"Ahora se suele criticar a la televisión por transmitir tanta violencia, cuando más cruel ha sido la Biblia: en sus páginas se come a niños, se llama a matar a los enemigos, se queman casas, se sacan los ojos a los hombres. Los dueños de la televisión moderna no han inventado nada nuevo."

Ryszard Kapuscinski


"Antes el periodista cuando se iba a una guerra tenía libertad para moverse. Dependía mucho de su talento, de su validez. Ahora, como tenemos teléfonos móviles o Internet el jefe de redacción sabe mucho más lo que está pasando. El periodista destacado en un lugar sabe lo que ve, mientras que el jefe, que está en Madrid o Roma, tiene la información de varias fuentes. Al final, el periodista, en vez de llevar a cabo sus investigaciones, se dedica a confirmar lo que el jefe le pide desde la redacción. El sentido del trabajo ha cambiado mucho."

Ryszard Kapuscinski




"Antes, los periodistas eran un grupo muy reducido, se les valoraba. Ahora el mundo de los medios de comunicación ha cambiado radicalmente. La revolución tecnológica ha creado una nueva clase de periodista. En Estados Unidos les llaman media worker. Los periodistas al estilo clásico son ahora una minoría. La mayoría no sabe ni escribir, en sentido profesional, claro. Este tipo de periodistas no tiene problemas éticos ni profesionales, ya no se hace preguntas. Antes, ser periodista era una manera de vivir, una profesión para toda la vida, una razón para vivir, una identidad. Ahora la mayoría de estos media workers cambian constantemente de trabajo; durante un tiempo hacen de periodistas, luego trabajan en otro oficio, luego en una emisora de radio... No se identifican con su profesión."

Ryszard Kapuscinski


“¿Cómo vivir? Libérate de la arrogancia y la codicia –respondió el anciano–, libérate de la costumbre de adular y de las aspiraciones desmesuradas. Todo esto te hace daño.”

Ryszard Kapuściński



"Confucio ha dicho que como mejor se conoce el mundo es sin salir de casa. Y no le falta razón. No es imprescindible desplazarse en el espacio; también se puede viajar hacia el fondo del alma." 


Ryszard Kapuscinski



"Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología se denomina "empatía". Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás."

Ryszard Kapuscinski


"Cuando me pidieron ir a la guerra de Irak yo dije que no: no me interesaba este tipo de cobertura que depende sólo de los boletines del estado mayor. Así no hay periodismo posible, ya que no hay forma de saber sobre el terreno en qué medida esa información refleja o no la realidad."

Ryszard Kapuscinski



"Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante."


Ryszard Kapuscinski




"Dentro de una gota hay un universo entero. Lo particular nos dice más que lo general; nos resulta más asequible."

