“… como el poema, la imagen es un arte de inmovilizar el instante.”

Pere Gimferrer
Segundo dietario (1980-1982), 1982



"Concibo el verso, antes de conocer su sentido lógico y semántico. Primero, el ritmo, luego, el sonido y después, la palabra. Cuento con que dentro de mí hay una coherencia. Las palabras se organizan si por dentro estás organizado. Cada cuatro o cinco versos, tomo notas rápidamente casi con taquigrafía. Es importante hacerlo deprisa porque a veces no entiendo mi propia letra."

 Pere Gimferrer


Cuchillos en abril

Odio a los adolescentes.
Es fácil tenerles piedad.
Hay un clavel que se hiela en sus dientes
y cómo nos miran llorar.

Pero yo voy mucho más lejos.
En su mirada un jardín distingo.
La luz escupe en los azulejos
el arpa rota del instinto.

Violentamente me acorrala
esta pasión de soledad
que los cuerpos jóvenes tala
y quema luego en un solo haz.

¿Habré de ser, pues, como estos?
(La vida se detiene aquí.)
Llamea un sauce en el silencio.
Valía la pena ser feliz.

 Pere Gimferrer



"De la poesía, y del arte en general, hay que preguntar no qué significa sino qué es."

 Pere Gimferrer


"El amor es escenificación de la vida, como una obra de teatro o una película."

 Pere Gimferrer



"El aprendizaje dura tanto como dura la vida, si creemos en ella; o bien se acaba en seco, súbitamente, si dejamos de creer."

 Pere Gimferrer



"(...) El entendimiento. Para mí es esencial. Hay muchas otras cosas: la entrega en el sentido emocional, no únicamente en el físico...Pero antes que todo eso está el entendimiento."


 Pere Gimferrer


"El plan estético surge cuando empiezo a escribir y entonces organizo el texto. Hay una idea general de lo que quiero hacer, un núcleo de sonidos antes que de palabras, luego de palabras, y eso se va organizando según voy escribiendo."

 Pere Gimferrer



"El poema es organizar las palabras en el soporte visual que sea y hacer que ocupen un espacio, un tiempo y también un sonido. Esto nos lleva a una forma de conocimiento que existe sólo porque el poema existe y nos da una visión de nuestra propia interioridad, de nuestra propia vida."

 Pere Gimferrer



"El tema de la Historia es el poder. El que unas manos arrebaten el poder de otras manos, no siempre es un hecho sustantivo: a menudo, la Historia hace como quien, por variación o juego, se pasa una cosa de la mano al bolsillo. Pero hay algo que sí parece seguro: si la Historia tiene por tema el poder, la era de la justicia o bien no llegará nunca o bien llegará sólo con el fin de este tipo de Historia. Sin embargo, creer que realmente dejará algún día de haber poder -y me perdonará la sombra de Fourier- puede que sea creer demasiado. Quizá el poder es la manifestación (histórica) de la imperfección humana. El poder como debilidad. ¿El pecado original?"

 Pere Gimferrer


Elegía

Morir serenamente como nunca he vivido
y ver pasar los coches como en una pantalla
y las canciones lentas de Nat King Cole
un saxofón un piano los atarcederes en las terrazas bajo
los parasoles
esta vida que nunca llegué a interpretar
el viento en los pasillos las ventanas abiertas todo es blanco
como en una clínica
todo disuelto como una cápsula de cianuro en la oscuridad
Se proyectan diapositivas con mi historia
entre el pesado olor del cloroformo
Bajo la niebla del quirófano extrañas aves de colores
anidan

 Pere Gimferrer



“¿Es un espectáculo el crepúsculo? El crepúsculo es escenografía.”

Pere Gimferrer
Segundo dietario (1980-1982), 1982




"La noche tiene cálidas avenidas azules. Sombras abrazan sombras en piscinas y bares. En el oscuro cielo combatían los astros cuando murió de amor, y era como si oliera muy despacio un perfume."

 Pere Gimferrer


"La poesía es la literatura más pura que existe. Me gusta como lector y me gusta escribirla porque es, de las formas posibles de literatura, la única que no tiene la coartada de que parezca que trata de otra cosa que de la literatura misma, es decir, no tiene un argumento."

