FRASES DEL LIBRO SATURNO Y LA MELANCOLÍA
Es significativo que, desde la literatura astrológica de la
Antigüedad tardía, Kronos o Saturno presente también múltiples rostros y haya
seguido siendo, como para Tycho Brahe y después de él para Burton, el Señor de
la melancolía. El dios, castigado por su hijo, hace desgraciados a los
saturnianos, los que han nacido bajo su estrella. Por otra parte, Saturno es el
más elevado de los planetas; y es, en la tradición platónica, el dios de los
filósofos. Identificado con Crono, es también el tiempo que devora a sus hijos.
Finalmente, en la tradición astrológica que se remonta al final de la época
helenística y que fue reforzada por los árabes, su carácter funesto hace de él
el patrono de los lisiados y de los salteadores de caminos, pero a veces
también, en los mismos textos, por ejemplo, en Ptolomeo y sus discípulos, de
los pensadores (βαθύφρων).
Erwin Panofsky, Fritz Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la melancolía, página 7
Hay, en efecto, cuatro humores en el hombre, que imitan a
los diversos elementos; aumentan en diversas estaciones, reinan en diversas
edades. La sangre imita al aire, aumenta en primavera, reina en la infancia. La
bilis (amarilla) imita al fuego, aumenta en verano, reina en la adolescencia.
La melancolía imita a la tierra, aumenta en otoño, reina en la madurez. La
flema imita al agua, aumenta en invierno, reina en la senectud. Cuando no se
apartan ni por más ni por menos de su justa medida, entonces el hombre está en
todo su vigor.
Anónimo, De mundi constitutione (Migne, P. L., vol. XC, col.
881D).
Erwin Panofsky, Fritz Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la melancolía, página 475
… los pitagóricos definían la salud como equilibrio de
distintas cualidades, y la enfermedad como predominio de una sola…
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 27
De Saturno dicen: El bazo ocupa la misma posición en el
cuerpo que Saturno en el mundo. Pues Saturno con sus rayos envía poderes
trascendentes que penetran en todas las partes del mundo. Por medio de éstos
las formas se adhieren a la materia y permanecen en ella. Del mismo modo sale
del bazo el poder de la bilis negra, que es fría y seca y fluye con la sangre
por las venas a todas las partes del cuerpo, y por medio de ella la sangre se
coagula y las partes se adhieren unas a otras.
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 152
"En cuanto a Saturno, su naturaleza es fría, seca,
amarga, negra, oscura, violenta y áspera. A veces también es frío, húmedo,
pesado y de viento hediondo. Come mucho y es sincero en la amistad. Preside las
obras de humedad, ganadería y agricultura; los propietarios de tierras, obras
de construcción en haciendas, lagos y ríos; la medición de las cosas, la
división de las haciendas, tierras y mucha propiedad y las haciendas con sus
riquezas; la avaricia y la indigencia; los domicilios, los viajes por mar y las
estancias largas en el extranjero; los viajes lejanos y malos; la ceguera, la
corrupción, el odio, el dolo, la astucia, el fraude, la deslealtad, la
nocividad (o daño); el retiro al interior de uno mismo; la soledad y la
insociabilidad; la ostentación, el afán de poder, el orgullo, la altivez y la
jactancia; aquellos que esclavizan a los hombres y mandan, así como todas las
acciones de maldad, fuerza, tiranía e ira; los luchadores [?]; la esclavitud,
el encarcelamiento, el secuestro, el cautiverio, el habla honesta, la cautela,
la reflexión, el entendimiento, el ensayo, la meditación… el mucho pensar, la
aversión al habla y a la importunidad, la persistencia en un rumbo. Muy pocas
veces se encoleriza, pero cuando se encoleriza no es dueño de sí; no desea bien
a nadie; rige también a los ancianos y las personas displicentes; el miedo, los
reveses de fortuna, los cuidados, los accesos de tristeza, la escritura, la
confusión… la aflicción, la vida penosa, los apuros, la pérdida, las muertes,
las herencias, los cantos fúnebres y la orfandad; las cosas viejas, abuelos,
padres, hermanos mayores, sirvientes, lacayos, mendigos y personas cuya
atención requieren las mujeres [?]; los cubiertos de oprobio, ladrones,
sepultureros, ladrones de cadáveres, curtidores y los que cuentan cosas; la
magia y los rebeldes; la gente de baja cuna y los eunucos; el largo reflexionar
y poco hablar; los secretos, y es así que nadie sabe lo que hay en él ni él lo
muestra, aunque conoce toda ocasión oscura. Rige la autodestrucción y las cosas
de hastío."
