"Un monumento, un edificio e incluso una pequeña edificación deben no sólo ser bellos, pero integrarse en los ritmos naturales como hace un árbol en medio de la floresta. Equivale decir que la imaginación del arquitecto debe adaptarse a ciertas leyes. De otra manera, él se arriesga a hacer salir del suelo de los inmuebles ondas nocivas a la salud de las personas que los habitan o al ambiente... La planos de un arquitecto es a buen seguro más importante para la salud, para la prevención del cáncer y de otras enfermedades, del que las sumas astronómicas consagradas a la investigación médica y a la cura de los enfermos, sin que eso sea añadido al precio de la financiación de un inmuebles.. Y no se trata simplemente de una simple creación intelectual de un artista, aún obedeciendo a la solidez, al equilibrio estético y al conforto aparente. Ella es, aún, subordinación a una orden. Esa orden, que queremos clara y luminosa —
que los constructores de la Edad Media parecen haber poseído durante ese ápice fugitivo de nuestra civilización — se diluye rápidamente en recetas especializadas, para desaparecer en la era del concreto armado y de la alta tecnología.
¿Será posible reencontrar esa orden?
El abordaje del problema es facilitado por las ondas de forma y campos de forma. Pues, en el fondo, el criterio será la integración al Campo de Forma y con lo que de él transcurre: la armonía con las formas naturales y el efecto benéfico sobre los seres vivos."

Jean de La Foye
Ondas de Vida, Ondas de Muerte