Romina Funes

Como en la canción
la silla venía labrada
y ajusté sus relieves
hasta que fuiste parte del tallado

sándalo rojo, dijimos
pero pensamos en el color
y la textura del quebracho

la bandeja cargada sobre la mesa
lúcida entre nuestros cuerpos cansados

¿cuándo voy a poderte?

el bosque era inmenso y giraba
te ofrecí mi nombre para limitarnos.

Romina Funes




El cielo casi se abre
mientras  gritábamos

buscamos las muecas
y deslindamos las imágenes
que nos hacían esperar

pudimos haber saltado

el vapor del baño    esa tarde
cuando los muertos resbalaban
yo insistía en amarnos otra vez
no quería oler otra cosa

vos quieta y apoyada sobre los azulejos
repetías las noticias de la semana
la del viejo con el cartel en el cuello
o el diputado que se comió a su prole

afuera     una nena cortaba un jazmín

comé un poquito, le decía a su perro
comé, mirá que rico, dale

mi abuela        abuela niña
niña jazmín
curva lánguida       bajita
la flor más blanca recién cortada

en tiempos de hospicios
los aromas cobran relevancia

reminiscencias húmedas
de mujeres calladas.

Romina Funes




LA GALLINA

Sentado en el banco
estabiliza

yo administro mi reserva
le digo cosas menores
que acaso ya sepa

él sabe
acaso ya lo sabe
su tierra está en mi casa
las varillas del día
el balde repleto
la callecita en desnivel.

Los estúpidos no
fatigosos con sus ampollas
atrapan una y la cortan al medio

después corren
quitan del medio sus caras
no ven

no ven           que ahora           por ejemplo
mi hombre se deshace adecuadamente de mí
me apoya posible y fuera de su alcance
deja corrido el borde
ceniza en la remera
me sopla cal.

¿Tendrá todavía? ¿Vendrá?
(ya casi termina)

los estúpidos no
el hombre
mi hombre
sentado en el banco
me arranca
me rompe
un tajo
un corte
me sopla cal.

Sentado en el banco
mi hombre sentado
mi
el hombre
marca
sola     sola                 me deja
se deshace
me rompe
me besa
me besan
todos me besan

los estúpidos también

dale más
fijate que
parece cómo

los estúpidos no
basta         me besan          basta
los estúpidos  no

sentado en el banco
mi hombre mira
advierte que así
tendida sobre la tabla
rota

pero no me recuerda

dale       dale más
(ya casi terminan)

tabla
sangre

los estúpidos también
basta         basta
mi hombre también

no recuerda
su tierra en mi casa
no recuerda

tabla
sangre
me sopla cal.

Terminan
ahora sí terminan
mi hombre       los estúpidos     se van

quedan restos
pelo
uñas

y sobre la tabla
una gallina seca.

Romina Funes













Rodolfo del Hoyo

"Contra el muro, la sombra y yo, que araño el muro."

Rodolfo del Hoyo



"En soledad y en silencio intento descifrar el enigma."

Rodolfo del Hoyo




"Estoy dentro del juego de las desapariciones."

Rodolfo del Hoyo




"La sombra es un vacío. Me adentro en el silencio."

Rodolfo del Hoyo




"Puedes llegar sin ir."

Rodolfo del Hoyo




"Soy de un espacio sin volumen."

Rodolfo del Hoyo




"Soy el secreto de mi ser."

Rodolfo del Hoyo




"Soy materia conmovida yo, que era instante."

Rodolfo del Hoyo




"Vengo de la mirada dormida donde la sombra de la presencia me llena de tiempo."

Rodolfo del Hoyo




"Ya no siento deseo, la quietud me transforma."

Rodolfo del Hoyo




"Yo soy el espacio que me rodea."

Rodolfo del Hoyo
















Juan María Prieto

DE CÓMO DESCUBRIR HOGARES LEJANOS QUE PARECEN SER DESTINOS Y SON PUNTOS DE PARTIDA

La próxima vez vamos a ver museos y monumentos.
No creas que quiero quitarte libertad de movimiento.

