“Yo soy, Jacques Bernard de Molay, nací en Vitrey, departamento del Alto Saona de la Diócesis de Besançon, cerca de las laderas del Jura, el día 9 de junio de 1243. Soy hijo del Señor de Lonvy, heredero de Mathe y Señor de Rahon, gran población cerca de Dôle, de la cual dependían muchas otras, pero principalmente Molay. Seducido desde muy joven por la piedad, la valentía y la honestidad de los caballeros del Temple, siempre deseé ingresar en la orden; cosa que intenté varias veces, pero el artículo 62 de la norma que San Bernardo dio a los templarios decía textualmente: -Aquel que tenga por designio meter a su hijo o a su pariente en la religión de los caballeros, que lo crie hasta la edad en que tenga la fuerza y el valor para llevar las armas-. En otras palabras; no me estaba permitido el ingreso hasta que no hubiese alcanzando la mayoría de edad, un límite que entonces estaba establecido en los 21 años. Y tuve que esperar a que llegara el año 1265 para poder ser admitido por la Orden del Temple, esto sucedió en la ciudad de Beaune (Francia), recibiéndome el que en aquél entonces era el visitador de Francia, Imbert de Perand, en la capilla de dicha residencia templaria. Mi carrera en el Temple fue meteórica, ascendiendo en la jerarquía de la orden templaria de manera muy rápida, siendo nombrado visitador general de Bretaña.  En el año 1292, y tras la muerte de Thibaud Gaudin el 16 de abril de ese mismo año, fui nombrado Gran Maestre de la Orden tres días después, el 19 de abril. Contaba ya en aquél entonces con 54 años de edad. En la primavera de 1293, dejé Rouen para viajar al oeste de Francia, donde se tenían que celebrar dos capítulos generales de la orden, el primero en Montpellier en 1293 y luego en Arles en 1296. Mi viaje me llevó a Provenza, pero también me acerqué a Cataluña, después a Italia y por último, viajé a Inglaterra. Entrados ya en el año 1305 regresé a París con un gran séquito de Caballeros y un gran tesoro de ciento cincuenta mil florines y diez mulas cargadas de plata… El 12 de octubre de 1307 el rey me había convocado en Paris a los solemnes funerales de su cuñada Catherine de Courtenay. Al día siguiente, 13 de octubre, él mismo ordenó mi detención y fui apresado y encarcelado bajo la acusación de sacrilegio contra la Santa Cruz, simonía, herejía e idolatría. Seis días después comenzaron mis primeras confesiones, todas ellas obtenidas bajo tortura. El día 24 de octubre ya no podía más; comencé a derrumbarme ante el continuo tormento y ya al día siguiente 25 de octubre estando en la cámara de tortura, confesé mi culpabilidad ante los cargos que se me imputaban. El día 22 de diciembre de 1313, Clemente V nombra a tres cardenales para juzgarnos a mí y a otros tres de mis compañeros.”

Jacques de Molay




“!Papa Clemente! ¡Caballero Guillermo! ¡Rey Felipe! ¡Antes de un año yo os emplazo para que comparezcáis ante el tribunal de Dios, para recibir vuestro justo castigo! ¡Malditos, malditos! ¡malditos todos, hasta la decimotercera generación de vuestro linaje!” “Ah, Clemente, Clemente… verdugo de tus hijos! ¡La Orden del Temple nunca morirá!”

Jacques Bernard de Molay
Sus últimas palabras antes de morir