"-Aquella
noche estuviste superior. Me dijiste que hay en mí dos personalidades: la que
es y la que aparento.
Él me
respondió.
-Es una frase
que siempre digo, va bien para todos y siempre es agradable oírla. ¡Si tú
supieras el empeño de los hombres en parecer complicados e indescifrables, y lo
fácil que es, sin embargo, leer en ellos por transparencia!”
Dino Segre, Pitigrilli
Del relato Phisiognomy Institute del libro El
oficio más viejo del mundo, pág. 102
Coherencia
"Después de haber arrojado de los confines de Israel a todos los magos y adivinos, Saúl, dudoso sobre el éxito de la batalla contra los filisteos, fue a Endor para consultar a una pitonisa."
Dino Segre, Pitigrilli
“Creo en la
existencia de Dios a pesar de todas las estupideces que me han contado para
hacérmelo creer.”
Dino Segre, Pitigrilli
“Cualquier
amistad nace con un determinado número de años de garantía, con un vencimiento,
como los medicamentos y las películas que tienen una fecha a partir de la cual
ya no sirven. Para que duren, conviene espaciar moderadamente el consumo.”
Dino Segre, Pitigrilli
Del relato El catalizador en El oficio más
viejo del mundo, pág. 59
“Cuando uno
desea que el interlocutor termine pronto, es preciso dejarle que continúe. Al
frenarle, se le das más cuerda.”
Dino Segre, Pitigrilli
Del relato La palabra que salva del libro El
oficio más viejo del mundo, pág. 69
"De esa
cosa sublime que es el amor se ha hecho algo vil que necesita esconderse,
recurrir a subterfugios."
Dino Segre, Pitigrilli
"El amor es un beso, dos besos, tres besos, cuatro besos, cinco besos, cuatro besos, tres besos, dos besos, un beso y ningún beso."
Dino Segre, Pitigrilli
“El escritos
halla las intrigas, los inicios, las conclusiones por todas partes excepto en
su mesa de trabajo.”
Dino Segre, Pitigrilli
El oficio más viejo del mundo, pág. 11
“El hombre no
vive, como las bestias salvajes, en un mundo de cosas meramente físicas, sino
en un mundo de signos y símbolos.”
Dino Segre, Pitigrilli
"El medicucho ruso tenía a su cargo la sección de higiene del periódico comunista de Glottenburg. Era el personaje que en todos los periódicos escribe una vez a la semana un articulito y firma modestamente sus trabajos Dioscórides o Galeno, para sostener que los dientes se han de cepillar de arriba abajo y de izquierda a derecha, o bien para alzar un grito de alarma contra los peligros del biberón. En la página humorística del mismo periódico apareció una caricatura de la Gran Duquesa, en ademán inspirado y vestida toda de blanco, con una mano apoyada en la cabeza de Zweifel. En el Consejo Municipal un joven asesor presentó una interpelación sobre el ejercicio ilegal de la medicina, y se aludía con vagos detalles a Zweifel. En las Folies Glottenburguesas, se hicieron repetir unas estrofitas irónicas en torno a las aplicaciones magnéticas de un charlatán extranjero sobre las bellísimas piernas de una enfermera que velaba por la salud de tres millones de enfermos. Gisela hizo recoger el periódico y cerrar el teatro, pero los ejemplares que escaparon a la recogida corrieron de mano en mano y las cancioncillas censuradas saltaron de piano en piano.
El mariscal, nombrado almirante honorario de la flota holandesa, aparecía en las ceremonias oficiales con su nuevo uniforme y hacía pensar en los falsos marinos que presentan a la foca en los barracones de feria.
Zweifel continuaba frecuentando el Palacio Gran Ducal con cierta asiduidad, y cuando Giudi anunció su próxima maternidad a Gisela, ésta la abrazó llorando.
Más algo inquietante sucedía en el Gran Ducado. Las izquierdas habían iniciado una enérgica campaña contra Gisela que, por falta de pedidos de armas, había despedido a los obreros, y también porque el Consejo de Administración, compuesto por arrastradores de sable, de diplomáticos charlatanes y de financieros, no había acertado a crear una industria pacífica que garantizase el pan de todo el año a los hijos de los obreros. Declarada la huelga, hubo algunos tiroteos. La prensa burguesa echó en cara a Gisela el haber quitado de una plaza el monumento a un insigne paleógrafo para hacer pasar las vías del tranvía, y de haber estado pagando durante meses y meses a ochenta aduaneros licenciados. Violentos ataques al Ministerio liberal pusieron a éste seriamente en peligro; la amenaza de un Ministerio de izquierda produjo pánico en la bolsa: los cuentacorrentistas retiraron sus depósitos de la Banca Glottenburguesa; la población se agolpó junto a la verja del parque ducal lanzando silbidos, y algún guijarro fue a caer en el pequeño lago de los nenúfares."
