"Ante nosotros se levantaban las colinas Ricardo Franco —meseta de Caparú—, de cumbres lisas y misteriosas, y con sus flancos cortados por profundas quebradas. Ni el tiempo ni el pie del hombre habían desgastado esas cumbres. Estaban allí como un mundo perdido, pobladas de selvas hasta sus cimas, y la imaginación podía concebir allí los últimos vestigios de una era desaparecida hacía ya mucho tiempo. Aislados de la lucha y de las cambiantes condiciones, los monstruos de la aurora de la existencia humana aún podían habitar esas alturas invariables, aprisionados y protegidos por precipicios inaccesibles."
Percy Harrison Fawcett
Tomada del libro La maldición de los exploradores de Lorenzo Fernández Bueno, página 6
"... cuando alguien la sostiene en sus manos (el misterioso ídolo, una estatuilla de basalto negro) es como si una corriente eléctrica le subiera a uno por los brazos. Solo se me ocurrió una posibilidad para descubrir el secreto de la imagen: la psicometría, y aunque esto pueda provocar mucha burla por parte de algunas gentes, puede ser aceptada por aquellos que mantienen su mente libre de prejuicios.
Admito que la Ciencia de la Psicometría está aún en su infancia aunque se ha desarrollado ampliamente en Oriente. De todas maneras voy a contar los hechos: yo era absolutamente desconocido para el psicómetro que sostuvo la figura en la mano y que en plena oscuridad escribió: «Veo un continente grande de forma irregular, desde el norte de África a Sudamérica. La vegetación es prolífica. Veo ciudades y signos que revelan avanzada civilización. Me parece que me transportan al lado occidental del país. Procesiones de seres que parecen sacerdotes entran y salen de templos, y un alto jefe usa una placa en el pecho semejante a la que tengo en mis manos. Sobre el altar veo la invocación a un gran ojo por parte de los sacerdotes."
Percy Harrison Fawcett
Tomada del libro La maldición de los exploradores de Lorenzo Fernández Bueno, página 25
"Desapareceremos de la civilización hasta el año próximo, sitúanos con la imaginación a más de mil millas al oriente de ti, en selvas jamás holladas por el hombre."
Percy Harrison Fawcett
Tomada del libro La maldición de los exploradores de Lorenzo Fernández Bueno, página 6
"Descubrí el sitio exacto muy hacia el norte, vagabundeando durante diez años. El grupo se encontró viajando otra vez al este, desanimados por este peregrinaje sin fin, y desmoralizados por el fracaso de las minas perdidas. Más allá de los pantanos aparecieron unas montañas dentadas. Al escalarlas observaron unas llanuras y más allá selva virgen. La exploración de los indios del grupo los llevó a contemplar una ciudad completamente solitaria. Sin embargo, Raposo y los suyos no encendieron un fuego llegada la noche, y nadie durmió por la intensa expectación. Muy temprano, Raposo envió una guardia de cuatro indios y avanzó hacia la ciudad con el resto de sus hombres. Llegaron a una enorme estructura ciclópea de tres arcos de enormes losas, similar a la de Sacsahuamán, en Perú."
Percy Harrison Fawcett
Tomada del libro La maldición de los exploradores de Lorenzo Fernández Bueno, página 23
"El aspecto de las ruinas parece ser de tipo monolítico, anteriores a los descubrimientos egipcios más antiguos. A juzgar por las inscripciones halladas en muchas partes de Brasil, sus habitantes empleaban una escritura alfabética similar a muchas otras antiguas escrituras europeas y asiáticas. Hay rumores, también, de una fuente extraña de luz en los edificios, un fenómeno que llenó de terror a los Indios que aseguraban haberlo visto."
"El lugar llamado "Z" - nuestro objetivo principal – está situado en un valle rodeado de altas montañas. El valle tiene, aproximadamente, diez millas de ancho y la ciudad se halla sobre un promontorio en medio del valle, llegándose hasta ella por un camino de piedra cubierto por una bóveda. Las casas son bajas y sin ventanas, y hay un templo piramidal. Los habitantes del lugar son numerosos, poseen animales domésticos, y han excavado minas en las colinas circundantes. No muy lejos hay una segunda ciudad, pero la gente que la habita es de rango inferior a los habitantes de "Z". Aún más al sur hay otra gran ciudad, medio enterrada y completamente destruida."
