"Al fin sé qué es la dicha, sólo ahora revestí de sangre y carne
la antiquísima sentencia: La dicha reside en cumplir el deber... y cuanto más
difícil fuere el deber, mayor será la dicha."
"Ama al hombre, pues él
eres tú."
"¡Atrévete, no temas...!
¡Quién juega, gana o pierde;
quien ama, vive o muere!
¡Cuándo decidas algo, sin miedo, ve adelante!
¡Da riendas sueltas a tu mocedad anhelante...!
¡Desdichado el que no tiene en sí mismo la fuente de la dicha
¡Desdichado el que quiere agradar a los demás!
¡Desdichado el que no entiende que esta vida y la otra, no son sino
una...!"
"Cada cual descendió a lo más profundo de sí ,
contempló su propia alma y se estremeció. ¡Cuántas muertes, cuántas infamias,
cuántas vergüenzas bullen en lo más profundo de nuestro ser. Nos conservamos
honrados porque tenemos miedo. Nuestros infames deseos permanecen durante toda
nuestra vida ocultos, insatisfechos, furiosos, emponzoñándonos la sangre. Pero
nos contenemos, engañamos a la gente y morimos honrados y virtuosos. Para el
público no hemos obrado nunca mal en toda nuestra vida. Pero a Dios, a El, no
se le engaña."
Cristo de nuevo crucificado, pág. 174
"-¿Cómo se debe amar a Dios, padre mío?
-Amando a los hombres, hijo mío.
-¿Y cómo se debe amar a los hombres?
-Esforzándose en guiarlos por el buen camino
-¿Y cuál es el buen camino?
-El que sube"
Cristo de nuevo crucificado, pág. 306
El pobre de Asís, pág. 157
"—El mundo no está podrido —aulló—, son los
señores los que apestan. ¡Es por la cabeza por donde empieza a podrirse el
pescado! Levantemos al pueblo y ataquémosles, incendiemos sus castillos,
quememos sus ropas de seda, acabemos con las plumas que llevan en la cabeza.
Esa es la verdadera cruzada. Su destrucción es el único medio de liberar el
Santo Sepulcro. ¿Qué Santo Sepulcro? El desdichado pueblo que se siente
crucificado todos los días. La resurrección del pueblo, eso es lo que llamo yo
la Resurrección de Cristo. — ¡El pueblo tiene hambre! —exclamó Gennadio.
Excitado—. No tiene fuerzas para estar en pie. Que coma primero, para
readquirir fuerzas. Ni siquiera se da cuenta de que abusan de él; abridle los
ojos."
El pobre de Asís, pág. 226-227
"El placer no es un goce corporal, la satisfacción recíproca de los dos sexos, ni es camaradería de tales disparates. El placer es una mantis religiosa, una lucha despiadada, un odio irreductible de los dos sexos, de las dos fuerzas cósmicas en guerra -la que se eleva y la que desciende- que engendran el Universo."
Nikos Kazantzakis
"El placer no es un goce corporal, la satisfacción recíproca de los dos sexos, ni es camaradería de tales disparates. El placer es una mantis religiosa, una lucha despiadada, un odio irreductible de los dos sexos, de las dos fuerzas cósmicas en guerra -la que se eleva y la que desciende- que engendran el Universo."
Nikos Kazantzakis
"El sol había alcanzado Kastellos e inundado los tejados. Desbordaba y se extendía por las callejuelas en pendiente, por las que suben, por las que bajan, y mostraba sin la menor piedad la pura realidad del pueblo. Un pueblo áspero de color ceniza; casas de piedra seca, puertas vergonzosas – para entrar había que curvarse, y en el interior, la oscuridad."
Nikos Kazantzakis
Los hermanos enemigos
“El tiempo ha llegado a ser para mí el bien supremo.
