“…El que habla de felicidad a menudo tiene los ojos tristes…”

Louis Aragon


"La vida es un viajero que deja arrastrar su abrigo tras él, para borrar sus huellas."

Louis Aragon


Lo que dice Elsa


"Me dices que estos versos son oscuros, y acaso
lo son, sin embargo, menos de lo que he querido.

Cerremos nuestra ventana sobre la felicidad robada,
por miedo a que entre el día,
y vele para siempre la foto que deseaste.


Me dices nuestro amor si es que inaugura un mundo,
es un mundo en el que la gente gusta de hablar

sencillamente.
Deja allá a Lancelot, deja la Tabla Redonda,
Ireo Virnana Esclarnionda,
que por espejo tenía una espada deformadora.


Lee el amor en mis ojos y no en las sombras.
No trastornes tu corazón con sus antiguos filtros.

Las ruinas a mediodía son solamente escombros.
Ésa es la hora en que tenemos dos sombras
para mejor estorbar el arte de los románticos.


Tendría acaso la noche más encanto que el día.
Vergüenza para aquellos que ante el puro cielo no

suspiran.
Vergüenza para aquellos que, un niño de golpe no
desarma.
Vergüenza para aquellos que no tienen lágrimas
para un canto callejero una flor en los prados.


Tú me dices si tú quieres que te ame y te ame.
Es preciso que ese retrato que vas a pintarme

tenga como un verde nido sobre fondo de crisantemo.
Un tema escondido en su tema.
Y une al amor el sol que ha de venir."


Louis Aragon 



Más bella que las lágrimas


"Mi respiro perturba la vida a cierta gente:
como vago reproche los mantiene despiertos;

tal vez porque mi canto cual un cobre estridente
pudiera despertar con su clangor los muertos.


Ah! si os hiere mi verso con su tonada bélica
-rugir que a vuestro oído no queréis que se acerque-

es que en el arpa el treno mató la voz angélica
y resurgen los ecos pávidos de Dunkerque.


Verdad: en recordarlo mi mal gusto compendio…
Así somos algunos: en sus cuerpos quizás

perduran los mordiscos del infernal incendio
que los faros del Norte contemplaran jamás.


Si te nombro, Amor mío, burla y odio concitas;
si alabo el sol, vosotros el invernal derroche;

decís que en mi pradera sobran las margarita,
azules en mi cielo y estrellas en mi noche.


Buscáis en mis palabras a ver qué se descubre,
como fino escalpelo que escarba un corazón…

Tal vez me fuera poco perder Pont-neuf y el Louvre,
que aún vuestra venganza pide satisfacción.


De alados cancioneros podréis hacer galeotes;
ahuyentar al poeta podrá vuestra elegancia;

pero nunca podrán vuestros serviles brotes
arrebatar el don de nuestro amor a Francia.


Oye tú, pasajera que vas de puerta en puerta:
tal vez yo soy el hombre que vuelve de tu olvido;

colma tu delantal la primavera muerta,
y de un color de parvas tus ojos se han teñido.


¿Mintió nuestro embeleso? ¿Mintió nuestra ternura?
Mirad aquesta frente nublada por el sol…

Pero el ansia renace cual se ve en la llanura
por entre las espigas surgir el ababol.


¿Y no son estos brazos los de las Afroditas
que entre la mies dorada coronan el peñón?

Plenitud encantada que eterna resucitas
la sombra de Racine en la Ferté-Milón.


La sonrisa de Reims con sus labios perfectos
es el sol que se apaga sobre una tarde eximia;

y para perdición de profetas y electos
sus trenzas de champaña trascienden a vendimia.


Ingres de Montalbán trazó la arquitectura
y el cuenco de esos hombros donde para tranquilo

el ansiado tesoro .de la linfa más pura
filtrada en las raíces del álamo y el tilo.


Oh Laura! como a ti, Petrarca habría cantado
a esta Francia que sangra por nuestro corazón;

sangrante corza en fuga que lleva en el costado
la jabalina de los monteros de Aviñón.


Invoca el espejismo de mil y una grandezas
que sosieguen fantasmas, donde el gemir acalles:

Brantome, San Juan de Acre -cavas y fortalezas,
laderas y gargantas- Vercors y Roncesvalles.


Con el viento que llega de Arlés vuelven los sueños
-el corazón apenas los nombra en un rumor-.

En Aunis y en Saintonge los marjales trigueños
muestran aún el surco brutal del invasor.


Alta ronda de urbes, de villas y comarcas,
erguidas como flores de un esplendor rival,

y en pos de la galante huella de los monarcas
Razón y Sueño cifran en un solo ideal.


Oh cautiva Durance, oh cielo encadenado.
Suelo pastor vestido de racimos maduros;

país con cuyo nombre tan dulcemente amado
marcaba el Rey de Francia los sarracenos muros.


