“…Estoy ante ti en el polvo frío
estoy ante ti desde algún sitio
desde una aterida oscuridad
estoy ante ti…”

Friederike Mayröcker


Inventario de un lapso de vida

en mi mochila
un tronquito de tomillo
dos monedas
un lápiz romo
anotaciones arrugadas
migas de galleta
un broche verde para la ropa
la tarjeta de visita de una germanista japonesa
un peine pequeño y desdentado
las hormigas de Dalí sobre una hoja de música

Friederike Mayröcker


Mysterium

La imagen sacra tiene
una espina azul.
Jesús es bautizado
en naranja. Casi más allá
una y otra vez el Juicio Final.
Bienaventurados que sonríen y
forman coros. Verde clara
la tierra se hunde, pero
los cielos pronto se apaciguan.
Más claros, ondean como argénteas
banderas en lento movimiento,
y el cirio más alto se afana
y da olor.
Estoy ante ti en el polvo frío
estoy ante ti desde algún sitio
desde una aterida oscuridad
estoy ante ti y canto loas:
miradas de alabanza me elevaron
de los cansados estribos de mi
sentimiento, sin un
murmullo. 

Friederike Mayröcker



Los secretos oceánicos (Pamir)

Friedrichshafen es un atracadero para ratones
también Cuxhaven fue a dar al alcázar de las nubes
la búsqueda comenzó allí donde se ocultaron dos muchachas
     nubadas los barqueros incansables y los rocines marinados
           quebrantaron el rumbo público
volaban henchiendo y los vientos del poniente y los alisios azotaban
y hacia el cielo era el camino al moverse las velas
sobre la gélida ruta celeste pasan los pájaros
agradeciendo con las rizadas plumitas y los ojos de frambuesa

           picotean a los últimos tiburones
inmóviles cruzaron los mástiles jubilosos de banderas y los
           crujientes círculos polares remolinearon dos veces
de lejos llegaron los vientos y partieron a mordiscos la corteza
de azul de vendaval los cangrejos de la travesía hendieron la quilla
           en las cuerdas sonantes
de las radiantes aguas fluyeron tales relojes de sol en
           un fulgor:
laboriosa mala estrella sobre el corredor central del capitán
atónito se escurrió el canalón del vacío
suavidad marítima brotó de la flor del cielo
las aniquilaciones se dieron a conocer a la popa
sobre el estrecho de Gibraltar marchan las espuelas de los
           jinetes celestiales como un coro de ángeles en vuelo
por en medio va un gigantesco mariscal de campo con las miradas
           sobre una inquieta costa maravillosa
la tierra alba como la cal está cerca
huyendo estalla la comunidad lunar y un cirio de color perlado
           fluye
a la altura del viento se elevan los radiogramas de la cubierta
           holandesa oriental
jugando en la red del mástil penden las palomas del gris cielo de Indias
astros precoces sobre la tierra virgen de los galeones
lejano y coronado de niebla terriblemente excitado chorreante
           recomienza el aliento de los grumetes
hacia el azul de la mañana marina hacia el gualdo del sol marino
           saludan los cantos de la tripulación perdida
a su madre muerta saluda el muerto marinero
en la cuna del velero ella espera fuera del grito jubiloso
del resplandeciente sol matinal un marchitar oscilante
las chillonas son aves de mal agüero
recobrado está un clamor a la servidumbre de las nubes
a la tierra de la habitual rosa de los vientos
al exfoliante rostro del sol
desvaneciéndose en la espira de una noche soñada se abisman
           descuidados los jóvenes
hasta el tuétano hiere el mástil
rostros fugazmente sumergidos en el baño naranja del nunca-más-mañana
vuelo a través de ramificadas nubes
de coágulos azules
tierra virgen de pensamientos solitarios
túnel ácueo para manos remanentes
picos y dentaduras de tiburones
negro de mar para un puñado de corazones.