 Pere Gimferrer



"La poesía es liberadora por el uso que hace del lenguaje, porque va más allá de su función utilitaria."

 Pere Gimferrer



"Las palabras crean otra realidad, no argumental."

 Pere Gimferrer




"Me dio un beso y era suave como la bruma, dulce como una descarga eléctrica, como un beso en los ojos cerrados, como los veleros al atardecer."

 Pere Gimferrer





"No hace falta que los lectores capten todas las referencias y si lo hacen es que me he equivocado. Lo que busco es un efecto estético y ético en cada uno de los versos. ¿Qué justifica la poesía? Es la expresión literaria que más se aleja del uso utilitario de la palabra. Es un reducto de libertad y de individualidad ante la realidad de la globalización."

 Pere Gimferrer


Oda a Venecia ante el mar de los teatros

Tiene el mar su mecánica como el amor sus símbolos.
Con que trajín se alza una cortina roja
o en esta embocadura de escenario vacío
suena un rumor de estatuas, hojas de lirio, alfanjes,
palomas que descienden y suavemente pósanse.
Componer con chalinas un ajedrez verdoso.
El moho en mi mejilla recuerda el tiempo ido
y una gota de plomo hierve en mi corazón.
Llevé la mano al pecho, y el reloj corrobora
la razón de las nubes y su velamen yerto.
Asciende una marea, rosas equilibristas
sobre el arco voltaico de la noche en Venecia
aquel año de mi adolescencia perdida,
mármol en la Dogana como observaba Pound
y la masa de un féretro en los densos canales.
Id más allá, muy lejos aún, hondo en la noche,
sobre el tapiz del Dux, sombras entretejidas,
príncipes o nereidas que el tiempo destruyó.
Que pureza un desnudo o adolescente muerto
en las inmensas salas del recuerdo en penumbra
¿Estuve aquí? ¿Habré de creer que éste he sido
y éste fue el sufrimiento que punzaba mi piel?
Qué frágil era entonces, y por qué. ¿Es más verdad,
copos que os diferís en el parque nevado,
el que hoy así acoge vuestro amor en el rostro
o aquel que allá en Venecia de belleza murió?
Las piedras vivas hablan de un recuerdo presente.
Como la vena insiste sus conductos de sangre,
va, viene y se remonta nuevamente al planeta
y así la vida expande en batán silencioso,
el pasado se afirma en mí a esta hora incierta.
Tanto he escrito, y entonces tanto escribí. No sé
si valía la pena o la vale. Tú, por quien
es más cierta mi vida, y vosotros que oís
en mi verso otra esfera, sabréis su signo o arte.
Dilo, pues, o decidlo, y dulcemente acaso
mintáis a mi tristeza. Noche, noche en Venecia
va para cinco años, ¿cómo tan lejos? Soy
el que fui entonces, sé tensarme y ser herido
por la pura belleza como entonces, violín
que parte en dos aires de una noche de estío
cuando el mundo no puede soportar su ansiedad
de ser bello.

 Pere Gimferrer


"Precisa cual la escarcha, noche estricta, Árboles: alegorías del camino. La luz, cuajada, este silencio dicta. Mi ser todo renuncia a su destino."

 Pere Gimferrer



“Quizá, en definitiva, todo arte no es sino un punto de vista para ver el mundo –un instante solo…”

Pere Gimferrer
Segundo dietario (1980-1982), 1982
Tomada del libro GuiaBurros Las mejores citas (Las Mejores Citas De Pensadores Españoles) de Delfín Carbonell, página 9



