“Contra la vieja creencia de que la extrema derecha dice abiertamente lo que la derecha moderada piensa en secreto pero no se atreve a decir públicamente (afirmar abiertamente el racismo, la necesidad de una autoridad fuerte y la hegemonía cultural de los valores occidentales, etc.), nos enfrentamos ahora con una situación en la que la extrema derecha dice abiertamente lo que la izquierda moderada piensa en secreto pero no se atreve a decir en público (la necesidad de frenar la libertad del Capital)”

Slavoj Zizek


“Cuando las corporaciones de biogenética afirman su propiedad sobre nuestros genes patentándolos, lo que también hacen es plantear la paradoja de que son dueñas de las partes más íntimas de nuestro cuerpo, de modo que todos, sin ser conscientes de ello, ya somos propiedad de una corporación.” 

Slavoj Zizek



"El acostumbrado lema del rigor ético es: «¡No hay ninguna excusa para no cumplir con el deber!». Aunque la bien conocida máxima de Kant «Du kannst, denn du sollst!» [«¡Puedes, puesto que debes!»] Parece ofrecer una nueva versión del aforismo, implícitamente lo complementa con su inversión mucho más terminante: «¡No hay excusa para cumplir con el deber!». La propia referencia a éste como excusa para mis actos debería por tanto ser rechazada como hipócrita. Recordemos el ejemplo proverbial del maestro severo y sádico que somete despiadadamente a sus alumnos a una disciplina y torturas sin cuento; su excusa ante sí mismo (y ante otros) es: «Yo mismo encuentro difícil ejercer tal presión sobre los pobres críos, pero ¿qué puedo hacer?; ¡es mi deber!». Esto es lo que prohíbe terminantemente la ética psicoanalítica, para la que soy totalmente responsable, no solamente de cumplir con mi deber, sino también de determinar cuál es éste.
Siguiendo la misma línea, en sus escritos de 1917 Lenin lanza sus sarcasmos más mordaces a quienes se dedican a una búsqueda infinita de algún tipo de «garantía» para la revolución; esa garantía asume dos formas principales: o bien la noción reificada de la Necesidad social (no se debería intentar la revolución demasiado pronto; hay que esperar el momento justo, cuando la situación está «madura» según las leyes del desarrollo histórico: «Es demasiado pronto para la revolución socialista; la clase obrera todavía no está madura») o la legitimidad normativa «democrática» («la mayoría de la población no está de nuestra parte, así que la revolución no sería realmente democrática»); como dice repetidamente Lenin, es como si el agente revolucionario, antes de intentar tomar el poder estatal, debiera obtener el permiso de alguna figura del gran Otro (organizar un referéndum que asegure que la mayoría apoya la revolución). Para Lenin, como para Lacan, «la revolution ne s'autorise que d'elle méme»: hay que asumir el acto revolucionario sin esperar la cobertura del gran Otro; el miedo a tomar el poder «prematuramente», la pretensión de una garantía, es el temor al abismo del acto.
Sólo una actitud así de radical nos permitiría romper con la forma de política actualmente predominante, la biopolítica pospolítica, que es una política de temor, formulada como defensa contra una discriminación o acoso potencial. Ahí reside la auténtica línea de la res entre la política radicalmente emancipadora y la política del statu quo: no es la diferencia entre dos visiones positivas o conjuntos de axiomas diferentes, sino la diferencia entre la política basada en un conjunto de axiomas universales y la que renuncia a la propia dimensión constitutiva de lo político, ya que recurre al miedo como último principio unificador: miedo a los inmigrantes, al crimen, a la depravación sexual atea, al Estado desmesurado (y sus pesados Impuestos), a las catástrofes ecológicas, etc.; tal (pos)política equivale siempre a una asamblea aterradora de personas aterrorizadas. Por eso el gran acontecimiento -no sólo en Europa- a principios de 2006 fue la generalización de medidas contra la inmigración, cortando finalmente el cordón umbilical que las unía a los partidos de extrema derecha. Los principales partidos en Francia, Alemania, Austria, Holanda... , con un renovado orgullo por la propia identidad cultural e histórica, consideran ahora aceptable insistir en que los inmigrantes son invitados que tienen que acomodarse a los valores culturales que definen la sociedad anfitriona: «Así es nuestro país, lo tomas o lo dejas»."

