Assurbanipal hacía alarde en sus anales: «El dios de los escribas me ha concedido el don del conocimiento de su arte; he sido iniciado en los secretos de la escritura; incluso puedo leer las intrincadas tablillas en sumerio; entiendo las palabras enigmáticas cinceladas en la piedra de los días anteriores a la Inundación».

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 6


Sabemos ahora que la civilización sumeria floreció en lo que es ahora Iraq casi un milenio antes de los inicios de la época faraónica en Egipto, y que ambas serían seguidas posteriormente por la civilización del Valle del Indo, en el subcontinente indio. También sabemos ahora que los sumerios fueron los primeros en plasmar por escrito los anales y los relatos de dioses y hombres, de los cuales todos los demás pueblos, incluidos los hebreos, obtuvieron los relatos de la Creación, de Adán y Eva, Caín y Abel, el Diluvio y la Torre de Babel; y de las guerras y los amores de los dioses, como se reflejaron en los escritos y los recuerdos de los griegos, los hititas, los cananeos, los persas y los indoeuropeos. Como atestiguan todos estos antiguos escritos, sus fuentes fueron aún más antiguas; algunas descubiertas, muchas perdidas.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 6


A pesar de ser el primogénito de Anu, Enki no estaba destinado a ser el sucesor de su padre en el trono de Nibiru. Unas complejas normas sucesorias, reflejo de la convulsa historia de los nibiruanos, le daba ese privilegio al hermanastro de Enki, Enlil. En un esfuerzo por resolver este agrio conflicto, Enki y Enlil terminaron en una misión en un planeta extraño -la Tierra-, cuyo oro necesitaban para crear un escudo que preservara la cada vez más tenue atmósfera de Nibiru. Fue en este marco, complicado aún más con la presencia en la Tierra de su hermanastra Ninharsag (el oficial médico jefe de los Anunnaki), donde Enki decidió desafiar los planes de Enlil de hacer que la Humanidad pereciera en el Diluvio. El conflicto siguió adelante entre ambos hermanastros, e incluso entre sus nietos; y el hecho de que todos ellos, y especialmente los nacidos en la Tierra, se enfrentaran a la pérdida de longevidad que el amplio período orbital de Nibiru les proporcionaba incrementó aún más las angustias personales y agudizó las ambiciones. Y todo esto culminó en el último siglo del tercer milenio a.C, cuando Marduk, primogénito de Enki con su esposa oficial, proclamó que él, y no el primogénito de Enlil, Ninurta, debía heredar la Tierra. El amargo conflicto, que supuso el desarrollo de una serie de guerras, llevó al final a la utilización de armas nucleares; aunque no intencionado, el resultado de todo ello fue el hundimiento de la civilización sumeria. La iniciación de individuos escogidos en los «secretos de los dioses» marcó los inicios del Sacerdocio, los linajes de mediadores entre los dioses y el pueblo, los transmisores de la Palabra Divina a los mortales terrestres. Los oráculos (interpretaciones de los pronunciamientos divinos) se mezclaron con la observación de los cielos en busca de augurios. Y a medida que la Humanidad se vio arrastrada a tomar parte en los conflictos de los dioses, la Profecía comenzó a jugar su papel. De hecho, la palabra para designar a estos portavoces de los dioses queproclamaban lo que iba a pasar, Nabih, era el epíteto del hijo primogénito de Marduk, Nabu, que en nombre de su padre, exiliado, intentó convencer a la Humanidad de que los signos celestes indicaban la inminente supremacía de Marduk. Este estado de cosas llevó a la necesidad de diferenciar entre Suerte y Destino. Las promulgaciones de Enlil, y a veces incluso de Anu, que siempre habían sido incuestionables, se veían sujetas ahora al examen de la diferencia entre NAM (el Destino, como las órbitas planetarias, cuyo curso está determinado y no se puede cambiar) y NAM.TAR, literalmente, el destino que puede ser torcido, roto, cambiado (que era la Suerte o el Hado). Revisando y rememorando la secuencia de los acontecimientos, y el paralelismo aparente entre lo que 4 había sucedido en Nibiru y lo que había ocurrido en la Tierra, Enki y Enlil comenzaron a ponderar filosóficamente lo que, ciertamente, estaba destinado y no se podía evitar, y el hado que venía como consecuencia de decisiones acertadas o equivocadas y del libre albedrio. Éstas no se podían predecir, mientras que las primeras se podían anticipar (especialmente, si eran cíclicas, como las órbitas planetarias; si lo que fue volvería a ser, si lo Primero también sería lo Último).