Señor Chinarro

Sea el deleite de la ópera insomne en el hogar estivo una camisa arrugada no hace techumbre en nuestra alameda pronta es rápida la efigie que me propones pues no hay tiempo que perder si nos vieran somos el palacio grato de nuestra pubescencia acercarnos al portón sin intimidaciones una chica humilde flirtea con un príncipe y aquí estamos nosotros postergando el amarillo indefenso hemos venido a este calendario para olvidar el concurso y me recuerda la escultura que nosotros y Japón gentrificamos por igual por el abrazo por la lindura por la profundidad date la vuelta y mírame ahora no viene nadie y una nube te contempla como si quisiera lloverte suave y seguir después su camino perdámonos que la hiedra sorprende en las bibliotecas hay puertos que han dejado atrás la hipocondría quiere la estiba una nueva civilidad y tú te admiras yo no sé cómo no ponen esto en Córdoba es un artificio húmedo lo que nos falta mientras tanto pasa hambre el felino y nos creemos abundantes en la latitud pero nos sorprende vulnerables el ligamen y queremos volver a la calina del nido si nos deja la compañía aérea no conocerás a la sirena es más pequeña de lo que parece sigo ajeno a tu lumbago perdona pero es indudable que he descubierto en el estuario un amor boreal olvidémonos en la expedición un año de holocausto es duro y ahora vivimos en el cisma nos preparamos para la nueva arquitectura de Edvard Munch hay refugios que duelen por antiguos porque la furia es la causa de todos los incendios tengo flama para los excesos singlemos los brazos de mar que hay museos que emergen tardíos te imaginas dentro de doscientos años intactos here we go again siempre diseñarán un plaza torva para el temor chispea volvamos al hotel que quiera el parangón mañana otro romance policíaco ahora que descubrimos las rarezas siempre rompe la lluvia en lo mejor de los puentes no temamos la intrepidez que hay un tigre que nos salvará y saltaremos juntos en el mirador parachutados has probado las albóndigas de mi madre meatballs for the people son las mejores urgía esta pachorra para la frambuesa y nos ha salvado el mapa como un quiromante pidamos idéntico condumio que nos angustia el baremo son iguales las casas de colores pequeña iguales pero así yerres te amo fronteriza en la imantación quedan aún lugares para la pesquisa busquemos la miniatura a saber una mujer asiática en videollamada atosiga la coronilla de una escultura de bronce para espantar los malos espíritus que se ciernen sobre su amiga moribunda en otro continente qué frívola la plegaría cuando no hay carne que nos despoje nos unen la franqueza y el fast food caminamos si vieras la runa que nos contempla una historiadora pedante narra el origen de las inscripciones un adolescente posa de medio lado y continúa su camino antes de colgar la foto al final conseguimos la estampa punk en el pañuelo quedan poco días para el despegue por ti hemos dilatado los pájaros en este chispeo ha llegado la destemplanza porfías con tu sinceridad dorsal y me conmueve aunque no seré yo quien amase tu espalda hay ayuntamientos que nos tornan beligerantes en este reflejo fantástico enhorabuena un sufragio amigo apacigua nuestra avenencia y por fin después de tu década nos queremos definitivos en el éxito

Juan María Prieto




DE CÓMO UN ARMARIO ANTIGUO ES UNA FORMA DE RESISTENCIA

he tirado mi ropa para esperar una nueva borrasca se conserva todavía vuestra piel incólume en los armarios una muestra trinitaria en los puños de las camisas en el filo de la puerta que me  arañó la espalda estival porque hay kilogramo en el desliz y en el espejo y un pudor consecuente si abrimos las puertas si quitamos el polvo de su cornisa sabia cuántas veces si no amamos juntos el picaporte no es reticencia a lo íntimo me enseñaste a encerrar las estaciones porque guardan el secreto ambarino de un traje nupcial las ramas épicas de un árbol milenario las náuseas del ferry endeble las toallas deshilachadas que me vieron tiritar el frasco polvoriento que conservaste sin tú saberlo las polillas que rayeron mi pecho mostaza hay una piel que resiste todo como una lámpara de cobre siempre tu mano que empuja la madera astillada y una grieta que deja salir al pájaro afuera todo huele a madera sin ti ha muerto el abuelo verdad pregunté por la camiseta de papá quise su juventud azul un armario será siempre la esperanza de encontrar me dijiste