Slavoj Zizek
Robespierre. Virtud y terror




"El objeto que encarna el plus de goce fascina al sujeto, lo reduce a una mirada pasiva observando impotentemente al objeto; esta relación, desde luego, es experimentada por el sujeto como algo vergonzoso, indigno. Ser directamente paralizado por el objeto, someterse pasivamente a su poder fascinante; a fin de cuentas es algo intolerable: la demostración abierta de la actitud pasiva de "gozarlo" de algún modo priva al sujeto de su dignidad. La interpasividad debe, por lo tanto, ser concebida como una forma primordial de la defensa del sujeto contra la jouissance: difiero la jouissance al Otro que la tolera pasivamente por mí (se ríe, sufre, goza...): en este preciso sentido, el efecto del sujeto supuesto gozar, es decir, el gesto de trasponer la jouissance propia al Otro, es quizás incluso más primordial que la de "sujeto supuesto saber" o "sujeto supuesto creer". Ahí radica la estrategia libidinal del perverso que asume la posición del instrumento puro del goce del Otro: para el perverso (masculino), el acto sexual (coito) involucra una clara división de funciones en la cual él se reduce a sí mismo a un mero instrumento para el goce de ella; él está haciendo el trabajo pesado, realizando los gestos activos, mientras la mujer, transportada por el éxtasis, lo tolera pasivamente y contempla el vacío... En el curso del tratamiento psicoanalítico, el sujeto debe aprender a asumir directamente su relación con el objeto que encarna su jouissance, pasando por alto al apoderado que goza por él, en lugar de él. La pasividad fundamental rechazada de mi ser es estructurada como fantasía fundamental, que si bien me resulta, a priori, inaccesible, regula el modo en que me relaciono con la jouissance. Por este preciso motivo, es imposible para el sujeto asumir su fantasía fundamental sin sufrir la experiencia radical de la "destitución subjetiva": al asumir mi fantasía fundamental, tomo sobre mí la esencia pasiva de mi ser, es decir, el núcleo, la distancia en relación con la cual se sostiene mi actividad subjetiva.
La sustitución del objeto por el sujeto es así, en cierto modo, aún más primordial que la sustitución del significante por el sujeto: si el significante es la forma de "estar activo a través de otro", el objeto es la forma de "estar pasivo por medio del otro", es decir, el objeto es primordialmente el que sufre, soporta por mí, en mi lugar -en pocas palabras, el que goza por mí.
Así, lo que resulta intolerable en mi encuentro con el objeto es que en él, me veo a mí mismo bajo la forma del objeto sufriente: lo que me reduce a un fascinado observador pasivo es la escena de mí mismo soportando pasivamente... Lejos de ser un fenómeno excesivo que ocurre sólo en situaciones extremas "patológicas", la interpasividad en su oposición con la interactividad (no en el sentido estándar de interactuar con el medio, sino en el sentido extremo de otro haciéndolo por mí, en mi lugar), es así la característica que define el nivel más elemental, el mínimo necesario, de subjetividad: para poder ser un sujeto activo, debo deshacerme de -y transferir al otro- la pasividad inerte que contiene lo más denso de mi ser sustancial. En este preciso sentido, la oposición significante-objeto se sobrepone con la oposición interactividad-interpasividad: el significante es interactivo, está activo en mi lugar, mientras que el objeto es interpasivo, sufre por mí. El transferir de uno a otro mi propia existencia pasiva es un fenómeno mucho más extraño que el de estar activo a través de otro: en la interpasividad estoy descentrado en una forma mucho más radical que en la interactividad, puesto que la interpasividad me priva de la esencia misma de mi identidad sustancial."

Slavoj Zizek
El acoso de las fantasías



"El 'otro' interrumpe violentamente el equilibrio de mi yo. todo lo que haga el 'otro' es una violenta usurpación de mi espacio [...] la causa se convierte en trauma."

