"Así, llevado por sus escrúpulos, Bernardo Stocker aprendió a desconfiar de los impulsos generosos. Más tarde había conseguido reprimirlos. Compadecemos al prójimo, pensaba en la medida en que somos capaces de auxiliarlo. Su dolor nos halaga con la conciencia de nuestro poder, por un instante nos equipara a los dioses. Pero el dolor verdadero no admite consuelo. Como este dolor nos humilla, optamos por ignorarlo. Rechazamos el estímulo que originaría en nosotros un proceso análogo, aunque de signo inverso, y el orgullo, que antes alineaba nuestras facultades del lado del corazón y nos inducía fácilmente a la ternura, ahora se vuelve hacia la inteligencia para buscar argumentos con qué sofocar los arranques del corazón. Nos cerramos a la única tristeza que al herir nuestro amor propio lograría realmente entristecernos."

José "Pepe" Bianco
Sombras suele vestir
Tomado del libro Antología de la literatura fantástica de Jorge Luis Borges;Adolfo Bioy Casares;Silvina Ocampo


"El estudio de la Biblia, la crítica de los textos sagrados y la teología no es nunca inútil, querido Bernardo. Recuérdalo bien. Hasta si nos hace pensar que Cristo no ha existido como personalidad puramente histórica. Hoy lo hemos hecho vivir en cada uno de nosotros. Con ayuda de su espíritu se ha transformado el mundo, con ayuda de su espíritu lograremos transformarlo aún, crear una tierra nueva. Discusiones como la de hoy no pueden sino enriquecernos."

José "Pepe" Bianco
Sombras suele vestir


"Hay hombres favorecidos por los sueños. Les predicen el futuro, como a los héroes de la Antigüedad, o les permiten rescatar circunstancias valiosas del pasado. Hacen bien en meditar sobre ellos, en interpretarlos. Hasta no me sorprende que los recojan por escrito, en cuanto se despiertan, para que su tenue y móvil realidad no se disipe o desfigure al contacto de la vida diurna. He llegado a envidiar a esa clase de hombres. Por la noche, como ya no recurro a los hipnóticos, me despierto varias veces y compruebo que he soñado. Entonces cierro los ojos, vuelvo a dormir. Mis sueños no consiguen desvelarme. No tienen ninguna relación con mis preocupaciones intelectuales, con mi vida espiritual o afectiva. Tampoco son amenos, ni siquiera terroríficos, angustiosos, eróticos, o de un simbolismo sexual inteligible, sino tan vacíos y a la vez tan colmados de insignificancias como el más tedioso de mis días. Y por mis sueños, eso creo en el primer momento, desfilan desconocidos. Después sus rasgos me parecen de algún modo familiares. Acaso, reflexiono, he podido contemplarlos noches pasadas en otro sueño. Por último, los identifico. Son desconocidos o casi desconocidos, personas que he visto por casualidad hace muchos años, a quienes no he dedicado jamás un pensamiento. A veces reconstruyo las circunstancias del sueño en que aparecieron, esforzándome por recordar si alguien, durante la vigilia, aludió a ellos delante de mí. No, nadie mitigó su condición de intrusos nocturnos."

José Bianco
La pérdida del reino


"Su mujer todavía habitaba la casa (o mejor dicho el escritorio de la biblioteca) desde un marco de cuero."

José "Pepe" Bianco
Sombras suele vestir