José Enrique Ruiz-Domènec

“Confieso que soy algo optimista, creo en la humanidad.”

José Enrique Ruiz-Domènec



"Debe revisarse el modelo de gobernanza, pues "no se percibe en él ninguna función vivificadora de la democracia a la hora de afrontar los retos globales"."

José Enrique Ruiz-Domènec





"El consumo de bienes como es conocido hasta ahora no es una salida para la sociedad. Se deben hallar soluciones prácticas y éstas pasan por una transformación educativa, en la que se ponga fin a la burocracia imperante y al papeleo, "que denota una altísima debilidad moral en quien lo acepta". Se deben crear personas con espíritu crítico pero para que existan personas que piensen, debe existir una buena educación que le enseñe a hacerlo."

José Enrique Ruiz-Domènec



"El fomento del espíritu crítico lleva a elegir entre la reforma personal o la participación conformista."

José Enrique Ruiz-Domènec



"En 1640 sucede algo extraño en la Historia de España, enormemente extraño porque casi nunca habían gobernado los del Sur. Hablamos del Conde Duque de Olivares, un noble del sur, un personaje que conocemos muy bien gracias al eminente historiador John Elliott, que escribió una gran biografía [El Conde Duque de Olivares; Crítica]. Él vio que el sistema político de lo que nosotros llamamos los Austrias no funcionaba; era demasiado frágil y no estaba a la altura de la revolución monárquica que se estaba desarrollando en el país más dinámico entonces, que era Francia, ni con la revolución, republicana en este caso, en el otro país dinámico de la época, Inglaterra.

De manera que propuso una adaptación de la revolución monárquica francesa, el modelo del cardenal Richelieu, a España. La integración exigía una mayor cohesión fiscal, es decir, que el esfuerzo del imperio español, tanto en Europa como en el Atlántico, debía sostenerse por los reinos que aún no habían participado, Aragón en primer término, también Portugal. Ahí tocó un punto difícil: cuando los impuestos están dirigidos a financiar estados de guerra nunca son bien recibidos; no son bien recibidos ni una subida de impuestos ni un estado de guerra. Surgió entonces la revuelta de los catalanes, que coincidió con la revuelta de los portugueses, que aprovecharon la coyuntura para reafirmar su independencia, que habían perdido en la época de Felipe II en unas condiciones que ellos consideraban ilegítimas.

El fondo de esta trama es realmente lo triste. España carece de un proyecto político seductor y tiene que imponerlo a la fuerza, y al imponerlo de ese modo, fracasa, y se hunde: Portugal se separa para siempre del proyecto español; Cataluña también lo hace pero por poco tiempo, pues cae en manos de los franceses que era tanto como salir de las brasas para meterse en el fuego: si no quieres que nadie te controle, te vas con Richelieu, que era el mayor centralista y controlador de aquella época. Por eso, al cabo de unos años, Cataluña pidió ingresar de nuevo en el imperio español, y el rey lo aceptó. Andalucía, que estaba sumida en su proyecto, también de independencia, cedió ante la situación creada por el último Austria, Carlos II, en la que cada uno podrá hacer lo que quería y ese fue el mal. La muerte de Carlos II sitúa el problema sucesorio como un asunto de política internacional y a la vez de vertebración territorial. Demasiados problemas juntos.

La política internacional es muy importante, y España ha carecido de grandes diplomáticos en los momentos cruciales. Eso es lamentable, pero es así. En la sucesión de Carlos II, se hubiera necesitado un personaje que entendiera lo que pasaba en Europa, es decir, por qué Inglaterra, Holanda, Francia y Austria se enfrentaron en una guerra con el pretexto de la dinastía que debía gobernar en España. De este modo la Guerra de Sucesión fue una guerra europea que utilizó la Península Ibérica como arena de combate. Aquí se entendió como una guerra para decidir qué rey se iba a subir al trono.

Cuando los ingleses y holandeses estaban convencidos de que el poderío de los Borbones, uno en Madrid, otro en París, era insoportable, la causa a favor de la casa de Austria estaba ganada, pero cuando, por azar, el archiduque Carlos se convierte en emperador de Austria, Inglaterra y Holanda dudan, no saben qué es peor, si un rey Borbón en Madrid y otro en Francia, parientes entre sí, o que el rey de España sea también emperador de Austria, un hecho que recordaba demasiado a la figura de Carlos V. Por ese motivo abandonaron la guerra. Pero pocos políticos austracistas se enteraron de ese sutil cambio en la diplomacia internacional, y optaron por seguir la guerra con sus únicos medios contra una potencia como Francia; eso era un disparate, que se pagó caro. En las guerras internacionales, cuando no tienes aliados lo mejor es firmar una paz aunque sea poco honorable antes que esperar una amarga derrota. Aquí se optó por el segundo camino. Y se produjo la derrota."