Slavoj Zizek



"En esta descripción aparentemente poética de esa criatura mítica que Lacan llama "laminilla" -el órgano que le da cuerpo a la libido-, cada palabra tiene su peso. Lacan imagina la laminilla como una versión de lo que Freud llamaba "objeto parcial": un extraño órgano que mágicamente se autonomiza y sobrevive sin el cuerpo al que debería pertenecer, como la mano cortada de las primeras películas surrealistas o la sonrisa del gato de Cheshire en Alicia en el País de las Maravillas, flotando en el aire, sola, aunque el cuerpo al que pertenece ya no esté presente: "De acuerdo -dijo el Gato; y esta vez desapareció despacito, con mucha suavidad, empezando por la punta de la cola y terminando por la sonrisa, que permaneció un rato allí, cuando el resto del Gato ya había desaparecido. ¡Vaya! -se dijo Alicia-. He visto muchísimas veces un gato sin sonrisa, ¡pero una sonrisa sin gato! ¡Es la cosa más rara que he visto en toda mi vida!". La laminilla es una entidad puramente superficial, sin la densidad de una sustancia; un objeto infinitamente plástico que puede cambiar incesantemente de forma e incluso transponerse de un medio a otro: imaginemos un "algo" que primero se escucha como un sonido agudo, y que después se muestra como un cuerpo deforme y monstruoso. Una laminilla es indivisible, indestructible e inmortal, más precisamente, un muerto vivo en el sentido que este término tiene en las películas de terror: no la sublime inmortalidad del espíritu, sino la obscena inmortalidad de los "muertos vivientes" que, después de cada aniquilación, se regeneran y siguen arrastrándose. Como dijo Lacan, la laminilla no existe; insiste: es irreal, un puro semblante, una multiplicidad de apariencias que parecen envolver un vacío central -su estatuto es puramente fantasmático-. Esta insistencia ciega e indestructible de la libido es lo que Freud llamó "pulsión de muerte", el nombre freudiano que paradójicamente designa su opuesto, la forma en que la inmortalidad se inscribe en el psicoanálisis: un exceso de vida siniestro, un impulso de muerto-viviente que persiste más allá del ciclo (biológico) de la vida y de la muerte, de la generación y de la corrupción. Freud identifica la pulsión de muerte con la "compulsión de repetición", un impulso ominoso a repetir experiencias dolorosas del pasado que parece exceder las limitaciones naturales del organismo y persistir más allá de la muerte. La relación entre la pulsión de muerte y el objeto parcial se encuentra claramente representada en el cuento fantástico de Andersen "Los zapatos rojos", la historia de una joven que se pone unos zapatos mágicos que tienen vida propia y que la fuerzan a bailar sin parar. Los zapatos representan la ilusión incondicional de la joven, que persiste ignorando las limitaciones humanas, de manera tal que el único modo en que la pobre muchacha puede deshacerse de ellos es cortándose las piernas."

Slavoj Zizek
¿Cómo leer a Lacan?


"En la Dialéctica del Iluminismo, Adorno y Horkheimer sostienen que la promesa del Iluminismo de liberar al hombre de su tutela autoimpuesta no puede ser lograda mediante la razón, que es un mero instrumento de autopreservación: “el dominio universal sobre la naturaleza se retuerce contra el mismo sujeto pensante, del cual no queda más que ese mismo, eternamente igual “yo pienso” que debe poder acompañar todas mis representaciones”. Para fundamentar esta tesis, investigan la arqueología psíquica del yo. La historia de Odiseo revela para ellos el punto oscuro en la constitución de la subjetividad occidental: el miedo del yo al “otro” -al que se identifica con la naturaleza- es superado en el curso de la civilización mediante la dominación del otro. Sin embargo, ya que el otro no es completamente extraño, sino que el yo como naturaleza es también otro con respecto a sí mismo, la dominación de la naturaleza sólo puede significar autodominación. El yo homérico, que distingue entre las fuerzas oscuras de la naturaleza y la civilización, expresa el miedo original de la humanidad de ser absorbida por la otredad. El mito, que relata cómo el héroe constituye su identidad reprimiendo la multiplicidad de la naturaleza, también expresa el anverso de esta historia. La humanidad paga por superar el miedo al otro internalizando a la víctima. Odiseo escapa al llamado de las sirenas sólo al someterse a sí mismo voluntariamente a su encanto torturante. El acto de sacrificio escenifica repetidamente la identidad de los humanos con las fuerzas más oscuras de la naturaleza, para permitirles purgar la naturaleza que se encuentra dentro de la humanidad misma. No obstante, como lo muestra la regresión de cultura a barbarie causada por el nacionalsocialismo, el ardid [ List ] de Odiseo, el origen de la ratio occidental, no ha sido capaz de superar el miedo original de la humanidad hacia el otro. El judío es el otro, el extranjero, el que es a la vez humano y subhumano. Mientras que el ardid de Odiseo consiste en un intento de apaciguar la otredad por medio de un acto mimético de volverse como ella -Odiseo ofrece a los cíclopes sangre humana para beber, duerme con Circe, y escucha a las sirenas-, el fascismo, a través de la proyección, convierte al otro en igual a él mismo."