Juan María Prieto




DE UN NUEVO LENGUAJE

hay algo que hacer y es el momento idóneo porque ha vuelto el ritmo vespertino del soul funciona el drama para la hemorragia pero no era necesaria la espina habíamos olvidado el proceso ahora se afana el oficio del hígado y resulta salutífero este bálsamo he vuelto es humano el disimulo pero ya era pertinente el verbo hay una música taciturna que nos vuelve a convocar quiero ser el ventrílocuo que os abrace he robado una estampa tan lozana que no me reconozco lenguaraz tenemos que hacer cosas es inminente el lenguaje y eso eso nos ilusiona

Juan María Prieto




HUIDA FALLIDA DE LA AUTOFICCIÓN A CAUSA DE LA EXPERIENCIA ANTE UN ÓLEO SOBRE LIENZO DE 1928

No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre

Jorge Luis Borges

Ningún hombro desmerece curva que lo nombre
ni un tacto delicado que lo proporcione
deviene imperioso el ritmo de la carne
o quizás sean solo cosas mías
que quiero pintar una silueta veloz
para nuestra íntima potencia

Desollamos juntos un salobre entreacto
con ese aire prudente que nos encanece
exhibimos a la urbe una euforia sefardita
y viajamos viajamos a los árboles
Viene camal al equinoccio y sus estancias
aguarda ya Georgette desnuda
para que hablemos de nosotros y de ellos
y atravesemos el tiempo las amapolas las cartelas
y una tiniebla que nos ciegue con su misterio
para encontrar por fin consuelo en el hojaldre

Nos queremos atletas en la exactitud
pero no cabe más cebra entre nosotros
Coge mi mano apresurémonos me dices
primero carcajada y después espesura
llegará la nobleza con su fingimiento
que no pese la distancia en el furo
si cálidos queremos tentar el artificio

Hay equilibrio en nuestra expectativa
acaso nos exhorta a su modo el enciclopedismo
Me ha despojado del algodón te confieso
a pesar de esta tu meteorología
es hora de estrecharnos en los colores
pregúntame por el calzado
que no habrá muro para la concordia
necesitamos una jutlandia tierna
enfrentar de nuevo las odiseas
erguidos mirarnos frente al espejo
y reconocer aquella tierra que fuimos

quién era pigmalión me preguntas
y me observas postrimera mientras examino la simetría
dos manzanas encerradas en un tórax
dos piedras encerradas en una intemperie
dos siluetas que flotan para que nazca la semilla
como si bailasen abismadas
en un museo triste

Juan María Prieto




TRATADO DE ANTROPOLOGÍA CAUCÁSICA PARA ARGUMENTAR QUE LA MEMORIA ES EL HOGAR QUE NOS QUEDA: RITOS FUNERARIOS

Qué ingrato el ánimo desafecto de la sepultura pedimos a otras manos la delicadeza cuando no nos alcanza la suavidad unos padres hacen hueco a su hija que potrea en el lecho aunque no deja espacio suficiente la anatomía le ha nacido junto al labio un girasol menos mal que abarca una viudez contemporánea este hito y que habíamos sido previsores con la putrefacción astillamos al huérfano varón porque acucia la enmienda y nos esperan las mujeres para la ceremonia en este luto apremia la practicidad de las parcas también contiene un capitalismo feroz una despedida hay negocio en todos los misereres apenas si da una tregua para aprender la compostura de la formalidad que ya duele la adultez que un deceso es costoso hemos alboreado nuestro valor para la póliza alguien tenía que buscar al sepulturero y a pesar de la deferencia no ha mostrado apuro siquiera frente al primogénito no importa ya la confección a estas alturas de la carne rasguemos en retales el agasajo de la elegancia que el sastre ya no puede recordar la palabra aguja ni colocar un puño de su propia camisa quedan aún plegarias antes de cortar los crisantemos abre las puertas que el eccema no entiende más de amores que esta guardia macera tu gloria prieta y ya no llega el pellizco retozón sino la escara vi el fémur de mi abuelo salir de su sueño cálcico quebrarse en dos mitades a qué sonido cruel nos aboca el olvido mientras crecíamos su muslo soportó nuestra numeración trajo a mediodía la faltriquera el paloduz el tallado de la espadas de madera el medio del gallo en el corral custodió mi chapoteo de plástico chirriante cómo odiaba de pequeño las calles de lluvia esa carne sostuvo por vez última de cuerpo presente a su esposa a la que no conocí y fue benigna pues nos estrechó ahora apenas si mantiene la osamenta del arcángel no hay tacto que comunique dolor alguno no existe el nervio ni ese ego subcutáneo de la multiplicación apenas jirones de un tejido que nos erizó me he demorado porque hay una velocidad distinta en el ciprés en el asiento trasero de esos coches abandonados no hubo sorpresa fue sagaz la larva en los lustros de la descomposición la química que acabó con su tórax también nos dio la fotografía que luce en el salón qué paradoja nos regalan el progreso y sus esperanzas no temas un río muere por ti muere en el inicio de otro río en la orilla de un mar cuya arena será castillo de arena he visto el fémur de mi abuelo llegué tarde a las exequias abracé a mi padre crucé el paisaje donde nacerán otros ríos cuando quemen estos huesos en un descampado o en una sala con una vitrina perdurará el olor de los apellidos os he encontrado cabizbajos en el camposanto y hemos sonreído porque en cualquier caso nos alegra el fandango