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 8


En el séptimo año después de la Gran Calamidad, en el segundo mes, en el decimoséptimo día, fui citado por mi maestro el Señor Enki, el gran dios, benévolo creador de la Humanidad, omnipotente y misericordioso. Yo estaba entre los supervivientes de Eridú que habían escapado a la árida estepa cuando el Viento Maligno se estaba acercando a la ciudad. Y vagué por el desierto, buscando ramas secas para hacer fuego. Y miré hacia arriba y he aquí que un Torbellino llegó desde el sur. Tenía un resplandor rojizo, y no hacía sonido alguno. Y cuando tocó el suelo, salieron de su vientre cuatro largos pies y el resplandor desapareció. Y me arrojé al suelo y me postré, pues sabía que era una visión divina. Y cuando levanté mis ojos, había dos emisarios divinos cerca de mí. Y tenían rostros de hombres, y sus vestidos brillaban como metal bruñido. Y me llamaron por mi nombre y me hablaron, diciendo: Has sido citado por el gran dios, el señor Enki. No temas, pues has sido bendecido. Y estamos aquí para llevarte a lo alto, y llevarte hasta su retiro en la Tierra de Magan, en la isla en medio del Río de Magan, donde están las compuertas. Y mientras hablaban, el Torbellino se elevó como un carro de fuego y se fue. Y me tomaron de las manos, cada uno de ellos de una mano. Y me elevaron y me llevaron velozmente entre la Tierra y los cielos, igual que se remonta el águila. Y pude ver la tierra y las aguas, y las llanuras y las montañas.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 12



En el séptimo año después de la Gran Calamidad, en el segundo mes, en el decimoséptimo día, fui citado por mi maestro el Señor Enki, el gran dios, benévolo creador de la Humanidad, omnipotente y misericordioso. Yo estaba entre los supervivientes de Eridú que habían escapado a la árida estepa cuando el Viento Maligno se estaba acercando a la ciudad. Y vagué por el desierto, buscando ramas secas para hacer fuego. Y miré hacia arriba y he aquí que un Torbellino llegó desde el sur. Tenía un resplandor rojizo, y no hacía sonido alguno. Y cuando tocó el suelo, salieron de su vientre cuatro largos pies y el resplandor desapareció. Y me arrojé al suelo y me postré, pues sabía que era una visión divina. Y cuando levanté mis ojos, había dos emisarios divinos cerca de mí. Y tenían rostros de hombres, y sus vestidos brillaban como metal bruñido. Y me llamaron por mi nombre y me hablaron, diciendo: Has sido citado por el gran dios, el señor Enki. No temas, pues has sido bendecido. Y estamos aquí para llevarte a lo alto, y llevarte hasta su retiro en la Tierra de Magan, en la isla en medio del Río de Magan, donde están las compuertas. Y mientras hablaban, el Torbellino se elevó como un carro de fuego y se fue. Y me tomaron de las manos, cada uno de ellos de una mano. Y me elevaron y me llevaron velozmente entre la Tierra y los cielos, igual que se remonta el águila. Y pude ver la tierra y las aguas, y las llanuras y las montañas. Y me dejaron en la isla, ante la puerta de la morada del gran dios. Y en el momento en que me soltaron de las manos, un resplandor como nunca había visto me envolvió y me abrumó, y caí al suelo como si hubiera quedado vacío del espíritu de vida. Mis sentidos vitales volvieron a mí, como si despertara del más profundo de los sueños, por el sonido de mi nombre al llamarme. Estaba en una especie de recinto. Estaba oscuro, pero también había un aura. Entonces, la más profunda de las voces pronunció mi nombre otra vez. Y, aunque pude escucharla, no hubiera sabido decir de dónde venía la voz, ni pude ver quién era el que hablaba. Y dije, aquí estoy. Entonces, la voz me dijo: Endubsar, descendiente de Adapa, te he escogido para que seas mi escriba, para que pongas por escrito mis palabras en las tablillas. Y de pronto apareció un resplandor en una parte del recinto. Y vi un lugar dispuesto como el lugar de trabajo de un escriba: una mesa de escriba y un taburete de escriba, y había piedras finamente labradas sobre la mesa. Pero no vi tablillas de arcilla ni recipientes de arcilla húmeda. Y sobre la mesa sólo había un estilo, y éste relucía en el resplandor como no lo hubiera podido hacer ningún estilo de caña. Y la voz volvió a hablar, diciendo: Endubsar, hijo de la ciudad de Eridú, mi fiel sirviente. Soy tu señor Enki. Te he convocado para que escribas mis palabras, pues estoy muy turbado por la Gran Calamidad que ha caído sobre la Humanidad. Es mi deseo registrar el verdadero curso de los acontecimientos, para que tanto dioses como hombres sepan que mis manos están limpias. Desde el Gran Diluvio, no había caído una calamidad tal sobre la Tierra, los dioses y los terrestres. Pero el Gran Diluvio estaba destinado a suceder, no así la gran calamidad. Ésta, hace siete años, no tenía que haber ocurrido. Se podía haber evitado, y yo, Enki, hice todo lo que pude por impedirla; pero, ¡ay!, fracasé. ¿Y fue hado o fue destino? El futuro juzgará, pues al final de los días un Día del Juicio habrá. En ese día, la Tierra temblará y los ríos cambiarán su curso, y habrá oscuridad al mediodía y un fuego en los cielos por la noche, será el día del regreso del dios celestial. Y habrá quien sobreviva y quien perezca, quien sea recompensado y quien sea castigado, dioses y hombres por igual, en ese día se descubrirá; pues lo que venga a suceder, por lo que ha sucedido será determinado; y lo que estaba destinado, en un ciclo será repetido, y lo que fue fruto del hado y ocurrió sólo por la voluntad del corazón, para bien o para mal vendrá a ser juzgado. La voz cayó en el silencio; después, el gran señor habló de nuevo, diciendo: Es por esta razón que contaré el relato veraz de los Principios y de los Tiempos Previos y de los Tiempos de Antaño; pues, en el pasado, el futuro se halla oculto. Durante cuarenta días y cuarenta noches, yo hablaré y tú escribirás; cuarenta será la cuenta de los días y las noches de tu trabajo aquí, pues cuarenta es mi número sagrado entre los dioses.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 12


