"Agradar cuando se recaudan impuestos y ser sabio cuando se ama
son virtudes que no han sido concedidas a los hombres."
Edmund
Burke
"Antes de felicitarnos por dar libertad a las gentes debemos
preguntarnos qué harán con ella."
Edmund Burke
"Bien sabido es que la ambición tanto puede volar como
arrastrarse".
Edmund
Burke
"Cuando los hombres malos se juntan, los buenos deben asociarse; de lo contrario, caerán, uno por uno, un sacrificio implacable en una lucha despreciable."
Edmund Burke
“Cuida tu ambición. Puede volar pero también arrastrarse.”
Edmund
Burke
"De la misma forma que la riqueza es poder, todo poder atrae
infaliblemente hacia sí la riqueza por uno u otro medio."
Edmund Burke
"Después del amor, la simpatía es la pasión divina del corazón humano."
"Después del amor, la simpatía es la pasión divina del corazón humano."
Edmund Burke
"Distingo igualmente el amor (por el cual entiendo la satisfacción que halla el ánimo en la contemplación de cualquier cosa bella, sea de la naturaleza que fuere) del deseo o concupiscencia; la cual es una energía del espíritu que nos estimula a la posesión de ciertos objetos que no nos mueven precisamente porque son bellos, sino por otros diversos medios al mismo tiempo. Desearemos ardientenmente a una mujer sin que tenga una particular belleza: y la hermosura de los hombres, o de otros animales, aunque cause amor, no excitara en nosotros ningún deseo. Lo cual manifiesta que la belleza y la pasión causada por ella, a la cual llamo amor, es distinta del deseo... pero a este último, y no a los efectos de la belleza como tal simplemente, es a lo que debemos atribuir las violentas y tempestuosas pasiones, y las mociones del cuerpo que son consiguientes, y que trae consigo lo que se llama amor en algunas de sus acepciones ordinarias."
Edmund Burke
Investigación filosófica...
“El amor celoso enciende su antorcha en el fuego de las furias.”
Edmund Burke
Edmund Burke
“El ejemplo es la escuela de la humanidad; la única escuela que puede
instruirla.”
Edmund
Burke
“El favoritismo nos grava más pesadamente que muchos millones de
deuda.”
Edmund
Burke
"El hombre según su condición no es más que un animal
religioso."
Edmund Burke
Edmund Burke
"El miedo atento y previsor es madre de la seguridad."
Edmund Burke
"El
miedo es el más ignorante, el más injusto y el más cruel de los
consejeros."
Edmund Burke
"El pueblo no renuncia nunca a sus libertades sino bajo el engaño
de una ilusión."
Edmund Burke
“El que lucha contra nosotros nos refuerza los nervios y perfecciona
nuestra habilidad. Nuestro adversario no hace sino ayudarnos.”
Edmund Burke
"En todas partes del mundo la humanidad, por degradada que esté, conserva aún el sentido del sentimiento; el peso de la tiranía, al final, se vuelve insoportable. Pero el remedio no es tan fácil; en general, el único remedio con el que tratan de curar la tiranía es cambiar al tirano. Ése es y siempre ha sido el caso de la mayoría. En ciertos países, sin embargo, hubo hombres de mayor sagacidad que descubrieron «que vivir según la voluntad de un hombre era la causa de la miseria de todos los hombres». Por tanto, cambiaron su método inicial y reunieron a los hombres en varias sociedades, a los más respetables por su entendimiento y fortuna, y los pusieron a cargo del bienestar público. Así se formó lo que originalmente se conoce como una aristocracia. Esperaban que fuera imposible que ese grupo pudiera unirse en algún designio contra el bien general, y se prometieron una notable porción de seguridad y felicidad en virtud de los consejos unidos de tantas personas capaces y experimentadas. Pero hay abundante experiencia ahora de que la aristocracia y el despotismo difieren sólo en el nombre, y de que ser parte del pueblo, que