Willigis Jäger La vida no termina nunca



La mística sea el instrumento para la renovación interior de toda religión.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 8
 
 
Lo que denominamos Dios es lo que se realiza y toma forma desde un fondo inconcebible.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 8
 
 
Los místicos cristianos utilizan un rico lenguaje figurado para describir esa experiencia de unidad. Soy «una chispa de Dios» (Maestro Eckhart), «una gota del océano divino» (Teresa de Ávila), «una llama del fuego divino» (Juan de la Cruz), «Dios se alumbra en mí» (Orígenes), «Dios se hace fructífero en mí» (Agustín). Somos nodos, una llama del fuego Dios, una ola del mar Dios, la vasija de lo divino. Parece que este universo existe desde hace trece mil millones de años. Por supuesto, anteriormente también existía un universo, pero seguramente de una clase muy diferente, porque lo que llamamos Dios es atemporal. Atemporal no significa eternidad. El tiempo es creado por nuestra razón, nuestra estructura personal. El que sea capaz de descorrer la cortina de lo personal experimentará lo atemporal. Lo que verdaderamente somos es atemporal, no eterno. Se manifiesta en el tiempo.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 8
 
 
¿Por qué no nos quedamos con esas maravillosas imágenes: Dios es la vid, nosotros los sarmientos. Dios es la fuente, nosotros el arroyo. Dios es el mar, nosotros la ola? Dios es relación, pero es una «relación íntimamente divina». Es la relación de la ola con el océano, de la rama con el árbol. No se les puede separar. Dios es como un abanico que se despliega, del cual no caerá ningún pliegue. Somos un pliegue de Dios.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 9
 
 
El mundo es un organismo sagrado. Desgraciadamente, nos hemos enamorado de un mundo ilusorio. Nuestro concepto del mundo dual nos ha separado de Dios. Nuestro «saber» sobre Dios nos ha convertido en extraños en este mundo.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 10
 
 
¿Por qué la ola no va a poder dirigirse al océano y el sarmiento a la vid? El sarmiento experimenta que es vid, y la ola que es el agua del océano. ¿Y qué le impide al océano decir: soy la ola? Y si la ola experimenta lo que es en verdad, se atreverá a decir: soy el océano. Pero entonces es el océano que habla en ella y no el yo de la ola.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 10
 
 
Padre, Hijo, Espíritu Santo, Pastor, Rey, Roca son únicamente metáforas, interpretaciones de canciones de amor. Quien tiene que explicar una canción de amor racionalmente no ha entendido de qué se trata. El que tiene necesidad de interpretar una poesía no ha comprendido la esencia. El que nos quiere dejar estancados en el conocimiento racional de Dios se queda atascado en una religiosidad infantil. Dios y ser humano son como una vara con dos extremos. No existe ninguna vara con un solo extremo. Ser humano, materia, cosmos son el otro extremo de la vara. Son el otro extremo de la vara Dios. Hoy día sabemos por las ciencias naturales que la materia no parece ser otra cosa que «energía retardada», «espíritu cuajado», «costra del espíritu». Nicolás de Cusa habla de la línea infinita. Somos un punto en la línea infinita Dios.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 11
 
 
El nuevo pensamiento científico proyecta una luz nueva sobre la salud y la enfermedad. También la medicina clásica va descubriendo poco a poco la unidad de mente y cuerpo y comprueba que cooperamos activamente en la enfermedad y la salud de nuestro cuerpo. Una enfermedad no es exclusivamente algo físico o mental. El conocimiento de la interacción de mente, psique y cuerpo lleva a un cambio de paradigma en la medicina y, con ello, a una nueva interpretación del cuerpo físico. Nuestro cuerpo no es ninguna máquina inconsciente que se puede reparar quitando o reemplazando partes. No es ningún conglomerado de moléculas, sino más bien un conjunto de procesos, y éstos forman un cuerpo. Hace ya tiempo que se ha demostrado: podemos intervenir muy conscientemente en nuestro cuerpo y en nuestra psique, podemos influenciar nuestro cuerpo mediante nuevas comprensiones. Hay un campo entero, llamado psiconeuroinmunología, que está investigando estas conexiones. Se está estudiando la influencia de la mente y de los sentimientos sobre el sistema inmunológico. A fin de cuentas, la pregunta que se plantea es: ¿hasta qué punto influencian nuestra conciencia, nuestros pensamientos el cuerpo físico, y viceversa? Más claro aún: ¿Es posible que la conciencia se materialice?
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 15
 