"Quizá éste es el dato real del que debemos partir. Es significativo que ahora casi siempre haya visto a C. en interiores en penumbra, y que mis recuerdos de ella en 1969 vayan unidos también, al menos en mi perspectiva de hoy, a interiores en penumbra, cuando no a la noche cerrada: así, aquellas dos cenas —entre diciembre de 1969 y enero de 1970—, de una de las cuales conservo una foto, que Rosa Regàs me mandó en 1970 para C. y para mí: aquella mesa, en la Barcelona invernal, intacta en su oscuridad de hielo que la luz de los faroles atravesaba como un bisturí de azogue frío; noche errabunda para los errantes que éramos. Ahora, nuestra noche se ha cerrado sobre sí misma como una capilla, o como el encaje de un mantón de Manila sideral: vivimos, C. y yo solos, bajo la cúpula del pasado que a un tiempo nos vivifica, nos exalta y nos protege. Ninguna locura hay en vivir de nuevo el pasado, si treinta y cuatro años después nos resulta posible; la pregunta o la incertidumbre debería referirse más bien al futuro, pero aquí no puedo dejar de recordar el verso de Aragon: Et l’avenir est tributaire du passé.
Ordet, precisamente: las imágenes finales de Ordet —muy despacio, la rubia mujer amada vuelve a la vida— son la metáfora de lo que veo ahora en C., lo mismo que vimos C. y yo en la media luz arrecida del cine de la calle Balmes aquella noche lustral y lejanísima: por un esfuerzo magnetizador de voluntad amante —para Dreyer, también por el poderío de la fe: ¿y no es acaso cierta forma de fe lo que en mí actúa ahora?— aquella belleza que había quedado recogida en su pomo de plata congelada mueve lentamente los ojos, los labios, luego las manos, como cuando poco a poco Kim Novak parece regresar al reino de los vivos en Vértigo, o Silvia Pinal retorna del sonambulismo en Viridiana: C. no es sin duda La Belle au bois dormant, pero parece salir, lentamente, de un largo sueño. Tras la mujer de hoy, reaflora, y la sustituye, su verdadero ser: la muchacha de 1969. Resurrección.
The dreamers: título, hoy, de una película de Bertolucci, adaptada de aquella hermosa y extraña novela —Les Enfants terribles de la cinefilia— que leí en inglés años atrás; título, anteriormente, de aquella película inacabada y fragmentaria de Orson Welles basada en un relato de Isak Dinesen, de la que sólo he llegado a ver una secuencia, de turbadora belleza nocturna. Pero esto éramos, esto somos C. y yo: soñadores. Cada uno sueña, ante todo, consigo mismo: nuestra vida no es sueño en el sentido del barroco calderoniano, sino que, cosa distinta, soñamos con nuestras vidas; le rêve éveillé, soñar con los ojos abiertos; lo contrario sería, como en el título de Max Aub, Morir por cerrar los ojos. Y la cualidad obsesiva de la belleza de C. reside precisamente en lo que algunos han percibido, con pleno error, como belleza imperfecta: no es obsesiva la Venus de Milo, sino la Fornarina o la Gioconda. Una mujer meramente «agradable» no podría habernos seducido y obsesionado a tantas personas. Es todo lo contrario: un «ángel terrible», como en la elegía de Rilke, esto es, con la terribilità de la belleza de una figura de Miguel Ángel (las esculturas de los sepulcros de los Médicis, en la penumbra de caverna de la iglesia florentina)."

Pere Gimferrer
Interludio azul



Retornos

... Y aquel antiguo amor me vuelve, aquel
en tarde más propicias esparcido a voleo,
cuando regía el alto designio del otoño
la parábola azul de los vencejos.
Oh gentes del mercado, de las rúas umbrosas,
del soportal angosto, de la noria, del puerto,
¿quién os dijo mi nombre?, ¿en qué gris baraúnda
se blasfemó de mí sin yo saberlo?
Callad si es vuestro gusto. No os conozco.
Me sellaré los ojos con cemento.
Mas escuchad: palabras de justicia,
palabras de verdad para vosotros tengo.
Harto camino recorrí callándolas.
Ya padecí sobrados contratiempos.
Es llegada la hora del heraldo,
del que difunde nuevas en el viento.
Es llegada la hora de abrir ojos y oídos.
El segador ya tiene en sus manos el bieldo.
Sí, seréis aventados. Sí, seréis aventados.
Desnudo estará el mundo como un estéril cerro.
Os anuncio el adviento de la noche.
¡De nuevas de verdad soy mensajero!