Albumasar
(Leiden, Cod. or. 47)
Tomada del libro de
Erwin Panofsky, Fritz Saxl y Raymond Klibansky Saturno y la melancolía, página
153
(Saturno) Es malo,
masculino, por el día frío, seco, melancólico [literalmente: negruzco de
mezcla], rige los padres… la ancianidad y la chochez y los hermanos mayores y
ancestros, y la sinceridad en el habla y en el amor, y la ausencia de
impulsos…, y la experiencia de las cosas, el guardar un secreto y ocultarlo, el
mucho comer y el silencio, los negocios meditados, el entendimiento y la
facultad de distinguir; rige las cosas duraderas y permanentes, como la tierra,
la ganadería, la agricultura, la labranza y los oficios respetables que tienen
que ver con el agua, como el mando de navíos y su manejo, y la administración
del trabajo, y la sagacidad y la fatiga, el orgullo, los servidores de los
reyes, los pueblos piadosos, los débiles, los esclavos, los preocupados, los de
baja cuna, los pesados, los muertos, magos, démones, demonios y gente de mala
fama: todo esto cuando su condición es buena. Pero cuando es maligno rige el
odio, la obstinación, el cuidado, la aflicción, la lamentación, el llanto, la
mala opinión, la sospecha entre los hombres; y es apocado, proclive a la
confusión, impenitente, temeroso, dado a la ira, no desea bien a nadie; rige
además las ganancias avarientas, las cosas viejas e imposibles, los viajes
lejanos, la larga ausencia, la gran pobreza, la avaricia para sí y para con
otros, el uso de engaño, la necesidad, el asombro, la preferencia por la
soledad, los deseos que matan por crueldad, la prisión, las dificultades, el
dolo, las herencias, las causas de muerte. Rige también los oficios vulgares,
como los de curtidor, sangrador, asistente de los baños, marinero, sepulturero,
la venta de quincalla y objetos de plomo y huesos, así como el trabajo del
cuero. Todo esto cuando es desafortunado. Le pertenecen la audición, la
comprensión, los humores viscosos, pegajosos, negruzcos [melancólicos] y
espesos, y de las partes del cuerpo el oído derecho, la espalda, las rodillas…
la vejiga, el bazo, los huesos… y de las enfermedades la gota, la elefantiasis,
la hidropesía, la hipocondría, y todas las enfermedades crónicas que proceden
del frío y la sequedad. En la forma humana rige las circunstancias de que un
niño recién nacido tenga pelo negro y rizado, vello espeso en el pecho, ojos
medianos del negro al amarillo con las cejas juntas, huesos bien proporcionados,
labios gruesos; el frío y la sequedad le vencen fácilmente. También se dice de
él que es enjuto, apocado, delgado, estrecho, con la cabeza grande y el cuerpo
pequeño, la boca ancha, las manos grandes, las piernas arqueadas, pero
agradable de ver cuando camina, ladeando la cabeza, caminando pesadamente,
arrastrando los pies, amigo del dolo y el engaño. Tiene la fe del judaísmo, la
vestimenta negra; de los días el sábado, y la noche del miércoles… Le
pertenecen el hierro, los remedios, el roble, las agallas, las letrinas, los
sacos y las telas viejas y bastas, la corteza de la madera, la pimienta, el
qust [una hierba], el ónice, las aceitunas, los nísperos, las granadas áridas…
las lentejas, los mirobálanos, la cebada… el terebinto y todo lo que es negro,
y las cabras y novillas, las aves acuáticas, las culebras negras y las
montañas. Júpiter es auspicioso, masculino, por el día cálido, húmedo,
templado, y da sangre templada como la del corazón; de las edades del hombre,
la juventud le pertenece…
Alcabitius
(Bodl. Marsh 663)
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 154
(Saturno) rara vez denota caracteres y destinos ordinarios, antes bien
personas que se distinguen de las demás, divinas o bestiales, dichosas o rendidas
por la pena más honda.”