 
Si no se satisfacen las necesidades físicas básicas, el ser humano enferma. Si deja de comer, si carece de oxígeno y de agua, el ser humano muere. Pero, de la misma forma, enferma si no satisface las necesidades espirituales básicas. Lo trágico radica en el hecho de que la mayoría de las personas ni siquiera se da cuenta de estas necesidades espirituales básicas. Cuando una persona tiene hambre, busca algo para comer. Sabe que, si no satisface esta necesidad básica, enfermará. Pero si no percibe su hambre, tampoco buscará comida. Contraerá una enfermedad carencial. Si sigue sin ingerir alimentos, morirá. Muchas veces no nos damos ni cuenta de que estamos espiritualmente desnutridos y, debido a ello, carecemos de resistencia y fuerza para la vida real. ¿Qué hacer pues? Deberíamos buscar el contacto con nuestra naturaleza más profunda. De ahí vendrán las fuerzas que curan y regulan. Existe una energía por debajo de nuestros pensamientos y deseos. La denominamos nuestra naturaleza más profunda. Así que hay algo detrás de nuestra estructura personal, algo que utiliza esta estructura personal como un instrumento. Esta naturaleza más profunda toca, por así decir, ese instrumento. Pero podrá tocarlo solamente si el instrumento está dispuesto a ello. Si está demasiado poseído de sí mismo como persona, queriendo tocar su propia melodía, lo que sonará será una melodía disonante. No hay ningún remedio más eficaz que nuestra naturaleza más profunda. No tenemos que buscarla, únicamente tenemos que quitar de en medio las capas superpuestas para aprovechamos de su potencia curativa. Para ello, el peregrino humano tiene que cultivar y relativizar su yo temporal. La psicoterapia puede proponer ayuda. Pero únicamente cuando traspasemos las fronteras del yo por la vía purgativa (camino de purificación) caeremos en la cuenta de nuestros condicionantes y estaremos preparados para un profundo proceso de curación.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 16
 
 
En general, las personas buscan más bien la felicidad que la salvación.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 17
 
 
Consideramos las energías físicas como algo evidente. Pero hoy sabemos que existen energías sutiles no menos eficaces que las físicas. Hay quienes experimentan estas energías sutiles en el nivel físico. Pueden aparecer, de forma involuntaria e incontrolable, sacudidas, hormigueos o convulsiones. Algunas energías van más allá del cuerpo físico, como la telequinesia, la telepatía, la precognición, etc. Todas ellas son manifestaciones de energía muy llamativas pero, además de éstas, existe un gran número de ellas no llamativas, imposibles de medir. Nuestras manos y todo nuestro cuerpo irradian energía cuando nos dirigimos de forma positiva hacia una persona o una situación. Toda energía positiva que irradiamos nos fortalece también a nosotros mismos. Se puede enviar energía positiva o bendecir con palabras, gestos, mediante la imposición de manos o también por medio de un mantra o un gesto de oración. Todos los caminos esotéricos conocen estas energías curativas. La conciencia universal es creativa, y también curativa. Es una energía transformadora inherente a cada ser. Hay algunas personas que son capaces de activarla en mayor grado que otras, según el grado en que hayan desaparecido las barreras entre la estructura de su ego y la conciencia universal. Aquí es donde hay que situar el secreto de las curaciones milagrosas. En la medicina se conocen por el término de remisión. Son curaciones espontáneas que carecen de explicación, pero que ocurren sin lugar a dudas.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 22
 
 
En una ocasión un curandero fue llamado para ayudar a un niño enfermo y se le pidió que rezara. Un escéptico entre los presentes expresó claramente sus dudas sobre semejante superstición. El curandero se volvió hacia él, increpándole: «Eres un ignorante y no entiendes nada de estos asuntos». El escéptico se enfureció y se sintió ofendido. Pero antes de que llegara a protestar, el curandero le dijo: «Si estas pocas palabras han bastado para ponerte tan furioso, ¿por qué otras palabras no tendrán un efecto curativo?».
 
