"Apenas había convalecido de este porrazo, cuando me brumó la resistencia y la conformidad otro golpe, cuyas señales durarán en mi espíritu, si puede ser, aun más allá de la vida y de la muerte, y fue la repentina que sorprendió al eminentísimo señor cardenal de Molina, a quien debí tan piadosos agasajos y tan especiales honras que me tienen de puro agradecido, reverentemente avergonzado. Cuantos oficios sabe hacer la piedad, la inclinación, la justicia y la gracia, tantos me hizo patentes su clemencia. No llegó a sus pies súplica de mi veneración, que no me la volviese favorablemente despachada. Pedía para todos los afligidos, y para todos me daba, como no se metiese, por medio de mis ruegos ignorantes, la justicia, de quien fue siempre tan enamorado que jamás hizo, ni a su sombra, el más leve desaire. Fueron muchas las veces que me brindó ya con canonicatos, ya con abadías y otras prebendas, y nunca quise malograr sus confianzas y echar a perder con mis aceptaciones las bondades de su intención y bizarría. Es verdad que fue también industria de mi cautela por no descubrir mis indignidades con la posesión de sus ofrecimientos. En alguna ocasión que me vi acosado de sus clementes ofertas, le respondí con estas u otras equivalentes palabras: “Yo me conozco, señor eminentísimo, que estoy dentro de mí y sé que no soy bueno para nada bueno, porque soy un hombre sin crianza, sin economía interior, sin autoridad para los oficios honrosos, sin rectitud para su administración y sin juicio para saber manejar sus dependencias y formalidades. Mis calendarios me bastan para vivir; a la inocente utilidad de sus cálculos, a las remesas de mis miserables papelillos y a los florines que me da la Universidad de Salamanca, tengo atada toda mi codicia, mi ambición y vanagloria. Vuestra eminencia me perdone y le ruego por Dios que no me ponga en donde sean conocidas mis infames inmoderaciones e ignorancias, y permítame tapar con esta fingida modestia y astuto desinterés las altanerías de mi seso ambicioso.”
No le satisfizo esta confesión de mi inutilidad a su eminencia; y una tarde, después de haberse levantado de la mesa, me arrimó a uno de los ángulos de su librería el reverendísimo padre fray Diego de Sosa, su confesor, y me dijo que su eminencia le mandaba que me dijese si quería ser sacristán, que me colaría la sacristía de Estepona, que le había vacado en su obispado de Málaga, ya que mis encogimientos no me dejaban aspirar a más altas prebendas. Le di mil gracias, jurando hacer desde aquella hora pública vanidad de sus recuerdos, de sus honras y las felicidades en que me ponía su piedad, pues para mí era la mayor añadir a lo suficiente a mis situados y negociaciones lo que sin duda me sobraría para repartir en su nombre a mis pobres agregados."

Diego de Torres Villarroel
Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor don Diego de Torres y Villarroel


Ciencia de los cortesanos de este siglo 

"Bañarse con harina la melena,
ir enseñando a todos la camisa,
espada que no asuste y que dé risa,
su anillo, su reloj y su cadena;

hablar a todos con la faz serena,
besar los pies a misa doña Luisa,
y asistir como cosa muy precisa
al pésame, al placer y enhorabuena;

estar enamorado de sí mismo,
mascullar una arieta en italiano,
y bailar en francés tuerto o derecho;

con esto, y olvidar el catecismo,
cátate hecho y derecho cortesano,
mas llevaráte el diablo dicho y hecho."

Diego de Torres Villarroel


"Con pasos más acelerados que los que llevaban mis amigos cuando caminaban por las entrañas cercanas al infierno, llegaron al vasto campo de la Luna. Allí empezamos a discurrir por sus montes, valles y llanadas; no vimos, ni en los más ocultos rincones, aquellos vivientes que dijo Pitágoras, con que tuvimos por apócrifa la opinión de su escuela. Ni vimos monstruo alguno; sólo pudimos percibir que era un globo muy parecido al de la tierra en lo desigual y escabroso; pero tenía movimiento; porque uno de mis amigos, que fue el primero que sintió mover la Luna, dijo:

–¡Ah, señor astrólogo! ¿Dónde nos ha traído, que nos hemos de despeñar? Yo me caigo.

