“Desconectada de la vida personal, la práctica espiritual se convierte en algo árido y distante y, del mismo modo, la vida personal, separada de la brisa fresca de la realización espiritual, acaba convirtiéndose en una prisión. Si queremos estar en condiciones de afrontar los desafíos que nos deparará el nuevo milenio debemos aprestarnos a rescatar los valores y objetivos espirituales, y a encarnarlos en nuestra vida cotidiana.”

John Welwood



“Desde mi punto de vista, la psicología del despertar aspira a tender un puente entre dos dominios antes separados: la psicología individual e interpersonal que se estudia en Occidente y el camino del despertar del que hablan las grandes tradiciones espirituales, especialmente las orientales. Hasta este momento, la psicología occidental ha descuidado el dominio espiritual, mientras que los caminos contemplativos han desdeñado el inevitable papel que desempeña el trabajo psicológico en el proceso del desarrollo espiritual. Mientras esta dinámica siga sin reconocerse, el camino del desarrollo espiritual estará lamentablemente cojo porque el despertar necesita de la psicología tanto como la psicología necesita del despertar.”

John Welwood
Psicología del Despertar




“Es esencial que las parejas aprendan a tener conversaciones que nunca pensaron que pudieran tener: sobre lo que les está pasando realmente en su interior.”

John Welwood
Amar y despertar



La depresión aparece cuando dejamos de experimentar la bondad y vitalidad de nuestro corazón, y es un sentimiento de pesar y opresión que muy a menudo se deriva de la represión del enfado y del resentimiento. Y es que cuando, en lugar de considerar al enfado como una expresión adecuada de nuestra vitalidad, lo amordazamos, acaba estancándose y convirtiéndose en amargura. Las personas deprimidas mantienen en su interior esta amargura y le dan vueltas hasta acabar enfermando. Comienzan perdiendo el contacto con su bondad esencial y acaban convencidos de que ellos o el mundo son intrínsecamente malos...
... La depresión se trata, pues, de una condición patológica que gira en torno a dos cuestiones fundamentales: el sufrimiento que se deriva de algún tipo de pérdida y la creencia de que ése es un problema estrictamente personal, es decir, de que en ellos hay algo intrínsecamente malo que, en consecuencia, no pueden modificar. Es evidente que, cuando las personas creen que su sufrimiento es el signo de que en ellos existe algo esencialmente malo, resulta demasiado doloroso abrirse a estos sentimientos. Es por este motivo por el que acaban alejándose de su dolor... con lo cual no hacen más que congelar el dolor y consolidar la depresión.
... Todos nuestros puntos de referencia están en un continuo proceso de cambio. Jamás podremos alcanzar una posición o una identidad inexpugnable que nos garantice la felicidad y la seguridad. ¿Dejaremos que esto nos deprima o aprenderemos a bailar con ello? El gran baile cósmico de Shiva (del que habla la tradición hindú) o de Vajrayogini (en la tradición del budismo tibetano) tiene lugar en el escenario del fundamento sin fundamento en el que todo nace y muere continuamente. Estas antiguas imágenes del baile cósmico celebran la ausencia de identidad del yo y la provisionalidad de la existencia como una fuente de gozo, y no de depresión.
La depresión es la pérdida de corazón que acompaña a nuestro rechazo del flujo insondable de la vida. Pero en el núcleo mismo de esa condición -en la desnudez, vulnerabilidad y conmoción en que se asienta sigue alentando nuestra salud esencial. Por esto, al igual que ocurre con toda psicopatología, la depresión no es una mera enfermedad que deba ser erradicada, sino una auténtica oportunidad para despertar, nuestro corazón y profundizar nuestra conexión con la vida.”

John Welwood
Hacia una psicología del despertar 


“La depresión, tanto en su modalidad crónica (de baja intensidad) como en forma de ataque agudo (realmente agotador), es uno de los trastornos psicológicos más extendidos de los tiempos modernos. Sin embargo, nuestra cultura en general y los profesionales de la psiquiatría en particular consideran la depresión como una «enfermedad mental» a la que hay que eliminar lo antes posible, con lo cual pierden la posibilidad de acercarse a esa experiencia con la curiosidad y el interés necesarios para descubrir en ella algún significado. Y es que, aunque la depresión posea un importante componente somático que pueda ser adecuadamente tratado mediante fármacos, ejercicios, cambios de estilo de vida, dieta, fitoterapia o biofeedback, los enfoques exclusivamente centrados en la erradicación de sus síntomas nos impiden advertir los mensajes que encierra acerca de la relación que mantenemos con nosotros mismos, con el mundo y con la vida. Si realmente queremos curar la depresión -y no sólo extirparla deberemos empezar a considerarla como una oportunidad para superar los obstáculos que obstaculizan el logro de una vida más plena.
La depresión es una pérdida del corazón, una pérdida de la apertura -que, en términos budistas, «carece de origen y de final» y de la sensibilidad básica a la realidad en la que se asienta la salud y el bienestar, y que nos permite relacionarnos inteligentemente con la vida y estar agradecidos por la maravilla de la  existencia. La misma necesidad de erigir complicados sistemas de defensa para protegernos de la realidad no hace sino mostrar la extrema sensibilidad de la mente y del corazón abiertos. La bondad básica del corazón humano -su sensibilidad intrínseca a la vida es incondicional, no es algo que tengamos que lograr o demostrar.”