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La vida no termina nunca, página 25
 
 
En el budismo tibetano existe una práctica que se llama Tonglen. Significa «Acoger y enviar» o «intercambiarse con otros». Se transmite únicamente a discípulos avanzados; posee una fuerza muy potente y transformadora. En esta meditación uno se representa (lo más exactamente posible) a una persona conocida que se ama y que está sufriendo mucho, por una enfermedad, una pérdida, por depresión, dolor, angustia o miedo. Al inspirar, uno se imagina el sufrimiento de esa persona como una nube densa y pesada, negra, o de color del humo o de alquitrán, que se inspira por la nariz dejándola posarse en el propio corazón… Al espirar, se trasmite al aire paz, libertad, salud, bondad y fuerza, para enviarlas a esa persona como una luz curativa y liberadora. También se puede imaginar un lugar y las personas que tienen que vivir allí sufriendo. Se puede incluir al cosmos entero y desearle de esta forma salud, felicidad y bondad. Quien tenga presente el amor —y el que ora está presente con amor— activa claramente energías en el ámbito transpersonal que ordenan, curan y armonizan.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 26
 
 
Tonglen pretende socavar a toda costa las caricias y defensas del propio yo. Porque aquí ya no queremos saber nada de la superación de la dualidad. Tonglen apunta a la compasión auténtica, que se corresponde con el sendero del budismo mahayana, del que también forma parte el zen.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 27
 
 
En la colección de koan Hekiganroku figura el siguiente relato: «Un monje preguntó a Unmon: “¿Qué ocurre cuando el árbol se marchita y sus hojas se caen?”, Unmon dijo: “La manifestación perfecta del viento dorado”».
 
¿Qué ocurre cuando el árbol se marchita y las hojas se caen?, pregunta el monje a Unmon. Traduciendo esta frase significa: Si se han caído tus conceptos e ideas de las cosas y formas manifiestas, ¿qué es lo que queda? ¡El viento dorado! El viento dorado es la experiencia pura de la Realidad o, como prefiere decir el zen, es caer en la cuenta de la Realidad. Es la consumación de nuestra vida. Hemos llegado.
 
Pero yo creo que este koan tiene además otro significado. El viento dorado significa en Asia también la época de la vejez. Me imagino que en este koan hubo dos monjes viejos y uno le pregunta al otro: «¿Cómo se revela ELLO ahora que estamos viejos y achacosos?». ¿Se experimentará ELLO en la vejez como vejez? ¿Se experimentará ELLO en la enfermedad como enfermedad? «Ser tal cual» es la expresión que prefiere utilizar el zen en este contexto, es decir, las cosas son tal cual son. ELLO se manifiesta pues también como mis achaques en la vejez, como mi enfermedad incurable.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 30
 
 
En una ocasión, un discípulo pide al Maestro que le explique la naturaleza de la realidad. El Maestro le contesta: «Ya has bebido tres copas del mejor vino y sigues diciendo que ni te has mojado los labios». Quiere decir que ya estás ebrio de la Realidad y afirmas no conocerla. Somos vida divina desde el principio. Caer en la cuenta de esto reviste gran importancia para mí. No podemos convertimos en algo en nuestra vida, pues ya somos algo cuando nacemos en este mundo.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 35
 
 
Una vez un misionero preguntó a un japonés qué le había movido a convertirse al cristianismo. Sin vacilar contestó: «El párrafo del Sermón de la Montaña: “No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis” (Mt 6,25). Cuando leí que Dios se ocupaba de las aves del cielo y de los lirios del campo, de repente me sentí liberado de mis angustias».
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 39
 
 
Después del nacimiento, la muerte es el suceso más importante de nuestra vida. Es la consumación de nuestro nacimiento. No nos sometemos a la muerte cuando morimos, nos sometemos al seguimiento de la vida que no sabe detenerse.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 40
 
