"¿Acaso los poetas no están siempre del lado de la justicia?"

Salvatore Quasimodo



“…Aquí en silencio lloras tu tierra:
y muerdes el pañuelo de colores
con dientes de lobo…”


Salvatore Quasimodo



“Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
traspasado por un rayo de sol:
y de pronto anochece”


Salvatore Quasimodo


“…Como la sal de las aguas
así salgo yo de mi corazón…”


Salvatore Quasimodo



“¿De dónde me llamas? Esta débil niebla
de ti resuena. Aún desde las chozas
—tiempo es de ello—…”


Salvatore Quasimodo



“Desde hace muchas noches se oye de nuevo el mar,
leve, arriba y abajo, sobre la arena lisa…


Salvatore Quasimodo



El muro

"Contra ti alzan un muro
en silencio, piedra y cal, piedra y odio,
cada día desde lugares más elevados
bajan la plomada. Los albañiles
son todos iguales, pequeños, de rostro
sombrío, maliciosos. En el muro
graban opiniones sobre los deberes
del mundo, y si la lluvia los borra
los escriben de nuevo, aún con trazos
más amplios. De vez en cuando alguno
cae de los andamios y enseguida otro
le remplaza en su puesto. No visten monos
azules y hablan una jerga alusiva.
Alto es el muro de roca,
en los huecos de las vigas ahora se deslizan
salamanquesas y escorpiones, cuelgan negras hierbas.
La oscura defensa vertical evita
desde un único horizonte los meridianos
de la tierra, y el cielo no lo cubre.
Al otro lado de este reparo
tú no pides gracia ni desorden."


Salvatore Quasimodo



“… el oscuro sortilegio de la tierra,
donde incluso entre las tumbas de escombros
brota la flor de la maligna hierba”

Salvatore Quasimodo



Elegía

"Gélida mensajera de la noche,
clara has regresado a los balcones
de casas destruidas, e iluminas
ignotas tumbas, desvalidos restos
de tierra humeante. Aquí reposa
nuestro ensueño. Y vuelves solitaria
hacia el norte, donde todo transcurre
sin luz hacia la muerte, y perseveras."


Salvatore Quasimodo




En el preciso tiempo humano

"Yace en el viento de profunda luz
la amada del tiempo de las palomas.
De mí de aguas de hojas,
sola entre los vivos, oh querida,
razonas: y a la desnuda noche
tu voz consuela
de lucientes ardores y de dichas.

Nos decepcionó la belleza, y el desvanecerse
de toda forma y memoria,
el perecedero impulso revelado a los afectos,
espejo de destellos interiores.

Mas de la hondura de tu sangre,
en el preciso tiempo humano,
renaceremos sin dolor."


Salvatore Quasimodo



“En los árboles asesinados
aúllan los infiernos…”


Salvatore Quasimodo



“En toda la tierra ríen hombres viles,
príncipes, poetas, que renuevan el mundo…”


Salvatore Quasimodo



“Este silencio quieto en las calles,
este viento indolente, que se desliza
bajo entre las hojas muertas o asciende
hacia los colores de las insignias extranjeras…”


Salvatore Quasimodo



“Hendido por un rayo de sol
todo hombre está solo
sobre el corazón de la tierra…”


Salvatore Quasimodo




Hombre de mi tiempo

"Hombre de mi tiempo, eres aún aquel
de la piedra y la honda. Estabas en la carlinga
con las alas malignas, los cuadrantes de muerte
—te vi— dentro del carro de fuego, en las horcas,
en las ruedas de tortura. Te vi: eras tú,
con la ciencia precisa dispuesta para el exterminio,
sin amor, sin Cristo. Has matado de nuevo,
como siempre, como tus padres mataron, como mataron
los animales que te vieron por vez primera,
Y huele esta sangre como la de aquel día
en el que el hermano dijo a otro hermano:
«Vamos al campo». Y aquel eco frío, tenaz,
lleó a ti, y llegó a tu jornada.
Olvidad, oh hijos, las nubes de sangre
que ascienden de la tierra, olvidad a los padres:
sus tumbas se hunden en el cenizal,
los pájaros negros, el viento, cubren sus corazones."


Salvatore Quasimodo




“La inteligencia, la muerte, el sueño
niegan la esperanza…”


Salvatore Quasimodo



“… Los pájaros buscaban el mijo
y enseguida eran de nieve;
igual que las palabras…”

Salvatore Quasimodo


Milán, Agosto 1943

Vallas en vano entre el polvo,
pobre mano, la ciudad ha muerto.
Ha muerto, se oyó el último trueno
en el corazón del barrio viejo,
y el pájaro ha caído de la antena,
allí arriba sobre el convento,
en donde cantaba, antes de posarse.
No excavéis pozos en los patios,
ya no tienen sed los vivos.
No tocar los muertos, tan rojos, tan inflados,
dejarlos en tierra en sus casas,
la ciudad está muerta, muerta.

Salvatore Quasimodo


Otoño

"Manso otoño, me domino
y someto a tus aguas para beber el cielo,
suave fuga de árboles y abismos.

Áspera pena del nacer
me encuentra unido a ti;
y en ti me quiebro y recobro la salud:

pobre cosa caída
que la tierra recoge."

Salvatore Quasimodo




“Ni la cruz ni la infancia bastan,
ni el martillo del Gólgota, ni la angélica
memoria…”


Salvatore Quasimodo



No he perdido nada

"Aún estoy aquí, el sol gira
detrás como un halcón y la tierra
repite mi voz en la tuya.
Y vuelve a comenzar el tiempo visible
en el ojo que de nuevo descubre la luz.
No he perdido nada.
Perder es ir más allá
de un diagrama del cielo
a lo largo de movimientos de sueños, un río
lleno de hojas."


Salvatore Quasimodo



Pronto se hará de noche

Todo el mundo está solo
en el corazón de la tierra
traspasada por un rayo de sol,
y pronto se hará de noche.

Salvatore Quasimodo



“…Que nadie nos recuerde a nuestras madres,
que nadie cuente un sueño del hogar.”


Salvatore Quasimodo


"… se ven rotas en el lodo ciertas cruces."

Salvatore Quasimodo


"Tal vez haya cambiado también mi tristeza,
 como si yo fuese no mío,
 por mí mismo olvidado."

Salvatore Quasimodo
También se aleja mi compañía


"Terrena noche, en tu exiguo fuego
a veces me complací
y descendí entre los mortales."


Salvatore Quasimodo



“…Tú hombre, que sigues el camino del sol,
llegas y te pierdes en la sombra más cerrada.”

Salvatore Quasimodo


“… Ya vuela la flor seca
de las ramas. Y espero
la paciencia de su cuelo irrevocable.”


Salvatore Quasimodo



“… Yazgo sobre ríos colmados
donde las islas son
espejos de sombras y de astros…”


Salvatore Quasimodo