José Enrique Ruiz-Domènec




"En la restauración hay que recuperar parte del pasado y proponer soluciones actuales."

José Enrique Ruiz-Domènec



"En una nueva agenda, se debe repensar si hay líneas de investigación por las que la ciencia no ha de transcurrir."

José Enrique Ruiz-Domènec



"Hay un dicho que se atribuye a Graco, de los hermanos Graco, un viejo político romano de la época republicana: “Prefiero una república corrupta a una dictadura”. Es un dicho elegante para indicar que en la política no todo es puro. Lo malo es que las repúblicas corruptas terminan generando dictaduras. La corrupción es una tentación habitual en la vida política con independencia de la forma de gobierno, por tanto antes de que apareciera la democracia. La corrupción es sustancial a la historia. Ha habido casos extraordinarios pero en pocas ocasiones se ha producido la desfachatez moral en la que estamos ahora. La corrupción actual nace de un tipo de superioridad moral: muchos dicen, hemos logrado vencer la dictadura, lo cual es verdad, y por eso tenemos el derecho a hacer lo que queramos, todo es permisible. Ese maquiavelismo de vía estrecha es lo que ha provocado esta sensación espantosa del país en el que vivimos.

Lamentablemente, el esfuerzo que supuso la transición desde un régimen autoritario, una dictadura como la de Franco, a un Estado de derecho, más o menos democrático, ha terminado por provocar esta especie de miasma selectivo del que conocemos la parte que afecta a dos cosas que los españoles valoran demasiado, el dinero y la política. La corrupción está más allá del secuestro del dinero y del uso político. El día que desaparezca porque hayamos juzgado a todos los responsables de estos desfalcos, cohechos, prevaricaciones, etcétera, tendremos que atacar otros elementos de las instituciones donde la venalidad no se refleja tanto en aspectos del dinero sino en aspectos de la conducta moral. El tráfico de influencias es el cáncer de un país moderno."

José Enrique Ruiz-Domènec



"La corrupción es un gesto que se agranda a medida que se tiene oportunidad para hacerlo. Tan corrupción es llevarse un paquete de hojas del trabajo para usarlas en casa, en el fondo un pequeño hurto, como engordar una dieta 20 euros, que desviar un millón. La diferencia es cuantitativa. Un millón es un delito que persigue la justicia y aparece en los periódicos; nadie lleva a primera página que han sorprendido a un profesor llevándose un paquete de hojas a su casa. En este país llevarse los folios es normal, forma parte de lo que se llama a menudo picaresca aunque es otra cosa.

La picaresca, además de ser un género literario hermosísimo, con grandes obras como las de Mateo Alemán, es una rebeldía contra un sistema opresivo. Ahora no estamos en eso, nuestro sistema es defectuoso, pero no es opresivo. Esto es un Estado de derecho con sus leyes en el que la mayoría de la población se dedica a trabajar honradamente desde las ocho de la mañana a las seis de la tarde para buscar su porvenir y el porvenir de la familia. Ahora es diferente. No se puede llamar picaresca a la evasión fiscal."

José Enrique Ruiz-Domènec



“La cultura mediterránea se sostiene por la esclavitud doméstica.”

