“El hombre
puede perder todo: esposa, hijos, bienes materiales, aún es hombre. Sólo aquel
que pierde la capacidad de amar, comprender y perdonar ya no es un hombre, es
un cadáver, pues ha perdido su alma.”
Adela Márquez
“Hombre
pretencioso, si tu supieras...
En tu loco
afán de posesión,
en tu burda
ceguera,
parcelaste la
tierra, construiste fronteras,
envenenaste la
atmósfera con vibraciones
de tu mente
ambiciosa y egoísta,
inventaste
mortíferas bombas,
cañones que
vomitan destrucción.
Hombre
pretencioso, ya no te basta matar
Ahora quieres
volar, conquistar el cosmos
¡llegar
primero!
Con máquinas
pesadas y groseras
de ruidos
estridentes
rompes la
armonía celeste.
Hombre
pretencioso... detente.
¿Qué has
logrado?
Solo dolor y
miseria, locura y destrucción.
Has pisoteado
a tus hermanos
derramado
sangre y lágrimas de iguales.
Hombre
pretencioso... medita.
No busques por
fuera.
Sumérgete en
tu propio Cosmos.
Explora la
selva virgen de tu ser.
Afina tu oído,
aguza tu vista,
límpiate de
impurezas;
encontrarás raras
maravillas.
Hombre
pretencioso, te lo voy a decir:
Naciste con
legado divino.
Llevas la
fórmula para construir
no una, sino
varias naves espaciales;
vehículos
bellísimos, sutiles, ligeros
de policromía
perfecta;
capaces de
surcar todo lo creado.
Lo harás con
material fino y delicado,
material que
llevas en ti.
Hombre
pretencioso, ahora sabes...
No busques por
fuera.”