A veces, cuando la luz

A veces, cuando la luz incide en extraños ángulos
y te devuelve a la infancia

deambulando por una mansión desvencijada
totalmente oculta bajo viejos sauces

o un convento abandonado que guardan la cicuta
y abetos gigantescos erguidos flanco a flanco,

de nuevo sabes que allende ese muro,
bajo la indómita cabellera de los sauces

persiste algo secreto,
tan maravilloso y peligroso

que si te adentraras y contemplaras
morirías, o serías feliz por siempre.

Lisel Mueller



De paso

Cuán veloz la tensa miel
de la luz del crepúsculo
fluye hacia la oscuridad

y el capullo cerrado se acoge
en especial misterio
para romper en flor

como si cuanto existe, existiera
porque en su acabamiento
llegara a ser precioso.

Lisel Mueller





"No esperes los buenos momentos para ser feliz... Sé feliz y los buenos momentos vendrán."

Lisel Mueller



Vivir juntos

Hablando de maravillas, vivo
junto contigo, cuando podría haber vivido
con otro cualquiera,
cuando podría haber sido la mujer de Abelardo
o la fulana de un papa del Renacimiento
o la esposa de un campesino sin comida suficiente
ni suficiente amor, mis niños
muertos por la plaga. Podría haber dormido
en una alcoba cerca del hombre
de la nariz dorada que apunta
a las estrellas,
o haber cosido una bandera estrellada
para un general con dientes de madera.
Podría haber sido la Pocahontas ejemplar
o una mujer sin nombre
llorando en la cama del Amo
por mi marido, cambiada por una mula,
hija mía, perdida en una apuesta borracha.
Podría haber sido amarrada al palo de un tótem
para apaciguar a un dios vengativo
o abandonada, niña sin provecho,
a la muerte en el acantilado. Me gusta pensar
que podría haber sido Mary Shelley
enamorada del ángel insidioso,
o la amiga de Mary. Podría haber sido tú.
Este poema no tiene fin, las probabilidades
en contra nuestra son interminables,
nuestras oportunidades de vivir juntos
estadísticamente inexistentes;
aún así lo hemos hecho, vivir en un tiempo
en que racionalistas de ajustados sombreros
y destocados Testigos de Jehová
están de acuerdo en casi todo,
vivir con nuestros niños vivaces
quienes —para los interminables si—
podrían haberse perdido el vivir
juntos con maravillas y locuras
y anhelos y engaños y deseos
y error y humor y compasión
y viajes y voces y rostros
y colores y veranos y mañanas
y conocimiento y lágrimas y azar. 

Lisel Mueller