José Enrique Ruiz-Domènec



"La revuelta decembrista fue un ejemplo de improvisación, de torpeza y de falta de rigor; todo muy ruso. En pocas horas, las fuerzas amotinadas, que en realidad no sabían qué hacer, fueron rodeadas por el ejército del rey, con cañones, y este no dudó en disparar contra ellos; murieron casi un centenar y el resto huyó a la desbandada. Luego, ocurrió lo peor. El zar ordenó crear la Tercera Sección, una policía secreta, cuya principal misión era el espionaje de los intelectuales, incluido Puskhin, al que sin embargo le daban rienda suelta porque la gente le consideraba algo así como un «bien nacional» ruso. Ni siquiera el frío Nicolás se atrevió contra él; más bien usaba la ironía como cuando ante una crítica contra él de un periódico aconsejó a su ministro: «Exijo que en adelante no se publiquen más críticas literarias, o mejor, clausure el periódico».
La espontánea confesión del zar pone de manifiesto la división en Rusia entre los intelectuales y la sociedad mundana: «Ellos y nosotros», dijo Alejandro Herzen. Los intelectuales se creen la encarnación del pueblo: de Gógol a Dostoievski, solo vemos por sus libros cómo eran las masas en el interior de sus casas, de su conciencia, de sus temores; pero al lado de esta fe en el pueblo ruso, en su alma, hay otra que acepta el poder autocrático del zar capaz de reinar sobre todas las tierras de Rusia sin atender lo que en ellas ocurre.
La memoria de la represión de diciembre de 1825 llena el desesperado vacío entre la razón y el sentimiento, entre las ideas europeas y las imágenes asiáticas. El patíbulo había sido levantado deprisa y con torpeza en la explanada de la fortaleza de San Pedro y San Pablo. Un día brumoso. A las tres de la madrugada fueron conducidos los condenados. Les arrancaron las hombreras y los uniformes, arrojándolos a una hoguera. Todos los carceleros estaban borrachos y comenzó la carnicería; tardaron horas en ahorcarlos; parecieron siglos. Una chapuza. Nada más ajeno al espíritu de la época que ese zar cruel, encerrado en la prisión que él mismo había mandado construir del tamaño de una nación. Entender el hecho fue la misión de la cultura rusa en las siguientes décadas, en lugar de prestar atención al ritmo de vida en Europa que, justo en 1825, dio una señal de alarma de que el futuro no estaba demasiado claro.
El mismo 14 de diciembre de 1825, una sucesión de noticias confusas amenazó con destruir el Banco de Inglaterra, institución clave para la estabilidad del mundo. Los europeos se encontraron ante la mayor crisis financiera de la era moderna. Se había llegado a esa situación por los excesivos recursos empleados en las guerras contra Napoleón y, sobre todo, por los argumentos empleados a la hora de concederlos: la empalagosa cursilería patriótica que llevó a vender veinte millones de libras en valores para subsidiar a los aliados, la irresponsable soberbia para financiar con créditos a los aventureros más variopintos que se presentaban en Londres con la única garantía del odio a Bonaparte, la creencia en el metálico como única forma de pago, que llevó en pocos días a entregar más de un millón de soberanos de oro para afrontar las demandas de la gente en un ataque de pánico."

José Enrique Ruiz-Domènec
Europa, un relato necesario



"La sinceridad y la autenticidad son valores que han de imponerse, junto con una élite basada en el estudio y en la confrontación de ideas. Son los mejores quienes han de gobernar, por lo que se deberá elegir entre la inteligencia o los intereses creados."

José Enrique Ruiz-Domènec



"Para poder vivir necesitas hipotecarte toda la vida. Una pareja suma juntos 1800 euros. No hay perspectiva. Es mera supervivencia. Un país no puede funcionar con este horizonte de expectativas. Por eso hay una fractura social grave."

José Enrique Ruiz-Domènec




"Se debe redefinir el valor de la cultura: "no todo lo que se vende en el mercado de consumo masivo es cultura"."

José Enrique Ruiz-Domènec



"Se debe redefinir nuevamente el espacio de la comunicación, estableciendo códigos éticos y revisándose los beneficios económicos de la mentira."

José Enrique Ruiz-Domènec



"Se ha acostumbrado a vivir con la desagradable sensación de que aquí triunfa la mentira sobre la verdad desagradable; motivo por el cual se rechaza de forma inconsciente si se quiere a las figuras de referencia que descubren esa trampa, la descubren y la explican. Es de nuevo el caso del recurso a la historia, no a esas historietas inventadas a gusto de un consumidor que ya está acostumbrado a que le mientan: el papel del historiador es descubrir la verdad entre las mentiras, ponderar los hechos, informar, y ese es el principio de educación de un ciudadano del siglo XXI. Los gestos sociales carentes de educación cívica, desde tirar un papel en el suelo hasta calumniar en el trabajo, son corrosivos no solo por lo que respecta a la cualidad ejemplar propia de una sociedad democrática sino que lo son por conculcar los valores que han forjado un país a lo largo de los siglos."

José Enrique Ruiz-Domènec



“Soy fronterizo porque entiendo perfectamente lo que es Cataluña y entiendo lo que es mi tierra de origen, que es Andalucía.”

José Enrique Ruiz-Domènec











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