 
El que quiera entrar en la dimensión de lo divino (como cristianos lo denominamos «Reino de Dios»), tiene que traspasar una frontera. Tiene que salir del aislamiento del yo. Entra en un campo que aún no está dividido en conceptos opuestos: espíritu-materia, luz-oscuridad, bien-mal, salvación-desgracia. Lo que llamamos «persona» es una «persona temporal». Experimentamos nuestra «persona atemporal» cuando quede relegada la «persona temporal».
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 44
 
 
También el fin del mundo sabe a Dios. Lo eterno no conoce nacer y morir. Lo eterno es también nuestra existencia auténtica. Tampoco para nosotros existe nacer y morir. Después de todo, no existe ningún fin. Fin es transición en una forma de existencia diferente. Fin es supervivencia de otra manera, y eso no en el sentido de una permanencia del yo, sino en el sentido de una continuidad de nuestra identidad verdadera.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 56
 
 
Energía y espíritu se unen como campo en el ser humano. El campo posee una resonancia mórfica. Si algo se repite muchas veces, se van formando campos parecidos, eventualmente muy alejados. Parece que cada especie posee un campo morfogenético propio. Cada uno contribuye a ese campo morfogenético universal. Cada uno puede obtener energía de él. Los campos entran en contacto, por así decir, e interactúan y, en cierta medida son contagiosos (euforia, histeria de masas, etc.). La transformación ocurre por resonancia del campo. Esto es una ley en un nivel más elevado. Con otras palabras: Quien ama, transforma el mundo. El que tenga benevolencia, crea un campo auxiliador, curativo y creador de orden. Estos campos tienen la capacidad de influenciar la mente colectiva de la sociedad. En esto reconozco la importancia de los caminos espirituales. Crean energías positivas y cambian el mundo.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 62
 
 
 
Al final de nuestra vida no contarán nuestros méritos y obras. Nos tendremos que enfrentar sobre todo a la pregunta sobre cuánto hemos amado. No se nos preguntará si fuimos católicos, protestantes, budistas o de cualquier otra confesión. Se nos preguntará cuánto hemos amado. Este es el mensaje de todas las religiones. Quien ama es como Dios. «Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él» (1Jn 4,16). «Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios» (1Jn 4,7).
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 64
 
 
 
Quizás el peligro mayor para nuestra especie sea nuestro comportamiento que ya no está en concordancia con la evolución. La estructura básica de la evolución es la autotranscendencia. Autotranscendencia del universo.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 65
 
 
Quizás el peligro mayor para nuestra especie sea nuestro comportamiento que ya no está en concordancia con la evolución. La estructura básica de la evolución es la autotranscendencia. Autotranscendencia del universo. Quisiera aclarar con un ejemplo a lo que me refiero con autotranscendencia. Arthur Koestler acuñó el concepto holon. Por un lado, un holon es una totalidad y, por otro lado, es parte de otra cosa. Por ejemplo, un átomo es una parte de una totalidad, de una molécula. Una molécula es parte de una célula entera, y ésta forma parte de un organismo entero. Nada es exclusivamente parte o totalidad. No hay nada que sea «esto o lo otro». Siempre se trata de un holon, una totalidad que al mismo tiempo es parte de otra superior. Un holon es como la malla de una red. Una malla es una totalidad, pero no puede existir sola, únicamente existe con otras mallas. Cada holon es parte de una totalidad. De ahí que tiene dos tendencias: tiene que responder tanto por su totalidad como también por ser parte de otra. Un holon tiene que mantener, pues, su relación con la totalidad de la que forma parte pero, al mismo tiempo, tiene que salvaguardar su identidad, si no, desaparecerá. Cuanto más se inclina hacia un lado, tanto más pierde por el otro. El universo tiende a la autotranscendencia, a organismos que abarcan cada vez más. La autotranscendencia no queda reducida a lo material, también genera holones mayores, en los cuales la mente queda más patente, como principio creador de orden. Formará siempre nuevos holones, en los que la conciencia evolucionará cada vez en mayor grado, y entonces la humanidad se experimentará realmente como una.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 65
 
 
El que se cierra a la autotranscendencia se hunde.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 66
 
 
 
Algún día, cuando hayamos alcanzado un conocimiento más hondo, celebraremos nuestra muerte como celebramos nuestro nacimiento.
 
Willigis Jäger
La vida no termina nunca, página 69
 
 
 
 
 
 
 

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