Alcohólicos Poemas de Amor
1.
El alcohol es un tambor
que me llama. El Alcohol
me llama. A veces
es tan difícil
no oír
ese tambor. A veces
es tan difícil
no bailar.
2.
Un día me contaste que la vez que mejor hicimos el amor fue una noche de invierno, en Febrero, después que me pasara el día entero tomando. Te hice el amor borracho, inconciente, y no puedo recordar nada de eso. Después que me contaras, quise saber si no te había llamado con el nombre de otra mujer, no porque yo hubiese amado a alguna otra. Lo quise saber porque mi imaginación siempre aumentó cuando estoy borracho y no me sorprendería descubrir que había usado el nombre de alguna estrella de cine. Ninguna, me dijiste, que cuchicheé tu nombre toda la noche, aún después de haber acabado, repetía tu nombre con esta boca, agria de cerveza y de la vieja mentira de no volver a tomar.
3.
Alcoholismo genético
o condicionado? Me
pregunto mientras hago zetas
dentro de otra reservación
enredo de negociaciones
y amor no devuelto, encuentro
una botella de vodka
y una caja de quesitos fundidos
y al final, me llamo
un vencedor ordinario, otra
víctima de la ciencia
y su investigación necesaria.
Mis manos a veces se sacuden
porque te amo
y otras
porque mi cuerpo se
desintoxica
por eso te pido que no tomes
cerveza, whisky, ni vodka
antes de venir a verme. Por favor
cepillate los dientes, lavá tus manos
aunque haya sido apenas un trago
porque nunca fui lo fuerte
que quiero. El gusto a alcohol
incluso en el más suave de los besos
me haría olvidar en quien me he convertido.
5.
La diferencia entre la necesidad y el querer debe ser explicada. Abandoné la bebida hace 450 días. Abandoné la bebida 450 días antes de abandonarte a vos. Entonces, hoy yendo al centro, vi al mismo viejo indio quien debe de haberme mendigado varios miles de monedas en todos estos años. Era el decimoquinto día consecutivo de temperaturas bajo cero y el Indio viejo tenía puesto un gorro todavía con la etiqueta del precio. Se compró ese horrible gorro en lugar de mamarse y te apuesto que debe de haberle costado lo mismo que una botella de buen vino.
6.
Unos momentos después de encontrarte
me fue imprescindible
decirte "Sos exactamente
el tipo de India con la que
me encantaría emborracharme"
Pero me he mantenido sobrio
y ya hace dos años. En cambio, todo lo que dije
fue "Cuando solía tomar
eras el tipo de india con la que
me encantaba emborracharme"
¡Ay!, toda mi vida
en tiempo pasado.
La Invitación
Cuando me visites, dormiré
sobre la sofá mientras vos duermas
en mi cama. Dejaré
mi mejor manta
para vos, tomá a mis pesadillas
conmigo. A la mañana
contame lo bien que dormiste
y prepará un café
mientras me arrastro
desvelado, a mi cama
y te abandono
al silencio
de tu primer cigarrillo
de la mañana. Cuidame
mientras duermo, por favor
sacudime hasta que despierte
si ves que comienzo a dirigirme
hacia aquél rincón
transformándome de
nuevo en un hombre-lobo
demasiado horrible como para notar
que su luna ya se ha ido.
Sherman Alexie
"Cuando leas un pedazo de escritura que admires, envía una nota de gracias al autor."
Sherman Alexie
"Él la amaba, por supuesto, pero mejor que eso, la elegía, día tras día. Elección: esa era la cosa."
Sherman Joseph Alexie, Jr.
The Toughest Indian in The World
Influencias
"Esperamos en el auto
afuera del bar
mis hermanas y yo,
"apenas un par de tragos"
como lo oímos
tantas veces antes
como dijo Ramona
como todos los niños Indios
lo han oído
antes
de sus padres, desaparecidos entre el humo y las risas de cualquier taberna de Reservación, apareciendo cada media hora con Pepsi, papas fritas, y más promesas. Y, como todos los Indios terminan aprendiendo, nunca confiamos en esas promesas. Recién creemos en algo cuando ya sucedió, aprendimos a confiar enla fuente de un río y nunca en su boca. Pero esto no viene a cuento de la tristeza. Esto es sobre las historias
que imaginé
en bolsas de dormir
entre puestas en marcha del auto
para encender la calefacción
porque mis padres me dejaban
las llaves.
Esto es sobre las historias
que conté a mis hermanas
para llenar esas horas largas, esperando afuera del bar, esperando a mi madre, mi padre golpeando la ventanilla, preguntando ¿Tienen frío? ¿Se están portando bien? Ya salimos, okay? A veces, nos negábamos a abrir las puertas cuando al fin llegaban, los dejábamos gesticular desaforadamente y nos moríamos de risa porque no había otra cosa que hacer. Pero esto no viene a cuento de la tristeza. Esto es sobre las historias que
yo inventé
como construí
los paisajes imaginarios que nos salvaron.
Una vez soñé con una mujer pelirroja,
que me dio pesos y señales
y contó a mis hermanas
que ella nos rescataría
de nuestro propio amor
por estos padres que siempre salen tambaleando del bar cinco minutos antes de cerrar, siempre diciéndoos"por lo menos nos fuimos antes de la última llamada". Pero los amamos igual, nos aferramos apretados a sus brazos y pescuezos alcohólicos camino a casa, les robamos el paquete de cervezas que compraron para el camino y lo tiramos fuera por la ventanilla, mientras contábamos los mojones y coyotes que aparecían al borde del camino. Pero esto no viene a cuento de la tristeza. Esto es sobre las historias, esas descripciones ásperas
que fulminaron las paredes
de la casa prefabricada de la Reserva
donde mis hermanas y yo permanecíamos despiertos
luego de que por fin llegábamos a casa
y escuchábamos
a nuestros padres dormir
respirando pesadamente
en sus sueños, roncando
como una llamada de tambores pero
en la oscuridad de la Reserva
eso significaba que todos estábamos vivos
y era suficiente."
Sherman Alexie
"Mi madre y yo nos hemos querido y fallado el uno al otro, y seguimos queriéndonos y fallándonos el uno al otro, y uno de los dos terminará enterrando al otro, y el que sobreviva quemará la iglesia con el fuego hambriento del dolor."
Sherman Alexie
Diez pequeños indios