Pitigrilli
Dolicocéfala rubia
“El sentido
común es el sentido de la oportunidad.”
Dino Segre, Pitigrilli
“-Espero el
cuarto.
-¿El cuarto
qué?
Un hombre con
intuiciones extrasensoriales como él debía adivinarlo, pero probablemente había
terminado su jornada laboral. Respondí.
-Según mi
eminente paisano Marco Aurelio, emperador y filósofo, todas las mañanas, al
levantarnos, debemos decir: “Hoy encontraré un chismoso, un ingrato, un
embustero y un malvado.” Ya he encontrado a tres.”
Dino Segre, Pitigrilli
Del relato Phisiognomy Institute del libro El
oficio más viejo del mundo, pág. 101
“Estimo mucho
a las personas que conozco. De aquí que no trate de conocer a nadie.”
Dino Segre, Pitigrilli
“Florencia es
una ciudad para las parejas casadas; Venecia, para los amantes; Turín, para los
cónyuges adultos que ya no tiene nada que decir.”
Dino Segre, Pitigrilli
“La duda es
la más bella invención de todas las filosofías.”
Dino Segre, Pitigrilli
Del relato Fantasmas del libro El oficio
más viejo del mundo, pág. 83
“La elegancia
es cuestión de esqueleto.”
Dino Segre, Pitigrilli
"La
estadística es una ciencia según la cual todas las mentiras se tornan
cuadros."
Pitigrilli
"La
estupidez es un estado de gracia, un privilegio, un don divino; se puede llegar
a ser inteligente, pero estúpido, no. Estúpido se nace."
Pitigrilli
Pitigrilli
Dino Segre, Pitigrilli
Dino Segre, Pitigrilli
Dino Segre, Pitigrilli
Pitigrilli
Dino Segre, Pitigrilli
Del relato La cocinera de Molière en El
oficio más viejo del mundo, pág. 64
Pitigrilli
Pitigrilli
Pitigrilli
Dino Segre, Pitigrilli
Del relato Piel de mujer del libro El
oficio más viejo del mundo, pág. 118
Pitigrilli
"Para las mujeres es bueno poseer muchos defectos, pues no nos
suelen amar por nuestras virtudes."
Pitigrilli
“Para nuestro tormento, para nuestro sublime sufrimiento, la mujer es
el sexo adorable, absurdo, execrable y encantador…”
Dino Segre, Pitigrilli
Del relato La mujer irracional del libro El
oficio más viejo del mundo, pág. 128
“Se encontraron tantas veces que terminaron por casarse.”
Dino Segre, Pitigrilli
Del relato El noveno sentido del libro El
oficio más viejo del mundo, pág. 151
"Ser hombre ya es de por sí una circunstancia atenuante."
“Si das con una buena mujer serás feliz; y si no te volverás filósofo,
lo que siempre es útil para el hombre.”
“Si una ley obligase a los ciudadanos a ir todas las mañanas a la
comisaría para recibir un puntapié, en las posaderas, nadie faltaría y los
retrasados tomarían un taxi.”
"Siempre se halla uno mejor dispuesto a considerar las tonterías
y los pormenores sin importancia de los hombres que las cosas inteligentes y
grandes. De Diógenes no se celebra su filosofía sino la anécdota de la
linterna."
Pitigrilli
“Su encuentro no iba a ser fácil. Muchos errores eran de ella, algunas
culpas eran de él. Al analizar todo lo desagradable que nos sucede en la vida,
vemos que las más de las veces los artífices de nuestros infortunios somos
nosotros mismos, porque elegimos mal el dentista, el abogado, el mecánico, el
automóvil demasiado usado, la mujer demasiado nueva. “Pero ¿cómo empiezo?”, se
repetía ella. Se habían encontrado aquella tarde después de algunos años de
separación. Entre ellos dos sucedió lo que no se puede narrar en treinta líneas
ni en treinta libros, porque los dramas de nuestra vida son historias
indescifrables e inmensas. Del mismo modo que cada átomo es un reducido sistema
solar, cada particular minuto de nuestro destino terreno es la reproducción, en
miniatura, de las grandes tragedias. La novela psicológica y los que pretenden
explicar lo inexplicable, nos lo están enseñando.”
Dino Segre, Pitigrilli
Del relato Entrar en materia del libro El
oficio más viejo del mundo, pág. 122
“Yo soy el culpable. Nosotros siempre somos los culpables de todas las
desgracias que nos afligen, porque nos hemos conducido mal.”
Dino Segre, Pitigrilli
Del relato El amigo estúpido del libro El
oficio más viejo del mundo, pág. 199