Juan María Prieto














Stefano Elefanti

"Casi siempre desconocemos todo lo que no nos gusta."

Stefano Elefanti




"El aforismo es un grito sostenido entre dos silencios."

Stefano Elefanti




"El aforista crea pan juntando las moronas."

Stefano Elefanti




"El hombre es un verbo singular que se conjuga de millones de formas."

Stefano Elefanti




"El mejor sello de amor está impreso en los ojos de los niños."

Stefano Elefanti





"En la isla desierta deseo, únicamente, no volver."

Stefano Elefanti




"Fútbol. Goteo de italianos para distanciarse de problemas reales."

Stefano Elefanti



"La pluma se dobla con gusto, complaciendo la mano del aforista. Es claro el pacto: mucho ingenio, poca tinta."

Stefano Elefanti




"Los aforismos, como las uvas, se venden en racimos, pero se degusta uno a la vez."

Stefano Elefanti



"No arrojes la piedra si no sabes dónde esconder la mano."

Stefano Elefanti




"Nostalgia. Una cuchilla que se afila con cada recuerdo."

Stefano Elefanti



"Persiguiendo sueños se tropieza con la realidad."

Stefano Elefanti



"Siempre hay alguien que muere para que otros tengan un héroe."

Stefano Elefanti














Bibiana Collado Cabrera

CASA

Nuestra lengua es el lugar
donde acontecen los padres.

Aunque nadie ya me llame
zagalica o xiqueta,
hay infancia en mi decir,
hay puntos ciegos
que escapan a su habla,
que es la mía.

Un negro callar de lo íntimo,
del hacer del cuerpo y su quebradura.

Un círculo que aislaba mi casa
de todas las casas,
mi lengua de todas las lenguas.

La maternal convicción
de que el tesoro de lo privado
se guarda en silencio.

“Hija, baja las persianas
y corre, del todo, las cortinas.
A nadie le interesa lo que ocurre
en esta casa”.

Los padres, cuyas bocas crearon el mundo,
no me dieron palabras para nombrar eso.

Desde entonces, su ausencia refulge
como el brillo defectuoso
de la sonrisa mellada de la niñez.

Ahora, suscribo con horror que las madres,
aunque nos aman, se equivocan.

Y me convenzo de que alguien
debe saber lo que ocurre en esta casa,
sospechosamente parecida
a aquella casa.

Bibiana Collado Cabrera




ESTABILIDAD

“Estate quieta o acabarás
rompiendo algo”.

Pero en verdad nunca
se rompió nada.
Cada una de las preciosistas
baraturas del recibidor siguieron
intactas. Y aquella estancia,
donde una vez se expuso
mi traje de la primera
comunión, siguió entera y
ajena, en su calidad de
zona impenetrable,
casi mágica,
reservada a enaltecer
la dignidad de la pobreza.

Sin embargo, yo sí aprendí
a acotar el vuelo / el cuerpo.
Consciente de ser en potencia
foco de daño y rotura.

Tal vez por eso ahora,
aun sabiendo,
soy incapaz de salir.

Inmovilizada
por un mandato / niña
que no previó
que todo estuviera
roto de antemano.

Bibiana Collado Cabrera




LA PALABRA DESPECHO

La palabra despecho constituye
un éxito del lenguaje
-y el lenguaje siempre es patrimonio del opresor-.

