio. 

El chofer puso música.
Un tango que nos recordaba quiénes éramos,
dónde estábamos, cuánto costaba nuestro pasaje en bus,
dónde estarí­amos en los próximos años. 

Muchos vení­an del trabajo,
no hablaban, apenas miraban la noche
que dejábamos atrás,
como si estuviesen muriendo
para nacer en la mañana y comenzar de nuevo
aquel ciclo de la vida que se renueva para ser la misma
cosa.

Entonces, lo vimos:
Él y sus tripas escurridas en el pavimento,
como una fruta a la que se le escapaba la pulpa.
 
Supimos que para él no habrí­a un despertar,
ni un viaje en bus, ni una ventanilla sucia para dejar
la noche a la deriva. La música continuaba sonando.

Javier Zamudio














Giuseppe Bezza

El Cuatripartito es el texto más completo que se ha repetido machaconamente de la astrología clásica, es el texto que despertó la mayor fascinación en los astrólogos antiguos; los astrólogos del pasado más pacientes que deseaban alcanzar una certidumbre íntima de la materia estudiaron este texto y lo comentaron. Yo le he hecho tanto para mí mismo como para ayudar a cualquiera que desee dedicarse a la astrología clásica y comprender los teoremas, los principios y las ténicas.

Giuseppe Bezza



La Astrología me fascinas por la posibilidad de prever los hechos en la práctica; esto es lo que me atrae y fascina, desde luego es su lado más específico y peculiar. lo que me llevó a estudiarla fue precisamente verificar si era posible formular cierto tipo de pronóstico.
No he sentido la fascinación hacia un tipo particular de cosmología o de representación simbólica u otra, también porque todo lo que siempre he conocido como experiencia religiosa o filosófica por mi formación cultural es desde luego de un nivel de inteligencia mucho más profundoi y más sincero.

Giuseppe Bezza

Carolina Zamudio

Extranjera 

Puedo extrañar
a quien no fui
en aquellas tierras
que tampoco fueron mí­as.
Una brisa furiosa
me planta y abandona.
No atina a besar
a esta que tampoco soy:
nuevo paisaje
en el que un faro indigente
distante se esmera en alumbrar.
Yerta, pesados los brazos
en cruz.

Carolina Zamudio



Inundación 

Hay un par de zapatos
jugando bajo tu cama.
Parece que también hay ví­boras
te atan a las sábanas.
Un cortocircuito, una historia rebanada
un trago áspero
tu alma en el espejo delineando sudor.
Parece que la inundación fue por tu llanto
no cesó ni en los paros
a los que se atrevió tu corazón.
Parece que el amor abrió
de golpe la ventana
y sin haberlo pensado hizo lo suyo
el suicidio mejor.
Hay una mujer amarrada a una cama
una historia en pausa
entre alambres de púa.

Carolina Zamudio



Nuevo ritual 

El cuadro que hoy completo
hace un tiempo no era
yo, antes de los pinceles
ni mis manos antes de la paleta.
Como estas palabras que aún no
son pero quieren
la suavidad del vino en la boca
una noche que sí­ es ―lo sé por la furia de afuera―
los ángeles que velan el sueño de las niñas
mientras la madre pinta, mientras la madre crea
y el padre atraviesa un océano
sin pedir a cambio nada
navega en aire de olvido
adivina un frí­o que aquí­ no merodea.
Quizá mañana armemos un árbol
un deseo, quizá, pidamos también
las niñas bailarán invocando fiesta
la madre les hablará de los dí­as allá lejos
llegará el padre, un brindis
se colgará el cuadro, se prenderá la estufa a leña
se iniciará un ritual que atraviese océanos
nuevo, uno que antes no era.

Carolina Zamudio



Prestidigitadora 

De la soledad
el cajón abierto en el alma
niñez de palabras atragantadas
del miedo al goce que paraliza el cuerpo.
Hablabas con la determinación del temporal
que recién comienza
ojos negrí­simos curtidos de tanto mar
la palabra alta, chispeante y clara.
Yo empezaba a confiar
en una seducción de prestidigitadora
encantadora de serpientes.
El aire amalgamaba furia y sosiego
la gente se disolví­a
sonaba una melodí­a que
quizá, fuera Bach
en dos direcciones
algo nací­a.

Carolina Zamudio

















Jeremy Page

“El Dalai Lama quiere que sus fieles voten si debe reencarnarse.”

Jeremy Page
El Mundo, 29/11/2007
Tomada del libro GuiaBurros Las mejores citas (Las Mejores Citas De Pensadores Españoles) de Delfín Carbonell, página 82



“La mujer siempre llega, cuando estamos preparados para recibirla.”

Jeremy Page

Jaime Villarreal


Cuando toco la piel salada de la arena
me lleno de expectativas. 

Deduzco que otras vidas han pisado
este mundo antes que yo
y me siento minúsculo. 

No sé qué habrán sentido. 

Es un minuto frente al mar
o una infinidad de graves esfuerzos
los que nos remontan a repensar su presencia. 

¿Por qué habí­amos supuesto que pisar
la orilla era refutar su hipótesis?
¿Que dirigir la mano a un punto no especí­fico
era moldear su silencio de siglos atrás? 

Intento hacerlo ahora,
y lo único que atisbo
es el agua
y su hermosa
indiferencia de piedra. 

Siento que soy como el pez que ensaya
un viaje desde muy lejos y que al reiterar
su pregunta inicial,
solo encuentra islas.

 Jaime Villarreal

 

II 

De lunes a viernes
me sobran unas cuantas onzas
de responsabilidad en los huesos. 

Comprar legumbres se ha vuelto para
mí­ en una construcción
simbólica:
algo parecido al prestigio,
cierta habitación a solas. 

Encuentro que
lo que busco
no lo necesito
sino
que lo invento
dos veces,
como el hambre,
como esa necesidad
de cambiar de nombre
dependiendo del dí­a,
de los pies que me agiten. 

Oferta especial: 

los motivos que me sobran
para no levantarme cada mañana
por tu presente simple,
pero al menos tuyo.

Jaime Villarreal



III 

Al parecer, todo está listo:
la vida que dejo tendida
sobre estas sábanas de cenizas;
el tiempo desnudo, seco,
y su piel de repuesto;
los hábitos inútiles
que aparto guardados
en el cajón de la esquina
y que ahora reprocho con tanta vanidad,
los que ya desposeo. 

En mi maleta,
llevo lo indispensable:
la palabra que me da su silencio y no su grito;
el instante que me brinda su tiempo
y no el gesto infinito de su memoria. 

También conservo,
por si acaso,
una muerte segura,
que me hable de sus recuerdos más cercanos
y no deje atrás la sustentación
pausada de su derrota.

Veo un horizonte próximo. 

Me pesan los bolsillos de tanto dejar atrás
pero guardo en ellos el tedio
necesario para odiar lo siguiente. 

Seguiré siendo el mismo, lo sé,
no quiero que mis lí­mites se adeuden;
que cada palabra que camine a mi lado
se sienta traicionada por no saber
llegar y decirse. 

Esto es dejarme ir y no ir. 

Abismarme y pender de un hilo.
Volverme esa ausencia
que reconoce su brecha,
su viaje en declive.

Jaime Villarreal