El Romance de La Serrana de la Vera
Legua y media de Garganta
cinco leguas de Plasencia
habitaba una serrana,
alta, rubia y sandunguera.
Vara y media de cintura,
cuarta y media de muñeca,
con una mata de pelo
que la los zancajos le llega.
Cuando tiene sed de agua
se baja pa la ribera
cuando tiene sed de hombre
se sube para la sierra.
Vio venir a un serranito
con una carga de leña,
le ha agarrado de la mano
y a la cueva se lo lleva.
No le lleva por caminos
ni tampoco por veredas,
que le lleva por los montes
por donde nadie la vea.
Ya trataron de hacer lumbre
con huesos y calaveras,
de los hombres que ha matado
aquella terrible fiera.
Ya trataron de cenar
una grandísima cena,
de conejos y perdices,
de tórtolas halagüeñas,
- Bebe serranito bebe,
agua de esa calavera,
que puede ser que algún día
otro de la tuya beba.
Ya trataron de acostarse,
le mandó cerrar la puerta
y el serrano como tuno,
la ha dejado medio abierta.
- Serranito, serranito
¿sabes tocar la vihuela?
- Sí señora sé tocarla
y el violín si usted quisiera.
Le ha dado una guitarrita
para que tocara en ella,
al son que ella se durmiera
la guitarra respondiera.
Al sonar esa guitarra
se ha quedao medio traspuesta
ya que la sintió dormida,
se ha salido para afuera.
Y al ver que no está el serrano
se puso como una fiera,
y al ver que no estaba allí,
excava, bufa y patea.
Legua y media lleva andada
y sin menear la cabeza,
otra legua y media anduvo
y ya volvió la cabeza.
Cogió una china en su honda
que pesaba arroba y media,
y de brío que llevaba,
le ha tirado la montera.
- Vuelve, serranito, vuelve,
vuelve atrás por tu montera
que es de paño fino y bueno
y es lástima que se pierda.
- Si se pierde que se pierda,
yo atrás no voy a por ella,
mi madre me compra otra
y si no me estoy sin ella.
- Por Dios te pido serrano,
que no descubras mi cueva
y si acaso la descubres
maldición que te cayera:
tu padre será el caballo,
tu madre será la yegua,
y tú serás el potrillo
que relinche por la sierra.
A la mañana siguiente
el serranillo dio cuenta,
acudieron todo el pueblo
para apresarla en la cueva.
- Yo no tengo miedo al pueblo,
ni a otros miles que vinieran,
sólo temo aquél viejecito
que sé que mi padre era,
y para que me matéis vosotros,
me mato yo con las tijeras.
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