La palabra despecho desactiva
todo discurso, anula cualquier
fisura. Convierte en indecible
la quemazón que origina la cuerda.

La palabra despecho produce Casandras,
dibuja márgenes, construye afueras
donde replegarse, rincones de pensar
que nos convenzan de que todo era válido
durante la guerra pero la guerra ha acabado.

El lenguaje nos niega la rabia del vencido,
condenándonos al llanto blando de la pérdida,
borrando cuidadosamente cada uno
de los trazos infringidos sobre el cuerpo-alfabeto
de mi lengua.

La palabra despecho no me deja decir
la palabra víctima.

Bibiana Collado Cabrera




MANUALES HEREDADOS

Manuales heredados de padres
y abuelos de otros.
Los míos estaban en el campo,
el esparto no llegó a absorber la tinta.

Hubiera querido que la inocencia
de nuestras cartulinas de colores
hubiera sido izada con las cañas
usadas para varear los almendros.

Pero el cerro es ya una piedra
donde sentarse a inventarnos los ayeres.
Las lindes no se aprecian desde el llano.

El sol de este domingo no refulge.
Sentados en el parque distinguimos
las urnas-dormitorio donde acecha
la verdad proclamada de la infancia.

Bibiana Collado Cabrera




PADRE

Bailaba malagueñas ‒cuenta‒
cuando salían de la iglesia.

Estaban hartos de partir almendras,
de hacerse mayores picando esparto,
de subir a los muertos
a lo alto del cerro.

El pozo siempre a punto de secarse.
Hay que coger los higos chumbos
antes de que salga el sol.

Un rosario de espejos negros
cosido en las enaguas
y una foto de alguien
que se fue a la guerra,
que dicen
que se fue a la guerra.

En esta casa,
quien no trabaja,
no come.

Y agarrotadas tías solteras
que ayudan a parir
a sus hermanas
en la noche más
oscura.

La más pequeña se marchó de noche,
se marchó de noche y no volvió.

Y un cortijo, siempre lejano,
hecho de piedra
con piedra
y frío uniéndolas.

Bailaba malagueñas ‒cuenta‒
pero no logra recordar
quien las cantaba.

Bibiana Collado Cabrera










Marisa Martínez Pérsico

DESNUDO SENTADO EN UN DIVÁN (MODIGLIANI, 1917)

Sigiloso en la insolencia de tus años
con un gesto dijiste
que estábamos
a tiempo, todavía.

Caminan por el lienzo vacío de tus ojos
alacranes perfectos, sin pinzas del dolor.

Junto al interruptor tu puño contra el mío
con el ímpetu
que solo puede dar lo que es verdad.

Efímeras criaturas,
medusas con espigas irisadas en un lago inasible
donde un ciervo bebía tu sudor
y de tu brazo saltaba hacia otro bosque
tatuado por mi piel.

Rodé bajo la cinta sin bordes de tu lengua.

Este bastarse a sí mismo del instante
porque todo lo que cabe en un rayo es infinito.

Fue tan real el desnudo
que si «ser» es decir «ser percibido»
nos trajimos al mundo por el tacto.

Regreso a las pisadas que llevan al origen
escarbando tu cuerpo. Sangro heridas
abiertas de lenguaje
por vértebras de niebla,
paredes sin espejos que refractan latidos
como grietas de cal.

Después,
serenidad que se desborda,
que diluye su calma de fieras en reposo.

El deseo es un pantano escurridizo
pero voy a pensarte
por encima
de esta duración. Si tropezara
en la nieve, la memoria
traería un alarido.
Volvería mi mente a reencontrarte
en este corto vaivén.

Cuando te vayas,
cuando digas «adiós» pero pronuncies,
incrédulo, «hasta luego»,
con esa luz que sabe dar solo la noche,
podré pintar, por fin, tus ojos.

Marisa Martínez Pérsico




LA PREGUNTA

Cuando crezcas,
¿qué te gustaría ser?
pregunto mientras por la ventanilla
se ven los faros rojos del mundo que se aleja,
como si un despegue brusco
nos lanzara
a un futuro más próximo
que el real.