Slavoj Zizek
Ideología



“Es bien sabido que el botón de «Cerrar puertas» en casi todos los ascensores no es más que un placebo disfuncional que se coloca allí para dar a las personas la falsa impresión de que de algún modo participan y contribuyen a aumentar la rapidez con que se realiza el viaje en ascensor. Al apretar el botón, la puerta se cierra en el mismo momento en que lo hubiera hecho si sólo hubiéramos apretado el botón del bajo sin intentar «acelerar» el proceso presionando también el botón de «Cerrar las puertas». Este caso claro y extremo de falsa participación es una metáfora adecuada para retratar la falsa participación de los individuos en el proceso político "postmoderno".”

Slavoj Zizek



“¿Es posible establecer más claramente que la diferencia sexual no designa ninguna oposición biológica basada en propiedades «reales», sino una oposición puramente simbólica con la que nada corresponde en los objetos designados: nada excepto lo Real de un X sin identificar que no puede ser captado en la imagen del significante?”

Slavoj Zizek



"Es posible que la mejor manera de captar la esencia de una época sea examinar no las características explícitas que definen sus construcciones sociales o ideológicas, sino los fantasmas no reconocidos que la pueblan, y que moran en una región misteriosa de entidades inexistentes que, sin embargo, persisten y siguen haciendo valer su fuerza."

Slavoj Zizek
El Frágil Absoluto


“La cuestión no es sólo que los auténticos problemas se confunden como consecuencia de la corrupción de la ciencia derivada de su dependencia financiera de las grandes compañías y de los organismos estatales. Incluso aisladas de toda influencia externa, las ciencias no nos pueden dar la respuesta.”

Slavoj Zizek



“La ironía de la historia es que, en los países ex comunistas de Europa del Este, los comunistas “reformados” fueron los primeros que aprendieron la lección. ¿Por qué muchos de ellos volvieron al poder por la vía de elecciones libres a mediados de los años ’90? Ese retorno prueba de manera definitiva que, en efecto, esos estados han entrado en el capitalismo. Lo que equivale a preguntarse: ¿qué es lo que defienden hoy los ex comunistas? Dada su relación privilegiada con los nuevos capitalistas emergentes (la mayoría miembros de la vieja nomenklatura que privatizó las compañías que alguna vez dirigieron), ellos forman, ante todo, el partido del gran Capital; más aún, para borrar los rastros de su breve pero aun así traumática experiencia con una sociedad civil políticamente activa, se fijaron la regla de abogar por una rápida desideologización, se retiraron del compromiso con la sociedad civil activa para refugiarse en el consumismo pasivo y apolítico, las dos rasgos verdaderos que caracterizan al capitalismo contemporáneo.” 

