"El icono tiene la finalidad de elevar la conciencia hacia el mundo espiritual, de mostrar espectáculos misteriosos y sobrenaturales."

Pável Aleksándrovich Florenski o Pavel Aleksandrovič Florenskij
Tomada del libro De Mona Lisa a los Simpson de Francesca Bonazzoli y Michele Robecchi, página 134


"Éste es el ayuno que practicaba el staretz. Pero valoraba más la oración; vivía y respiraba en ella, y de ella se alimentaba. Sin interrupción pronunciaba mentalmente la oración de Jesús, y sobre esto da testimonio el staretz Abraham.
En la esquina de su «éremo interior» oraba con frecuencia por largo tiempo de rodillas sobre una gran piedra, imitando a Serafín de Sarov, el Taumaturgo. En cada oración de vísperas y en cada liturgia permanecía hincado de rodillas sobre el frío suelo en el coro inferior de la iglesia de San Filaret, el Clemente. Sin cesar recordaba al Señor Jesucristo y con frecuencia, con una sincera emoción interior, repetía la oración de sus cinco llagas, que el lector conocerá más adelante, si es que Dios bendice a quien esto escribe permitiéndole llegar hasta el final de esta narración.
Por lo demás, uno no es capaz de determinar qué es lo más importante del padre Isidor (se entiende, en lo referido a su heroico ascetismo orante). El hombre necesita respirar; pero si te pidieran, lector, que dijeras algo sobre la respiración de tu padre según la carne, ¿podrías acaso contar muchas cosas? Poco, pues la respiración es demasiado natural para el hombre. Del mismo modo, para el batiushka abba Isidor también la oración era demasiado natural. Nosotros no notábamos en él esta respiración de la gracia de Dios. Como tú no notarías la respiración del aire por tu padre según la carne. Otra cosa sería si tu padre según la carne respirara aire de tanto en tanto y lo mismo le sucediera a nuestro padre según el espíritu, si respirara la gracia una o dos veces al día o, aún más, a la semana. Pero no era ésta la vida de oración del staretz. Todo el mundo sentía que el padre Isidor no dejaba de rezar ni durante la conversación, ni durante los quehaceres domésticos; y, sin embargo, nadie se atrevía a preguntarle sobre ello. A decir verdad, sería ocioso y estaría de más hacer estas preguntas."

Pável Florenski
La sal de la tierra


“... la verdad revelada es el amor, porque esto es Jesucristo y esta es la identidad de nuestro Dios: porque Dios es amor. Por eso, también el bien, si no se realiza como belleza, es decir, como el amor realizado, se convierte en un fanatismo que es capaz de aplastar al hombre e imponer  a la perfección del individuo como vanagloria, como orgullo. La verdad revelada es el amor y el amor realizado es la belleza.”

Pavel Florenskij


"Las Solovki, por una suerte de antipatía innata que se ha manifestado en mí desde la infancia, me resultaban profundamente extrañas, a pesar de que no sería difícil encontrar aspectos atrayentes. En particular, sé muy bien que en muchos sentidos se está mejor aquí que en otros muchos lugares, pero de todos modos mi conciencia rechaza estas islas. Por ejemplo, hasta la fecha no he visitado la catedral; me da vergüenza reconocerlo, pero no tengo ganas, a pesar de mi pasión por el arte antiguo. El monasterio es muy pintoresco, pero no me proporciona ninguna alegría. La única cosa que aún contemplo es el ocaso, cuyas tonalidades son extraordinariamente variadas y delicadas, un verdadero tesoro para un buen colorista. También admiro la aurora boreal; es un espectáculo hermoso e instructivo. Hace años creía que contemplar la aurora boreal constituía la coronación de los deseos humanos; no obstante, cuando esa ambición se ha cumplido, ese ardiente interés ya se había apagado. Así sucede siempre en la vida: los deseos se cumplen, pero demasiado tarde y en forma apenas reconocible."

Pável Florenski
Cartas de la prisión y de los campos



"¡No se puede vivir sin Dios!"

Pavel Florenskij



"Sabemos de la solemne impresión que produce La Escuela de Atenas de Rafael. Si queremos rememorar las sensaciones que provocan estas bóvedas, nace el deseo de compararlas, por ejemplo, con el templo moscovita del Cristo Salvador: nos parece que las bóvedas se igualan en altura a las de esta iglesia. Sin embargo, una vez medidas, resulta que la altura de las pilastras es poco mayor que el doble de la estatura de las figuras, de manera que el edificio entero, de apariencia tan solemne, resultaría claramente diminuto e insignificante de haberse construido realmente. El procedimiento del pintor en este caso tampoco es muy complicado. Rafael ha tomado dos puntos de vista situados en dos horizontes. Desde un punto de vista elevado ha dibujado el suelo y todo el grupo de personajes, desde otro inferior, las bóvedas, y, en general, toda la mitad superior de la imagen. Si el punto de fuga de las figuras de los hombres coincidiera con las líneas del techo, las cabezas situadas en el fondo de la representación estarían más bajas, quedando ocultas detrás de aquellos que están situados en el primer plano y desfigurando así la imagen. El punto de fuga de las líneas del techo se encuentra localizado en la mano derecha de la figura central (Aristóteles), con la que parece señalar hacia la tierra, mientras que con la izquierda sujeta un libro. Si trazáramos una línea entre este punto y la cabeza de Alejandro -la primera figura situada a la derecha de Platón (el personaje que alza su mano))- no sería difícil advertir cuánto debería disminuir la última figura de este grupo. Lo mismo sucede con los grupos que se encuentran a la derecha del espectador. Precisamente, para camuflar este desliz de la perspectiva dispuso Rafael los personajes al fondo de la imagen, enmascarando de esta manera las líneas del suelo que van hacia el horizonte."

Pável Florenski
La perspectiva invertida


“... tengo fe en que el nihilismo, cuando esté agotado mostrará su incapacidad, todo el mundo estará harto y se despertará el odio.  Y entonces, después de que esta ignominia haya fracasado, los corazones y las mentes, ya renovados, se dirigirán hacía la idea rusa, sin volver la vista atrás, hambrientos…”

Pável Florenski


"Yo quería ver el alma, pero quería verla encarnada. Alguno lo llamaría materialismo. No se trata, sin embargo, de materialismo, sino de la necesidad de lo concreto o simbolismo."

Pável Florenski