A Fedra
       
Por esa ausencia de ojeroso lirio
macerado en la angustia del recuerdo ;
por ese adiós , amada , que me diste ,
no pienses que estoy vivo , sino muerto.
Déjame al fin llorar inacabable
el tulipán hermoso de tu cuerpo,
o en trágico abandono sepultarme
bajo el ciprés más sólo en el silencio.

No pienses que una vez, tan sólo un día,
por  lograr el imperio de tu cielo
fui huésped de la pena y el laurel
en sonora delicia de tu beso.
Y quise ser el ángel del espacio
posado en la ternura de tu seno,
o al borde de tus muslos sin orillas
perderme en el abismo de tu fuego.

Ahora que estoy solo, piensa acaso
que soy nada en el mundo y el cariño,
sólo música triste de gaviota
sobre un mar coronado de suspiros ;
porque la risa la escondió la noche
en un sollozo de inmutable grito,
y hasta la voz de la palabra amante
clama desierta en su amoroso silbo.

Puedes pensar si quieres que estoy lejos
contemplando más triste las estrellas,
los peces de colores que bifurcan
los rumores del mar sobre la arena ;
y en soliloquio amargo y desolado
miro tu sombra entre la bruma incierta
y renuevo tu rostro en cada imagen
de cada puerto que mis ojos dejan .
                                         
Y así pretende en vano la esperanza
entre morados himnos y escolleras
rehacer la dicha, el canto interminable ,
sobre las ruinas que dejó tu ausencia.
Y el llanto se contiene en el pañuelo
como rosa de sangre descubierta
y las manos desciñen las auroras
en constante lamento de tu espera.

Mas si no eres la amante contemplada
de aquella hora y complacido encuentro ;
si no vuelve tu amor a memorarme ,
no pienses que estoy vivo , sino muerto .
Que me perdí en el encanto de la noche
y quedé sepultado mar adentro ,
cercado por el hueco de una concha
o en un astro marinero prisionero .

Ni una lágrima alienta la ceniza
en la dolida carne del recuerdo ,
ni preguntan la tierra de mi nombre
bajo el muro del agua y del espejo ;
que descanso en mundo del olvido
sin que nadie vigile de mi cuerpo . . .
Sólo la Cruz de Amor abre sus brazos ,
alerta enamorada de mi sueño .

José Cárdenas Peña
Fragmento

Cuando vengas, amor...

Cuando vengas, amor, a consolarme,
y tu rostro reclines a mi lado,
cuando sienta el placer iluminado
de tu boca en mi boca por besarme.

Cuando estés pronto, amor, para llamarme,
y liberes mi lirio en carcelado,
cuando sienta tu pecho enamorado
ardiendo por mis venas al tocarme.

Cuando sienta tu mano que desflora
esa angustia y pasión conmovedora,
no preguntes mi nombre y lo que he sido.

El minuto que mires, cada hora
que cuentes, en mi rostro envejecido,
te hablarán de mi amor, si te he querido.

José Cárdenas Peña



Primavera de amor

Primavera de amor, la primavera,
por la que yo escalé tu claro cielo;
rama que yo toqué con mi desvelo
para alcanzar tu rosa, la primera.
–Primavera de amor, cuánto quisiera
tu caricia de luz, música y vuelo;
retener en tu sílaba mi anhelo
y en júbilos llevarte prisionera.
–Primavera de amor, agua de amores,
no olvides que en tu alondra de colores
vive mi sangre y muere consumida.
–Dame tu flor, aquélla más querida,
la más hermosa, eterna de tus flores,
o la doliente y última en mi vida.

José Cárdenas Peña
La elegía del amor
Ediciones La Rana, Guanajuato, 1996






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