en general queda excluido de compartir el poder legislativo, equivale para todos los intentos y propósitos a ser esclavo, tanto cuando gobiernan veinte hombres, independientes de él, como cuando domina uno solo. Incluso la tiranía es más perceptible, pues cada uno de los nobles tiene la altivez de un sultán; el pueblo es más miserable, pues parece al borde de la libertad, de la que se ve excluido, y esa falaz idea de libertad, mientras presenta una vana sombra de felicidad al súbdito, aprieta con más fuerza las cadenas de su sumisión. Lo que queda por hacer, por la avaricia y el orgullo natural de los que son elevados por encima de los demás, queda completado por sus sospechas y su temor a perder una autoridad que no tiene apoyo alguno en la utilidad común de la nación. La república genovesa, o la veneciana, son un despotismo oculto, donde encontraréis el mismo orgullo de los gobernantes, la misma mezquina sumisión del pueblo, las mismas máximas sangrientas de una política suspicaz. En un aspecto la aristocracia es peor que el despotismo. Un cuerpo político, mientras retiene su autoridad, no cambia sus máximas; el despotismo, que un día es horrible en grado supremo, por el capricho natural del corazón del hombre, según el mismo capricho ejercido de otra manera puede ser encantador al siguiente; en una sucesión, es posible encontrar algunos buenos príncipes. Si ha habido un Tiberio, un Calígula, un Nerón, ha habido de igual manera los días más serenos de Vespasiano, Tito, Trajano y los Antoninos; pero un cuerpo político no se deja influir por el capricho o antojo; procede de manera regular, su sucesión es insensible y todo hombre que entra en él tiene, o pronto alcanza, el espíritu del cuerpo entero. No se ha conocido nunca que una aristocracia altiva y tiránica en un siglo se volviera apacible y suave en el siguiente. En efecto, el yugo de esa especie de gobierno es tan mortificante que cuando el pueblo ha tenido el menor poder se lo ha sacudido con la mayor indignación y ha establecido una forma popular. Cuando no ha tenido la fuerza suficiente para lograrlo, se ha lanzado a los brazos del despotismo, como el menor de los males. Ése fue el caso de Dinamarca, que se refugió de la opresión de su nobleza en la fuerte sujeción del poder arbitrario. Polonia tiene hoy el nombre de una república, pero su forma es aristocrática; es bien sabido que el dedo menor de este gobierno es más pesado que los lomos del poder arbitrario en la mayoría de las naciones. El pueblo es esclavo no sólo política sino personalmente, y se lo trata con la mayor indignidad. La república de Venecia es algo más moderada; sin embargo, incluso aquí, tan pesado es el yugo aristocrático que los nobles se han visto obligados a enervar el espíritu de sus súbditos con todo tipo de libertinaje; les han negado la libertad de la razón y les han compensado, con lo que el alma mezquina creerá disfrutar de una libertad más valiosa, no sólo al permitirles, sino al animarles a corromperse de la manera más escandalosa. Consideran a sus súbditos como el granjero al cerdo al que atiborra. Le mantiene en su pocilga, pero le permite revolcarse cuanto quiera en su querida porquería y glotonería. No ha de encontrarse en ninguna parte un pueblo tan escandalosamente pervertido como el de Venecia. Altos, bajos, hombres, mujeres, clérigos y laicos, son todos iguales. La nobleza gobernante no tiene menos temor mutuo que del pueblo, y por esa razón enervan políticamente su propio cuerpo con la misma lujuria afeminada con que corrompen a sus súbditos."
"En una democracia, la mayoría de los ciudadanos es capaz de ejercer la más cruel represión contra la minoría."
Edmund Burke
"Es la naturaleza de todas las grandezas de no ser exactos."
