"Atticus Finch no hacía nada que pudiera despertar la admiración de nadie: no cazaba, no jugaba al póker, no pescaba, no bebía, no fumaba... Se sentaba y leía.
(...)
Cuando nos dio nuestros rifles de aire, Atticus no nos enseñó a disparar. Fue el tío Jack quien nos instruyó en sus principios, dijo que Atticus no estaba interesado en armas. Atticus le dijo a Jem un día,
-Prefiero que disparen a las latas vacías en el patio trasero, pero sé que ustedes van tras los pájaros. Dispara a todos los pájaros azules que quieras, si es que les puedes acertar, pero recuerda que es un pecado matar un ruiseñor-.
Ese fue el único momento que escuché a Atticus decir que era un pecado hacer algo, y le pregunté a la señorita Maudie al respecto. -Tu padre tiene razón-, me dijo ella. Los ruiseñores no hacen otra cosa que crear música para que la disfrutemos. No se comen los jardines de la gente, no hacen nidos en los graneros, no hacen otra cosa que cantar con su corazón para nosotros. Es por eso que es un pecado matar a un ruiseñor.
(...)
-Una dama? Jem levantó su cabeza. Su cara estaba roja. -Después de todas las cosas que ella dijo sobre ti, una dama?
-Lo era. Ella tenía sus propios puntos de vista sobre las cosas, diferentes a los míos, tal vez... hijo, te digo que si no hubieras perdido la cabeza yo mismo te habría obligado a leerle. Quería que advirtieras algo sobre ella. Quería que vieras lo que es realmente el valor, en lugar de tener la idea de que el valor es un hombre con un arma en su mano. El verdadero valor es cuando sabes que tienes todas las de perder, pero emprendes la acción y la llevas a cabo a pesar de todo. Raramente ganas, pero algunas veces lo logras. La señora Dubose ganó las 90 libras de ella. De acuerdo a sus puntos de vista, ella murió sin deberle a nada ni a nadie. Era la persona más valiente que he conocido.
(...)
-La señorita Gates es una buena dama, verdad?
-Seguro que sí- dijo Jem. Me gustaba mucho cuando estaba en su clase.
-Ella odia mucho a Hitler...
-Qué tiene eso de malo?
-Bueno, ella nos contó hoy lo terrible que es tratando a los judíos, no es bueno perseguir a nadie, verdad? quiero decir, ni tener malos pensamientos sobre la gente, verdad?
-Claro que no, Scout. Qué te sucede?
-Bueno, al salir de la corte esa noche la Señorita Gates -iba delante de nosotros al bajar la escaleras, no debes haberla visto-, caminaba hablando con la señorita Stephanie Crawford. La escuché decir -ya era hora que alguien les enseñara una lección, ya se estaban excediendo, lo próximo que pensarán es que podrán casarse con nosotros-. Jem, como puedes odiar tanto a Hitler y después dar la vuelta y ser tan cruel con la gente que tienes aquí en casa."

Harper Lee
Matar un ruiseñor



"Cuando más te necesitan tus amigos es cuando se equivocan, no cuando tienen razón.

Harper Lee


"El libro que hay que leer no es aquel que piensa por ti sino el que te hace pensar. Para eso no hay libro en el mundo que iguale a la Biblia."

Harper Lee



"El momento en el que tus amigos te necesitan es cuando están equivocados. No te necesitan cuando están en lo cierto."

Harper Lee


"Elimine los adjetivos y obtendrá los hechos."



Harper Lee


"Es mejor ser silencioso que un tonto."

Harper Lee



"La auténtica valentía es cuando sabes que tienes todas las de perder antes de comenzar pero comienzas a pesar de todo."

Harper Lee


"La isla de cada ser humano, el centinela de cada uno, es su conciencia. Eso de la conciencia colectiva no existe."

Harper Lee



“La mayoría de personas son buenas cuando finalmente puedes verlas.”

Harper Lee


“Las cosas nunca son tan malas como parecen.”

Harper Lee


"Los prejuicios, una palabra sucia, y la fe, una palabra limpia, tienen algo en común: ambas comienzan donde termina la razón."

Harper Lee



"Los ruiseñores no se dedican a otra cosa que a cantar para alegrarnos. No devoran los frutos de los huertos, no anidan en los arcones del maíz, no hacen nada más que derramar el corazón, cantando para nuestro deleite. Por eso es pecado matar un ruiseñor."

Harper Lee
Matar un ruiseñor





"Mantén tu cabeza en alto y baja tus puños. No importa lo que te diga cualquier persona, no dejes que te provoque. Intenta pelear, con tu cabeza, por un cambio."

Harper Lee





"Muchos reciben consejos, solamente los sabios se benefician de ellos."


Harper Lee



"Nunca se entiende bien a una persona hasta que se examinan las cosas desde su punto de vista."

Harper Lee



"Para poder vivir con otras personas tengo que poder vivir conmigo mismo."

Harper Lee



"Quiero deciros sencillamente que en este mundo hay hombres que nacieron para hacer los trabajos desagradables que nos corresponderían a los otros. Vuestro padre es uno de tales hombres."

Harper Lee
Matar un ruiseñor




"Quería que vieras lo que realmente es el coraje. El coraje no es un hombre con un arma, es saber que estás en desventaja desde antes de empezar, pero sigues adelante sin importar nada."

