"Al reflexionar acerca de lo que en definitiva es un hereje, no puedo sino concluir que llamamos herejes a aquellos que no están de acuerdo con nuestra opinión."

Sebastián Castellion


"¡Ay de vosotros, ciegos! ¡Ay de vosotros, obcecados! ¡Ay de vosotros, farsantes sanguinarios e incorregibles! ¿Cuándo reconoceréis por fin la verdad? Y, ¿cuándo dejarán los jueces de este mundo de derramar ciegamente la sangre de los hombres para complaceros?"

Sebastián Castellion
 Fragmentos de la obra tomados de Castellio contra Calvino, Stefan Zweig, ed. El Adelantado, Barcelona, 2002



“Buscar y decir la verdad, tal y como se piensa, no puede ser nunca un delito. A nadie se le debe obligar a creer. La conciencia es libre.”

Sebastián Castellion


"...¡cómo habrá de abominar de ella Cristo en el Día del Juicio Final! Pedirá cuentas por la conducta, no por la doctrina, y cuando le digan "Señor, estuvimos contigo, hemos predicado siguiendo tu ejemplo", él les contestará: "¡Fuera de mi vista, criminales!"

Sebastián Castellion
 Fragmentos de la obra tomados de Castellio contra Calvino, Stefan Zweig, ed. El Adelantado, Barcelona, 2002


"Es decir, si ellos habían llegado a concebir tal inquina, si tal era la ignominia de su impudencia y si tal era su maligno apego a las maledicencias, su capacidad de juicio y discernimiento sin duda estaría corrompida y podrían acusar incluso a más de una decena de hombres de cometer herejía y sólo serían tratados con piedad en el caso de que se retractaran públicamente de sus abominaciones. Primeramente, si no soy víctima de un razonamiento equívoco, sería señalado aquél que actuara con funesta perfidia, aduciendo secretas razones para que fuera recluido en prisión. Y luego se esgrimirían, a modo de excusa, diversos artículos legales, en parte falsos y en parte depravados. Si tratara de defenderse y expugnar aquellos juicios temerarios, su ineludible y fatal destino sería la cárcel. Si tratara de hallar la palabra oportuna, sucumbiría ante la incontinencia verbal de la élite monacal y la sentencia procesal sería definitiva. Sólo habría que aguardar que ésta fuera cumplimentada por el verdugo. La incontinencia acusatoria de un teólogo ex re sumía al acusado en las sombras de la cautividad. Y su ánimo se apresuraba a guardar dicha sentencia, ser condenado y que su nombre fuera consignado en el registro civil por un juez laico. Dicha autoridad, no por el conocimiento que atesoraba, sino en virtud del juicio teológico previo, arrojaría al fuego al reo. El teólogo sería en realidad el verdadero instigador y ejecutor de ese vil asesinato, presidiría la tortura. Me pregunto cómo podemos permanecer impertérritos ante tal derramamiento de sangre. ¿Acaso estamos cegados por el odio, la ambición o la burda codicia? Ni siquiera el venerable Béda es capaz de excusarse en su libro con respecto a este tipo de asuntos comerciales. Sin embargo, yo mismo llegué a conocer a alguien, cuyo nombre me abstengo de pronunciar, dado su amargo sino y confío en que el verdadero Dios sea su juez interlocutor, antes que cualquiera de estos otros. Y aunque no refiera todo ello para apoyar a los herejes, por quienes siento una execrable aberración, repudio también a estos otros vindicantes. Desde luego que no defenderé la causa de ninguno de ellos, a pesar de que sean tratados con la mayor dureza posible, si sé que es cierto que profesan una herejía sediciosa e incurable."

Sébastien Châteillon
Acerca de los herejes


"Las verdades de la religión-escribe este espíritu profundamente religioso son por naturaleza misteriosas, y desde hace más de mil años constituyen la materia de una inagotable controversia, en la que la sangre no dejará de correr hasta que el amor no ilumine los espíritus y tenga la última palabra." Cualquiera que interprete la palabra de Dios, puede equivocarse y cometer errores, y por ello nuestro primer deber sería el de la tolerancia recíproca. "Si todas las cuestiones fueran tan claras y evidentes como que sólo hay un Dios, todos los cristianos podrían tener fácilmente una sola opinión sobre todas estas cuestiones, así como todas las naciones están de acuerdo en reconocer que sólo hay un Dios, pero como todo está oscuro y confuso, los cristianos no deben juzgarse los unos a los otros. Y si somos más sabios que los paganos, seamos también mejores y más compasivos que ellos."

Sebastián Castellion



 "Mientras que en una ciudad o región pasas por ser un verdadero creyente, en el siguiente eres considerado por lo mismo un hereje, de modo que si uno quiere vivir hoy día sin ser molestado, debería tener tantas convicciones y religiones como ciudades y países hay en el mundo."

Sebastián Castellion
 Fragmentos de la obra tomados de Castellio contra Calvino, Stefan Zweig, ed. El Adelantado, Barcelona, 2002



"No se afirma la propia fe quemando a un hombre, sino más bien haciéndose quemar por ella. […] Matar a un hombre no es defender una doctrina; es matar a un hombre. Cuando los ginebrinos mataron a Servet no defendieron una doctrina: mataron a un hombre."

Sébastien Châteillon, latinizado Castalio, luego Castellio y finalmente Castellion
Contra el libelo de Calvino
Tomado del libro de Nuccio Ordine, La utilidad de lo inútil, página 108



"¡Oh, Cristo, Creador y Rey del mundo! ¿ves estas cosas? ¿Te has convertido realmente en otro distinto del que eras? Cuando viniste a la tierra, no había nada más apacible, nada más bondadoso que Tú, ninguno que soportara las ofensas más indulgentemente. Insultado, escupido, burlado, coronado con espinas, crucificado entre ladrones, en medio de la más profunda desesperación rogaste por aquellos que te infligieron todos aquellos agravios e injurias. ¿Es cierto que has cambiado? Te lo ruego, por el sagrado nombre de Tu Padre: ¿ordenaste Tú realmente que aquellos que no siguen todos Tus preceptos y mandamientos tal y como postula Tu enseñanza, fueran ahogados, desgarrados con tenazas hasta las entrañas, sus heridas espolvoreadas con sal, mutilados con espadas, quemados en un pequeño fuego y torturados hasta la muerte tan lentamente como fuera posible y con todo tipo de suplicios? Oh Cristo, ¿realmente apruebas esas cosas? ¿Son realmente Tus siervos quienes disponen tales carnicerías, quienes de ese modo desuellan y descuartizan a la gente? Y cuando ponen Tu nombre por testigo, ¿estás Tú realmente en esas atroces matanzas como si tuvieras hambre de carne humana? Si Tú, Cristo, ordenaras realmente estas cosas, ¿qué le quedaría entonces a Satán? Oh, terrible irreverencia, creer que Tú podrías hacer esas cosas, las mismas que él. Oh, audacia infame de los hombres: atribuir a Cristo lo que sólo puede ser voluntad e invención del demonio." atribuir a Cristo lo que sólo puede ser voluntad e invención del demonio."

Sebastián Castellion
 Fragmentos de la obra tomados de Castellio contra Calvino, Stefan Zweig, ed. El Adelantado, Barcelona, 2002