«Ser maestra de baile»
«Cuidadora de cisnes»
«Jardinera de parques con columpio»

Si no fueras mi madre, ¿qué serías?
«No quiero ser un pájaro», te digo.
«Ni una lluvia con pez en un arroyo»

Quisiera ser,
María,
una pregunta.

Una duda sin bordes más allá de mi voz.
Vivir de labio en labio de quien sufre un misterio,
de quien peina ilusiones con cuidado,
del que ignora.

Ser una boca abierta a la sorpresa.

¿Dónde oculta
el escombro su guarida?
¿Quién desnuda las ruinas que se amaron
sin grieta, con verdad?

Yo quiero ser esa pregunta
en donde quepan todas la mentiras
que nunca se respondan,
como este vuelo apenas suspendido
entre las nubes, sin luces
a la vista, se propulsa, en sordina,
hasta el final.

Quisiera ser pregunta pero voy en silencio.
Lo más dulce es callar,
volando juntas.

Marisa Martínez Pérsico




LAS PALABRAS Y LAS COSAS

Visitamos, María, un país ajeno
ahora que sabes leer.
No hay cartel que no infrinja la aduana de tus ojos:
«Bistro Viena» «Muzeul de Istorie» «Anticariat»

 Vas deletreando el mundo con sorpresa,
cansada y balbuciente mientras fundas
una antigua ciudad por la palabra.

«Sa-tu / ma-re» «Ba-ia / ma-re» «Stru-del / me-re»

Sentirás en el cuerpo el desengaño,
que es un arco tendido
entre el verbo y la idea,
lo arbitrario que anuda los nombres a las cosas
en futuros destinos que te aguardan.

¿Qué nos dice una imagen acústica de un sueño?
¿De la risa?  ¿El silencio? ¿Las mentiras?
¿De un perfume?
¿Del color azafrán?

«Biserica» «Patimilor» «Catedrala»

De la mano cruzamos las esquinas de un idioma extranjero.
No basta un alfabeto
para encontrar sentido.

Marisa Martínez Pérsico














Carlos Bueno Vera

1. El fantasma pasea por el castillo, solitario en extremo, y no llega a pensar, no llega a decir, no llega ni siquiera a pasear, porque no llega a ser, pero si pudiera pensar y pasear, y si pudiera llegar a la ventana que da al jardín del castillo, entonces conseguiría decir: Estoy dejando de ser un fantasma.

2. El fantasma, solitario en extremo, que tanto se esfuerza por ser, es únicamente de puro deseo –deseo es lo poco que alberga o posee en su ser–. Quisiera poder sujetar un lápiz y dibujar aunque sabe que sólo podría salir un garabato, un bosquejo. Pero eso le bas­taría y eso le satisfaría por completo. El fantasma sólo querría poder llegar a decir la palabra que sabe que es: deseo. Y, ante la tristeza de su existencia, le gustaría lle­gar a no ser y desaparecer. Así, el esfuerzo que hace por ser es el esfuerzo que hace por no ser: por eso siempre será un fantasma. A menos de que alguien lo ayude.

3. El fantasma, solitario en extremo, tiene un sueño cada cien años. Ese sueño está compuesto de la unión de todos los pedazos de los sueños que ha intentado tener durante esos cien años. El fantasma presiente que, tras cada sueño, surge otro fantasma en algún lado, lejos de allí: sabe que cualquier sueño deja un resto que está entre el ser y el no ser.

Carlos Bueno Vera





Dijiste: Todo esto es como aquella lamentable histo­ria sobre la verdad.

Qué historia.

En realidad, es una especie de poema infantil, algo que se cuenta para asustar a los niños, para que se rían después, para que jueguen. Va así (con voz cantarina):

Un anciano entrega unas monedas al guardián del puente y lo deja pasar.

Una mujer entrega unas monedas al guardián del puente y la deja pasar.

Un hombre entrega unas monedas al guardián del puente y lo deja pasar.

Una niña entrega unas monedas al guardián del puente y la deja pasar.

Un león entrega unas monedas al guardián del puente y pasa, pasa.

Un oso entrega unas monedas al guardián del puente y pasa, pasa.

Y lo que es peor, y lo que es mucho peor:

un cuervo entrega una moneda al guardián del puente y pasa, pasa,

siempre que quiere, siempre, siempre que quiere.

Luego añadiste: Por eso me dedico desde hace años a la abogacía. Represento y defiendo a todos esos guar­dianes de puentes.

