"La fascinación descarta la presencia del miedo."

Robert Albert Bloch
El hombre que gritó ¡"Al lobo!"


"No deseaba ya a Violet. Deseaba esta otra cosa: una cosa que no era amor ni lascivia, sino las nupcias de mi alma con una absoluta maldad."

Robert Albert Bloch
El hombre que gritó ¡"Al lobo!"


" —¿Nunca ha tenido ideas raras? —me preguntó. —¿Qué quiere decir? —Tengo la impresión de que un autor de sus características ha de ser un poco… distinto. Perdone que le diga esto, pero imagino que un hombre que se dedica a escribir sobre monstruos ha de tener unos puntos de vista un poco raros acerca de un montón de cosas."

Robert Albert Bloch
El hombre que gritó ¡"Al lobo!"

"¿Qué era la realidad? Una muchacha muerta. La muchacha que su madre había matado. No pudo contener las náuseas cuando entró en la ducha e hizo allí lo que debía hacer. Encontró el cuchillo en seguida. Lo echó en el cuévano. En los bolsillos del mono había un par de guantes viejos. Tuvo que ponérselos antes de tocar el cadáver. La cabeza era lo peor. El resto del cuerpo sólo presentaba cortes. Se vio obligado a doblar las piernas y los brazos, para envolver el cuerpo en la tela embreada y meterlo en el cuévano, sobre las ropas. Luego, afirmó la tapa.
Cuando regresara, limpiaría el piso y el plato de la ducha. Sacó el cuévano a la habitación, y lo dejó en el suelo mientras buscaba en el bolso de la muchacha las llaves del coche. Abrió la puerta despacio, oteando la carretera para cerciorarse de que no se acercaba nadie.
Sudaba copiosamente cuando logró abrir el portaequipajes del coche y meter el cuévano dentro; pero no era el esfuerzo, sino el miedo, el que le hacía sudar. Volvió a la habitación, y recogió cuanto había en ella, guardándolo en el maletín y la maleta. Encontró los zapatos, las medias, el sostén, las bragas. Y las menudencias que las mujeres dejan en las habitaciones. Y el bolso; contenía un poco de dinero, pero no se detuvo a comprobar cuánto. No lo quería. Sólo quería deshacerse de todo, lo más rápidamente posible, contando con la ayuda de la suerte.
Colocó las dos maletas en el asiento delantero del coche. Después cerró con llave la puerta de la habitación. Volvió a mirar la carretera en ambas direcciones. Nadie."

Robert Bloch
Psicosis