Ficino
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 7
Saturno, el príncipe de esta raza y horda, fue descrito por
todos los autores de la Antigüedad, así griegos como romanos, como un hombre… Cuando
huyó de Creta temiendo la ira de su hijo, vino a Italia y fue hospitalariamente
recibido por Jano, e instruyó a aquellos hombres toscos y salvajes en muchas
cosas, como griego culto que era: en la escritura, la acuñación de moneda y la
fabricación de utensilios. Por eso quiso que el refugio donde se había ocultado
a salvo se llamara Latium (de «latere»)
… de modo que fue en todo un hombre que huía, en todo un hombre que se
escondía[108].
Minucio Félix
Octavius, XXI, 4-7
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 186
¿Qué dicen de Saturno? ¿A qué ser rinden culto en Saturno?
¿No es aquel que primero descendió del Olimpo, «Huyendo de la guerra de Júpiter
y del trono derribado, Puso en paz a las gentes montaraces entre las abruptas
montañas Diseminadas, y a todas les dio leyes y quiso que conservaran El nombre
de Lacio por haber él yacido a salvo en esa orilla»[116]?
Virgilio
En., VIII, 320-24.
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la melancolía,
página 188
¿Qué dicen de Saturno? ¿A qué ser rinden culto en Saturno?
¿No es aquel que primero descendió del Olimpo, «Huyendo de la guerra de Júpiter
y del trono derribado, Puso en paz a las gentes montaraces entre las abruptas
montañas Diseminadas, y a todas les dio leyes y quiso que conservaran El nombre
de Lacio por haber él yacido a salvo en esa orilla»? ¿No le distingue su propia
efigie, que le muestra con la cabeza cubierta como quien se esconde? ¿No fue él
quien enseñó a los italianos la agricultura, como muestra su hoz? No, dicen
ellos… Pues nosotros no interpretamos a Saturno como «la plenitud del tiempo»,
según indica su nombre griego: pues se le llama Kronos, que, aspirado, es
también el nombre del Tiempo. Por eso se le llama también Saturnus en latín,
como diciendo lleno de años [«quasi saturetur annis»]. Yo realmente no sé qué hacer con una gente que, intentando
interpretar los dioses y efigies de sus dioses en mejor sentido, reconocen que
su dios mayor, padre de todos los demás, es el Tiempo. Pues ¿qué otra cosa dan
a entender sino que todos sus dioses son temporales, puesto que al Tiempo mismo
le hacen padre de ellos?
San Agustín
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 188
A Saturno, como planeta más alto, se le podía atribuir,
pues, el primero o el último de los dones. Neckam le atribuyó la sabiduría, y
daba para ello la siguiente razón: «Como el planeta Saturno tarda un tiempo
considerable en completar su revolución, así la sabiduría genera de sí misma
madurez. Hacen bien los filósofos en describir a Saturno como un anciano,
porque los ancianos tienen el juicio maduro». Esta descripción de Saturno, como
la idea general de los dones planetarios benéficos, es neoplatónica, pues fue
el neoplatonismo el que celebró a Saturno como dios anciano y sabio. Dicho en
otras palabras, la misma tesis que San Agustín había ridiculizado la resucitaba
ahora Neckam y la aplicaba a desarrollar su sistema especulativo cristiano.
Alexander Neckam
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 192
De modo que en el cielo del alma Saturno es un limpiador que
da pureza angélica, y produce una visión de la divinidad: como dijo nuestro
Señor, “Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios”»
Meister Eckhart
Alexander Neckam
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 193
La verdadera finalidad de Saturno es «iluminar y guiar la
“virtus intellectiva” y conducirla al conocimiento de lo recto y útil, a veces
hasta la luz de la profecía».
