"El hombre está atado a la rueda del destino hasta que sobre él amanece la conciencia de la posibilidad de elección que le ha concedido Dios. Tiene entonces un atisbo de la naturaleza paradójica de la fuerza que lo ha atado, pero que le ha dado también el poder de romper sus ataduras si quiere escoger el dolor que lleva consigo la pugna, y aceptar los peligros de la libertad con que habrá de tropezar en la espiral ascendente que es el camino que se inicia a partir de la rueda quebrada."

Frances G. Wickes