Slavoj Zizek



"La pasividad casi total es la fantasía repudiada que sustenta nuestra experiencia consciente como sujetos activos que se postulan a sí mismos; se trata de la fantasía perversa definitiva: la idea de que en nuestro fuero interno somos instrumentos de la jouissance del Otro (Matrix), exprimidos de nuestra substancia vital como si fuéramos baterías. Ese es el enigma del mecanismo actual: ¿por qué necesita Matrix energía humana? La energía como tal es, desde luego, insignificante: Matrix podría haber encontrado fácilmente otra fuente de energía más segura, que no habría exigido la organización, extremadamente compleja, de la Realidad Virtual, donde se coordinada virtualmente a millones de unidades humanas. La única respuesta coherente es: Matrix se nutre de la jouissance humana; aquí retornamos a la tesis lacaniana fundamental de que el gran Otro, lejos de constituir una máquina autónoma, necesita él mismo la constante afluencia de jouissance. Así es como deberíamos invertir el estado de cosas presente en Matrix: lo que en la película aparece como el despertar a nuestra auténtica situación es, de hecho, su opuesto exacto, la fantasía fundamental misma que sustenta nuestro ser.
En «Le prix du progrés», uno de los fragmentos con los que concluye la Dialéctica de la Ilustración, Adorno y Horkheimer citan el análisis del fisiólogo francés del siglo XIX Pierre Flourens en contra de la anestesia médica con cloroformo: Flourens sostiene que se puede demostrar que la anestesia opera únicamente sobre la red neuronal de nuestra memoria. Dicho en pocas palabras, mientras somos destripados vivos en la mesa de operaciones, experimentamos plenamente un terrible dolor, pero más adelante, cuando nos despertamos, no lo recordamos... De acuerdo con Adorno y Horkheimer, esto es, evidentemente, una metáfora perfecta del destino de la Razón, fundado sobre la represión misma de la naturaleza: el cuerpo, la parte de naturaleza que existe en el sujeto, siente el dolor plenamente; sin embargo, y a causa de la represión, no lo recuerda. Esta es la revancha perfecta de la naturaleza por el dominio que ejercemos sobre ella: sin saberlo, somos las mayores víctimas de nosotros mismos al destriparnos en vida... ¿Acaso no podríamos interpretar esto también como el escenario fantástico perfecto de la interpasividad, de esa Otra Escena, en la que pagamos el precio de nuestra intervención activa en el mundo? No existe agente activo libre sin este sostén fantasmático, sin esta Otra Escena en la que es totalmente manipulado por el Otro. Quizá, la necesidad caricaturesca de los altos directivos, que deciden diariamente el destino de miles de empleados, de refugiarse en el juego de actuar como esclavos ante una dominatriz en el espectáculo sadomasoquista tiene una base más profunda de lo que creemos.
Deberíamos reconocer en el análisis de Agamben su carácter plenamente radical al cuestionar la noción misma de democracia; es decir, su noción de Homo sacer no debería diluirse como un elemento integrado en un proyecto democrático-radical cuyo fin es renegociar/redefinir los límites de la inclusión y la exclusión, a partir del cual el campo simbólico ha de abrirse progresivamente a las voces de aquellos que están excluidos de la configuración hegemónica del discurso público. Esto es lo esencial en la lectura de Antígona de Judith Butler: «el límite que ella representa, un límite para el que ni existe lugar ni representación traducible posible, es [...] la traza de una legalidad alternativa que aparece en la esfera pública consciente como su futuro escandaloso»24. Antígona lanza su grito en nombre de todos aquellos que, como los sans-papiers en la Francia de hoy en día, carecen de un estatuto socio-ontológicamente definido, y la propia Butler se refiere también aquí al Homo sacer de Agamben25. Por este motivo deberíamos aferrar no la posición desde la que (por la que) está hablando Antígona, ni el objeto de su grito: a pesar del énfasis que pone en la singularidad de la posición de su hermano, este objeto es más ambiguo de lo que parece (¿no es el propio Edipo su herman(astr)o?); su posición no es simplemente femenina, puesto que ella entra en el dominio masculino de los asuntos públicos, ya que se dirige a Creonte, el jefe del Estado, en su mismo lenguaje, apropiándose de su autoridad de un modo perverso/desviado; tampoco habla en nombre de su estirpe, tal y como sugiere Hegel, puesto que su propia familia representa la corrupción (incestuosa) más extrema del ordenamiento adecuado del parentesco. Su grito desplaza, por lo tanto, los contornos fundamentales de la Ley, lo que ésta incluye y excluye.
Butler desarrolla su interpretación contra dos oponentes fundamentales: no sólo Hegel, sino también Lacan. En opinión de Hegel, el conflicto es concebido como algo interno al orden sociosimbólico, como la escisión trágica de la substancia ética: Creonte y Antígona representan sus dos componentes, el Estado y la familia, el Día y la Noche, el orden humano legal y el orden divino subterráneo. Lacan, por el contrario, enfatiza el modo en el que Antígona, lejos de representar a los suyos, asume la posición límite del gesto mismo que instituye el orden simbólico, el imposible nivel-cero de simbolización, que es por lo que aparece ya muerta en términos del orden simbólico, excluida de las coordenadas socio-simbólicas. Butler, en lo que casi me atrevería a llamar una síntesis dialéctica, rechaza ambos extremos (la localización del conflicto dentro del orden sociosimbólico, en la visión de Hegel, y la noción lacaniana de la disposición-al-límite, a alcanzar el afuera del orden, de Antígona): Antígona socava el orden simbólico existente no sólo desde su exterioridad radical, sino desde el posicionamiento utópico de aspirar a una rearticulación radical del mismo. Antígona es una «muerta viviente», no en el sentido de adentrarse en el misterioso dominio del Ate, de aproximarse al límite de la Ley (interpretación que Butler atribuye a Lacan); es una «muerta viviente» en el sentido de asumir públicamente una posición inhabitable, una posición para la que no hay lugar en el espacio público, no a priori, sino únicamente en relación al modo en el que este espacio está estructurado en estos momentos, en condiciones específicas e históricamente contingentes."