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 196
Boccaccio pretendiera identificar los dos mundos que hasta
aquí hemos visto aproximarse hasta cierto punto. Que sepamos, fue el primer
mitógrafo en declarar que las afirmaciones astrológicas eran dignas de figurar
al lado de las afirmaciones mitológicas sobre Saturno. «Que es un anciano
triste con la cabeza velada, lento y sucio y adornado con una hoz son cosas que
convienen todas al planeta y a la persona»
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 200
El tratamiento que
Guillermo de Conques dio a la astrología era semejante en la tendencia, pero
fundamentalmente distinto en cuanto al método Distinguía tres maneras de
considerar los cuerpos celestes: una mitológica («fabulosa»), referida a los
nombres de los astros y las fábulas con ellos relacionadas; otra astrológica,
referida a los movimientos de los cuerpos celestes según se presentan a la
vista; y otra astronómica, que inquiría no en los movimientos aparentes, sino
en los movimientos reales de los cuerpos celeste. En el curso de su exposición,
aunque sin subrayarlo expresamente, Guillermo de Conques dejaba claro que esos
tres métodos no eran mutuamente excluyentes, antes bien cada uno de ellos podía
expresar, rectamente entendido, la misma verdad de distinta manera. Saturno,
por ejemplo, que Guillermo comentaba con más extensión que los otros planetas,
se caracterizaba desde el punto de vista astronómico por ser el planeta más
alejado y de curso más largo: «por eso se le representa en los mitos como un
hombre anciano». La cualidad de frío que le atribuían los astrólogos estaba
basada en sus observaciones, según las cuales el Sol perdía calor estando en
cierta conjunción con Saturno. Del frío resultaba la cualidad de nocividad,
especialmente destacada cuando el planeta invertía su curso, y este
descubrimiento también había hallado expresión mítica en la imagen que le
mostraba portando una hoz. Aquí como en otros lugares, Guillermo trataba de
separar el núcleo de verdad física tanto de las «fábulas» como de las doctrinas
de los astrólogos, de una manera que recuerda la interpretación estoica de los
mitos.
Guillermo de Conques
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 206
Avanzando más, Prudencia dirige sus pasos hacia lo alto, y,
dejando atrás los atrios de Júpiter, penetra en las moradas de Saturno, que son
de mayor extensión, y tirita con los fríos del invierno y las heladas del
solsticio, y se admira ante ese frío entumecedor siendo verano. Allí el
invierno es ardiente, el verano se enfría y el calor se congela, el esplendor
se extravía y la llama se entibia. Allí lucen las tinieblas, allí la luz se
entenebrece, allí hace noche oscura con luz y claro día de noche. Allí Saturno
recorre el espacio con avaro movimiento, con pesado paso y larga marcha. Allí
su frío saquea los gozos de la primavera, se apropia de los adornos del prado y
el fulgor de las flores, y caliente se enfría y frío hierve, inunda seco,
oscuro luce, joven envejece. Y aun así su sonido no se desvía ni se aparta del
canto, antes bien su voz se hace oír por delante de las de sus compañeros, por
su viril acento; al debilitarse c) canto no pierde sustancia, su propia dulzura
le da sabor. Allí reinan el dolor y el gemido, las lágrimas, la discordia, el
terror, la tristeza, la angustia, el llanto, el daño]
Alano de Insulis
Anticlaudianus, IV, 8
(Migne, P. L., vol. CCX, col. 528).