Ryszard Kapuscinski


"El diálogo con los Otros nunca ha sido ni será fácil, muy especialmente hoy, cuando las cosas se desarrollan en una escala nunca vista, difícil de abarcar y de controlar, con un grado de complicación imponente y cuando muchas fuerzas trabajan para dificultar ese diálogo, cuando no para imposibilitarlo. Aun sin estos intereses y objetivos inmediatos —políticos, ideológicos o económicos— existen también otros problemas de peso.
Uno de ellos está en el punto de mira de la hipótesis de Sapir-Whorf: la del llamado relativismo lingüístico. Resumida al mínimo, dice que el pensamiento se forma a partir del lenguaje y que, como hablamos diferentes idiomas, cada comunidad crea su imagen del mundo, propia e intransferible. Las cosmovisiones ni coinciden, ni son intercambiables. Por eso mismo el diálogo, aunque no imposible, exige de sus participantes grandes dosis de esfuerzo, de paciente tolerancia y de voluntad de entendimiento y compenetración. La conciencia de que, al hablar con Otro, tengo delante a alguien que en ese mismo momento ve y comprende el mundo de manera diferente a la mía, resulta fundamental a la hora de crear la atmósfera para un diálogo positivo.
Otro problema en las relaciones entre Nosotros y Ellos —los Otros— radica en que todas las civilizaciones son muy propensas al narcisismo, y cuanto más poderosa es una, con mayor fuerza se manifestará esa propensión. Esta tendencia empuja a las civilizaciones a entrar en conflicto con otras, hace aflorar en ellas la arrogancia y el ansia de dominio, cosas que invariablemente van unidas al desprecio por el Otro. En la China antigua, esa arrogancia adquiría una forma más sutil: de compasión por todo aquel que había tenido la desgracia de nacer no chino. El narcisismo en cuestión siempre ha estado —y sigue estando— camuflado por todo tipo de ardides retóricos; las más de las veces, de pueblo elegido o llamado a cumplir una misión salvadora, o las dos fórmulas juntas.
Otro problema radica en el carácter ambivalente de nuestra primera reacción ante el Otro. Por un lado, el ser humano necesita a otro ser humano, lo busca, sabe que no puede vivir sin Otros, pero, al mismo tiempo, en el momento del primer contacto reaccionará con desconfianza, inseguridad y miedo. Y todos son sentimientos y sensaciones que se resisten a cualquier intento de control, como también a cualquier esfuerzo encaminado a estimularlos.
Y eso que la cultura —vaya, también el mismo ser humano— se forma en situación de contacto con Otros (por eso todo depende en tal medida de ese contacto). Para Simmel, el individuo no se forma sino en un proceso de relación, de vinculación con los Otros. Lo mismo afirma Sapir: «El verdadero lugar donde se desarrolla la cultura está en la interacción entre personas». Los Otros —repitámoslo una vez más— son el espejo en que nos reflejamos y que nos hace conscientes de quiénes somos. Mientras no había salido de mi país, no tenía conciencia de ser blanco y de que tal cosa podía tener alguna influencia sobre mi vida. Solo cuando me encontré en África, enseguida me la hizo tomar el aspecto de sus habitantes. Gracias a ellos descubrí el color de mi piel, algo en lo que jamás se me habría ocurrido pensar. Los Otros proyectan luz sobre mi propia historia. Al oír hablar de los campos de concentración nazis y de los gulags soviéticos, se asombraban de que el blanco pudiera ser tan cruel con otro blanco. ¿Por qué los blancos se odiaban hasta el extremo de asesinar a sus semejantes a millones? A sus ojos, en el siglo XX la raza blanca se había suicidado. Esto les dio valor para empezar su lucha contra el colonialismo.
Hay otras muchas dificultades, muchos interrogantes e incluso misterios en el camino hacia nuestro encuentro con los Otros. Y, sin embargo, ese encuentro y la convivencia en un planeta cada vez más globalizado son inevitables. Al fin y al cabo, vivimos en un mundo multicultural. No porque haya más culturas hoy que en tiempos pasados (en realidad su número no para de decrecer). Ya Herodoto, dos mil quinientos años atrás, nombra en su obra cientos de tribus, confesiones y lenguas que él mismo conoció o de las que oyó hablar. Y las enumera como algo obvio, algo que existía desde tiempos inmemoriales. Más tarde, en siglos posteriores, docenas de viajeros y mercaderes se asombrarán ante el rico panorama de los pueblos y de las culturas que encontrarán durante sus periplos.
Lo que sí es nuevo hoy es que somos mucho más conscientes de su presencia e importancia, de su multiplicidad, de su derecho a existir y tener una identidad propia. Y todo esto coincide con la actual revolución en transportes y comunicaciones, que ha hecho posible encuentros multilaterales de estas culturas, un diálogo a muchas voces y en muchas direcciones, y también —dependiendo de la situación— disputas y conflictos. Y como todo esto sucede en un mundo mucho más democratizado que nunca, los Otros tienen mayor posibilidad de hacer oír su voz, voz a la que —también es cierto— no todo el mundo quiere prestar atención.
El hecho de que se reconozca la multiculturalidad del mundo ya en sí es un progreso, por supuesto, pues crea un clima que favorece a culturas no hace mucho humilladas y denigradas, pero se trata de un progreso que oculta en su seno al menos dos peligros:
— el primero: la enorme energía y la ambición de culturas recientemente independizadas pueden ser utilizadas por racistas y nacionalistas de toda calaña para provocar guerras contra los Otros;
— el segundo: la consigna de profundizar en la cultura propia puede ser utilizada para fomentar el etnocentrismo, la xenofobia y la hostilidad hacia el Otro. La teoría del desarrollo autónomo de las culturas —el principio de la multiculturalidad a menudo se interpreta como reconocimiento de su derecho a su intocable exclusividad— puede ocultar un deseo de separación, la negación de la necesidad y utilidad del intercambio, la arrogancia y la repulsión hacia los Otros.
Participar en el mundo multicultural exige madurez y fuerte sentido de identidad. ¿Cómo establecer esta y confirmarla? En Europa lo hacemos mediante símbolos con los que nos identificamos, como, por ejemplo, la bandera y el himno nacionales. En la tradición africana, sin embargo, en la que la identidad era producto de vínculos con el clan y la tribu, dos africanos, al encontrarse en un camino, empezaban la conversación con un largo intercambio de preguntas por medio de cuyas respuestas intentaban descubrir a qué tribu pertenecían y si las relaciones entre sus respectivas tribus eran buenas o malas, pues de ello podían depender la calidad y el resultado del encuentro."