Pero desprecias tu trabajo.

Eso es cierto. Pero el guardián del puente tampoco es lo que parece: también él desprecia su trabajo, con­cluyes.

Carlos Bueno Vera





Ella decía negro como quien dice hueco o profundidad y yo dije: No, negro no es eso. Y ella dijo: No, negro puede que no sea eso exactamente, pero diré negro. Yo dije, entonces: Negro. Estábamos de acuerdo, nos abrazamos.

Un pájaro blanco dice negro y se vuelve negro. Un pájaro negro dice blanco y sigue siendo negro.

Ninguno de los dos se sorprende ante estos acon­tecimientos.

Carlos Bueno Vera






En un momento determinado, ocurre una transfor­mación y toda mirada al otro es desde la memoria.

La explicación de esa mirada es, especialmente, para la memoria, para los recuerdos compartidos entre tú y yo.

Por eso, lo mejor de la nevada que cayó anoche sobre la casa, iluminada por farolas en la calle, es poder contártela, alargando la descripción como si uno qui­siera que cayeran de nuevo lentamente los copos de nieve; por eso, lo mejor del paseo, es ver el cansan­cio rosado en tus mejillas y el calor que emana de tus manos y cuello bajo el abrigo; por eso, mi deseo se muestra mejor si te digo que te deseo, acompasando las palabras con mis manos, mis ojos y mi sonrisa, y que el conjunto se convierta en un templo de senci­llez; por eso, la existencia nunca dejó de ser para uno en lo momentáneo sobre el otro, con vértigo y miedo de que, un día, decidas marcharte para siempre, sin apenas decir palabra y con un gesto duro en el rostro.

Carlos Bueno Vera





Hablaste de la nobleza de las culebras y de que, si por ti fuera, vivirías en el bosque para siempre, a partir de aquella noche.

Soñé también que, de tu boca redonda, dibujando aros en el aire, tras los besos, sólo salía una palabra: No.

Luego escribías en un trozo de papel-memoria: El No que digo no se instala en lo perpetuo, aunque está lanzado a mantenerse en el aire por un tiempo inde­finido.

Entonces, las hermosas culebras, plateadas y verdo­sas, que habías convocado antes con tu canto, se des­lizaron sobre tu cuerpo; lo cubrieron con delicadeza. A pesar de quedar enterrada, no dejó de oírse tu voz toda la noche.

Carlos Bueno Vera




¿Qué nombre hay para decir aquello que está entre el fuego y la nieve?, dijo ella una mañana en un país extranjero. Repitió aquella pregunta por la tarde, en medio de la plaza, en un grito de espanto: ¿Qué nom­bre hay para decir aquello que está entre el fuego y la nieve? No hay nombre para lo que no existe, dije yo, intentando calmarla. A continuación, preguntó: ¿Y cómo podemos llegar a pensar cosas imposibles? Sus ojos eran de esquiveza y su voz se quebraba en chilli­dos que percutían mis tímpanos.

Carlos Bueno Vera





Todo libro tiene sus propias leyes secretas que lo rigen y que podemos descifrar porque están escritas en una lengua que reconocemos y entendemos por formar parte de la comunidad a la que se adscribe: la de los papeles atados en un fajo. La innumerable cantidad de leyes secretas de esa comunidad funda el carácter de lo literario.

Son sus estudiosos los que priman algunas leyes sobre otras, como monjes que se deciden por copiar algunos códices en detrimento de otros, sin que haya otra razón que su preferencia por los primeros.

Luego, muchos escritores mediocres se acercarán a esos estudiosos para escribir las obras que engrosa­rán con sus libros la verdad de las leyes secretas de los libros preferidos por estos hombres de toga y hábito y, así, dar la razón a los estudiosos que se decidieron por esos libros.

De este modo, se decide que las leyes no sean secre­tas sino oficiales; de este modo, se destruye el libro como objeto mágico y místico. El libro ya no tiembla en las manos del lector, sino que se reafirma con cada frase y ahonda su pertenencia al club de los libros con cada oración, párrafo y capítulo.

Consecuentemente, la mayor parte de libros ya no tienen leyes propias y secretas, sino que siguen las reglas que cualquier escolar puede reconocer.

Carlos Bueno Vera