Cansera
¿Pa qué quiés que vaya? Pa ver cuatro espigas
arroyás y pegás a la tierra;
pa ver los sarmientos rüines y mustios
y esnüas las cepas,
sin un grano d’uva,
ni tampoco siquiá sombra de ella...
Pa ver el barranco,
Pa ver la laera,
Sin una matuja... ¡pa ver que se embisten,
de pelás, las peñas!...
Anda tú, si quieres,
que á mí no me quea
ni un soplo d’aliento,
ni una onza de juerza,
ni ganas de verme,
ni de que me mienten siquiá la cosecha.....
Anda tú, si quieres, que yo pué que nunca
pise más la senda,
ni pué que la pase, si no es que entre cuatro,
ya muerto, me llevan.....
Anda tú, si quieres.....
No he d’ir, por mi gusto, si en crus me lo ruegas,
por esa sendica por ande se jueron,
pa no golver nunca, tantas cosas güenas...
esperanzas, quereres, suores...
¡tó se jue por ella!
Por esa sendica se marchó aquel hijo
que murió en la guerra.....
Por esa sendica se jué la alegría...
¡por esa sendica vinieron las penas!...
No te canses, que no me remuevo;
anda tú, si quieres, y éjame que duerma,
¡a ver si es pa siempre!... ¡Si no me espertara!...
¡Tengo una cansera!...
Vicente Medina Tomás
Carmencica
¡Releñe, cuánta prisa! ¿No la has visto?
¡Carmencica con novio!
¡Y no está encelaïca, que digamos,
platica que platica con el mozo
los dos mu rejunticos
sentäos en el poyo!
¡Válgame Dios! me da como tristeza
de que sea tan pronto.
¡Señor, si es una cría!
Si ayer mesmico, como dice el otro,
llevando elante su maná de pavos,
corría esaliñá por los rastrojos,
y era una cabra suelta, que la vías
abora del barranco en lo más hondo
y aluego en lo más alto de las lomas
y empués allá en el soto,
siempre pegando blincos y corriendo
dende un lugar a otro,
y siempre, ennegrecía y tan secuza,
que tö en su cara se volvían ojos...
Y, mirándola espacio,... no es la mesma...
¡si da, de verla, gozo!
¡Si su cara tié lumbre
y tién sombrica de parral sus ojos!
¡Si hasta paéce que el seno quiere ahogarla,
de llenico y reöndo!...
Con tó y con ello... ¡vaya, me da pena
de verla ya con novio!...
Y no es que no lo tenga... pué tenerlo;
pero más alantico... no tan pronto
que paéce va con ella esta coplica
que anoche, de rondeo, echaba un mozo:
Tempranera me has salío
como la flor del almendro
¡Cuánta flor tempranerica
se guiela o se lleva el viento!
Vicente Medina Tomás
"La fuerza del derecho no está en la razón, sino en la fuerza; todo derecho que se ejerce es un derecho indiscutible."
Vicente Medina Tomás
La Virgen de la suerte
Pensando voy por la calle
en tanta pobretería,
en tanta gente sin suerte
y en tanta gente afligida.
Pasa encogida la gente,
en las sierras ha nevado
y siente el frío hasta el cielo,
que en nubes se ha encapotado.
Va por la calle también
la Virgen recién parida,
llevando al niño en los brazos
y vendiendo lotería.
«La suerte» dice la Virgen,
pero los pobres se alejan...
¿Cómo comprar lotería?
¡Para comer lo quisieran!
En cambio compran la suerte
los que van bien abrigados,
a quienes sobra el dinero
y andan de suerte sobrados.
Muerde el frío ... fiero alano
de la miseria y la muerte .
Y, entre los pobres, la Virgen
va voceando: «¡La suerte!»...
Y los pobres a la Virgen
miran con un gesto amargo;
«¡La suerte!» y les muerde el frío
y están sus carnes temblando ...
«¡La suerte!»...También la Virgen
tiene un gesto de amargura
y bajo su mantoncito
abriga a su criatura ...
Vicente Medina Tomás
Los niños solos
Los níos solos
De dolor píando,
que no hay quien los sienta,
están en el güerto los riseñorcicos ...
azoräos vuelan
alrëor de sus níos en onde
ni siquiá un pajarico les quëa...
¿Qué píar y píar más amargo!...
¡dan una tristeza!
.............................
De las cosas que esjaran el pecho,
Te digo que es un pasar por la güerta:
¡ni siqiá un mocico!...
¡toícos pa la guerra!...
¡las casa solicas!...¡los padres llorando!....
¡se siente una pena!...
Vicente Medina Tomás
Los pajaricos sueltos
No mandes los nenes a la escuela
porque no la han abierto
y está, si es que el Señor no hace un milagro,
cerraïca pa tiempo…
Ha caido en la cama,
mu malico el maestro,
y es cosa de temer, por las señales,
que ya no se levante el probe viejo…
Una jaula vacía
páece la escuela con aquel silencio,
y por juera corriendo los zagales,
una bandá de pajaricos sueltos.
Ya doblan las campanas…
ya arremató el maestro…
muncha pena me da, porque era un hombre
de los pocos c´hay güenos…
muncha pena me da por los zagales…
¡No paro de pensar qué va a ser de ellos!
¡Traigo en el corazón una tristeza!…
D´allá abajico vengo;
la escuela, como enantes, cerraïca
y con aquel silencio…
chillando alreörcico los zagales
y a sus anchas corriendo…
¡La jaulica vacía
y la bandá de pajaricos sueltos!
Vicente Medina
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