En una carta de 1.912, dirigida a su hijo Brian
"... esta fue la primera, pero no la última vez, que oí hablar de las luces permanentes, encontradas en antiguas casas por esa civilización olvidada […] Este medio —entorno— descubierto por los antiguos aún no ha sido redescubierto por los científicos hoy en día."
"La solución del origen de los indios de América y del mundo prehistórico, la tendremos cuando sean descubiertas y abiertas a la investigación científica las antiguas ciudades de la civilización solar. Pues yo sé que estas ciudades existen."
Percival "Percy" Harrison Fawcett
En una carta de 1.912, dirigida a su hijo Brian"El lugar llamado "Z" - nuestro objetivo principal – está situado en un valle rodeado de altas montañas. El valle tiene, aproximadamente, diez millas de ancho y la ciudad se halla sobre un promontorio en medio del valle, llegándose hasta ella por un camino de piedra cubierto por una bóveda. Las casas son bajas y sin ventanas, y hay un templo piramidal. Los habitantes del lugar son numerosos, poseen animales domésticos, y han excavado minas en las colinas circundantes. No muy lejos hay una segunda ciudad, pero la gente que la habita es de rango inferior a los habitantes de "Z". Aún más al sur hay otra gran ciudad, medio enterrada y completamente destruida."
Percival "Percy" Harrison Fawcett
"Esperamos atravesar esta región en pocos días y acamparemos aquí solo dos jornadas para llevar a cabo los preparativos del regreso de los peones que están ansiosos por volver, pues están hartos de viajes, y lo comprendo. Continuaremos con ocho animales: tres mulas de montar, cuatro de carga y un animal guía, que mantiene reunidos a los otros. Jack está en buenas condiciones pese a que sufre por las picaduras de insectos. Yo mismo estoy mordido por las garrapatas. Pero siento ansiedad por Raleigh. Aún tiene una pierna vendada, pero no quiere regresar. Hasta ahora tenemos abundancia de alimentos y no necesitamos caminar, pero no estoy seguro de cuánto durará esta situación. Los animales encontrarán muy poco que comer. Siento que no voy a soportar este viaje mejor que Jack o Raleigh, pero tengo que hacerlo. Calculo que entraremos en contacto con los indios en una semana o diez días como mucho. Estamos en el campamento de Caballo Muerto, latitud 11° 43’ sur y 54° 35’ oeste. Aquí fue donde murió mi caballo en el año 1920. Ahora solo quedan sus huesos blancos. En este lugar podemos bañarnos, pero los insectos nos obligan a hacerlo rápidamente. Sin embargo, la estación es buena. Hace mucho frío de noche y fresco en la mañana, por lo que los insectos y el calor llegan al mediodía. Desde esa hora hasta la seis de la tarde, el campamento se transforma en un infierno […] No temas que fracasemos… Ya sea que pasemos y que volvamos a salir a la selva, o que dejemos nuestros huesos para pudrirse en ella, una cosa es indudable: la respuesta al enigma de la antigua Sudamérica será encontrada cuando hayan sido descubiertas las antiguas ciudades y queden abiertas a la investigación científica. Porque las ciudades existen, de eso estoy seguro…"
Percy Harrison Fawcett
la última carta a su hijo Brian
Tomada del libro La maldición de los exploradores de Lorenzo Fernández Bueno, página 38
"... esta fue la primera, pero no la última vez, que oí hablar de las luces permanentes, encontradas en antiguas casas por esa civilización olvidada […] Este medio —entorno— descubierto por los antiguos aún no ha sido redescubierto por los científicos hoy en día."
Percy Harrison Fawcett
Tomada del libro La maldición de los exploradores de Lorenzo Fernández Bueno, página 29
"La ciudad perdida de Raposo no es la única en su género. El difunto cónsul británico en Río fue llevado a un lugar semejante en 1913 por un indio mestizo, pero se trataba de una ciudad mucho más accesible, en un terreno no montañoso y completamente hundido en la selva; también se distinguía por los restos de una estatua colocada en un gran pedestal negro en el centro de una plaza. Por desgracia, un chaparrón ahuyentó a su animal de carga y tuvieron que regresar inmediatamente para evitar la muerte por el hambre. Hay otras ciudades perdidas además de estas dos, y existe otro remanente de una vieja civilización; su pueblo ha degenerado ahora, pero aún conserva vestigios de un pasado olvidado, en momias, pergaminos y láminas de metal cinceladas; es un lugar como el que describe la historia, pero algo menos estropeado por terremotos y muy difícil de encontrar. Los jesuitas lo conocían, y también un francés, que en este siglo hizo varios esfuerzos infructuosos por encontrarlo. Igual cosa puede decirse de cierto inglés que había viajado mucho por el interior y que supo del sitio por un viejo documento que está en poder de los jesuitas. Sufría de cáncer avanzado, o bien murió de su mal o se perdió.