Friederike Mayröcker


Retorno a ti niño muerto

Tengo un niño yace enterrado
con dos ojos-ojos azules
dos ojos del color del pomito de olor
y las aves trizadoras de Etiopía acuden en bandadas
en torno a sus dos ojos azules para arrancarlos con sus picos
y los pequeños cisnes de Seckau
que querían venir al bautismo
se han vuelto volando
mi bello niño muerto yace sobre mí
y encima de mí ha respirado
yo oía sus largos alientos dormidos
parecía el murmullo de las hojas en los árboles estivales
cuando bajo la techumbre de esos árboles él y yo nos acuclillábamos
y las hojas verde esmeralda murmuraban
y él me miraba desde sus ojos azules
y los árboles seguían murmurando luego y murmuraban:
pronto estará muerto…
pusimos luego en la iglesia su ataúd
tenía tan sólo una pequeña ventanita
por la que él miraba hacia afuera
es mi niño
y se llamaba como el cielo azul y el arrebol
y el viento matinal en primavera y las hojas en la copa murmurante
y el narciso y el más bello de los días
y aunque le había cerrado los ojos
los párpados volvían y volvían a elevarse
tenía ojos azules y una redonda naricita
y una boca entreabierta con dos hermosos dientes
era un varoncito
era un regalo como jamás lo había antes recibido
lo amo por sobre todo
está muerto
ya no volverá jamás
a mi brazo izquierdo a mi brazo derecho a mis dos brazos
a mis pechos yaciendo sobre mí yo inclinada sobre él
las aves todas los arroyos todos las piedras todas las nubes todas y el humo

vienen a la ventanita y contemplan a mi niño muerto
yo le tejo una guirnalda de diente de león silvestre
le entrelazo un suave cestillo para el rostro
plantaré sus ojos azules en la tierra
como un par de flores de azafrán
derramaré sus cabellos rubios
esparciré su boca su nariz su piel
sus rodillas y muslitos
sus uñas sus lugares rubicundos en los pliegues del codo
jugaba con pequeños caballitos y borriquillos de crin rizada
con espiralados caracoles a la vera del camino
y soplaba en sus cuernos
y se posaba gozoso las antenas de las mariposas
y compartía con las lilas
las nubes de lluvia y a las bellísimas nubes saturadas de la siesta
a los balcones los conocía por su nombre
y como Miró escribía en ellos: »s 5«, »s 5«, »s 5«, y sin cesar
salteaba muchas cosas
y arriesgaba los saltos más osados de hocico a hocico de oveja
hasta que la lana se desgreñaba más y más
le gustaba encrespar el agua con la mano
y yo arreglaba cosiendo su peinado
él sacaba hacia adelante la bandera negra
y a su horquilla le ponía un asta
la mandaba a buscar el cordero pascual de mansa errancia
e iba por la punteada curvatura de un arbusto maduro
de viburno
se iba a menudo con mi sombrilla azul
yo gritaba detrás de él y lloraba por su dulzura
(él está muerto él es mi todo).

Friederike Mayröcker




Tilo cintilante

Hacia el clarísimo limón
oh arce tañendo tanto
el arpa; derraman
guirnaldas su rojo sanguíneo
como cabello de mujer en llamas:
rastro playo de la
luz vagando
en el lácteo mediodía
...........
cómo te nombro
cuando pienso en ti
y tú no estás:

mi fresa silvestre
mi lagartija confitada
mi cucurucho consuelo
mi hilador de seda
cuco de mis cuidados
mi Aurelia
mi flor de grava
mi criatura en sueño
mi mano matutina
mi muy olvidadizo
crucero de mi ventana
mi ocultador lunar
mi cayado argénteo
mi crepúsculo vespertino
mi hebra solar
mi liebre hocicuda
mi cabeza cervuna
mi pata de liebre
mi rana de escalera
mi guirnalda de luces
mi ladrón de primavera
mi jamelgo temblón
mi caracol de plata
mi tintero
mi zorro escobillero
mi talador
mi fugitivo tempestuoso
mi guardaosos
mi muestradientes
mi oreja de caballo
mi árbol en el Práter
mi cuerno espiralado
mi portamonos
mi fin de invierno
mi alcaucil
mi medianoche
mi contador regresivo.

(¡da capo!).

Friederike Mayröcker