Como tú misma es dulce la locura en desvelo
porque te reconozcan de mi canto a la luz;

y pues entre dos mares vacila nuestro duelo,
detenga nuestros pasos el umbral de Naurouze.


¡Mas, no! Tornas al vuelo, clamor insosegable…
¿A dónde vas? asado Mont-Ventoux, allá el Sena

en lo hondo se fuga, y entre un deleitable
manzanar, Lamartine sueña en la Magdalena.


Mujer, vinos fragantes, madrigales, montaña:
¿cuáles pintaré? ¿cuáles más vivamente adoro?

¿Son esos los pomares de tu seno, Bretaña,
y esas gemas tus pinos en ponientes de oro?


Alba gorguera donde los labios abrasados
mendigan cidra y leche. Plenitud que suspira,

Normandía secreta, por ti los desterrados
caballeros poblaron las ruinas de Palmira.


En verdad ya no sé dónde empieza el encanto…
Hay nombres que son carne como los de Andelyz.

Oh rostro que te vuelves por no mostrar el llanto,
pliega tus labios. ..Cálla, oh París, mi Parísl


París de las canciones, París de la Bastilla;
hoy sólo tus albercas están embanderadas…

Como estrella polar no ya tu frente brilla:
París lo eres tan sólo formando barricadas.


París de nuestros bienes, París de nuestros males;
París del Cours-la-Reine, Corte de Flor-de-lys;

de suburbio en suburbio por todos los umbrales,
tu nombre, más que un grito nos desgarra, PARIS.


Huyamos de este sitio donde la atroz germina;
la vida aún aguarda su amanecer incierto;

del Oise y el Marne falta la epopeya leonina;
y Sylvia ya no cruza por el Valois desierto.


Almenar del recuerdo donde alzaran sus llamas
los sueños de veinte años a un cielo que mintió;

y en vez de amor, el negro Camino de las Damas,
y el crepitar del rojo molino de Laffaux.


Atraviesa la ruta polvorienta y famosa
de país en país persiguiendo incansada

por la selva de Argonne y en los Altos del Mosa
que renazca perenne tu gloria traicionada.


Como ciervo flechado que trémulo agoniza,
bajo el bosque se azulan los ojos de la charca…

Descanso de destierro que va camino a Suiza,
la que amara Courbet, la plácida comarca.


Te he perdido, Alsacia, donde si el Rhin desborda,
faisanes deslumbrados caen de los encinos;

donde Werther su treno por un instante asorda,
compasándolo al júbilo de coros campesinos.


De Port~Vendre a Dunkerque la tromba de tortura
no podrá enmudecer la voz de nuestras venas;

nadie podrá romper la mágica armadura
que Aymon forjó en el rojo cubil de las Ardenas.


A los férvidos labios no habrá quien arrebate
la flauta que a los siglos entrega su raudal;

tras la siega de lauros, aún llama al combate,
hermanos en la espiga, la hierba y el rosal.


Se oye entre las hojas un galopar que avanza…
Hilandera, suspénde: mi pecho va a estallar.

Hablan en voz de fuente la noche y la esperanza…
Si fuera Duguesclin volviendo a batallar…


Qué importa que yo muera sin que la veneranda
faz mire dibujarse bajo el solar fulgor.

Dancemos, hijo mío, la loca zarabanda.
Mi patria es la Miseria y el Hambre y el Amor."


Louis Aragon


"Pero el que es capaz de todo, el que está más simplemente en el plano heroico, el hombre que nunca está prevenido contra la existencia, el que uno encuentra en el Amanecer, el que desafía el buen sentido en cada respiración, es Benjamin Péret, de bellas corbatas, un gran poeta como ya no se fabrican, Benjamin Péret que tiene atada una ballena, o tal vez un gorrión."

Louis Aragon
Una ola de sueños 



Persona Pálida

Más mísero que las piedras
triste a más no poder
el hombre escuálido con el atril
hubiera querido aniquilarse.
Qué frío el viento penetra
en el lugar de las hojas muertas
cómo patear para ahuyentar el frío
con qué pie iniciar la semana.
Un silencio que nunca acaba
ni una palabra tierna para engañar al invierno
la sombra del alma del amigo
la escritura, tan sólo las señas.
Mi sangre daría una sola vuelta
los sonidos se perderían en el espacio
como dedos congelados.
Soy un patín abandonado en el hielo
traspasado por el amanecer.

Louis Aragon


"¿Quién está ahí?
Ah, muy bien, haced entrar al infinito."

Louis Aragon




“…Y sucedió que el mundo bajo la tarde excelsa
rompiose en arrecifes de pérfidos fanales,

en tanto yo veía desde los litorales
sobre lívidas ondas brillar los ojos de Elsa.”

Louis Aragon