Yo soy probablemente el único que posee ahora el secreto, y lo obtuve en la dura escuela de experiencia de la selva apoyada en un cuidadoso examen de todos los documentos de valor en los archivos de la República, así como también en otras fuentes de información, de ninguna manera fáciles de conseguir."
Percy Harrison Fawcett
Tomada del libro La maldición de los exploradores de Lorenzo Fernández Bueno, página 23
"La solución del origen de los indios de América y del mundo prehistórico, la tendremos cuando sean descubiertas y abiertas a la investigación científica las antiguas ciudades de la civilización solar. Pues yo sé que estas ciudades existen."
Percival "Percy" Harrison Fawcett
Tomada del libro de Louis Pauwels & Jacques Bergier, La rebelión de los brujos, página 195
“La tradición mexicana nos cuenta que en el pasado llegó desde Oriente un pueblo Tolteca, que se transformó en grande y próspera nación, a quien se les atribuye las construcciones ciclópeas que precedieron a los Aztecas. Eran los “Olmecas” y los “Xicalancas”, quienes pretendían ser una raza muy antigua y se jactaban de haber destruido al último de los gigantes. Quetzalcóatl también venía de Oriente, y una rama de esa gente ocupó una isla al sur. Todos estos pueblos toltecas eran de rasgos finos, ojos azules, color cobrizo, pelo corto castaño rojizo (Véase la obra de Short = “North Americans of Antiquity), y acostumbraban a usar túnicas sueltas. Entre los Maxubis he visto miembros de esta tribu con ojos azules y pelo rojizo. Para los salvajes, los Toltecas eran pueblos avanzadísimos. Luego vino un gran cataclismo en la tradición de estos pueblos, la civilización Tolteca quedó en ruinas. Tiahuanacu debe haber sido una vez una ciudad sobre una isla. En épocas de la conquista – continúa describiendo Fawcett – los nativos atribuían a la reconstrucción de Tiahuanacu a hombres blancos barbudos que vinieron mucho antes del imperio Inca. En esa época ocurrieron las migraciones por el norte y la Polinesia. (Por el cataclismo…) muy pocos pudieron escapar al norte. Crónicas que datan del tiempo de la conquista se refieren a la apariencia de estos pueblos, de raza hermosa, que preservaban la tradición de descender de la raza blanca. Los “Molopaques” descubiertos en Mina Gerais en el siglo XVII eran de tez clara y barbudos, y también los “Mariquitas”, cuyas mujeres luchaban como las Amazonas. No es improbable que éstas sean las tan nombradas y legendarias amazonas. Y también, en la época del gran cataclismo; la isla brasileña estaba habitada por trogloditas negroides de los cuales podemos hallar restos de ellos aún hoy en el interior, los cuales son temidos por su ferocidad. Los Incas heredaron fortalezas de una raza anterior y oí decir que ellos unían las piedras por medio de un líquido que suavizaba las superficies hasta que tenían la consistencia de arcilla.
No dudo un momento de la existencia de las ciudades. ¿Cómo podría dudarlo? Yo mismo he visto parte de una de ellas y lo que allí observé ha hecho imperativo mi regreso. Los restos parecen ser los puestos de avanzada de una ciudad grande. Estoy convencido que podré descubrirlas. Infortunadamente no pude convencer a los científicos a aceptar esto, he viajado y una y otra vez los indígenas me han hablado de estas cosas que hay más allá. Un hecho es cierto. Entre el mundo exterior y los secretos de la antigua Sudamérica, ha descendido un velo, y el explorador que ansíe descorrerlo, deberá estar preparado para sostener peligros que pondrán a prueba su resistencia a un límite increíble. Es probable que no pase pero si lo logra, estará en situación de aumentar nuestro conocimiento histórico.”