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 629
Saturno toma su nombre de la saciedad. Y su esposa Ops toma
su nombre de (a opulencia, que concedió a los mortales, como dicen Isidoro y
Marciano. De él dicen las fábulas, y por eso se le pinta tristísimo, que fue
castrado por su propio hijo, y de sus partes viriles arrojadas al mar nació
Venus. Ahora bien, según Misael, Saturno es un planeta maligno, frío y seco,
nocturno y pesado, y por eso en las fábulas se le presenta viejo. Su círculo es
el más alejado de la tierra, y a pesar de ello es para la tierra el más nocivo…
En cuanto a color, es pálido o lívido como el plomo, porque tiene dos
cualidades mortíferas, a saber, la frialdad y la sequedad. De ahí que el niño
nacido y concebido bajo su dominio, o muere o le caen en suerte las peores
cualidades. Según Ptolomeo en su libro de los juicios de los astros, luce al
hombre atezado, feo, malhechor, perezoso, pesado, triste, rara vez alegre o
risueño. Por lo cual dice el mismo Ptolomeo: «Los hombres sometidos a Saturno…
tienen la piel amarillenta y los cabellos cárdenos, y son ásperos y rudos en
toda su persona; no les desagradan los vestidos feos y malolientes, y les
gustan los animales malolientes e inmundos, así como los alimentos ácidos y
astringentes, porque en su complexión domina el humor melancólico»).
Bartholomeus Anglicus
De proprietatibus
rerum, VIII, 2.S,
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 630
En el curso del siglo XII, pues, la creencia astrológica se
introdujo gradualmente en ciertos sistemas de filosofía escolástica de la
naturaleza, y de allí en adelante pudo desarrollarse dentro y fuera de la
esfera de la filosofía propiamente dicha. Incluso entre los autores
principalmente enciclopédicos encontramos una tendencia creciente a incluir
material que en realidad es astrológico. Para autores del siglo XIII como Amoldo Sajón, Vicente de
Beauvais o Bartholomeus Anglicus, que citaban a Ptolomeo y no intentaban ir más
allá por la vía de la interpretación moral o cosmológica, ya no era arriesgado
decir que la vida, la arquitectura y la doctrina eran propias de Saturno, o que
él significaba la tribulación, la pena, la humildad y el mal
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 214
En general, se podría decir que en la literatura astrológica
práctica de las épocas media y tardía del Medievo los rasgos redentores de
Saturno fueron quedando cada vez más sepultados bajo el cúmulo de sus
cualidades malas,
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 219
El hombre saturnino es el peor de todos los hombres, y sus
peculiaridades faciales y temperamentales reflejan la vileza de su aspecto
entero. Tiene la piel oscura, parda, amarillenta o casi verdosa; los ojos son
pequeños y hundidos, pero ven con agudeza, y parpadean poco; la voz es débil;
la mirada va inclinada al suelo; la barba es escasa; los hombros se curvan; es
sexualmente débil y proclive a la impotencia, pero tiene buena memoria; su
entendimiento es tosco, su mente tarda, su cerebro lento para la comprensión;
además, es apocado, deprimido, meditabundo, rara vez se ríe ni está siquiera
alegre; perezoso, envidioso, negligente en el vestir, aburrido en el hablar,
engañador, rapaz, ladrón, desagradecido, avariento y misántropo.
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 220
Mi curso, que es tan largo de completar, tiene más poder de
lo que se cree. Mía es la muerte por ahogamiento en el lívido mar, mía la
reclusión en oscuras mazmorras, míos el estrangulamiento y el ahorcamiento; la
murmuración y la rebelión de los villanos, el descontento y el envenenamiento
oculto; yo hago venganza y corrección cuando estoy en el signo del León. Míos
son la ruina de los altos palacios, el hundimiento de las torres y los muros
sobre el zapador y el carpintero. Yo abatí a Sansón cuando sacudía las
columnas; mías son las enfermedades frías, las traiciones sombrías y las
conspiraciones viejas; mi mirada engendra pestilencia.
Chaucer, Canterbury
Tales, grupo A, versos 2454 y ss.
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 634
Y todo lo infausto, todo lo ignominioso, todo eso es tuyo,
Saturno: salvo los cereales que acumulas.