Ryszard Kapuscinski
Encuentro con el otro



"El nacionalismo es algo intrínsecamente malo por dos motivos. Primero por creer que unas personas son, por su pertenencia a un grupo, mejores que otras. Segundo, porque cuando el problema es el otro, la solución implícita de este problema siempre será el otro."


Ryszard Kapuscinski




"El trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz, para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse."


Ryszard Kapuscinski




"El verdadero periodismo es intencional... Se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. El deber de un periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro. Las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienza con un cambio del vocabulario en los medios. En los Balcanes se pudo ver claramente cómo se estaba cocinando el conflicto."

Ryszard Kapuscinski



“En América Latina (...) la frontera entre el fútbol y la política es tan tenue que casi resulta imperceptible." 


Ryszard Kapuscinski





"(...) En el buen periodismo, además de la descripción de un acontecimiento, tenéis también la explicación de por qué ha sucedido; en el mal periodismo, en cambio, encontramos sólo la descripción, sin ninguna conexión o referencia al contexto histórico."

Ryszard Kapuscinski





Escribí piedra


"Escribí piedra
escribí casa
escribí ciudad
rompí la piedra
demolí la casa
destruí la ciudad
sobre el papel huellas de la lucha
entre
la creación y el exterminio."

Ryszard Kapuściński




"Esta es una profesión muy exigente. Todas lo son, pero la nuestra de manera particular. El motivo es que nosotros convivimos con ella veinticuatro horas al día. No podemos cerrar nuestra oficina a las cuatro de la tarde y ocuparnos de otras actividades. Éste es un trabajo que ocupa toda nuestra vida, no hay otro modo de ejercitarlo. O, al menos, de hacerlo de un modo perfecto."

Ryszard Kapuscinski




"Fue en África que realmente me hice periodista, porque tenía responsabilidades muy diferentes de las de un periodista tradicional."

Ryszard Kapuscinski






"Hay profesiones para las que, normalmente, se va a la universidad, se obtiene un diploma y ahí se acaba el estudio. Durante el resto de la vida se debe, simplemente, administrar lo que se ha aprendido. En el periodismo, en cambio, la actualización y el estudio constantes son la conditio sine qua non. Nuestro trabajo consiste en investigar y describir el mundo contemporáneo, que está en un cambio continuo, profundo, dinámico y revolucionario. Día tras día, tenemos que estar pendientes de todo esto y en condiciones de prever el futuro. Por eso es necesario estudiar y aprender constantemente."

Ryszard Kapuscinski




"Hay un cierto egoísmo en lo que escribo, siempre quejándome del calor, el hambre o el dolor que siento, pero es terriblemente importante tener autentificado lo que escribo porque ha sido vivido."

Ryszard Kapuscinski




"La convicción de que para tener derecho a explicar se tiene que tener un conocimientos directo, físico, emotivo, olfativo, sin filtros ni escudos protectores, sobre aquello de lo que se habla. (...) Es erróneo escribir sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un poco de su vida."

Ryszard Kapuscinski





"La historia responde simplemente a la pregunta: ¿por qué?"

Ryszard Kapuscinski


“La hoja
separada de la rama
tirita, tiembla

sólo cuando toca el suelo
se calma.”


Ryszard Kapuściński



"La ideología del siglo XXI debe ser el humanismo global, pero tiene dos peligrosos enemigos: el nacionalismo y el fundamentalismo religioso." 


Ryszard Kapuscinski




"La mejor forma de conocer el mundo es hacer amistad con el mundo. Existe una conexión entre nuestro destino personal y la presencia de miles de personas y cosas de cuya existencia no sabíamos o no sabemos nada y que pueden influir, de hecho influyen, del modo más asombroso, en nuestra vida y su desarrollo, de tal forma que, al menos por nuestro propio interés deberíamos esforzarnos en conocer no sólo lo que está aquí sino también lo que está allá, en algún lugar a gran distancia en nuestro planeta."


