Sergi Belbel i Coslado

“El juego vertebra toda mi carrera artística.”

Sergi Belbel


“Es una pena ver tanto talento que no puede tener las oportunidades que tuvimos nosotros.”

Sergi Belbel



"Madrid es un cruce de caminos, muy agradable, con una cantidad de público bestial e intereses muy variados. En Madrid siempre encuentras gente interesante."

Sergi Belbel



"Mi problema actual es que me he convertido en un apasionado de la ficción. ¿Me habré vuelto ya un viejo?"

Sergi Belbel



"PADRE: Pero, ¿sabes por qué lo has hecho? Por el “qué dirán”. Como siempre. Para que todos te alaben diciéndote que eres un hijo modélico, a pesar de ser… como eres. Sólo lo has hecho para tenerme contento y para que no me metiera en tus asuntos ni en tu vida de… de… cobarde. ¡DE COBARDE! (Pausa.) No porque realmente te saliera de dentro.
HIJO: Basta.
PADRE: Te ruego por lo que más quieras que no me saques de esta habitación. Son demasiados recuerdos, hijo, demasiadas cosas vividas entre estas cuatro paredes, tienes que entenderlo.
HIJO: ¡Dormirás en la habitación del fondo del pasillo y se acabó! Y como me toques más las pelotas, vendo el piso y os pongo de patitas en la calle a ti y a tu mujercita, a ver cómo os las apañáis sin mí.
PADRE: ¿Quéeee? Tú eres incapaz de hacer algo así. (Pausa.) Eres demasiado pusilánime. Te falta valor. Sólo de pensar lo que dirían tus amigotes y tus compañeros de trabajo al saber que dejas a tu padre tirado en la calle, se te cae la cara de vergüenza. ¡Porque… muy buena persona y muy sensible y muy liberal y muy… como quieras llamarle, y en el fondo eres un hipócrita y un egoísta y un orgulloso y un vanidoso y un amargado que se está haciendo viejo y no es capaz de afrontar cara a cara un problema, como si todavía estuviera pegado a las faldas de su mamaíta!
HIJO (Reaccionando violentamente): ¡¡¿A qué viene eso?!! ¿¡¡Eh!!?
PADRE (Se asusta y dice en tono distendido, casi cómico): ¿Eh? ¿A qué viene… el qué? (Pausa.) ¿Por qué me miras así? ¿Qué pasa? (Pausa.) ¿He dicho algo malo?.
Se oye música en el piso de arriba.
PADRE: ¡Forasteros!
HIJO: Lo que nos faltaba.
PADRE: Vinieron puercos del monte y nos echaron de la corte.
HIJO: ¿Eh?
PADRE: Y no sólo me refiero a esos extranjeros de mierda que nos están robando las pocas cosas auténticas que todavía nos quedan. Ya me entiendes.
HIJO: Ella no es una extranjera. Te guste o no, es tu hija.
PADRE: Que se largó hace ya casi cuarenta años con uno de ésos, renegando de su familia, de su tierra, de su lengua y de su sangre. Eso no es una hija. Todavía es peor que uno de esos inmigrantes que, ya ves, se han instalado aquí pero siguen haciendo su vida, idéntica a la de allí, escuchando la misma música endiablada, comiendo las mismas porquerías, comprando en las mismas tenduchas, unos locales horribles, oscuros y sucios, a los que yo no entiendo cómo el ayuntamiento les dan licencia, vistiendo de la misma manera, oliendo igual y hablando la misma lengua. ¡Si hasta tienen sitios sagrados para sus rezos a tres o cuatro calles de aquí! Mientras que ella… ¡ni una llamada, ni una postal, ni una triste visita en cuarenta años…! No me cabe en la cabeza que no haya sentido jamás ni siquiera una pizca, sólo una pizca de añoranza por su casa, su familia… Ni cuando nacieron sus cuatro hijos se dignó venir. ¡Y se presenta ahora sin avisar con la excusa de que se está muriendo! ¿Y tú te lo crees, imbécil? ¡Lo que le ocurre es que su marido la ha dejado tirada y no le pasa la pensión y como no tiene un duro, pretende vivir el resto de su vida a costa de nuestro dinero! (Pausa.) Bueno, del tuyo.
HIJO: No sabes lo que dices. (El hijo acaba de meter toda la ropa en la maleta y la cierra.) Se acabó. Toda la ropa dentro. Venga, fuera de aquí. Llevaré la maleta a la otra habitación.