Cuando veo a los hombres pasearse, vagar o malgastar el tiempo en discusiones
vanas, me dan deseos de ir a una esquina a tender la mano como un mendigo:
Dadme una limosna, buenas personas; dadme un poco del tiempo que perdéis, una
hora, dos horas, lo que queráis.”
“El tiempo no es un campo que se mida por
codos; no es un mar que se mida por millas; es el latido de un corazón.”
"El verdadero santo es el que ha renunciado a
todos los goces de la tierra... y a todos los goces del cielo."
El pobre de Asís, pág. 14
"En alguna parte, el mar suspiraba."
El pobre de Asís, pág. 438
“En este momento, no hay otra salvación. Debemos
movilizar todos nuestros recursos para combatir la mentira, el odio, la pobreza
y la injusticia. Debemos llevar la virtud a este mundo.”
"Has dicho, y es verdad, que el hombre es una
bestia salvaje -decíase-. Sí, pero hace lo que quiere. Toma el camino que
quiere. La puerta del infierno y la del paraíso se tocan, y el hombre entra por
la que quiere. El diablo, en cambio, no puede entrar sino al infierno y el
Angel al paraíso; mientras que el hombre, ¡adonde quiere!"
Cristo de nuevo crucificado, pág. 97
"Hay en este mundo una ley secreta—si no existiera, el mundo se habría perdido hace miles de años—cruel e inviolable; el Mal siempre triunfa al principio, pero al final es derrotado."
“La belleza es despiadada. No la miras vos, te mira ella y no
perdona.”
"—La locura, hermano Maseo, es la sal que impide que se pudra la
sensatez."
El pobre de Asís, pág. 309
"La vida es una enfermedad curable."
"Los esclavos, que se hicieron musulmanes, hostigaron a los monjes para conseguir víveres y dinero. Las tribus salvajes de beduinos los atacaron para saquearlos. El gran portal permaneció cerrado y los monjes llegaban al jardín por un camino subterráneo. Las puertas de hierro bajas y los pasillos oscuros existen todavía. La entrada y la salida se encontraban a una altura de siete anas. Por estas aberturas izaban o hacían descender hombres y objetos con la ayuda de una polea.
Ahora los tiempos heroicos ya han pasado. Los esclavos se han dulcificado algo y los beduinos han abandonado sus ataques. El gran portal está siempre abierto.
El anciano sigue hablando. Emocionado, escucho esta débil luz de ultratumba que anima las murallas bizantinas y puebla el aire de santos y mártires. A mi lado el efebo cretense escucha la admirable leyenda dorada, en éxtasis y pálido. Abajo, en el patio, los monjes charlan tranquilamente. Otros vigilan y pesan el maíz que han traído los árabes. Por la puerta abierta de la cocina se ve una mesa llena de grandes y brillantes langostas coloradas. Fueron pescadas la vigilia en el golfo de Akaba. El padre Pahomios, sentado en el umbral de su celda y envuelto en una manta, está ocupado dibujando una gran concha.
Vuelvo a encontrar el ritmo familiar de la vida monástica, y esto agita mi corazón.
Me levanto y bajo a la gran terraza. Los padres recogen la nieve, hacen bolas y se divierten como niños. Están contentos porque ha nevado y así la hierba brotará en el desierto. Los carneros y las cabras comerán y los hombres tendrán su subsistencia.
Algunos esclavos vienen a sentarse al pie del monasterio. Fuman y hablan ruidosamente y se acompañan con grandes ademanes. Llegan mujeres con los pies desnudos, envueltas en grandes milayas negras y sucias. A partir de la nariz, la parte inferior de su rostro está cubierta de pequeñas cadenas adornadas con monedas de plata y conchas. Sus cabellos, atados en un moño puntiagudo sobre la frente, sobresalen como el pomo de una silla de montar. Cada una de ellas abre rápidamente su milaya y saca una criatura que deposita sobre las piedras."
Nikos Kazantzakis
Del monte Sinaí a la isla de Venus
“Los mejores profesores son aquellos que saben
transformarse en puentes, y que invitan a sus discípulos a franquearlos.”