Ryszard Kapuscinski




"La mía no es una vocación, es una misión."

Ryszard Kapuscinski



"Las estrechas callejuelas de Rashidiya bajan por una suave pendiente hacia el mar. El ataque de ayer vino precisamente de allí: del mar. Por la tarde se acercó al campo una escuadra de cañoneros y abrió fuego empezando un bombardeo que se prolongó durante una hora. El Líbano no tiene armada de guerra, así que los cañoneros pudieron disparar impunemente. Habrían podido disparar durante el día entero, pero la intensidad de los ataques se ve limitada por la política: matar a los suficientes para que a los demás se les quede bien grabado en la memoria, pero no a demasiados, no vaya a ser que en el mundo se levanten voces de condena. No se sabe muy bien dónde está el límite de las víctimas que el mundo puede digerir. Ayer en Rashidiya murieron doce personas. Un buen número: nada que temer. ¿Y si hubieran sido doscientas? Quizá fuera excesivo. Un comandante cualquiera de un cañonero cualquiera juega con las cartas tapadas, a ciegas, pues no ve a cuánta gente mata; si mata a tanta que no habrá nada que temer o si, por el contrario, se excede exponiéndose a voces de condena. Pero de todos estos detalles se enterará más adelante por los periódicos."

Ryszard Kapuscinski
Cristo con un fusil al hombro




"Le escribo a la gente de cualquier parte suficientemente joven para tener curiosidad acerca del mundo."

Ryszard Kapuscinski



"Los cínicos no sirven para este oficio."

Ryszard Kapuscinski





"Me gustaría que mis libros sirvieran para que los lectores del siglo XXI comprendieran lo que ha sido el nacimiento del Tercer Mundo, la llegada al poder y la soberanía de sociedades míseras, rurales e iletradas, un fenómeno sin precedentes que va a cambiar la mentalidad y el modo de vivir en todos los países."

Ryszard Kapuscinski


"Me gustaría transmitir lo que fue África. Nunca experimenté nada así. África tiene su propia personalidad. A veces es una personalidad triste, a veces impenetrable, pero siempre irrepetible. África era dinámica, era agresiva, estaba al acecho."

Ryszard Kapuscinski


"Nos movemos en un mundo paranoico y obsesivo de prevenciones, aversiones y prejuicios étnicos; intraafricanos, puesto que racismos y chovinismos de toda clase se producen no solo en las líneas de las grandes divisiones —por ejemplo, entre blancos y negros—, sino que son igualmente agudos, implacables e inconmovibles, a veces incluso más, dentro de una misma raza entre personas de un mismo color de piel. A fin de cuentas, la mayor parte de los blancos han muerto en el mundo no a manos de negros sino de blancos, y la mayoría de los negros ha muerto en nuestro siglo a manos de negros, y no de blancos."

Ryszard Kapuscinski
Del libro El dominio mental de Pedro Baños



“Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias." 


Ryszard Kapuscinski



"Podemos encontrar muchos periodistas jóvenes llenos de frustraciones, porque trabajan mucho por un salario muy bajo, luego pierden su empleo y a lo mejor no consiguen encontrar otro. Todo esto forma parte de nuestra profesión. Por tanto, tened paciencia y trabajad. Nuestros lectores, oyentes, telespectadores son personas muy justas, que reconocen enseguida la calidad de nuestro trabajo y, con la misma rapidez, empiezan a asociarla con nuestro nombre; saben que de ese nombre van a recibir un buen producto. Ése es el momento en que se convierte uno en un periodista estable. No será nuestro director quien lo decida, sino nuestros lectores."

Ryszard Kapuscinski






"Ser historiador es mi trabajo (...) Estudiar la historia en el momento mismo de su desarrollo, lo que es el periodismo (...) Todo periodista es un historiador."

Ryszard Kapuscinski




"Si entre las muchas verdades eliges una sola y la persigues ciegamente, ella se convertirá en falsedad, y tú en un fanático."


Ryszard Kapuscinski




"Siempre ha sido el arte el que, con gran anticipación y claridad, ha indicado qué rumbo estaba tomando el mundo y las grandes transformaciones que se preparan."


Ryszard Kapuscinski





"Un hombre no empuña un hacha para proteger su cartera, sino en defensa de su dignidad."

