"[…] ¿Cuántas veces se han tocado nuestras manos, al pasarnos las herramientas o al ayudarnos a subir y a bajar de las máquinas? Cientos de veces. Miles. Pero anoche me pareció diferente. Recogiste mi mano en la tuya, con las palmas hacia arriba, nuestros dedos doblados hacia dentro como un par de hojas caídas. Caídas, tal vez, pero no muertas: jamás había sentido la mano tan viva. Cada parte de mí que tocabas lanzaba chispas de energía. No pude dormir. No pude dormir así. 
De modo que incliné la cabeza, sólo un poco, hasta que mis labios se posaron en nuestras manos. Olí el aceite que nunca consigues limpiarte del todo de los dedos. Aspiré el aroma de tu piel. Y, entonces, como si fuese aquello lo único que estaba haciendo, sólo respirar, dejé que mi labio inferior te rozara el nudillo. 
El tiempo se detuvo. Estaba segura de que te darías cuenta de mi treta y te apartarías. Estaba segura de que sabrías que no estaba durmiendo, que no estaba respirando sin más. Pero no te moviste, así que lo hice otra vez. Y otra. y la tercera dejé que mi labio superior se uniera al inferior. 
Te besé la mano, Kai. No lo hice para darte las gracias por dejarme llorar. Por dejarme dormir en tus brazos. He pensado que debías saberlo."

Diana Peterfreund
En la oscuridad resplandecen las estrellas


“La envidia duele exponencialmente más que la angustia porque tu alma se parte en dos, una mitad elevada por la felicidad de otra persona, la otra mitad sumida en un pozo de autocompasión y dolor.”

Diana Peterfreund


"Los viejos poemas decían que los amantes estaban hechos el uno para el otro, lo cual no era cierto en el caso de Kai y de Elliot. Ellos no estaban hechos el uno para el otro en absoluto, sino todo lo contrario. Pero habían crecido juntos hasta que fueron como dos árboles de un mismo tronco, más fuertes juntos de lo que cualquiera de ellos podría haber sido por separado. 
Y, desde que Kai se había marchado, Elliot había estado sintiendo su pérdida. Él había crecido sin ella, pero Elliot… sólo se había marchitado."

Diana Peterfreund
En la oscuridad resplandecen las estrellas


"No pretendo saber tanto como tú sobre máquinas, pero conozco la respuesta a esa pregunta: las máquinas están diseñadas para funcionar de determinada manera. Si se eliminan sus restricciones de seguridad, si se las pone permanentemente en quinta o se les hace funcionar más rápido o más duro de lo deseado, se romperán. Eso es lo que hicieron las mejoras de Gavin y de Carlotta. Intentaron convertir a los seres humanos en dioses. Intentaron hacer que funcionáramos mejor de lo deseado por Dios. Y nos rompimos. 
Tu amiga, 
Elliot.

Querida Elliot:
Yo no estoy roto.
Tu amigo,
Kai."

Diana Peterfreund
En la oscuridad resplandecen las estrellas