–No se asuste vuestra merced, que no se caerá. Es verdad que se mueve la Luna, y no hay cuerpo en todas estas esferas que no se mueva. Tengan vuestras mercedes confianza, que como les libré de caer en el profundo abismo, también, si Dios nos ayuda, saldremos con felicidad, que aquí estamos en el cielo, y no puede suceder nada malo. Siéntense vuestras mercedes, que hemos de ver despacio sus movimientos.

Todos se aquietaron, y yo dije:

–A la Luna la han llamado muchos astrónomos cielo terráqueo, por la similitud en cualidades y figura que tiene con la tierra. Es pues, redonda, y su superficie es áspera y escabrosa, con cuestas, quebraduras y montes como la tierra; y no por eso pierde la figura esférica, como hemos dicho ya, y vuestras mercedes han visto de la tierra. Y para que lo vean mejor, miren vuestras mercedes hacia abajo, sin miedo de desvanecerse, y les parecerá desde aquí la tierra, lo mismo que desde la tierra parece la Luna.

Miraron hacia abajo, y por señas, inclinando la cabeza, me dieron a entender que tenía razón."

Diego de Torres Villarroel
Conversaciones Physico-Médicas y Chímicas de la Piedra Filosofal. Hemos utilizado la edición de Salamanca de 1752
Tomada del libro Viajes inexplicables de Chris Aubeck y Jesús Callejo, página 192


Confusión y vicios de la corte

"Mulas, médicos, sastres y letrados,
corriendo por las calles a millones;
duques, lacayos, damas y soplones,
todos sin distinción arrebujados;

gran chusma de hidalguillos tolerados,
cuyo examen lo hicieron los doblones,
y un pegujal de diablos comadrones,
que les tientan la onda a los casados;

arrendadores mil por excelencia;
metidos a señores los piojosos;
todo vicio, con nombre de decencia;

es burdel de holgazanes y de ociosos,
donde hay libertad suma de conciencia
para idiotas, malsínes y tramposos."

Diego de Torres Villarroel



"Cuando los mil contarás
con los trescientos doblados
y cincuenta duplicados,
con los nueve dieces más,
entonces tú lo verás,
mísera Francia, te espera
tu calamidad postrera
con tu rey y tu delfín,
y tendrá entonces su fin
tu mayor gloria primera."

Diego de Torres Villarroel
 Calamidades de Francia pronosticadas por el Dr. D. Diego de Torres
 Atribución a Diego de Torres dé este poema en el que se anuncia con claridad meridiana y con atinada precisión temporal (1790) la caída de la monarquía francesa
como consecuencia de la revolución



"... dieciséis años ha que te estoy predicando desde mis prólogos que no creas en las adivinanzas y acertijos de la astrología y eres tan obstinado que no sólo has creído a mis despropósitos, sino que has dado adoración a todos los zangarrones y patas de cabra que salen jurándoles de oráculos con su gorra, bigotes, anteojos y compases (...) Ni hay tal arte en el mundo, ni se enseñan semejantes locuras, porque todos los aforismos astrológicos son sueños, delirios y embustes (...) Ríete de mí y de los demás compositores de almanaques, porque el más sabio es un embaidor que sólo estudia en hurtarte el tiempo y el real de plata. Yo, por la
misericordia de Dios, nada te debo, porque siempre te he vendido mis mentiras con desengaño."

Diego de Torres Villarroel


"... después que me puse a astrólogo y me armé de escritor, gano mil pesos al año (...) Desean ver mi figura las gentes de buena condición y gusto, y creen que soy hombre de otra casta que los demás racionales, o que tengo una cabeza o un par de brazos más que los otros. Las mujeres hablan de Torres en sus estrados con alegría y buena voluntad y suenan en sus bocas las seguidillas de mis pronósticos y los juicios de mis calendarios."

Diego de Torres Villarroel
 Prólogo a la Segunda parte de Visiones y visitas de Torres con D. Francisco de Quevedo por la corte (1728), edic. de R. P. Sebold, Espasa-Calpe, Madrid, 1991, página 217


El amor perdido


"Diego de Torres Villarroel
Salió el niño de Venus más querido
a su blanda conquista acostumbrada
y tardando en volver a su morada
diole la bella madre por perdido.

Sale, corre, pregunta por Cupido
impaciente solicita asustada
mustio el color, el pelo desgreñada,
en Chipre le buscó Pafos y Gnido.

Búscale entre las ninfas que venera
más hermosas, la selva, el río, el prado,
búscale entre las ninfas que el mar cría

Toco del padre Tormes la ribera
y hállole aquí pendiente del nevado
cuello de la hermosísima María."

