Con mi poema me propongo hacer descender del cielo conocimientos divinos y los astros, confidentes del destino que cambian las diversas vicisitudes de los hombres y que son obra de una razón celestial.

Marcus Manilius


Apaciguad el espíritu, oh mortales, abandonad los cuidados, librad vuestra vida de inútiles preocupaciones. Los hados gobiernan el orbe, todo se rige por una ley, los acontecimientos concretos son determinados por sus tiempos correspondientes. Como consecuencia de haber nacido, morimos y el final es consecuencia obligada del nacimiento. De aquí fluyen las riquezas, los gobiernos, también a menudo la innata pobreza; los dones del arte, costumbres, defectos desdichas, la pérdida y consecución de las cosas. Nadie puede carecer de lo que ha sido otorgado, ni adquirir lo que se le ha negado; tampoco la fortuna que persigue le llegará con votos, ni escapará de ella cuando le ha llegado; cada cual debe sobrellevar su propia suerte.

Marcus Manilius
pág 104 Astronomicon. Traducción Demetrio Santos


Lo mismo que al niño ignorante se le enseña primeramente las letras en lo relativo a su figura y nombre, luego se le muestra el uso, más tarde la formación de sílabas y la unión de estas, a partir de aquí viene la estructura de la palabra para leer, entonces se le indica la fuerza de estos elementos y la utilización de la ciencia del lenguaje, y surgen por medio de los pies de versificación los nuevos poemas: es necesario previamente conocer cada elemento parcial para que al final se llegue al conocimiento del conjunto. Si las cosas fundamentales no se han constituido con los elementos primeros, o los maestros han precipitado sus reglas a causa de un orden prematuro, se le habrá enseñado en vano.

Marcus Manilius
pág 69 Astronomicon. Traducción Demetrio Santos


Es mi deseo, con la inspiración divina, de que esto, cuando lo refiera a los astros, no lo fundamentaré en la tierra, ni lo he de exponer al vulgo. Por el contrario, arrastrado solitario por el vacío Universo, actuaré libremente en mi carro, sin temor de chocar con nadie, ni tampoco en compañía de nadie, ninguno me ha de guiar. Cantaré lo que debe conocerse en el cielo, en los vigilantes astros, en el mundo alegre por los versos de su poeta, para aquellos tan poco numerosos que el cielo no desdeñó para que conocieran sus maravillas. Los demás, tan numerosos en cambio, amantes de la riqueza, del oro, del mando, del poder, del ocio y del lujo, embebidos en las músicas placenteras, la ociosidad, como quiera que es necesario un determinado esfuerzo para conocer el destino, se hallan evocados a la ignorancia, puesto que es preciso conocer a la perfección las reglas astrológicas.

Marcus Manilius
pág. 48-49 Astronomicon. Traducción Demetrio Santos



¿Quién podrá conocer el cielo, si el mismo cielo no le da este conocimiento? ¿Quién se haría una idea de Dios, si no fuere parte de la divinidad?

Manilio
Del libro Guía de interpretación astrológica de Daniel Giraud