"Cuando Europa descubrió y conquistó América,
lo que hizo fue trasplantar su concepción del mundo a este inmenso continente,
destruyendo las opciones de origen netamente americano. Los países americanos,
antes y después de declararse independientes de Europa, eran calcos adaptados a
sus propias particularidades de las sociedades europeas que los habían fundado.
América del Norte, un símil de Inglaterra y, en una porción, la canadiense, de
Francia. América Latina, un calco de España, y Brasil, de Portugal. Mientras
tanto, Europa iba adueñándose también de África, Asia, Australia y las
fracciones de tierra firme que hay sembradas por el Océano Pacífico. Dado que
la idea de globalización tampoco es nueva, sino un sueño bastante viejo, vemos
que en su período de esplendor la añeja Europa extendió por todo el mundo su
idea de la realidad, imponiéndola por la fuerza política, económica y militar
en todos los casos."
Andrés García Corneille
"El
tiempo de la primera posguerra no fue sólo el período en que masas de
hambrientos y de indefensos sociales, así como miembros de la clase media
empobrecidos, iban a buscar en el fascismo y el nazismo nuevos horizontes ilusorios
para su falta de perspectivas: también fue la época que contempló un
sorprendente florecimiento de las sectas cristianas y no cristianas, en un afán
masivo de aferrarse a alguna esperanza. Con mayor empuje que en décadas
anteriores, hombres y mujeres descontentos con su suerte creyeron encontrar una
explicación adecuada en sistemas de creencias que para las generaciones
anteriores eran simplemente blasfemias, supercherías o rotundas ridiculeces sin
sentido alguno."
Andrés García Corneille
“Para los principios de los brujos, las personas comunes viven protegidas por la misma falsa realidad en la que creen. Ella los pone a salvo de las entidades y las energías poderosísimas que constituyen el universo habitado por los brujos, aquello que sólo los hombres de conocimiento pueden ver y valorar en su exacta dimensión. Del mismo modo que un brujo se ve compelido a manejarse dentro de su mundo obedeciendo a las reglas inmutables que lo animan, las personas comunes, sin saberlo, se manejan en su mundo obedeciendo a la visión que tienen del mismo. Sin embargo, lo que es conciencia y percepción en el universo brujeril, en el mundo de las personas comunes se reduce a mera ceguera e inercia, a las que se entregan gustosas. Desean sentirse seguras continuamente y, para ello, obedecen a ciertas reglas bien conocidas por los brujos. Una de ellas, es la compulsiva costumbre del hombre común a declarar quién es y qué hace, aunque deberíamos mejor decir quién supone que es y qué creer que hace. En cada persona común hay una suerte de discurso preestablecido, una rutina que repite como un actor que siente placer y seguridad al repetir a quien quiera oírlo la misma vieja historia. Esto le permite a las personas comunes mantener en vilo la imagen que se hicieron de sí mismas, algo primordial para sostenerse en su mundo.”
Andrés García Corneille
“Para los principios de los brujos, las personas comunes viven protegidas por la misma falsa realidad en la que creen. Ella los pone a salvo de las entidades y las energías poderosísimas que constituyen el universo habitado por los brujos, aquello que sólo los hombres de conocimiento pueden ver y valorar en su exacta dimensión. Del mismo modo que un brujo se ve compelido a manejarse dentro de su mundo obedeciendo a las reglas inmutables que lo animan, las personas comunes, sin saberlo, se manejan en su mundo obedeciendo a la visión que tienen del mismo. Sin embargo, lo que es conciencia y percepción en el universo brujeril, en el mundo de las personas comunes se reduce a mera ceguera e inercia, a las que se entregan gustosas. Desean sentirse seguras continuamente y, para ello, obedecen a ciertas reglas bien conocidas por los brujos. Una de ellas, es la compulsiva costumbre del hombre común a declarar quién es y qué hace, aunque deberíamos mejor decir quién supone que es y qué creer que hace. En cada persona común hay una suerte de discurso preestablecido, una rutina que repite como un actor que siente placer y seguridad al repetir a quien quiera oírlo la misma vieja historia. Esto le permite a las personas comunes mantener en vilo la imagen que se hicieron de sí mismas, algo primordial para sostenerse en su mundo.”
Andrés García Corneille
"Una sentencia, a la que puede achacársele cinismo pero no falta de precisión, afirma que cuando desaparecen los bienes materiales y no se encuentra el modo de recuperarlos, el hombre se lanza a la búsqueda de bienes espirituales con no menos tesón y perseverancia que en el caso de los primeros."
Andrés García Corneille