"La verdadera depresión de poeta es un rigor mortis de agonía. Es una total incapacidad del cuerpo para funcionar. No quieres salir de tu habitación. Louise Bogan lo resumió en dos versos expeditivos. Esto era allá por no sé cuándo, el año treinta y tantos. Fue en un poema del New Yorker titulado Observación solitaria traída de una breve estancia en el infierno. Y los versos decían así: "A la medianoche dejas/lágrimas en tus orejas". Está ahí tumbada boca arriba, llorando. Sus ojos están inundados y las lágrimas se encrespan y se derraman, y corren, y están fluyendo en sus orejas. Es algo directo, físico e interesante. Porque es como si el llanto condujese directamente al oído. Su dolor conduce a algo audible: un poema. Eso es lo que hace a todos esos poetas verdaderamente buenos. El llanto y el canto están conectados".

Nicholson Baker
El antólogo, Editorial Duomo, 2010