“A Thoreau le parecía muy bien ensalzar a las marmotas y enojarse con los granjeros. Pero si la sociedad constituye un masivo fracaso moral, los granjeros tienen sus razones para seguir dormidos.”

Saul Bellow



“Convertir a los artistas en capitalistas era una idea graciosa de cierta profundidad. Estados Unidos decidió probar las pretensiones de la estética aplicando la medida del dólar.”

Saul Bellow



“- ¿Cree usted que hay alguna distinción entre la ignorancia y la indiferencia?

- Ni lo sé, ni me importa.”


Saul Bellow



“Cuando pedimos consejo, estamos, por lo general, buscando un cómplice.”


Saul Bellow



“El amor es la gratuidad del ser.”


Saul Bellow



“Es un mundo asqueroso de finuras y excrementos. Una civilización orgullosa y vaga que adora su propio aburrimiento.”


Saul Bellow



“Esa gran artista, la muerte, empieza muy lentamente a dar sus primeros toques.”


Saul Bellow



“Fealdad urbana, llevado por el espíritu moderno de redimir la vulgaridad, aquel conjunto de ruinas y trastos por medio del arte y la poesía, por el poder superior.”

Saul Bellow



"¿Ha cambiado París? Como todas las capitales europeas, la ciudad ha sufrido transformaciones. Entre las más notorias y desagradables está el tropel de altas torres más allá de las antiguas puertas. Barrios viejos como Passy, especialmente atractivos por su descolorido aspecto, resultan hoy casi desconocidos con sus nuevos edificios de oficinas y apartamentos, la mayoría de los cuales convendría más a un puerto del Mediterráneo que a París. No es fácil añadir color al persistente gris nórdico, la nativa grisaille parisiense: pétrea, brumosa, húmeda y, la mayor parte del año, desprovista de toda luminosidad. La melancolía acabará por imponerse en esos nuevos inmuebles; pueden estar seguros. Cuando Verlaine escribió que llovía en la calle como llovía en su corazón (refiriéndose casi a cualquier ciudad de la región), no exageraba lo más mínimo. Yo que he vivido en París (llegué en 1948), puedo dar testimonio de ello. La nueva arquitectura urbana se verá impotente contra la grisaille. La melancolía parisiense no es simplemente climática: es una fuerza espiritual que no sólo afecta a los materiales de construcción, las fachadas y los tejados, sino también al carácter, la opinión y el juicio. Es un poderoso astringente.
Pero los cambios... No hace mucho me di un paseo por París para ver cómo una treintena larga de años había transformado la ciudad. El nuevo rascacielos del bulevar Montparnasse es casi un accidente, una construcción arrancada de Chicago y puesta en un rincón de una calle de París. En los sitios que yo frecuentaba entre el bulevar Montparnasse y el Sena, lo que se nota inmediatamente es la desaparición de ciertos establecimientos baratos. Los elevados alquileres han hecho desaparecer los bistrós que antes servían almuerzos deliciosos y baratos. Cierto encanto decrépito está dando paso a una novedad sin atractivo, de precios abusivos y decoración sobrecargada."

Saul Bellow
Todo cuenta


“Hace ya muchas décadas que no se han visto seres humanos en los puestos más elevados de los gobiernos, en ninguna parte del mundo. La humanidad debe recobrar su capacidad imaginativa, recobrar el pensamiento vivo y el ser auténtico, rechazar de una vez para siempre estos insultos al alma, y hacerlo pronto. ¡O perecer!”


Saul Bellow



“La felicidad solo es un estado que depende de nosotros mismos y de cómo nos planteemos la vida.”


Saul Bellow


"La sensación de nuestros poderes reales, energías que parecen provenir del universo mismo, va y viene también... Nos resistimos a hablar de ello porque no podemos probar nada, porque el lenguaje nos resulta inadecuado, y porque hay poca gente a quien le guste arriesgarse a hablar de ello. Eso les obligaría a confesar "eso es espíritu", y eso es tabú."

Saul Bellow



“Migajas de decencia, lo único que nosotros los pobres podemos ofrecernos unos a otros.”


Saul Bellow



“Nunca entenderé lo que quieren las mujeres. ¿Qué desean? Comen ensalada y beben sangre humana.”


Saul Bellow



“Pedirle lo imposible a cualquier ser humano, ejercer el poder donde no puede ser ejercido, es tiranía.”


Saul Bellow



“¿Será que el número de personas de Estados Unidos que se tomaron en serio el arte y el pensamiento es tan pequeño que incluso aquellos que fracasaron son inolvidables?” 


Saul Bellow


"Una vez más, el vetusto violinista le apuntó con el arco cuando pasó deprisa frente a él. Wilhelm no le dio limosna y se negó a ver cualquier presagio. Se abrió camino pesadamente a través del tráfico, y con sus pasos cortos y rápidos, subió la escalera de entrada del hotel Gloriana, con sus espejos oscuros, tan benévolos con los defectos de la gente. Desde el vestíbulo, telefoneó a la habitación de Tamkin, y al no tener respuesta, subió en ascensor. Una mujer de unos cincuenta años, con colorete y una estola de armiño, llevaba de la correa a tres perritos diminutos, unas criaturas nerviosas de negros ojos saltones, como ciervos enanos, y patas como palillos. Era la estonia excéntrica que habían trasladado con sus animalitos al piso doce. Reconoció a Wilhelm.
-Usted es el hijo del doctor Adler-dijo.
Con cierta ceremonia, él asintió.
-Soy una buena amiga de su padre.
Él se quedó parado en el rincón sin mirarla de frente; ella pensó que quería hacerle un desaire y tomó nota mentalmente para decírselo al doctor.
El carrito de la ropa blanca estaba ante la puerta de Tamkin, y la llave de la doncella con su gran lengua de latón sobresalía de la cerradura.
-¿Ha venido el doctor Tamkin? -le preguntó.
-No, no lo he visto.
Wilhelm se asomó, no obstante, para echar un vistazo. Examinó las fotos que había sobre la mesa, tratando de relacionar las caras con los extraños personajes de las historias de Tamkin. Gruesos y pesados volúmenes se amontonaban bajo las dos varillas de la antena de televisión. Ciencia y razón, leyó, y había varios libros de poesía. El Wall Street Journal colgaba de la mesilla con hojas separadas, sujeto por el peso de la jarra plateada. Un albornoz con brillantes listas rojas y azules estaba extendido al pie de la cama, junto a un lujoso pijama estampado. Era una habitación angosta, pero por las ventanas se veía el río hasta el puente en dirección norte, y hasta Horboken hacia abajo. Entremedias todo era profundo, azul, sucio, complejo, cristalino, herrumbroso, con la roja osamenta de los nuevos bloques que surgían sobre los acantilados de Nueva Jersey, y grandes trasatlánticos en sus muelles, los remolcadores con sus barbas de cordaje. El salobre olor de la marea llegaba desde el río hasta aquella altura, como un olor de agua de fregar. Por todas partes se oían pianos, y voces de hombres y mujeres entonando escalas y ópera, todo mezclado, y el ruido de palomas en los aleros.
Wilhelm volvió a coger el teléfono."

Saul Bellow
Carpe diem