"Cuando era grande, al ver la nieve, pensaba enseguida que habría barro y sentiría el calzado húmedo. ¿Alcanzaría, acaso, el carbón para el invierno?
También había alegría, pero cubierta de ceniza, polvorienta, gris. Ahora la siento blanca, transparente, enceguecedora. ¿Porqué? Por nada: la nieve.
Camino despacio, con cuidado; me da miedo pisarla. Alrededor, chispas que relucen, que brillan fosforescentes y viven.
Y dentro de mí miles de chispas. Como si alguien esparciera polvo de diamantes sobre la tierra y en el alma. Se ha sembrado y crecerán árboles de diamantes. Brotará un brillante cuento de hadas.
Cae sobre la mano una blanca estrellita. Preciosa, chiquita, cariñosa. Lástima que desaparecerá asustada. la soplo. me alegro que no esté porque ya es otra. Abro la boca y le recojo en los labios. Siento el frío cristalino de la nieve, la blancura limpia y fría."
Janusz Korczak
Si yo volviera a ser niño
"Cuando uno de los funcionarios de la seguridad social formuló en una sesión abierta la queja de que los niños judíos no se morían, le propuse dirigirse a la Comunidad Judía, que sin duda le brindaría lealmente su colaboración en este asunto. Mis palabras fueron tomadas injustamente por un sarcasmo.
Cuando uno de los dignatarios intentó convencerme con datos estadísticos de que los judíos no salían perjudicados por la política fiscal, le contesté que había fondos y prestaciones adicionales (reservados) a los que los judíos no tenían acceso, que los fondos se gastaban generosamente para fines improductivos, que los judíos percibían las cuotas con una demora que resultaba muy cara y —lo más importante— que los medios para satisfacer las necesidades de la población iban a parar a manos inapropiadas.
Aunque cabe admitir que mi interlocutor estaba en lo cierto cuando afirmó que, en esto, los judíos no eran ninguna excepción.
¡Cuán oprobiosos fueron los tiempos de entreguerras y cuán infame la vida en aquella época! El crimen se preparaba para saltar a la yugular. La muerte se cobraba sus primeras víctimas. Las calles todavía estaban limpias; empezaban a pudrirse los pasillos y los patios, y no sólo en el barrio judío.
Había funcionarios honrados que, viendo impotentes lo que ocurría y sabiéndolo todo, temblaban por sus puestos de trabajo, por sus familias, por su inminente jubilación y por su reputación a ojos de los poderosos."
Janusz Korczak
Diario del gueto
“Decís: Nos
aborrece el trato con los niños. Tenéis razón. Decís: porque tenemos que
rebajarnos a sus conceptos. Agacharnos, doblarnos, ajustarnos, encogernos. Os
equivocáis. No es eso lo que nos cansa. Nos cansa que tengamos que escalar sus
sentimientos. Escalar, extender, ponernos de puntillas, estirarnos. Para no
herir.”
Janusz
Korczak
“En el
cansancio me fortalezco y maduro.”
Janusz Korczak
“Los niños no
son más tontos que los adultos, sólo tienen menos experiencia.”
Janusz Korczak
“No estoy aquí
para que me quieran y me admiren, sino para obrar yo y querer yo. No es
obligación de la sociedad ayudarme a mí, soy yo el que tengo la obligación de
cuidar al mundo, al ser humano.”
Janusz Korczak
“No hay niños,
hay personas; pero con otra escala de ideas, otro bagaje de de experiencias,
otro juego de emociones. Recuerda que nosotros no los conocemos.”
Janusz Korczak
“No importa
tanto que uno sepa mucho, sino que sepa algo bien; no que sepa algo de memoria,
sino que lo entienda; no que le importe todo un poco, sino que le preocupe algo
de verdad.”
Janusz Korczak
“No se puede
dejar el mundo tal y como está.”
Janusz Korczak
“Un buen
educador que no impone sino libera, que no tira de nadie sino levanta, que no
apisona mas forma, que no dicta sino enseña, que no exige sino pregunta, vivirá
con los niños muchos instantes inspiradores.”
Janusz Korczak
“Vivimos de
forma rápida, descuidada, superficial y chapucera.”
Janusz Korczak