Sergi Belbel i Coslado
Forasteros


"Señora: Cincuenta mil.
(La interlocutora cuelga. Ella se toma dos o tres pastillas más. Coge el auricular y, sin marcar ningún número, habla.)
Señora: ¿Está papá? ¿Y mamaíta? ¿Por qué llevas una serpiente en la mano, papi? Me dan miedo las serpientes. ¿Por qué soy una vieja loca, mami? Sí, soy un lagarto. ¿Pero por qué crees que soy un lagarto? ¿No hay nadie por ahí?
(Cuelga. Se ríe. Inmediatamente, suena el teléfono.)
Señora: ¿Mami? ¿Primita? ¿Eh? ¿Eh? ¿Eh? Oh. ¿Cómo? ¿La policía? ¿A mí? ¿Y quién le ha dado mi número, la embustera de mi prima...? No me lo creo. Hace tres meses que no le veo. Dígale que se vaya a... ¿Eh? Es que no le entiendo, señor agente, es que estoy un poco loca, quiero decir sorda. ¿Que no es grave? ¿El qué? Ay, no entiendo nada. Oiga, joven, ¿estas son horas de llamar a una casa decente, señor policía como se llame? No sé qué coño quiere decirme pero yo no soy ninguna ladrona, ¿sabe usted?, ¿que tiene prisa? Pero, ¿qué quiere decirme? Sí, es mi hijo, pero no entiendo por qué les ha dado mi teléf... ¿Quéeee? ¿Un accidente? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Está con ustedes? Dígale que se ponga. No me encuentro bien, ¿sabe? ¿Qué dice? ¿En qué hospital? Ay, Dios mío. Yo ya se lo decía, ¿sabe usted?, «un día de estos tendrás un disgusto con la moto», es que él es tan descastado, ¿sabe, señor policía?, tres meses sin venir a ver a su propia madre, ¿qué me dice? Sí, sí, claro... ¿A buscarme? No, no, no es necesario. Gracias, señor agente...
(La Señora cuelga. Está pálida. Coge el auricular. Murmura algunas palabras. De repente, se mete los dedos de la mano derecha dentro de la boca. Tose. Eructa. Vuelve a meterse los dedos hasta el fondo. Vomita estrepitosamente sobre el suelo. Escupe, tose. Va al teléfono. Tiene toda la ropa manchada por el vómito. Coge la guía telefónica y marca, con dificultades, un número de tres dígitos.)
Señora: ¿Policía? Soy una vieja a quien acaban de llamar... Yo qué sé si era usted. Hace un minuto. Pues dígale a quien me ha llamado que se ponga. Pues pregunte, ¿no es policía, usted? Oiga, señor antipático, me encuentro muy mal y mi hijo está en un hospital, se ha dado un tortazo con la moto y yo estoy sola y loca y sucia y me he vomitado encima y no sé qué hacer y todos me han abandonado y se me han metido fantasmas en casa y me mataría si no supiera que a mi niño le han herido y está en el hospital y me necesita y yo necesito ir al hospital a ver a mi niño y nadie me hace caso y un compañero suyo muy simpático que no era usted por supuesto me ha dicho que me podía hacer un poco de compañía y venir a buscarme para llevarme al hospital y seguramente al paso que voy me tendrán que ingresar a mí también y si no me llevan ustedes al hospital no sé cómo podré ir yo señor policía porque no tengo dinero ni para coger un taxi. "

Sergi Belbel
Morir







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