"Escucha: ¿Como es posible
que nuestra voz turbada se funda así
con las estrellas?.."

Philippe Jaccottet






“… Guardadle, cal y yedra, del viento del alba,
de las noches tan largas, y de la otra, la eterna.”

Philippe Jaccottet



La voz

¿Quién canta ahí cuando toda voz se calla? ¿Quién canta
con esta voz sorda y pura un canto tan bello?
¿Será fuera de la ciudad, en Robinson, en un
jardín cubierto de nieve? ¿O es ahí, muy cerca,
alguien que no sospechaba que se le escuchase?
No nos impacientemos por saberlo,
pues no de otro modo precede al día
el pájaro invisible. Tan sólo permanezcamos
en silencio. Una voz sube, y como un viento de marzo
restituye su fuerza a los bosques cansados, nos llega
sin lágrimas, más bien sonriendo ante la muerte.
¿Quién cantaba ahí cuando se apagó nuestra lámpara?
Nadie lo sabe. Pero sólo puede oír el corazón
que no busca posesión ni victoria.

Philippe Jaccottet
Traducción: Rafael-José Díaz


Las distancias

"Giran los vencejos en las alturas del aire:
pero aún más altos giran los astros invisibles.
Cuando el día se retire a las extremedidades de la tierra
surgirán estos fuegos sobre la extensión de oscura arena…

Así habitamos una región de movimientos
y de distancias; así el corazón
va del árbol al pájaro, del pájaro a los astros remotos,
del astro a su amor. Así el amor
se enciende en la casa cerrada, gira y trabaja,
servidor de quienes llevan, inquietos, una lámpara en la mano."

Philippe Jaccottet



Mientras te escucho

Mientras te escucho,
el reflejo de una vela
tiembla en el espejo
como una llama trenzada
en agua.

Esta voz, también, ¿no es el eco
de otra, más real?

¿ Va él a escucharla, él que se debate
entre las manos siempre demasiado lentas
del verdugo?
¿La oiré yo?

Si alguna vez hablan por encima de nosotros
entre los árboles constelados de su abril.

Philippe Jaccottet
Traducción: Rafael-José Díaz"


Pensamientos bajo las nubes


"—Desde luego no creo que hagamos tal viaje
cruzando esos cielos que irían aclárandose,
empeñados es desafiar las leyes de la sombra.
No nos veo girando para siempre como águilas invisibles
en torno a unas cimas, también invisibles
por exceso de luz…
(No se recorre la eternidad
recogiendo los cascotes del tiempo. La espalda se encorva sólo
para espigar. No vemos más
que los labrados terrones y los surcos de la reja
a través de nuestra tumba paciente.)
—Es cierto que habremos visto poco el sol esos días,
no es fácil confiar bajo tanta nube,
la base de las montañas exhala demasiada niebla…
Tendríamos que ser muy débiles
para abandonar a falta de un poco de sol
y no poder llevar a la espalda, unas horas,
un hatillo de nubes…
Deberíamos ser muy ingenuos aún
para creernos salvados por el azul del cielo
o castigados por la noche y la tormenta.)
—¿Pero hasta dónde pensabais llegar, con esos pies tan usado?
¿Sólo hasta la esquina de casa, o cruzar
de nuevo alguna frontera?
(Sueña el niño en llegar más allá de los montes
como a veces lo hace el viajero, y su aliento en lo alto
se hace visible, como dicen de las almas de los muertos…
Nos preguntamos qué imagen verá transitando
por el espejo de las nieves, qué llama brillar,
y si detrás hallará una puerta entreabierta.
Imaginamos que en aquellas lejanías eso es posible:
Una vela ardiendo en un espejo, una mano
cercana de mujer, una oquedad…)
Pero vosotros, ahora, tal como os veo,
no tendréis ya fuerzas para beber en esas copas de cristal,
estaréis sordos a las campanas de esas altas torres,
ciegos a esos faros que giran con el sol,
pésimos navegantes para un paso tan estrecho…
Se os perciben mejor las grietas de las penas,
rezumando sudores de muerte, antes náufragos
que arrastrados hacia esos postreros cisnes altivos…
—Desde luego, aún no creo que vayamos a hacer ese viaje,

ni que nos libremos del hacha tenebrosa
cuando las alas del mirar ya no puedan latir.
Transeúntes. No nos volverán a ver por esos caminos,
como tampoco vimos de nuevo nuestros muertos
ni sus sombras…
Su cuerpo es ceniza,
ceniza su sombra y su recuerdo; a la propia ceniza
un viento sin nombre y sin rostro la dispersa,
pero a ese mismo viento, ¿qué lo disipa?
Sin embargo
aún habremos escuchado, al pasar,
esos gritos de pájaros bajo las nubes
en el silencio vacío de un mediodía de octubre,
esos gritos confusos, a un tiempo próximos y también tan lejanos
(son escasos, porque el frío
ya se acerca como una sombra tras el arado de la lluvia),
midiendo el espacio…
Y yo creo que camino debajo,
creo que han hablado; pero no preguntando o llamado,
sino que han respondido. Bajo la neblina de octubre.
Y ya es otro día, estoy en otro lugar,
callan o dicen otras cosas,
yo paso, me asombro, y nada puedo añadir."


Philippe Jaccottet




“…Una voz sube y, como un viento de marzo
restituye su fuerza a los bosques cansados, nos llega
sin lágrimas, más bien sonriendo ante la muerte…”


Philippe Jaccottet




“Yo soy como aquel que cava en la bruma
en busca de aquello que escapa a la bruma…”

Philippe Jaccottet