John Welwood
Hacia una psicología del despertar 



“La escuela mahamudra del budismo tibetano considera a la mente despierta y la mente confusa como dos aspectos de la misma realidad. Desde esta perspectiva, se dice que la neurosis y la salud, el  encadenamiento y la libertad, la existencia y la inexistencia, la patología y el camino emergen simultáneamente como la trama y la urdimbre de la misma tela. Una imagen de esta tradición ilustra la coemergencia con la imagen del gusano de seda que se encierra en un capullo construido con su propia seda, una analogía según la cual la seda es una representación de los poderosos recursos con que cuenta nuestro ser que nos permiten construir una estructura de personalidad que comienza protegiéndonos de las vicisitudes de la vida y acaba convirtiéndose en una prisión.”

John Welwood




"La habilidad de una pareja para trabajar de forma consciente con sus bordes ásperos se viene abajo cuando incurren en un cierto tipo de regateo improductivo y repetitivo, al que podríamos denominar, “discusión”."

John Welwood



"La medicina puede encontrarse dentro del veneno."

John Welwood


“La mayor parte del tiempo vivimos atrapados en la identificación prerreflexiva, creyendo que nuestros pensamientos, sentimientos, actitudes y puntos de vista constituyen un reflejo exacto de la realidad. Pero cuando nuestra conciencia se halla enturbiada por la identificación prerreflexiva, todavía no poseemos plenamente nuestra experiencia. En tal caso bien podríamos decir que es ella la que nos posee y que nos vemos arrastrados por la corriente de los pensamientos y sentimientos en que inconscientemente nos hallamos sumidos. Y esta identificación inconsciente -con las imágenes que tenemos de nosotros mismos, con las emociones contradictorias, con las órdenes del superego, con las relaciones objétales o con las pautas recurrentes del pensamiento mantienen dormidos a las dimensiones más profundas de nuestra experiencia. Entonces nos enfadamos ignorando por qué estamos enfadados y nos inquietamos sin entender por qué estamos inquietos.”

John Welwood


“La pasión puede asumir dos formas netamente diferentes. Por una parte se trata de una explosión de energía inspiradora que nos transporta más allá de nosotros mismos. Pero también, por otra parte, podemos obsesionarnos con el objeto que despierta nuestra pasión y acabar esclavizados por ella, caso en el que se convierte en una fuerza que nos arrastra a la dependencia y el autoengaño. Y esto es algo que puede referirse tanto a las pasiones mundanas (como el amor, por ejemplo), como a la pasión-identifícación con un maestro  o con una enseñanza espiritual. Así pues, la pasión puede encumbrarnos a los cielos o arrastrarnos a los infiernos de la obsesión y la autodestrucción...
... Necesitamos una visión más ponderada de la pasión, una visión que pueda llevamos más allá de las actitudes maníacas y depresivas en que se halla atrapada nuestra cultura. A fin de cuentas, la pasión es la experiencia de la energía de la vida en su estado más puro. No estaría, pues, de más que aprendiéramos a relacionamos más provechosamente con esta energía. Si la pasión es como la electricidad ¿cómo podemos utilizar esa energía para que nos dé luz y calor sin electrocutarnos? ¿La derrocharemos para hacer funcionar nuestros electrodomésticos (el secador de pelo o la tostadora) o la aprovecharemos para propósitos más elevados que estimulen nuestra vitalidad, nuestro despertar y nuestra sabiduría? ¿De qué modo podemos convertir a la pasión en el combustible del viaje que nos convierte en seres más plenamente humanos?”

John Welwood


"Sólo podéis sentiros sexualmente conectados con el otro cuando cada uno se siente conectado consigo mismo."

John Welwood



“Tenemos que aprender a trabajar con los miedos, las creencias y las pautas defensivas condicionadas del pasado como peldaños en el camino de liberación espiritual. El proceso de individuación requiere un proceso de clarificación psicológica que estimule el desarrollo de un individuo auténtico que pueda encarnar y expresar en su persona las dimensiones superiores del ser. Así pues, no sólo debemos aprender a abrirnos y entregamos a lo divino y a lo último, sino que también debemos comprender -al menos en Occidente el modo como la maduración individual puede ayudarnos a integrar la realización espiritual en el entramado de nuestra vida personal y de nuestras relaciones interpersonales. No sólo debemos, pues, despertar a nuestra naturaleza espiritual última, sino que también debemos crecer y convertirnos en personas maduras plenamente desarrolladas.”

John Welwood

















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