"En todas partes del mundo la humanidad, por degradada que esté, conserva aún el sentido del sentimiento; el peso de la tiranía, al final, se vuelve insoportable. Pero el remedio no es tan fácil; en general, el único remedio con el que tratan de curar la tiranía es cambiar al tirano. Ése es y siempre ha sido el caso de la mayoría. En ciertos países, sin embargo, hubo hombres de mayor sagacidad que descubrieron «que vivir según la voluntad de un hombre era la causa de la miseria de todos los hombres». Por tanto, cambiaron su método inicial y reunieron a los hombres en varias sociedades, a los más respetables por su entendimiento y fortuna, y los pusieron a cargo del bienestar público. Así se formó lo que originalmente se conoce como una aristocracia. Esperaban que fuera imposible que ese grupo pudiera unirse en algún designio contra el bien general, y se prometieron una notable porción de seguridad y felicidad en virtud de los consejos unidos de tantas personas capaces y experimentadas. Pero hay abundante experiencia ahora de que la aristocracia y el despotismo difieren sólo en el nombre, y de que ser parte del pueblo, que en general queda excluido de compartir el poder legislativo, equivale para todos los intentos y propósitos a ser esclavo, tanto cuando gobiernan veinte hombres, independientes de él, como cuando domina uno solo. Incluso la tiranía es más perceptible, pues cada uno de los nobles tiene la altivez de un sultán; el pueblo es más miserable, pues parece al borde de la libertad, de la que se ve excluido, y esa falaz idea de libertad, mientras presenta una vana sombra de felicidad al súbdito, aprieta con más fuerza las cadenas de su sumisión. Lo que queda por hacer, por la avaricia y el orgullo natural de los que son elevados por encima de los demás, queda completado por sus sospechas y su temor a perder una autoridad que no tiene apoyo alguno en la utilidad común de la nación. La república genovesa, o la veneciana, son un despotismo oculto, donde encontraréis el mismo orgullo de los gobernantes, la misma mezquina sumisión del pueblo, las mismas máximas sangrientas de una política suspicaz. En un aspecto la aristocracia es peor que el despotismo. Un cuerpo político, mientras retiene su autoridad, no cambia sus máximas; el despotismo, que un día es horrible en grado supremo, por el capricho natural del corazón del hombre, según el mismo capricho ejercido de otra manera puede ser encantador al siguiente; en una sucesión, es posible encontrar algunos buenos príncipes. Si ha habido un Tiberio, un Calígula, un Nerón, ha habido de igual manera los días más serenos de Vespasiano, Tito, Trajano y los Antoninos; pero un cuerpo político no se deja influir por el capricho o antojo; procede de manera regular, su sucesión es insensible y todo hombre que entra en él tiene, o pronto alcanza, el espíritu del cuerpo entero. No se ha conocido nunca que una aristocracia altiva y tiránica en un siglo se volviera apacible y suave en el siguiente. En efecto, el yugo de esa especie de gobierno es tan mortificante que cuando el pueblo ha tenido el menor poder se lo ha sacudido con la mayor indignación y ha establecido una forma popular. Cuando no ha tenido la fuerza suficiente para lograrlo, se ha lanzado a los brazos del despotismo, como el menor de los males. Ése fue el caso de Dinamarca, que se refugió de la opresión de su nobleza en la fuerte sujeción del poder arbitrario. Polonia tiene hoy el nombre de una república, pero su forma es aristocrática; es bien sabido que el dedo menor de este gobierno es más pesado que los lomos del poder arbitrario en la mayoría de las naciones. El pueblo es esclavo no sólo política sino personalmente, y se lo trata con la mayor indignidad. La república de Venecia es algo más moderada; sin embargo, incluso aquí, tan pesado es el yugo aristocrático que los nobles se han visto obligados a enervar el espíritu de sus súbditos con todo tipo de libertinaje; les han negado la libertad de la razón y les han compensado, con lo que el alma mezquina creerá disfrutar de una libertad más valiosa, no sólo al permitirles, sino al animarles a corromperse de la manera más escandalosa. Consideran a sus súbditos como el granjero al cerdo al que atiborra. Le mantiene en su pocilga, pero le permite revolcarse cuanto quiera en su querida porquería y glotonería. No ha de encontrarse en ninguna parte un pueblo tan escandalosamente pervertido como el de Venecia. Altos, bajos, hombres, mujeres, clérigos y laicos, son todos iguales. La nobleza gobernante no tiene menos temor mutuo que del pueblo, y por esa razón enervan políticamente su propio cuerpo con la misma lujuria afeminada con que corrompen a sus súbditos."