"Me encontré con él por primera vez en el Pireo. Había bajado yo al puerto para embarcarme con destino a Creta. Era un amanecer luminoso. Soplaba fuertemente el Siroco: hasta el cafetín portuario llegaban las salpicaduras del oleaje. Las puertas vidrieras estaban cerradas, el local olía a emanaciones humanas y a infusión de salvia. Afuera hacía frío, el aliento empañaba los vidrios. Cinco o seis marineros, que habían estado en vela toda la noche, abrigados con blusas de piel de cabra bebían café o salvia y contemplaban el mar a través de los turbios cristales. Los peces, aturdidos por la violencia del oleaje, se habían refugiado en aguas tranquilas de las profundidades y esperaban que arriba renaciera la calma. Los pescadores aglomerados en los cafés aguardaban también que amainara la borrasca y que los peces, tranquilizados, asomaran a la superficie y mordieran los anzuelos. Los lenguados, racazos y rayas, regresaban de sus expediciones nocturnas. Amanecía."
Nikos Kazantzakis
Zorba el griego
“Me recuerdo claramente. Antes de experimentar
compasión por los hombres, experimenté en mí mismo la vergüenza. Tenía
vergüenza de ver el sufrimiento de los hombres y de esforzarme por transformar
todo ese horror en un espectáculo efímero y vano.”
“Mi alma entera es un grito, y toda mi obra es el
comentario sobre ese grito.”
"—Nada está más cerca de nosotros que el cielo.
La tierra está bajo nuestros pies y caminamos sobre ella, pero el cielo está en
nosotros."
El pobre de Asís, pág. 10
"Nadie puede entrar al cielo si anteriormente no
ha vencido en la tierra y nadie puede vencer aquí si no lucha contra el mundo
con ímpetu, con paciencia y sin descanso."
Cristo de nuevo crucificado
El pobre de Asís, pág. 317
El pobre de Asís, pág. 390
El pobre de Asís, pág. 311
El pobre de Asís, pág. 433
"¿Qué es realmente Dios y la vida eterna en el Paraíso? El Paraíso es este fuego, y Dios es esta danza, y no duran un instante, sino que perduran para siempre."
Nikos Kazantzakis
The Fraticides
"¿Qué es realmente Dios y la vida eterna en el Paraíso? El Paraíso es este fuego, y Dios es esta danza, y no duran un instante, sino que perduran para siempre."
Nikos Kazantzakis
The Fraticides
El pobre de Asís, pág. 311
El pobre de Asís, pág. 13
El pobre de Asís, pág. 42
El pobre de Asís, pág. 3
"Tú
posees tu pincel y tus colores, pinta el paraíso, y entra en él."
Nikos Kazantzakis
"—Un canario es como un alma humana —murmuró Francisco—. Ve los
barrotes que lo aprisionan, pero no desespera, canta. Canta y, tú verás,
hermano León, un día su canto romperá los barrotes."
El pobre de Asís, pág. 50
"Un gusano horrible y sucio duerme en las
entrañas de cada ser humano, aun en el ermitaño más casto... Inclinaos, murmurad
a ese gusano: « ¡Te quiero!», y en seguida le nacerán alas y se convertirá en
mariposa... Me prosterno ante el poder infinito del Amor."
El pobre de Asís, pág. 226-227
“Un sólo deseo me embarga: el de descubrir lo que se oculta tras lo
visible, de horadar el misterio que me da la vida y me la quita, y de saber si
una presencia invisible e inmutable se oculta más allá del flujo incesante del
mundo.”
“Una vez más comprendí hasta qué punto la felicidad terrena está hecha
a la medida del hombre. No es un ave rara a la que debemos perseguir un momento
en el cielo y al siguiente en nuestra mente. La felicidad es un ave doméstica
que se encuentra en el patio de nuestra propia casa.”