Percival "Percy" Harrison Fawcett
"Los Incas heredaron las fortalezas y ciudades construidas por una raza anterior y las restauró de la ruina sin mucha dificultad. Ellos construyeron con piedra en las regiones dónde éste era el material más conveniente; en cambio, para el cinturón costero ellos usaron generalmente el adobe. Los viejos constructores adoptaron las mismas e increíbles junturas que son características de los edificios megalíticos más viejos, pero los incas no hicieron ningún esfuerzo para usar la piedra grande, previamente amasada por sus predecesores. Yo escuché que los incas heredaron esta técnica y encajaron sus piedras gracias a un líquido que ablandó las superficies a ser unidas a la consistencia de arcilla."
Percival "Percy" Harrison Fawcett
"Sé que la ciudad perdida de Francisco Raposo no es la única en su género."
Percival "Percy" Harrison Fawcett
“Si no regresamos no deseo que se organicen partidas de salvamento. Si yo con mi experiencia fracaso, no queda esperanza del triunfo de otros. Ya sea que pasemos y volvamos a salir de la selva o dejemos nuestros huesos para podrirse en ella, una cosa es indudable: la respuesta al enigma de la antigua Sudamérica – y quizá del mundo prehistórico – será encontrado cuando se haya encontrado a las antiguas ciudades y queden abiertas a la investigación científica. Porque las ciudades existen, de eso estoy seguro…”
Percival "Percy" Harrison Fawcett
“La tradición mexicana nos cuenta que en el pasado llegó desde Oriente un pueblo Tolteca, que se transformó en grande y próspera nación, a quien se les atribuye las construcciones ciclópeas que precedieron a los Aztecas. Eran los “Olmecas” y los “Xicalancas”, quienes pretendían ser una raza muy antigua y se jactaban de haber destruido al último de los gigantes. Quetzalcóatl también venía de Oriente, y una rama de esa gente ocupó una isla al sur. Todos estos pueblos toltecas eran de rasgos finos, ojos azules, color cobrizo, pelo corto castaño rojizo (Véase la obra de Short = “North Americans of Antiquity), y acostumbraban a usar túnicas sueltas. Entre los Maxubis he visto miembros de esta tribu con ojos azules y pelo rojizo. Para los salvajes, los Toltecas eran pueblos avanzadísimos. Luego vino un gran cataclismo en la tradición de estos pueblos, la civilización Tolteca quedó en ruinas. Tiahuanacu debe haber sido una vez una ciudad sobre una isla. En épocas de la conquista – continúa describiendo Fawcett – los nativos atribuían a la reconstrucción de Tiahuanacu a hombres blancos barbudos que vinieron mucho antes del imperio Inca. En esa época ocurrieron las migraciones por el norte y la Polinesia. (Por el cataclismo…) muy pocos pudieron escapar al norte. Crónicas que datan del tiempo de la conquista se refieren a la apariencia de estos pueblos, de raza hermosa, que preservaban la tradición de descender de la raza blanca. Los “Molopaques” descubiertos en Mina Gerais en el siglo XVII eran de tez clara y barbudos, y también los “Mariquitas”, cuyas mujeres luchaban como las Amazonas. No es improbable que éstas sean las tan nombradas y legendarias amazonas. Y también, en la época del gran cataclismo; la isla brasileña estaba habitada por trogloditas negroides de los cuales podemos hallar restos de ellos aún hoy en el interior, los cuales son temidos por su ferocidad. Los Incas heredaron fortalezas de una raza anterior y oí decir que ellos unían las piedras por medio de un líquido que suavizaba las superficies hasta que tenían la consistencia de arcilla.
No dudo un momento de la existencia de las ciudades. ¿Cómo podría dudarlo? Yo mismo he visto parte de una de ellas y lo que allí observé ha hecho imperativo mi regreso. Los restos parecen ser los puestos de avanzada de una ciudad grande. Estoy convencido que podré descubrirlas. Infortunadamente no pude convencer a los científicos a aceptar esto, he viajado y una y otra vez los indígenas me han hablado de estas cosas que hay más allá. Un hecho es cierto. Entre el mundo exterior y los secretos de la antigua Sudamérica, ha descendido un velo, y el explorador que ansíe descorrerlo, deberá estar preparado para sostener peligros que pondrán a prueba su resistencia a un límite increíble. Es probable que no pase pero si lo logra, estará en situación de aumentar nuestro conocimiento histórico.”