Edmund Burke
Vindicación de la sociedad natural
"En una democracia, la mayoría de los ciudadanos es capaz de ejercer la más cruel represión contra la minoría."
Edmund Burke
"Es la naturaleza de todas las grandezas de no ser exactos."
Edmund Burke
“Existe un límite en el que la tolerancia deja de ser virtud.”
Edmund Burke
“Hay un límite más allá del cual la tolerancia deja de ser virtud.”
Edmund Burke
"La libertad abstracta, al igual que otras simples abstracciones,
no puede ser encontrada."
Edmund Burke
“La libertad sin virtud ni sabiduría es el mayor de todos los males.”
“La primera y la más simple emoción que descubrimos en la mente humana
es la curiosidad.”
Edmund Burke
“La sociedad humana constituye una asociación de las ciencias, las
artes, las virtudes y las perfecciones. Como los fines de la misma no pueden
ser alcanzados en muchas generaciones, en esta asociación participan no sólo
los vivos, sino también los que han muerto y los que están por nacer.”
Edmund Burke
"La superstición es la religión de los espíritus débiles."
Edmund Burke
“La tiranía de una multitud es una tiranía multiplicada.”
Edmund Burke
"Las concesiones de los débiles son las concesiones del miedo."
Edmund Burke
"Las gentes que nunca se preocupan por sus antepasados jamás mirarán hacia la posteridad."
Edmund Burke
"Las leyes, como las casas, se apoyan unas en otras."
Edmund Burke
Edmund Burke
"Las malas leyes son la peor especie de tiranía."
Edmund Burke
“Las personas que nunca se preocupan por sus antepasados jamás mirarán
hacia la posteridad.”
Edmund Burke
"Libertad, también debe ser limitada para ser poseída."
Edmund Burke
"Llega el tiempo en que la encanecida cabeza del abuso no inspira ya respeto por su mucha edad."
Edmund Burke
Edmund Burke
"Los hombres están capacitados para la libertad civil en exacta proporción a lo dispuestos que estén a encadenar éticamente sus propios apetitos [...] La sociedad no puede existir sin que haya en alguna parte un poder hegemónico sobre la voluntad y el apetito, y cuanto menos exista dentro del individuo más tendrá que existir fuera."
Edmund Burke
"Los que tienen mucho que esperar y nada que perder serán siempre
peligrosos".
Edmund
Burke
"Nadie mirará hacia una posteridad que nunca mira hacia sus
antecesores."
Edmund Burke
“Ningún grupo puede actuar con eficacia si falta el concierto; ningún
grupo puede actuar en concierto si falta la confianza; ningún grupo puede
actuar con confianza si no se halla ligado por opiniones comunes, afectos
comunes, intereses comunes.”
Edmund Burke
"No hay que juzgar siempre de la generalidad de la opinión por el ruido de la aclamación."
"No hay que juzgar siempre de la generalidad de la opinión por el ruido de la aclamación."
Edmund Burke
"Nunca puedes planear el futuro a través del pasado."
Edmund Burke
“Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan
nada.”
Edmund
Burke
Parace que nunca la proncuunció. La cita parece haber sido distorsionada poco después, e incluso el presidente estadounidense John F. Kennedy hizo referencia a ella en un famoso discurso en 1961.
"Por regla general, se puede decir que el propio vicio pierde la
mitad de su maldad cuando pierde toda su grosería."
Edmund
Burke
“Quejarse del tiempo en se que vive, murmurar de los actuales
gobernantes, añorar el pasado y concebir absurdas esperanzas en el futuro son
inclinaciones de la mayor parte de la humanidad.”
Edmund
Burke
“Quien luchas con nosotros nos refuerza los nervios y perfecciona
nuestra habilidad. Nuestro adversario no hace más que ayudarnos.”
Edmund
Burke
Edmund Burke
Tomada del libro La encrucijada mundial de Pedro Baños, página 572
"Todos debemos obedecer a la gran ley del cambio. Es la más poderosa ley de la naturaleza."
Edmund Burke
“Una grandísima parte de los males que afligen al mundo derivan de las
palabras.”
Edmund
Burke