...Las hogueras consagran el patrullar nocturno,
la sibilina ronda de la muerte en acecho.
La más antigua máscara trenza y destrenza el baile.
Sobre el estuco pesa la sombra de un murciélago.
¿Y quién recuerda ahora los augurios?
¿Y quién sabe a qué vino el mensajero?
¿Y de quién son los pasos que ahora suenan
y abren todas las puertas, como un aire siniestro?
Yo nada sé. Yo vine. Mis palabras
se me dictaron hace mucho tiempo.

A uña de caballo, desvivido,
la nueva trasmití de pueblo en pueblo.
Yo sembré la amenaza en cada hombre.
De alarmas inflamé a cuantos me vieron.
Que nadie me escuchó, que fueron todos,
que unos sí y otros no, que esto y aquello,
¿qué se me da, ni a qué traerla ahora
a discusión, jamás tan a destiempo?
Si ya todos se van sin esperarme,
si ensillan, si se calan los sombreros,
si espolean con saña, si ya casi
dejan atrás los límites del pueblo,
si ya ríen de mí, tan rezagado,
si no hay nadie conmigo, si en el cielo,
como en aquel otoño de mi gloria,
sólo queda el clamor de los vencejos...

 Pere Gimferrer



"Toda generación tiende a mirar a los abuelos por encima del hombro de los padres."

 Pere Gimferrer



Transfiguración

El animal muere en los límites de un país conocido
y allí los ojos se le abren: parece que esta nieve
-el silencio, más oscuro en los abetos- y el animal escucha
la significación de los árboles. El animal es un mundo
y sus costumbres discurren en el ámbito natural:
es opaco, transparente ya la vez denso- helado
o soplado el cristal: se trataba del cuerpo,
su olor más acre, cómo respira, los silencios,
lo que tenemos en los brazos, la palpitación intensa
de la que nunca se habla, el secreto de la piel
que no se entrega del todo, el vaho, lo tibio:
el animal acaso acepta el sentido de la vida,
como esta luz en los bosques expirantes
-y el animal, en el límite, y jadeante aún,
las escarchas de invierno-.
                               Los ojos, muy empañados, apenas ven
más que un verdor muy lejano y difuso,
como un puñado de nieve que nos arrojaran al rostro:
para el animal es dulce sentir ese frío -como cuando, durmiendo, responde
a un movimiento leve, sólo un estremecimiento,
y le palmeamos la espalda, y el animal se mueve,
y quién dirá que aquella cosa tibia nos pertenece,
porque es como si el mundo físico nos perteneciera: cuando muere,
el animal no conoce ni la idea de cambio:
estaba en el mundo y permanece en él. No, nunca puede sentir
como cosa a él ajena al aire helado de invierno
y los copos de nieve caduca en el esgrafiado de abetos:
es como volver al propio país -aunque muy difuso,
lo que ahoga el corazón, la nostalgia del cierzo, el viento, las viejas fábulas,
la llamada de una urraca en los bosques solitarios,
el silencio, las viejas escopetas de caza,
las nieblas en el pantano, los aguaceros de otoño,
un seco sonido de revólveres entre el pajar y la madera,
las tijeras hundidas en el pecho de una sola punzada.
Nunca hombre alguno piensa en la muerte tal como la ven,
los ojos del animal: una oscuridad azul,
los ojos del lobo, las aguas, y, ascendiendo como neblina,
temblorosas fresas en las manos: es la serenidad
de lo que morirá, y también su espasmo,
como cuando un animal buscaba el cuerpo de otro,
cuando se encuentran dos cuerpos, el pasado en los calderos,
como campana de bronce o quemado encinar,
con rumor de difuntos y raídos ropajes,
el badajo que convoca por la noche a las lechuzas,
una hoz en las gavillas de trigo y paja seca.
Y los dos cuerpos se recogen para dormir; cada uno siente el jadeo del otro;
acércate más, acércate más
                                              -el invierno
cerrará las transiciones de los seres naturales,
sin serenidad sin esperanzas, sin
desesperación, sin amor, ni dolor, más allá
de la memoria, del cansancio: sólo
estos dos cuerpos mueren en la oscura fusión
de los metales y la nieve -y la mortaja es de oro.

 Pere Gimferrer