"En la tercera noche, bajaron por el extremo inferior de Ius y llegaron a una larga aleta lemniscata que dividía el cañón. Siguieron la autopista de Marineris por la bifurcación sur. En la hora que precede al alba vieron algunas nubes en lo alto, y luego la claridad fue mucho más viva que en los días anteriores. Eso bastó para que buscaran donde esconderse. Se detuvieron junto a un montón de rocas apiladas contra la pared sur y se reunieron en el coche de vanguardia para pasar el día.
Desde allí alcanzaban a ver la ancha extensión de Melas Chasma, el cañón más grande. La roca de Ius era áspera y oscura comparada con el suelo de Melas, liso y rojo. A Ann le parecía imposible que las rocas de los dos cañones procedieran de las antiguas placas tectónicas, que en un tiempo se habían desplazado juntas y ahora estaban yuxtapuestas para siempre.
No se movieron en todo aquel largo día, tensos, extenuados, las caras tiznadas por la ubicua arena roja de la tormenta. A veces había nubes, a veces neblina, a veces súbitos claros.
A media tarde, sin previa advertencia, el rover se sacudió. Sobresaltados, corrieron a mirar los monitores. La cámara trasera del rover enfocaba Ius, y Sax señaló la pantalla.
—Escarcha —dijo—. Me pregunto si...
La cámara mostró el vapor de escarcha espesa que bajaba por el cañón hacia ellos. La autopista corría allí afortunadamente por el terreno elevado de la bifurcación sur de Ius; con un bramido que sacudió al rover, el suelo del cañón desapareció de pronto, cubierto por un muro bajo de aguas negras y espumas blanquecinas. Era una fuerza irresistible de pedazos de hielo, rocas, espuma, barro y agua, una masa rugiente que se precipitaba por el centro del cañón.
Debajo de la autopista, el suelo del cañón tenía unos quince kilómetros de ancho. La inundación cubrió todo ese espacio en unos pocos minutos, y empezó a subir por un largo talud que nacía de la pared del acantilado frente a ellos. La superficie de la crecida se aquietó al tropezar con ese dique, y mientras mirábanse congeló y solidificó: un grumoso y descolorido caos de hielo, extrañamente inmóvil. Entonces pudieron oírse gritando por encima de los estampidos y explosiones y del omnipresente fragor, pero no había nada que decir. Mudos de asombro, sólo pudieron mirar por las ventanillas bajas o por las pantallas. El vapor de escarcha que se elevaba de la corriente se convirtió en una niebla ligera. Pero no más de quince minutos después, el extremo inferior del lago de hielo estalló y se desgarró en una oleada de agua negra y humeante que hizo pedazos el dique del talud, con el rugido explosivo de una avalancha de rocas. La inundación avanzó de nuevo cañón abajo hasta perderse de vista en la gran pendiente que descendía de Ius a Melas Chasma."

Kim Stanley Robinson
Marte rojo



"La ciencia debe verse más a sí misma como un humanismo y una utopía política."

Kim Stanley Robinson



"La civilización está fuera de control."

Kim Stanley Robinson



"La infancia no son solo esos años. También son las opiniones que formas sobre aquellos después. Es por eso es que nuestra infancia es tan larga."

Kim Stanley Robinson


"No tenemos otro hogar aparte de este planeta."

