"A una forma de vida que se caracteriza por una consideración especial hacia lo divino, los griegos la llaman eusebia. En la base se encuentra el verbo griego que expresa la veneración máxima: sébein, sébesthai. (..)
En la Odisea aparece en cuatro contextos distintos la frase: sébas m’ékhei eisoróonta, “el espanto me atenaza ante tal visión”. En ninguna parte puede siquiera hablarse de una fuerza oculta: el sébas se debe siempre a algo que se manifiesta y se hace presente en una figura existente, algo que consigue despertar precisamente por medio de esa aparición visible ese espanto. (…)
Es la situación presente la que ha de despertar sébas en el griego: oú nu sébesthe; —sébas viene de lo presente, de tener presente, de revelarse, de la visión física o espiritual. Sí, procede en realidad, de modo auténticamente griego, de ambas al mismo tiempo: en el visible esplendor del palacio de Menelao, los ojos espirituales de Telémaco ven el nunca visto esplendor del palacio de Zeus; en Nausica Ulises contempla la nunca contemplada belleza de Artemisa; en Telémaco se reconoce la presencia del padre ausente; en la flor se experimenta el maravilloso esplendor (thaumastòn ganóota) del arte divino de seducción; en las horribles y espeluznantes imágenes se observa con ojos del espíritu lo más vergonzoso, lo insoportable desde el punto de vista de una norma invisible. "

Karl Kerényi
La religión antigua pp. 89-92


"En el laberinto, la cultura occidental ha existido desde sus orígenes. De hecho, los orígenes de esa cultura que puede definirse como "occidental", sus imágenes de identidad y otredad, los diversos signos de su intento de encontrarse perdida, los mitos que esta historia historiográfica e ideológica que se condensa narrativamente, se conservan en el laberinto.
"Ser" y "moverse" en el laberinto es un binomio que constituye, ante todo, una condición de existencia y un proyecto de supervivencia. Luego se convierte en un modo de proyección simbólica, un esquema de autorrepresentación al que la idea del laberinto proporciona la estructura de soporte mítico-figurativo."

Károly Kerényi
En el laberinto



"Existe un antiguo concepto griego de mucho más relieve, que nos conduciría de inmediato a la esencia de la experiencia religiosa griega, si no fuera porque él mismo ha de aclararse previamente mediante una verdadera comprensión de la religión griega. Este concepto básico de la existencia arcaica griega que requiere explicación es el nómos. Toda la religión griega del tiempo posterior a Homero descansa en el nómos, nomidsein: tanto la totalidad del culto como las opiniones de los dioses. Se piensa y se honra a los dioses basándose en el nomos: nomídsei autoús. Los actos del culto son nomidsómena, nenomisména, nómina. Una traducción precisa de este término es prácticamente imposible. (…)
Heráclito formula en el idioma de la filosofía arcaica la visión griega básica del nomos cuando dice que “todos los nómoi humanos se alimentan de lo único, de lo divino”. En Píndaro, el nómos aparece como rey omnipotente sobre dioses y hombres."

Karl Kerényi
La religión antigua pp. 82-83


"Para el estilo griego de la experiencia religiosa es característico sobre todo el que no exista denominación específica alguna ni para ella, como tipo especial de experiencia, ni para la actitud que de ella nace como actitud especial. La palabra latina religio designa una actitud tal.
(…) lo divino es para los griegos un hecho evidente del mundo, ante el cual no se plantea la cuestión de su existencia –por ejemplo, en forma de un cálculo de probabilidades, como en la famosa apuesta de Pascal– sino la cuestión del comportamiento digno de un ser humano."

Karl Kerényi
La religión antigua pp. 79-81


"Sólo cuando a través de las variaciones de los mitologemas algo se despierta en nosotros, que se nos acerca como algo divino —aun si es incomprensible y muy diferente de lo que experimentamos con figuras divinas&mdash— alcanzamos el centro desde donde todos los detalles del mito y del culto adquieren transparencia."

Károly (Carl, Karl) Kerényi
En el Laberinto, pp. 58-59, Madrid: Siruela



“Un misterio que se resuelve con una explicación nunca lo ha sido. Todo misterio auténtico se resiste a la «explicación»; y no porque rehuya el examen con algunas dobles verdades, sino porque su esencia misma no permite resolverlo de un modo racional.”

Karl Kerényi
En el Laberinto, p. 51, Madrid: Siruela





No hay comentarios: