"Echemos algunas gotas de horror sobre la dulzura del mundo."
Gastón Baquero
Palabras escritas en la arena por un inocente / X
Las estrellas
"¡Cuántas estrellas anoche!
¡Yo las veía tan claras y cercanas
como higos de cristal, como frutillas azules!
Me parecía, Teresa,
que todas las estrellas te miraban
con la misma alegría con que te miran
los ojos de mi alma.
Bocarriba en el campo,
solos la tierra y yo con las estrellas,
yo ponía mis ojos
en el pueblo de ojillos azulosos
que desde arriba podía contemplarte
con tantos ojos como estrellas tiene
el cielo blanco.
¿O serán las estrellas
las orejas del cielo,
por donde arriba oyen
tu cantar cuando hilas
o tu risa en el baile?
¿O serán las estrellas
como un sarpullido
que en la piel del cielo
provoca rasquiñas,
y comezón, y ansias,
y por eso titilan
y brincan las estrellas?
No: son ojos las estrellas,
son miradas, son fiestas.
Yo anoche bien veía
que estaban contentas y felices,
como quien puede mirar desde un collado
a una moza llamada Teresa
mientras va por la cabra
o recoge azucenas.
Y yo quería tener, yo deseaba
tantos ojos como tiene el cielo
para verte con ellos. Yo me sentía
el cuerpo hecho un acerico
de estrellas y de ojos.
Por la piel
me picaban y corrían
todas las estrellas.
¡Pudiera yo ser cielo
y eternamente verte
con los innumerables ojos
de mis estrellas!
Sentados a los pies del profesor
preguntábamos: ¿y la eternidad?
Y el buen viejo nos miraba con enojo,
hasta que por fin decía, contemplándose las manos:
"La eternidad no ha sido definida, pues se necesita
una eternidad entera para que abarquemos
el concepto de la eternidad. ¿Habéis comprendido?"
Y nosotros, sentados a los pies del profesor,
nos reíamos tanto, reíamos con tan poco cansancio,
que nos llevaba una eternidad consumir la risa
producida por la definición exacta de la eternidad."
Gastón Baquero
"No hay música tan pura como el silencio.
No hay palacio tan puro como las ramas.."
Gastón Baquero
Olvido
"¡Cómo el olvido ha ido destruyendo
el mundo aquel que edificamos juntos!
¡Las abejas sonoras, los pastos, el estruendo
del río bramador acorralado, los difuntos
ecos del viento que partió gimiendo
con tu enorme cadáver, y ardió los juncos
con llama tan veloz que aún está ardiendo,
con ceniza tan cruel que aún están truncos!
Donde hubo razón de frescos vinos,
de panes floreciendo en la alborada,
de reluciente fruto mantenido
en remotos estrados cristalinos,
hoy sólo queda una sombra desgarrada
y tus restos luchando con mi olvido."
Gastón Baquero
Preludio para una máscara
"El rocío decora los restos de un naufragio
Donde sólo la muerte palpita débilmente.
Los astros ya no agitan sus tiernas cabelleras
Sobre el rostro invisible que decora el rocío.
Sin color se adelanta por la muerte un recuerdo
Que aprisiona en sus alas la forma que mi cuerpo
Tendrá cuando sea el tiempo de que la muerte quede
Enterrada en el rostro que decora el rocío.
Yo no quiero morirme ni mañana ni nunca,
Sólo quiero volverme el fruto de otra estrella;
Conocer cómo sueñan los niños de Saturno
Y cómo brilla la tierra cubierta de rocío.
Algo visible y cierto me arrastra por el alma
Hasta un balcón vastísimo donde nada aparece.
Allí me quedo inmóvil escuchando que muero;
Presintiendo aquel rostro que decora el rocío.
El árbol que mi sombra levanta cada día
Sediento de los cielos devora sus raíces;
Toca en las puertas blancas del naufragio lejano
Y florece en el rostro que decora el rocío.
Con el sol que solloza por la muerte que un día
Le hará rodar oscuro debajo de la tierra,
De súbito ilumina mi estancia venidera
Donde deslumbra el rostro que decora el rocío.
No soy en este instante sino un cuerpo invitado
Al baile que las formas culminan con la muerte.
Dondequiera que al tiempo me disimulo o niego
Surge radiante el rostro que decora el rocío.
Ahora me reconozco como un huésped que llega
A una estación extraña a pasar breves días.
Mi patria se desnuda serena entre las nieblas:
Su extensión es el rostro que decora el rocío.
No importa que la muerte sea una nieve eterna
Que a la forma en el tiempo aprisiona y exige.
Un valle silencioso florece en mi recuerdo,
Y siento que a mi rostro lo decora el rocío."
Gastón Baquero
"Yo soy un inocente y he venido a la orilla del mar,
Del sueño, al sueño, a la verdad, vacío, navegando el sueño.
Un inocente, apenas, inocente de ser inocente, despertando inocente.
Yo no sé escribir, no tengo nociones de lengua persa.
¿Y quién que no sepa el persa puede saber nada?
Sí, señor, flor, amor, puede acaso que sepa historia de la antigüedad.
En la antigüedad está erguido Julio César con Cleopatra en los brazos.
Y César está en los brazos de Alejandro.
Y Alejandro está en los brazos de Aristóteles.
Y Aristóteles está en los brazos de Filipo.
Y Filipo está en los brazos de Ciro.
Y Ciro está en los brazos de Darío.
Y Darío está en los brazos del Helesponto.
Y el Helesponto está en los brazos del Nilo.
Y el Nilo está en la cuna del inocente David.
Y David sonríe y canta en los brazos de las hijas del Rey.
Yo soy un inocente, ciego, de nube en nube, de sombra a sombra levantado.
Veo debajo del cabello a una mujer y debajo de la mujer a una rosa y debajo
de la rosa a un insecto.
Voy de alucinación en alucinación como llevado por los pies del tiempo.
Asomado a un espejo está Absalom desnudo y me adelanto a estrecharle la mano.
Estoy muerto en este balcón desde hace cinco minutos lleno de dardos.
Estoy cercado de piedras colgado de un árbol oyendo a David.
Hijo mío Absalom, hijo mío, hijo mío Absalom!
Nunca comprendo nada y ahora comprendo menos que nunca.
Pero tengo la arena del mar, sueño, para escribir el sueño de los dedos.
Y soy tan sólo el niño olvidado inocente durmiéndose en la arena.
III
«Yo soy el más feliz de los infelices».
El que lleva puesto sombrero y nadie lo ve.
El que pronuncia el nombre de Dios y la gente oye:
Vamos al campo a comer golosinas con las aves del campo.
Y vamos al campo aves afuera a burlarnos del tiempo con la más bella bufonada.
Pintando en la arena del campo orillas de un mar dentro del bosque.
Incorporando las biografías de hombres submarinos renacidos en árboles.
Atahlía interrumpe todo esfuerzo gritando hacia los cielos traición, traición!
Nos encogemos de hombros y hablamos con los delfines sobre este grave asunto.
Contestan que se limitan a ser navíos inesperados y tálamos de ruiseñores.
Que lo dejen vivir en todo el mar y en todo el bosque.
Escalando los delfines los árboles y las anémonas.
Comprendo y sigo garabateando en la arena.
Como un niño inocente que hace lo que le dictan desde el cielo..."
Gastón Baquero
Palabras escritas en la arena por un inocente
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