Diego de Torres Villarroel




Engulle el poderoso rica sopa...

"Engulle el poderoso rica sopa
cuando a mí me contenta una zurrapa; 
y siendo el mundo dilatado mapa 
le parece a su vicio estrecha copa. 

Con bordada, sutil y blanda ropa
el barro humano diligente tapa; 
y a mí me envuelve miserable capa 
y un negro camisón de ruda estopa. 

Ostenta a todos la gotosa tripa
y puede ser el que mejor me sepa 
a mí la sucia bota que a él su pipa. 

De la humana miseria huyendo trepa;
pero, por más que puja, anda y ahipa, 
todos somos racimos de una cepa."

Diego de Torres Villarroel



Escribe a Lesbia ausente...

"Madrugo a la primera luz del día,
después de un leve sueño moderado,
y sólo tiene el sueño de pesado,
no dormir con tus ojos, Lesbia mía.

Me sigue inseparable esta porfía,
de mi contemplación y tu cuidado,
en la casa, en el monte y en el prado,
y en la estación más cálida y más fría;

en la mesa contemplo tu semblante,
llega la noche y véote patente;
pues aunque el alma me reprenda amante,

¿cómo puede creer que estás ausente,
si no hay hora, minuto, ni hay instante
que no te mire en ella muy presente?"

 Diego de Torres Villarroel


"Fama, dinero y libertad, que es el chilindrón legítimo de las felicidades."

Diego de Torres Villarroel



Pago que da el mundo a los poetas

"Dícese de Quevedo que fue claro
y que en algunas coplas está obsceno;
Góngora puede ser que fuese bueno,
pero ya sus comentos le hacen raro.

El Calderón, que nos lo venden caro,
sólo de lo amatorio fue muy lleno
y nos dejó en la cómia un veneno
que nos hemos bebido sin reparo.

La idea de Juan Pérez fue abatida,
de Solís intrincada, ¡infeliz suerte!
¡Oh, ciencia pobre! ¡Facultad perdida!

¡Mundo borracho, que al varón más fuerte
después de ajarlo, miserable, en vida,
predicas estas honras en su muerte!"

Diego de Torres Villarroel



"Prueba en dar algo a tu prójimo, que puede ser que te sepa mejor distribuir que amontonar."

Diego de Torres Villarroel



Respuesta a Filis

"Mísero, pobre, solo y abatido,
vivo en este infeliz yermo poblado,
y no siendo elección ser desdichado
de ser tan desdichado estoy corrido:

no sirve la razón ni le ha servido
a quien domina lo cruel del hado,
que es infeliz a veces el cuidado,
como glorioso a veces el descuido.

En mandarme que viva alegremente
añades más tormentos a mis sustos,
pues no puedo ser, Filis, obediente.

¿Cómo podré esconderme a los disgustos
si es mártir cada cual del mal que siente,
y nadie es arquitecto de sus gustos?"

Diego de Torres Villarroel


Vida bribona

"En una cuna pobre fui metido, 
entre bayetas burdas mal fajado, 
donde salí robusto y bien templado, 
y el rústico pellejo muy curtido. 

A la naturaleza le he debido 
más que el señor, el rico y potentado, 
pues le hizo sin sosiego delicado, 
y a mí con desahogo bien fornido. 

Él se cubre de seda, que no abriga, 
yo resisto con lana a la inclemencia; 
él por comer se asusta y se fatiga, 

yo soy feliz, si halago a mi conciencia, 
pues lleno a todas horas la barriga, 
fiado de que hay Dios y providencia."

Diego de Torres Villarroel


"Yo disculpo en la Universidad el poco amor con que me ha tratado. Lo primero, porque yo soy en sus escuelas un hijo pegadizo, bronco y amamantado sin la leche de sus documentos. [...] Lo segundo, porque mi temperamento y mi desenfado es enteramente enemigo de la crianza y el humor de sus escolares, porque ellos son unos hombres serios, tristes, estirados, doctos... y yo soy un estudiantón botarga, despilfarrado, ignorante, galano, holgón, y tan patente de sentimientos que, siempre que abro la boca, deseo que todo el mundo me registre la tripa del cagalar."

Diego de Torres Villarroel


"Yo nací entre las cortaduras del papel y los rollos de pergamino de una casa breve del barrio de los libreros de la ciudad de Salamanca."

Diego de Torres Villarroel