Harper Lee


"Según sus cálculos, el bebé llegaría en octubre, y el día treinta de septiembre ella se quitaría la vida. 
El otoño llega tarde en Alabama. Incluso en Halloween, se pueden guardar las sillas del porche sin necesidad de abrigarse mucho. Los crepúsculos son largos, pero la oscuridad llega de repente: el cielo cambia de un naranja opaco a un azul oscuro en cuestión de segundos, y, al irse con la luz el último rayo de calor del día, empieza a refrescar.
El otoño era su estación favorita. Había un no sé qué de expectación en sus sonidos y sus formas: la algarabía lejana de los cuerpos juveniles y el sordo entrechocar del cuero en el campo de entrenamiento que había cerca de su casa la hacía pensar en bandas de música y en Coca-Colas frías, en cacahuetes secos y en el vaho de la gente, visible en medio del aire. Incluso había algo que esperar con ilusión con el comienzo de las clases: la renovación de viejas amistades y rencillas, y las semanas de repaso, volviendo a aprender lo que uno había olvidado a medias durante el largo verano. El otoño era la época de las cenas calientes, cuando se podía comer todo lo que uno se había perdido por la mañana por estar aún demasiado soñoliento para saborearlo. Su mundo estaría en su momento más dulce cuando le llegara la hora de abandonarlo.
Tenía ya doce años y había empezado el primer grado de instituto. Su capacidad para paladear el cambio tras acabar la educación primaria era muy limitada: no le gustaba tener que cambiar de aula en un mismo día, ni que le dieran clase distintos profesores, ni saber que, allá en el remoto bachillerato, su hermano se había convertido en una especie de héroe. Atticus estaba fuera, en Montgomery, para asistir a las sesiones de la asamblea legislativa, y Jem bien podría haber estado fuera con él a juzgar por las veces que lo veía.
El treinta de septiembre mató el tiempo en la escuela sin aprender nada. Después de las clases, se fue a la biblioteca y se quedó allí hasta que llegó el conserje y le dijo que tenía que irse. Volvió a la ciudad caminando despacio para seguir en su propia compañía todo el tiempo posible. La luz del día se iba desvaneciendo cuando cruzó las vías del viejo aserradero camino de la tienda de hielo. Theodore, el hielero, la saludó cuando pasaba, y ella recorrió la calle mirándolo hasta que se metió en la tienda.
El depósito de agua local estaba en un campo, al lado de la tienda de hielo. Era la cosa más alta que había visto nunca. Una minúscula escalerilla iba desde el suelo hasta una pequeña plataforma que rodeaba el depósito.
Tiró los libros al suelo y comenzó a subir. Cuando había trepado más alto que los cinamomos de su jardín trasero miró hacia abajo, se mareó y levantó la vista hacia el trecho que le faltaba.
Tenía todo Maycomb a sus pies. Le pareció ver su casa: Calpurnia estaría haciendo galletas, y un rato después llegaría Jem del entrenamiento. Miró al otro lado de la plaza y creyó ver con toda claridad a Henry Clinton saliendo de la tienda Jitney Jungle con los brazos cargados de provisiones. Las metió en el asiento trasero de un coche. Todas las farolas se encendieron a la vez, y Jean Louise sonrió con súbito deleite.
Se sentó en la estrecha plataforma y dejó colgar los pies por un lado. Perdió un zapato y después el otro. Se preguntaba cómo sería su funeral: la anciana señora Duff velaría toda la noche y haría firmar a los asistentes en un libro. Y Jem, ¿lloraría? En ese caso, sería la primera vez.
Dudaba de si debía lanzarse de cabeza o dejarse caer desde el borde. Si se daba de espaldas contra el suelo, quizá no dolería tanto. Se preguntó si ellos llegarían a saber alguna vez cuánto los quería.
De pronto alguien la agarró. Se puso rígida cuando sintió que unas manos le sujetaban los brazos contra los costados. Eran las manos de Henry, manchadas de verde por las hortalizas. Sin mediar palabra, la hizo levantarse y la obligó a bajar por la empinada escalerilla."

Harper Lee
Ve y pon un centinela



"Siempre di la verdad, no hagas daño a otros, y no creas que eres el ser más importante sobre la tierra. Rico o pobre, puedes mirar a cualquiera a los ojos y decir: "Puede que nos ea mejor que tu, pero soy tu igual."

Harper Lee


"Siempre es fácil mirar atrás y ver lo que éramos ayer o hace diez años. Ver lo que somos ahora, en cambio, es muy difícil."

Harper Lee
Ve y pon un centinela



"Uno es valiente cuando, sabiendo que la batalla está perdida de antemano, lo intenta a pesar de todo y lucha hasta el final pase lo que pase."

Harper Lee
Matar a un ruiseñor



“Uno no entiende a los demás hasta que no considera las cosas desde su punto de vista; hasta que no se mete bajo su piel y camina con ella por la vida."

Harper Lee



"Uno puede condenar a sus enemigos, pero es más prudente conocerlos."

Harper Lee


"Uno puede estar hirviendo de rabia por dentro, pero sabe que una respuesta serena da mejor resultado que un estallido de ira."

Harper Lee



"Verdaderamente no puedes comprender a una persona hasta que no consideras las cosas desde su punto de vista."

Harper Lee