Percival "Percy" Harrison Fawcett
"Los Incas heredaron las fortalezas y ciudades construidas por una raza anterior y las restauró de la ruina sin mucha dificultad. Ellos construyeron con piedra en las regiones dónde éste era el material más conveniente; en cambio, para el cinturón costero ellos usaron generalmente el adobe. Los viejos constructores adoptaron las mismas e increíbles junturas que son características de los edificios megalíticos más viejos, pero los incas no hicieron ningún esfuerzo para usar la piedra grande, previamente amasada por sus predecesores. Yo escuché que los incas heredaron esta técnica y encajaron sus piedras gracias a un líquido que ablandó las superficies a ser unidas a la consistencia de arcilla."
Percival "Percy" Harrison Fawcett
"No dudo en ningún momento de la existencia de las ciudades. ¿Cómo podría dudarlo? Yo mismo he visto parte de una de ellas, y lo que allí observé ha hecho imperativo mi regreso. Los restos parecen ser como los puestos de avanzada de una ciudad grande. Estoy convencido de que podré descubrirlas. Infortunadamente no puedo inducir a los científicos a aceptar esto; he viajado a aquella región, y una y otra vez los indígenas me han hablado de lo que se encuentra más allá. Un hecho es cierto: entre el mundo exterior y los secretos de la antigua Sudamérica ha descendido un velo, y el explorador que ansíe descorrerlo, deberá estar preparado para afrontar peligros que pondrán a prueba su resistencia a un límite increíble. Es probable que no pase, pero si lo logra, estará en situación de ampliar nuestro conocimiento histórico."
Percy Harrison Fawcett
Tomada del libro La maldición de los exploradores de Lorenzo Fernández Bueno, página 33
"Quizá haya sido para mejor el que mi infancia en Torquay se haya deslizado huérfana de cariño materno y paterno, porque esta circunstancia me hizo más circunspecto, aunque pasé espléndidos ratos con mi hermano mayor y mis hermanas. Hubo también años escolares en Newton Abbot que en nada alteraron la visión que me había formado sobre el mundo. Vinieron después los años de cadete en Woolwich, y en 1880, cuando tenía diecinueve años, fui destinado a la Artillería Real, pasando mis primeros años de juventud en la guarnición de Trincomalee, Ceilán. Allí fue donde conocí a mi futura esposa, cuyo padre en esa época era juez de distrito en Gálle."
Percy Harrison Fawcett
Tomada del libro La maldición de los exploradores de Lorenzo Fernández Bueno, página 10
"Sé que la ciudad perdida de Francisco Raposo no es la única en su género."
Percival "Percy" Harrison Fawcett
“Si no regresamos no deseo que se organicen partidas de salvamento. Si yo con mi experiencia fracaso, no queda esperanza del triunfo de otros. Ya sea que pasemos y volvamos a salir de la selva o dejemos nuestros huesos para podrirse en ella, una cosa es indudable: la respuesta al enigma de la antigua Sudamérica – y quizá del mundo prehistórico – será encontrado cuando se haya encontrado a las antiguas ciudades y queden abiertas a la investigación científica. Porque las ciudades existen, de eso estoy seguro…”
Percival "Percy" Harrison Fawcett
"Tiahuanaco fue construida como Sacsahuamán y gran parte del Cuzco por una raza que manipulaba rocas ciclópeas y que las esculpía para ajustar tan perfectamente que es imposible introducir una hoja de un cuchillo entre sus junturas. Contemplando estas ruinas no es difícil creer en la tradición que relata que fueron levantadas por gigantes […] Los nativos atribuían la construcción de Tiahuanaco a hombres blancos barbudos que vinieron mucho antes del Imperio inca. En esa época ocurrieron las migraciones por el norte y la Polinesia […] Heredaron fortalezas de una raza anterior, y oí decir que unían las piedras por medio de un líquido que suavizaba las superficies hasta que tenían la consistencia de arcilla."
Percy Harrison Fawcett
Tomada del libro La maldición de los exploradores de Lorenzo Fernández Bueno, página 23