“Al empezar el diluvio
andaban todos alegres,
diciéndose unos a otros
¡qué buen año será éste!” 

Francisco Rodríguez Marín


“Al pie de un árbol sin fruto
me puse a considerar
lo poco que vale un hombre
cuando no tiene que dar. ” 

Francisco Rodríguez Marín



“Amiga, la mas amiga, 
amiga del corazón, 
la más amiga la pega 
en llegando la ocasión.”

Francisco Rodríguez Marín


“Amores escondidos 
por tiempo largo,
si en tragedia no acaban 
será milagro.”

Francisco Rodríguez Marín


“Como el pez en el agua vive aquí el bueno... esperando que el malo le eche el anzuelo.” 

Francisco Rodríguez Marín



“El hablar quiere gracia,
y el cantar, brío ;
y el pelar la pavita, 
mucho sentido.” 

Francisco Rodríguez Marín



"El misterio, esa espuela de la curiosidad, ejerce un poderosísimo ascendiente sobre nuestro espíritu; y cuando, después de ver pasear largo rato al enlutado, le miraba sentarse y escribir por espacio de algunos minutos en un pequeño libro con pasta azul, que guardaba luego, yo no sé qué sacrificio no hubiera sido capaz de hacer con tal de leer aquellas notas. Ellas debían de expresar la causa del ensimismamiento del joven; de contener el fruto de sus profundas meditaciones; de encerrar la fotografía —permítaseme la expresión— de aquella alma misteriosa.
Yo buscaba en vano, hacía algunas tardes, un medio para satisfacer mi curiosidad; para entablar conversación con aquel desconocido, cuyo libro azul creía ver hasta en mis sueños. Dos veces le había saludado con este propósito; pero ambas, por distracción o por conveniencia, dejaron de contestar a mi saludo. ¡Estaba visto! Érame preciso renunciar á ingerirme en la confianza de aquel hombre.
Una casualidad, que no vacilé en llamar dichosa, pareció favorecer mi tenaz deseo.
Una tarde, el enlutado abandonó su asiento, dejando olvidado sobre él su libro de memorias.
Me apresuré á asirme al pelo de esta ocasión, y ¿á qué negarlo? en aquel instante cruzó por mi mente la malévola idea de posesionarme de aquella prenda, causa de mis desvelos; mas, en honor de la verdad sea dicho, rechacé enseguida, como hombre honrado, aquel pensamiento diabólico, y, sin acercarme siquiera al sitio en que el libro estaba, grité al desconocido."

Francisco Rodríguez Marín
El libro azul 




“En el viaje de la vida 
van los ricos a caballo; 
los caballeros, a pata, 
y los pobres, arrastrando.”

Francisco Rodríguez Marín




“Es el amor, señores, 
como el cigarro:
Nadie lo deja y todos
quieren dejarlo.
Y el que lo deja,
es para volver luego 
con mayor fuerza.” 

Francisco Rodríguez Marín


“La verdad tiene dos sabores: uno dulce, para el que la dice, y otro amargo, para el que la oye.” 

Francisco Rodríguez Marín


“Las cositas de este mundo 
muchos las toman a pecho ; 
yo las tomo con la mano 
y a la espalda me las echo.”

Francisco Rodríguez Marín



"Llegó la temida hora de la separación luego que Santana obtuvo el título de bachiller, y, si doloroso fue para entrambos amantes el tener que renunciar á las sabrosas pláticas nocturnas, que se habían hecho frecuentísimas en el año último, ni al uno ni al otro —tan seguros estaban recíprocamente de su lealtad— asaltó temor alguno de que la ausencia fuese en este caso, como es en casi todos, madre del olvido. Ambos sabían que, según la seguidilla popular,
Ausencia es aire, que apaga el fuego chico y aviva el grande.
Se escribieron cada día, y con sus apasionadas cartas ocurrió á menudo una cosa muy de notar: el coincidir nuestros enamorados, al escribirse simultáneamente, no ya en los tópicos usuales de tal linaje de correspondencia, que en esto nada habría de peregrino, sino en las particularidades más extrañas; verdadero fenómeno telepático, de que Mariflor se admiraba mucho. Santana, al explicárselo en una de sus epístolas, le transcribió aquellos versos de la comedia intitulada Los empeños de un engaño, del mejicano Ruiz de Alarcón:
Si tocas de un instrumento
sola una cuerda, verás
que están mudas las demás,
si es disonante su acento;
Mas si alguna está en distancia
y en consonancia debida,
suena sin tocarla, herida
sólo de la consonancia
de aquella que se tocó...
Y esto mismo sucedía á aquellas dos almas, templadas al unísono.
Así iban las cosas, cuando, apenas transcurridos dos años de esta ausencia, sólo interrumpida durante la breve temporada de vacaciones correspondiente al primero, se eclipsó de todo en todo la buena estrella de los amantes. Murió de súbito el anciano Conde, apresuró su regreso con este motivo don Fernando de Sepúlveda, padre de Mariflor, y como, apenas pasados quince días desde su llegada, se percatase, por tal cual maligna referencia, de las relaciones amorosas de su hija, se resolvió á hospedarla en la clausura de un convento de monjas, á pretexto de completar en él su educación, que decía haber hallado algo descuidada, á causa del demasiado mimo del abuelo. De todas estas funestísimas novedades se iba enterando Santana de día en día por las cartas de la infeliz Mariflor, medio borradas por su llanto. Por consejo del ausente, ella acudió al buenísimo de don Andrés para que interpusiera su influjo en pro de aquel amor, antes tan dichoso y ahora tan desdichado. Y ¿por qué no hablar á cortinas descorridas? ¿No era Santana un sujeto muy estimable por su talento y sus virtudes? ¿No se sabía que la anciana marquesa, su protectora, le dejaba en el testamento la tercera parte de su pingüe caudal, por donde había de ser mucho más rico que Mariflor?
Don Andrés se prestó á dar aquel paso que le encomendaban, pero nada logró. Antes bien, en la larga conferencia que celebró con don Fernando supo que el mal de los dos amantes era aún mayor de lo que ellos imaginaban: Sepúlveda tenía novio para su hija, y con él se proponía casarla después que pasara uno ó dos años en el convento. En balde don Andrés, juicioso y experimentado, probó á tocar los resortes á que obedece todo corazón: don Fernando carecía de ese órgano. Sólo así pudiera ver impasible el acerbo llanto y la dolorosa angustia de su hija."

Francisco Rodríguez Marín
Azar



“No te mates por saber,
que el tiempo te enseñará ; 
Que no hay cosa más bonita
que saber sin preguntar.” 

Francisco Rodríguez Marín



“Si la amistad pretendes 
que sea durable, 
visita a tus amigos 
de tarde en tarde. 
Pues la más tierna, 
suele tal vez perderse
con la frecuencia.” 

Francisco Rodríguez Marín









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