“Trabas
imaginarias, prejuicios, rigicedes e inhibiciones nos privan de nuestra
espontaneidad, de nuestras respuesta hábil, de nuestra capacidad de fluir y de
ser tal cual somos. De registrar y atender nuestras necesidades... y dejar ser
a los demás...
¡Para
qué la vamos a hacer sencilla si la podemos complicar! (...)
Así
sufrimos, nos apagamos, envejecemos...
Un
poco de obviedad, un poco de simpleza, un poco de practicidad pueden
orientarnos.
¿Qué
tal si cuando no quieres, dices que no; cuando te hace daño, lo dejas; cuando
necesitas pedir, lo pides; cuando quieres dar, se lo das; y cuando quieres
llorar o gritar, lo dejas salir?
¿Qué
tal si cuando quieres comunicarte, te abres? ¡Y cuando estás contento, te ríes!
¿Qué
tal si cuando ves al otro, lo aceptas como es, sin rotularlo?
¿Qué
tal si te quedas aquí ahora, lo único real, en donde hay tanto que no requiere
ni del pasado ni del futuro?
¿Qué
tal si te das a tu esencia y te dejas Ser verdadero?”
Claudio
Casas
La paleta
del pintor