Kim Stanley Robinson


"Tripitaka: Mono, ¿a qué distancia está el Cielo Occidental, la morada de Buda?
Wu-Kong: Puedes caminar desde tu juventud hasta que te hagas viejo, y después de eso, hasta que te conviertas en joven otra vez; e incluso después de pasar por ese ciclo mil veces, aún puede resultarte difícil llegar al lugar donde quieres ir. Pero cuando adviertas, por la firmeza de tu propia voluntad, la naturaleza búdica en todas las cosas y cuando cada uno de tus pensamientos regrese a esa fuente en tu memoria, en ese momento habrás llegado a la Montaña Espíritu.
Viaje al Oeste.
Budur reanudó la marcha, pensando en la noción de una sociedad de la abundancia, de la cual nunca había escuchado nada en absoluto en la hambrienta Nsara. Pero era la hora de otra sesión, una asamblea plenaria que Budur no quería perderse, y que resultó ser una de las más concurridas. Trataba sobre la cuestión de los francos perdidos, y sobre por qué la peste los había atacado tan terriblemente.
En este campo, el erudito zott Istvan Romani había realizado muchos trabajos; este investigador había trabajado en toda la periferia de la zona dela peste, en Magyaristán y en Moldavia; y la peste en sí había sido estudiada en profundidad durante la Guerra Larga, cuando parecía posible que uno u otro lado la desencadenara para utilizarla a modo de arma. Ahora se entendía que en los primeros siglos había sido transmitida por pulgas que vivían en las ratas grises, que viajaban en los barcos y las caravanas. Un pueblo llamado Issyk Kul, al sur del lago Balkhash en Turquestán, había sido estudiado por Romani y por un erudito chino llamado Jiang, y habían encontrado en el cementerio de los nestorianos del pueblo pruebas de una gran muerte en masa por la peste alrededor del año 700. Éste había sido aparentemente el comienzo de la epidemia que se había trasladado hacia el oeste por la Ruta de la Seda hasta Sarai, capital en aquella época del kanato de la Horda de Oro. Uno de sus kanes, Yanibeg, había sitiado el puerto genovés de Kaffa, en Crimea, catapultando los cuerpos de las víctimas de la peste sobre los muros de la ciudad. Los genoveses habían arrojado los cuerpos al mar, pero esto no había evitado que la peste infectara a toda la red genovesa de puertos comerciales, incluyendo, finalmente, a todo el Mediterráneo. La plaga se movía de puerto en puerto, daba un respiro durante los inviernos, y luego se reanudaba en el interior la primavera siguiente; este desarrollo siguió así durante más de veinte años. Todas las penínsulas más occidentales del Viejo Mundo fueron devastadas, y la epidemia se movió hacia el norte desde el Mediterráneo y nuevamente hacia el este, hasta Moscú, Nóvgorod, Copenhague y los puertos bálticos. A finales de esta época la población de Firanja era tal vez el treinta por ciento de lo que había sido antes del comienzo de la epidemia. Luego, en los años cercanos a 777, fecha considerada significativa en aquella época por algunos mulás y místicos sufíes, una segunda oleada de la peste —si es que fue la peste— había matado a casi todos los supervivientes de la primera oleada, de manera que los marineros a comienzos del siglo ocho informaron haber visto, generalmente desde el mar, una tierra totalmente despoblada.
Ahora había eruditos expositores que creían que la segunda peste en realidad había sido de ántrax, siguiendo a la peste bubónica; había otros que sostenían la posición opuesta, argumentando que los informes contemporáneos de la primera enfermedad coincidían con las pecas propias del ántrax más a menudo que con las bubas de la peste bubónica, mientras que el golpe final había sido la peste. En esta sesión se explicó que la peste en sí tenía formas bubónica, séptica y neumónica, y que la neumonía provocada por la forma neumónica era contagiosa, muy rápida y mortífera; y la forma séptica, más mortífera aún. Por supuesto que se habían aclarado muchas cosas acerca de estas enfermedades a partir de las desdichadas experiencias de la Guerra Larga.
¿Pero por qué la enfermedad, cualquiera que fuere, o en cualquier combinación, había sido tan mortífera en Firanja y no en otra parte? La asamblea ofreció presentación tras presentación de eruditos que sugerían una hipótesis tras otra. Al final de aquel día, durante la cena, Budur le describió a Pilai todas aquellas hipótesis ayudándose con sus apuntes, y él las escribió rápidamente en una servilleta."

Kim Stanley Robinson
Tiempos de arroz y sal










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