Ryszard Kapuscinski



"Una de las cosas que resulta fundamental entender es que, en la mayor parte de los casos, la gente sobre la que vamos a escribir la conocemos durante un brevísimo periodo de su vida y de la nuestra. A veces vemos a alguien durante cinco o diez minutos, estamos viajando a otra parte y a esa persona no volveremos a verla nunca más. Por tanto, el secreto de la cuestión está en la cantidad de cosas que estas personas son capaces de decirnos en un tiempo tan breve. El problema es que las personas, en un primer contacto, son generalmente muy calladas, no tienen ganas de hablar. Es una experiencia que todos compartimos: es necesario cierto tiempo para adaptarse al otro. ¡Pero esos escasos minutos a veces son los únicos que tenemos para hablar con una persona! Para un periodista, si esos minutos transcurren en silencio o generan una comunicación insatisfactoria, el encuentro es un fracaso. El éxito depende entonces de situaciones que están fuera de nuestro control, casi casi de "accidentes"."

Ryszard Kapuscinski


"Yo me encontraba en una situación un tanto embarazosa porque no sabía a dónde nos dirigíamos y no era cosa de reconocerlo. Diógenes podría pensar: ¿cómo es que no lo sabe? Entonces, ¿para qué está aquí?, ¿adónde cree que va? ¿Ha llegado hasta aquí y no sabe adónde vamos? Y, sin embargo, era cierto: yo no lo sabía. Por casualidad había dado con un avión en Benguela que me había traído a Lubango. Un mulato a quien había encontrado por casualidad en el aeropuerto de Lubango me había llevado al estado mayor. Un extraño del que no sabía más que su nombre, Nelson, y a quien había visto por primera vez en mi vida, me había metido en un camión. Y ese camión había arrancado enseguida y ahora rodaba pesadamente entre dos paredes de espinosa maleza selvática, hacia un destino que me era desconocido. Todo había sucedido tan repentina y —en cierto modo— categóricamente que no tuve tiempo de reflexionar ni de oponerme.
Íbamos de esta manera: a la izquierda, el flaco intranquilo, aferrado al volante; yo en medio, y Diógenes a la derecha, alerta y con una metralleta asomando por la ventanilla, lista para disparar. El sol estaba en el cenit, la cabina ardía como un horno alto y apestaba a petróleo y a sudor. En un determinado momento, Diógenes, que no quitaba los ojos del muro de maleza que se extendía a su lado, espetó:
—No sé si el camarada sabe adónde vamos.
Respondí que no lo sabía.
—Tampoco sé —prosiguió Diógenes sin mirarme— si el camarada sabe lo que significa recorrer el camino que estamos recorriendo ahora.
Volví a responder que no lo sabía.
Diógenes guardó silencio durante un rato, porque subíamos una cuesta y el motor hacía un ruido ensordecedor. Luego dijo:
—Camarada, este camino lleva a Sudáfrica. La frontera está a cuatrocientos cincuenta kilómetros. A cuarenta kilómetros de la frontera hay una pequeña ciudad que se llama Pereira de Eça. En ella está estacionado nuestro destacamento y es allí donde nos dirigimos. En nuestras manos está el control de las ciudades: tenemos Lubango y Pereira de Eça. Pero el territorio está en manos del enemigo. Esta selva de maleza que recorremos ahora pertenece al enemigo, que se agazapa aquí por todas partes. Al destacamento de Pereira de Eça no ha llegado en el último mes ninguno de nuestros convoyes. Todos los vehículos han caído en emboscadas. Y ahora somos nosotros quienes intentamos alcanzar el destino. Tenemos por delante cuatrocientos kilómetros de camino y en cada metro podemos caer en una emboscada. ¿Ahora lo comprende, camarada?
Supe que no lograría articular palabra, así que me limité a asentir con la cabeza, dándole a entender que sí comprendía lo que significaba ir por aquel camino que recorríamos. Luego conseguí dominarme lo suficiente como para preguntar por qué éramos tan pocos. Si formásemos parte de una compañía, o de un pelotón siquiera, tendríamos más posibilidades de alcanzar el destino. Diógenes contestó que en aquel frente los hombres escaseaban. Era necesario traerlos de Luanda o de Benguela. Aquella era una tierra prácticamente despoblada."

Ryszard Kapuscinski
Un día más con la vida