El amor

"Es el amor. Preserva tus entrañas,
que la pasión no es fácil,
y todo lo que elige se consume,
aunque tenga razón.
Vive libre de él,
que la calma de amor es la fatiga,
dolencia es su comienzo, y muerte su final.
Para mí, sin embargo,
el morir por amor es un vivir,
y el favor se lo debo a aquel que amo.
Te doy estos consejos
conociendo muy bien qué es el amor,
pero si tú prefieres contradecirme,
elige por ti mismo lo que te plazca.
Si deseas vivir gozosamente,
muere mártir por él; s¡ no lo haces,
el amor tiene ya su propia gente.
Quien no muere de amor, por él no vive.
Y la miel no se puede cosechar
sin exponerse al daño de las abejas."

Ibn al-Farid


Poema del camino espiritual

"Si me hubiese quedado solo me habría extraviado,
y visto desnudo de los signos de la “Unión” 

No soy culpable si proclamo mi largueza,
pues otorgo  numerosos regalos a mis seguidores. 

Quien la “Unión” me ha ofrecido, hizo descender
sobre mí la paz,
hasta que de cerca me señaló. 

Como su Luz, brilla en mi la linterna de mi esencia;
y mi atardecer fulge como mi mañana.

Me contemplé a mi mismo, y vi que yo era Él
reconocí como Él era yo, y su Luz mi propio brillo.

Por mí fue santificado el valle, donde les quité las sandalias
haciéndoles un inmenso regalo.

Me acostumbré a mi resplandor, y para ellos fui guía;
un alma valiente y luminosa, en la que fulguran las luces. 

Hallé firmes mis Sinaíes.  Colmando mis deseos,
les hablé en secreto, y dialogué con mi esencia.

Mi luna no se oculta, mi sol no se pone;
por mi son guiadas las estrellas rutilantes.

Mis planetas aparecen, moviéndose según mi voluntad,
esa que vigila todo cuanto me concierne;
y los ángeles se inclinan ante mi Poder.

En el mundo del recuerdo, el alma mantiene su viejo Poder,
ése al que mis discípulos piden ser conducidos. 

¡Acudid, pues a mi Unión Primera,
ésa por la que encontré como niños a los ancianos de la tribu! 

Los que son de mi edad, apuran cuantos posos dejé,
y las virtudes de quienes me precedieron, son en verdad mis sobras."

Ibn al-Farid
versos finales


Poesía de amor místico de Ibn Al-farid


"Las palmas de mis pupilas me dieron a beber la fiebre del amor
Cuando mi copa se hizo rostro de ella que toda belleza supera
Si no fuera por mis suspiros, mis propias lágrimas me ahogarían
Y si no fuese por mis lágrimas, mis suspiros me abrasarían.
Mi cura es parecida a mi muerte,
el deseo tal muerte ordena, y el frío de mi ardiente sed,
al calor de tal sed encuentra.
Cualesquiera sean los tormentos que sobre mí caigan,
¡sabe que los tendré por goces!
Todas las miserias y desconciertos, son favores si de Ti provienen,
Y el ropaje de la adversidad, por Ti lo visto con venturosa holgura.
Tu imperio sobre mí es absoluto, haz pues lo que quieras,
Que mí deseo siempre estuvo contigo, y no en tu contra.
El alma que no quiere encontrar torturas en el amor,
cuando se dispone a querer, es sin duda rechazada.
Ningún espíritu calmo triunfa en el amor,
Ni ser alguna que desee vida despreocupada,
¡Cuán lejana está la paz del verdadero amante!
¡El jardín del Edén se rodea de adversidades!
Jamás me vi forzado a erigir tu Amor en religión;
Más si no fuera por Ti mi confusión…
¡cuán mayor sería aún mi desconcierto!
Buscaste otro amor que no era el Mío – dijo Ella –
Porque has engañado a tu alma, llenándola de deseo
Viniste a Mí con rostro resplandeciente,
Pero no te desprendiste de tu orgullo al alabarme
Mi camino está abierto para quien se guía rectamente
Es cierto que proclamaste tu pasión, pero era por ti mismo
¡Deja pues de declarar tanto tu amor, y guía en otro sentido a tu corazón!
¡Si quieres ser sincero, muere[1]!
¡Así es el amor, jamás se alcanza la cima si no mueres!
Le contesté: ¡Tuyo es mi espíritu! ¡Cógelo!
Oh,  si permite que mi sangre sea derramada por su Amor,
aunque por tal pierda la vida, habré ganado,
y si destroza mi corazón, me lo ofrecerá nuevamente.
Por Ella, mi estado es el del demente,
mi salud la del lisiado, y mi alabanza injuria.
Elevé a ella mis plegarias
cuando contemplé cómo oraba por mí.
Ambos somos un solo siervo,
Arrodillado para orar.
No hubo más oración que la mía,
Y a nadie supliqué en cada postración, que yo no fuese
Yo soy cada enamorado, y Ella cada amante;
Y todos ellos sino nombres de una misma vestidura.
Nombres por los que fui llamado,
Y por los que me mostré a mí mismo
Siempre fui Ella, y Ella siempre fue “yo”
Nada hay en el mundo a mi alrededor, salvo yo mismo,
Mi unión es mi separación, mi aproximarse mi alejamiento,
Mi amor mi odio, y mi fin mi comienzo.
Mi muerte es por Ella emocionada, y regocijo de vida,
Pues viviría en puro dolor, si de amor no muriese.
Mi noche se convierte en aurora
Cuando me envuelve con el perfume de su brisa.
Si ella me visita todas las noches,
El mes se convierte en regocijo,
Si se aproxima mi casa,
El año es cálida primavera
Si se encuentra conmigo satisfecha,
La vida se convierte en dulce ansia
Mi pensamiento la contempla con la mirada de la imaginación,
Y la memoria la escucha con el oído de la inteligencia.
Llegué allí donde la mente retrocede,
Y me uní conmigo mismo.
Y supe de cierto que éramos un único ser
Ninguna desazón quedó entre mí y mi pacto
Cuando hablo, mi oído es lengua
Y cuando oigo, mi lengua escucha silenciosa.
Puro, sin ser agua; suave, sin ser aire;
luz, mas no fuego; espíritu y no cuerpo.
Reconocí como ella era yo,
y su luz mi propio brillo."

Ibn al-Farid
[1] Se refiere a fana, el estado de la muerte del ego.


"Si quieres ser sincero, muere."

Ibn al-Farid o Ibn Farid
Tomado del libro del Dr. José Miguel Gaona
El límite, página 572
Editorial La esfera de los libros 2015