Inscripción en un
fresco del Palazzo Trinci de Foligno, fechado antes de 1424, publicada por
M. Salmi en Bolletino d’Arte, XIII (1919), pág. 176.
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 635
Tienen más grande el corazón y más alborotada la sangre»,
dice hablando de la «sociedad secreta» a la que bien podríamos llamar la
Cofradía de los Melancólicos. «Desean y anhelan más, y su anhelo es más
desatado y más ardiente que el que corre por las venas comunes… los otros, ¿qué
saben de deleites en medio del dolor o de la desesperación?». «Pero ¿por qué
les llaman melancólicos, si sólo piensan en los goces y placeres mundanos?».
«Porque todo goce terrenal es tan fugaz y transitorio, tan falso e incompleto…
¿Aún preguntas por qué se les llama melancólicos, cuando todo deleite, tan
pronto como se posee, cambia de aspecto y se torna hastío… cuando toda belleza
es belleza que se desvanece, toda fortuna es fortuna que muda?»
J. P. Jacobsen, Frau
Marie Grubbe, cap. 11.
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 292
En una carta escrita entre 1470 y 1480 a su gran amigo
Giovanni Cavalcanti, dice:
En estos momentos no sé, por así decirlo, lo que quiero, o
quizá sea que no quiero lo que sé, y quiero lo que no sé. La seguridad que a ti
te garantiza la benignidad de tu Júpiter en Piscis me la niega a mí la
malignidad de mi Saturno retrógrado en Leo.
Pero recibió una respuesta indignada.
¿Cómo era posible que él, buen platónico cristiano,
atribuyera malas influencias a los astros; él, que tenía todos los motivos para
venerar al «astro más alto» como planeta
bueno?
¿No te miró acaso, cuando naciste en Florencia, bajo el
mismo aspecto con que miró al divino Platón, cuando por primera vez vio la luz
en Atenas?… ¿Quién te dio fuerzas para viajar por toda Grecia y llegar hasta la
tierra de los egipcios, a fin de traernos la sabiduría de aquella antigua
gente? ¿De dónde te ha venido esa memoria abarcadora, en la que todas las cosas
están presentes con sus correctos tiempos y lugares? Todas esas cosas son dones
de Saturno. Así pues, no te quejes de él, viendo que te ha elevado tanto sobre
los otros hombres cuanto el mismo lo está sobre los otros planetas. Es urgente,
créeme, una palinodia, y si eres prudente
la cantarás lo antes posible.
Marsilio Ficino sí cantó la palinodia. Su respuesta ya era
una retractación:
Debido a ese excesivo apocamiento que tú algunas veces me
reprochas, me quejo de mi temperamento melancólico, pues a mí me parece cosa
muy amarga, y que sólo puedo suavizar y endulzar un poco con mucho tocar el
laúd [!]. Pienso yo que Saturno me lo dio desde el principio, cuando en mi
horóscopo ocupaba el ascendente en el signo de Acuario… pero ¿dónde he venido a
parar? Ya veo que otra vez, no sin justicia, me obligarás a embarcarme en una
nueva palinodia sobre Saturno. ¿Qué haré, pues? Intentaré hallar una salida, y
diré que la melancolía, si así lo quieres, no procede de Saturno; o, si
necesariamente procede de él, entonces convendré con Aristóteles, que la
describió como un don singular y divino.
Marsilio Ficino
En una carta escrita
entre 1470 y 1480 a su gran amigo Giovanni Cavalcanti
Alexander Neckam
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 308-309
Recuerda siempre que
ya por las inclinaciones y deseos de nuestra mente y por la mera capacidad de
nuestro «spiritus» podemos entrar fácil y rápidamente bajo la influencia de
aquellos astros que denotan esas inclinaciones, deseos y capacidades: en
consecuencia, por el apartamiento de las cosas terrenales, por el ocio, la
soledad, la constancia, la teología y filosofía esotérica, por la superstición,
la magia, la agricultura y el dolor entramos bajo la influencia de Saturno.
Marsilio Ficino
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 310
Es Saturno quien conduce a la mente a la contemplación de
asuntos más altos y más ocultos, y él mismo, como dice Ficino en más de un
lugar, significa «la divina contemplación»
Marsilio Ficino
Ficino, De v. tripl.,
III, 22 (Opera, pág. 564).
