Es bien débil la luz que nos llega del cielo estrellado. Y sin embargo, ¿qué sería del pensamiento humano si no pudiéramos ver las estrellas, si, como Venus, la Tierra estuviera rodeada de nubes?


Paul Couderc



La cuestión específica de la salud del individuo o su personalidad no son atribuidos a su herencia genética, a sus cromosomas, a los vicios de su abuelo, ni al ambiente social en que ha vivido, sino a los signos del Zodiaco, a los planetas que, como hadas madrinas, deciden el destino del hombre revoloteando en torno de su cuna.

Paul François Jean Couderc
Tomado del libro de Michel Gauquelin, Los relojes cósmicos, página 133


Las predicciones astrológicas dan por supuesta la existencia de un determinismo de largo alcance que constituye una caricatura ridícula del determinismo científico. Supongamos que un viejo de ochenta años resbala en una cáscara de naranja y se mata. es evidente que este suceso y sus causas pueden ser explicados según las leyes de la mecánica. Pero ni el más fanático determinista diría que ochenta años antes habría sido posible predecir, aun disponiendo de toda la información del mundo entero, que el viejo en embrión y la futura cáscara de naranja estaban destinados a tropezar en el futuro. En vez de esto, nosotros decimos que fue un accidente debido al azar, porque una infinidad de sucesos independientes han contribuido a ello. tantas circunstancias fortuitas modifican nuestra conducta a cada segundo que pasa, hasta el punto de que es imposible predecir tales accidentes ni siquiera con un minuto de anticipación. Es tanto más notable, por lo tanto, explicar la causa de la caída asociándola con la posición de algún cuerpo celeste ochenta años antes de que tenga lugar, cuando el pobre hombre acababa de nacer.

Paul François Jean Couderc

Tomado del libro de Michel Gauquelin, Los relojes cósmicos, página 132