"Nuestros sismógrafos modernos son sensibles al “ruido” de una limitada agitación en cada punto de la Tierra, incluso en ausencia de una onda sísmica. Es posible discernir en este ruido una vibración causada por el hombre (por ejemplo, un tren a cuatro kilómetros de distancia, o una gran ciudad a diez kilómetros de distancia) y también un efecto atmosférico (debido al cambio de presión del viento sobre el suelo); a veces se perciben también los efectos de grandes tormentas en la lejanía. Sin embargo, persiste un rumor crepitante en la Tierra que no obedece a ninguna de esas causas…"

Yves André Rocard
Citado en el libro de Graham Hancock, Las huellas de los dioses, página 563