Erwin Panofsky, Fritz
Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la
melancolía, página 310
Como quiera que el cielo está constituido según una ley de
armonía y se mueve armónicamente… es normal que no sólo los hombres, sino todas
las cosas de aquí abajo estén dispuestas en función de la armonía, y de ella
sola, a captar las influencias celestes en la medida de sus posibilidades. Y la
amplia armonía de las cosas superiores nosotros la hemos distribuido —según la
gradación anteriormente establecida— en siete clases de objetos, a saber: las
imágenes constituidas armónicamente (o que tales se pretenden); los remedios
equilibrados según una cierta consonancia; los vapores y los perfumes
preparados según una regla semejante de proporción; los cantos y los sonidos
musicales, a los cuales hay que añadir los gestos del cuerpo, los saltos, las
danzas, que según nosotros participan del mismo orden y el mismo poder; los
conceptos y los movimientos reglados de la imaginación; los discursos
coherentes de la razón, y las serenas contemplaciones de la mente.
Ficino
De v. tripl., III, 22 (Opera, pág. 564).
Erwin Panofsky, Fritz Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la melancolía, página 695
Dentro del alma («anima») supongamos que existen
«imaginado», «ratio» y «mens». La «imaginatio», ya sea por la naturaleza o
movimiento del «spiritus», o por elección, o por ambas cosas, puede de tal
manera acordarse con Marte o el Sol que venga a ser verdadera mente un vehículo
de influencias solares y marciales. Del mismo modo, ya sea por medio de la
«imaginado» y el «spiritus», o por «deliberado», o por ambas cosas, la «ratio»,
en virtud de una cierta imitación, puede llegar a asemejarse tanto a Júpiter
que, siendo más digna y más parecida, reciba más de Júpiter y de sus dones que
la «imaginatio» o el «spiritus» (como, por la misma razón, la «imaginatio» y el
«spiritus» reciben una mayor proporción de dones celestiales que cualesquiera
cosas o materiales inferiores). Finalmente, la «mens» contemplativa, que se
aparta no sólo de lo que generalmente percibimos, sino también de lo que
generalmente imaginamos o expresamos en nuestras costumbres humanas, y en su
deseo, ambición y vida tiende hacia las ideas, se expone en cierta medida a
Saturno. A esta sola facultad es Saturno propicio. Pues así como el Sol es
hostil a los animales nocturnos pero amigo de los que actúan a la luz del día,
así Saturno es enemigo de aquellos que llevan ostensiblemente una vida
ordinaria, o que, aunque rehuyan la compañía de la gente vulgar, empero no
dejan de lado sus pensamientos vulgares. Pues él cedió la vida común a Júpiter,
pero la vida retirada y divina la retuvo para sí. Los hombres cuyas mentes
están realmente apartadas del mundo son, en cierta medida, parientes suyos, y
encuentran en él un amigo. Pues el propio Saturno es (hablando en términos
platónicos) un Júpiter para las almas que habitan las esferas sublimes, del
mismo modo que Júpiter es un «iuvans pater» para los que llevan una vida
ordinaria. Es el mayor enemigo, sin embargo, para aquellos cuya vida
contemplativa es mera apariencia sin ninguna realidad. Saturno no los
reconocerá como suyos, ni Júpiter, domeñador de Saturno, los sostendrá, porque
violan las costumbres y reglas ordinarias de los hombres… Júpiter nos arma
contra la influencia de Saturno, que en general es extraña a la humanidad, y en
cierto modo impropia para ella: en primer lugar, con sus propiedades naturales;
después, sin duda, con su alimento y medicinas, y también, según se cree, con
los talismanes numéricos; y, finalmente, con las costumbres, las ocupaciones,
los estudios, y todas las cosas en general que por su naturaleza le pertenecen.
Pero los que escapan a la influencia maléfica de Saturno, y disfrutan de su
influencia benigna, no son sólo los que se acogen a Júpiter, sino también
aquellos que se entregan de todo corazón a la divina contemplación, que se
honra con el ejemplo del propio Saturno. En lugar de vida terrenal, de la que
él mismo está excluido, Saturno confiere vida celestial y eterna.