Slavoj Žižek
Bienvenidos al desierto de lo real



“La perspectiva que vislumbramos es que tanto la red comunicacional que usamos como el lenguaje genético del que estamos hechos serán propiedad de y controlados por corporaciones (o por una corporación) libres del control público.”

Slavoj Zizek



“La pregunta de cómo es posible socavar realmente el sistema capitalista global no es una pregunta retórica. Tal vez no sea realmente posible, al menos no en un futuro inmediato.” 

Slavoj Zizek



“La presencia espectral del Capital es la figura del Otro que no sólo sigue siendo operativo cuando se desintegran todas las encarnaciones tradicionales del Otro simbólico, sino que directamente provoca esa desintegración: lejos de enfrentarse con el abismo de la libertad -cargado como está con el peso de una responsabilidad que no se alivia recurriendo a la mano auxiliadora de la Tradición o la Naturaleza-, el sujeto actual está preso, ahora quizá más que nunca, en una compulsión inexorable que gobierna efectivamente su vida.”

Slavoj Zizek


"La tendencia en el desarrollo de las computadoras es la invisibilidad. El zumbido de las grandes máquinas con misteriosas luces que se prenden y se apagan será progresivamente reemplazado por piezas diminutas adoptadas imperceptiblemente al ambiente 'normal' que nos rodea, permitiendo un funcionamiento más aceitado. Las computadoras se volverán tan pequeñas que será invisibles. Van a estar en todas partes y en ninguna a la vez, y serán tan poderosas que van a desaparecer de la vista." 

Slavoj Žižek


“La utopía es pues el esfuerzo por salir de la cúpula cerrada al hedor y la decadencia de la cruda realidad.” 

Slavoj Zizek




"Nos sentimos libres porque carecemos del lenguaje para articular nuestro cautiverio."

Slavoj Zizek


"Pensemos en la autoridad simbólica: para funcionar efectivamente como autoridad tiene que permanecer no completamente actualizada, en estado de amenaza constante."

Slavoj Zizek


"(...) Zygmunt Bauman ha caracterizado los disturbios como acciones de 'consumidores defectuosos y descalificados': más que nada, una manifestación de un deseo consumista violentamente escenificado, incapaz de realizarse del modo adecuado: por la compra. Como tal, también contiene un momento de genuina protesta, en forma de una irónica respuesta a la ideología consumista: '¡Nos invitan a consumir, a la vez que nos privan de los medios para hacerlo adecuadamente; así que lo estamos haciendo de la única manera que podemos!' Los disturbios son una manifestación de la fuerza material de la ideología, lo que desdeciría la llamada 'sociedad posideológica'. Desde un punto de vista revolucionario, el problema de los disturbios no es la violencia como tal, sino el hecho de que la violencia no sea realmente autoasertiva. Es rabia impotente y desesperación enmascaradas como exhibición de fuerza, es la envidia disfrazada de carnaval triunfante."

Slavoj Zizek