Pierre-Maurice Masson

"Hasta ahora Alexandrine Tencin se mostraba increíblemente osada. Su vida era una escena de casas de juego y antecámaras de alcoba. Sus amantes, que no siempre eran amantes sucesivos, tan numerosos y tan públicos que ni siquiera podían ser llamados amantes, tal como reza el antiguo nombre galo, eran cantantes recompensados sólo con un poco de calor. Varios pasaban por la casa a lo largo de la semana o el mes, varios de ellos nos resultan conocidos por las calumnias vertidas contra ellos por los cronógrafos. Algunos poseían nombres sonoros como el Lugarteniente general Arthur, el conde Dillon, el Muy Honorable Henry St. John, el vizconde Bolingbroke, Sus Excelencia los Ministros Plenipotenciarios Prior y Schaub, Su Eminencia el Cardenal Dubois, Su Alteza Real el Duque de Orleans. Otros merecen ser recordados, no careciendo de poco brillo, caso del abad de Louvois, que había intrigado en la corte romana, solicitando la anulación de sus votos. El teniente de policía, conde de Argenson, cuya fealdad debería ser garantía de austeridad, pero que fue capaz de hacer caer en desgracia a una monja, vendándole los ojos; el duque de Richelieu, que no podía ver a una mujer hermosa sin desearla, y que a pesar de no poder seguir siendo un amante fiel, se convirtió, al menos, en un amigo."

Pierre-Maurice Masson
Madame de Tencin




"Yo nací -dijo- en una familia donde lo predominante era la misericordia y la piedad, pero la afirmación -matizó- es una indulgencia excesiva. Incluso en las zonas más populares de Ginebra no es fácil encontrar familias que vivan de forma tan estricta la moralidad cristiana. Como escribió Eugene Ritter, mediante una elegante fórmula, que resume de forma bastante pormenorizada las investigaciones acerca de los orígenes de Jean Jacques Rousseau, reconoce la honestidad de personas laboriosas, valientes y dignas que como agua cristalina se enfrentan a los pequeños problemas. En varias ocasiones, Rousseau y Bernard tuvieron problemas con los representantes de la moralidad públicas. Uno de sus dos abuelos, David Rousseau, fue llamado por el Consistorio debiendo "danzar de noche por la ciudad (en las horas impares), tocando el violín" y el otro, Jacques Bernard, que había puesto en peligro a dos hijas excesivamente confiadas, había conocido la amargura de la antigua ley ginebrina reservada a los "lascivos", debiendo afrontar multas fiscales, la cárcel y toda una serie de genuflexiones de rigor. Su madre, la señora Suzanne Bernard fue vilipendiada en el Consistorio bajo el epígrafe de "personas sospechosas" por la grave censura de haber asistido a una comedia sobre Molard vestida de campesino, algo que en absoluto se presta al rol galante propio de la mujer. Tres veces, Isaac Rousseau, su padre, asumió los argumentos del Consistorio. Las tres hermanas de Isaac otorgaron un certificado de "sabiduría y virtud" en relación a la figura de su sobrino, debido a que había indignado a algunos vecinos a causa de sus preces, y su hija mayor, Teodora Rousseau se había casado con Gabriel Bernard, hermano de Suzanne, dando a luz ocho días después de su boda."

Pierre-Maurice Masson
La religión de J.J. Rousseau
















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