Ficino
De v. tripl., II, 15 (Opera, pág. 522)
Erwin Panofsky, Fritz Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la melancolía, página 319
Así, el sistema de Ficino —y en ello quizá radique su mayor
logro— conseguía dar a la «contradicción inmanente» de Saturno un poder
redentor: el melancólico altamente dotado —que sufría bajo Saturno, en la
medida en que éste atormentaba el cuerpo y las facultades inferiores con dolor,
temor y depresión— podía salvarse precisamente con una orientación voluntaria
hacia el mismo Saturno. Dicho en otras palabras, el melancólico debía aplicarse
por propio acuerdo a esa actividad que constituye el reino particular del astro
sublime de la especulación, y que el planeta propicia con la misma fuerza con
que estorba y perjudica las funciones ordinarias del cuerpo y del alma: es
decir, a la contemplación creadora, que tiene lugar en la «mens», y sólo en
ella. Como enemigo y opresor de toda vida sujeta de algún modo al mundo
presente, Saturno genera melancolía; pero como amigo y protector de una
existencia superior y puramente intelectual, puede también curarla. Cierto es
que el melancólico saturnino debe tomar todas las precauciones para
contrarrestar el peligro astral que se cierne sobre su salud, y en particular
debe invocar la influencia de Júpiter, al que siempre se consideró planeta auspicioso,
y sobre todo como ayuda contra Saturno. («Lo que Saturno daña», como afirmaba
un dicho popular, «Júpiter en seguida lo enmienda»). Pero, en última instancia.
Ficino ve en todo esto meros paliativos. Al cabo el hombre saturnino no puede
hacer otra cosa —y desde luego nada mejor— que entregarse a su destino, y
resignarse de todo corazón a la voluntad de su astro:
Ficino
De v. tripl., III, 22 (Opera, pág. 564).
Erwin Panofsky, Fritz Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la melancolía, página 318
Así que si alguien viniera a ti y te pidiera una imagen
saturnina y traicionera, o marcial, o que indique al hijo de Venus que debe ser
dulce y gentil, sabrías fácilmente, por las enseñanzas antedichas, siempre que
las hubieras practicado, qué medida y manera deberías emplear para ello. Pues
por las proporciones exteriores se pueden describir todas las condiciones de
hombres, ya sean de naturaleza ígnea, aérea, acuosa o terrosa. Porque el poder
del arte, como hemos dicho, somete todas las cosas
Durero
Erwin Panofsky, Fritz Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la melancolía, página 326
Durero estipulaba que en la selección y educación de
aprendices de pintor se debía atender a su complexión, y porque especificaba
los requisitos generales así:
Primero, hay que prestar atención al nacimiento del joven,
averiguando bajo qué signo nació, con algunas explicaciones. Ruega a Dios que
la hora fuera afortunada. Después hay que observar su figura y miembros, con
algunas explicaciones… Quinto, hay que mantener al muchacho con ganas de
aprender y que no se canse de ello. Sexto, atiende a que el muchacho no
practique demasiado, con lo cual podría vencerle la melancolía; atiende a que
aprenda a distraerse tocando aires agradables en el laúd, para deleitar su
sangre.
LF, Nachlass, págs. 283, 14-284, 2.
Erwin Panofsky, Fritz Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la melancolía, página 318
Reciben [los hijos de Saturno] fuertes impresiones de su
imaginación, que está más estrechamente vinculada a la melancolía que a ninguna
otra complexión. Y la razón de que la melancolía tenga una correspondencia y
relación más estrecha con la imaginación que ninguna otra complexión está en
que la imaginación considera la medida, la línea, la forma y el color, que se
conservan mejor en el agua y en la tierra, porque esos elementos poseen una
sustancia más densa que el fuego y el aire
Raimundo Lulio
en su Tractatus novus de astronomia
Erwin Panofsky, Fritz Saxl y Raymond Klibansky
Saturno y la melancolía, página 378
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