Y hubo una pausa y un silencio. Y yo, Endubsar, me postré en el suelo y dije: Pero, ¿cómo sabré qué decir? Y la voz del señor Enki dijo: Habrá señales en los cielos, y las palabras que tengas que pronunciar vendrán a ti en sueños y en visiones. Y, después de ti, habrá otros profetas escogidos. Y al final, habrá una Nueva Tierra y un Nuevo Cielo, y ya no habrá más necesidad de profetas.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 17


¡Cuán desolada está la tierra, hogar de dioses y hombres! En esa tierra cayó la calamidad, una calamidad desconocida para el hombre. Una calamidad que la Humanidad nunca antes había visto, una calamidad que no se puede detener. En todas las tierras, desde el oeste hasta el este, se posó una mano de quebranto y de terror.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 18


He aquí el relato de los Tiempos Previos, y de las Armas de Terror. Antes de los Tiempos Previos fue el Principio; después de los Tiempos Previos fueron los Tiempos de Antaño. En los Tiempos de Antaño, los dioses llegaron a la Tierra y crearon a los terrestres. En los Tiempos Previos, ninguno de los dioses estaba en la Tierra, ni se había hecho aún a los terrestres. En los Tiempos Previos, la morada de los dioses estaba en su propio planeta; Nibiru es su nombre. Un gran planeta, rojizo en resplandor; alrededor del Sol, una vuelta alargada hace Nibiru. Durante un tiempo, Nibiru está envuelto en el frío; durante parte de su recorrido, el Sol fuertemente lo calienta.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 21


Hubo anocheceres y amaneceres; y a Eridú volvieron todos. En Eridú tuvieron un consejo, para asignar trabajos y deberes. Ea, que había fundado Eridú, fue el primero en pronunciarse: yo he fundado Eridú; que se establezcan otros asentamientos en esta región, que se conozca por el nombre del Edin, Morada de los Rectos. ¡Déjeseme a mí el comando del Edin, que se encargue Enlil de la extracción del oro! Enlil se enfureció con estas palabras: ¡El plan es improcedente!, le dijo a Anu. Del mando y de trabajos a realizar, yo soy el mejor; de naves celestes, yo tengo los conocimientos. De la Tierra y sus secretos, mi hermanastro, Ea, es conocedor; él descubrió el Abzu, ¡que sea él el señor del Abzu! Anu escuchó con atención las airadas palabras; los hermanos eran dé nuevo hermanastros, ¡el Primogénito y el Heredero Legal contendían con palabras como armas¡ 26 Ea era el Primogénito, nacido a Anu de una concubina; Enlil, nacido después, fue concebido por Antu, la esposa de Anu. Era hermanastra de Anu, haciendo por tanto a Enlil Heredero Legal, imponiéndose así al Primogénito para la sucesión. Anu estaba temiendo un conflicto que pusiera en peligro la obtención del oro; uno de los hermanos debía regresar a Nibiru, la sucesión debía ser excluida de cualquier consideración, así se decía Anu a sí mismo. Y en voz alta les hizo una sorprendente sugerencia a los dos: ¡Uno volverá a Nibiru para sentarse en el trono, uno mandará en el Edin, uno será el señor del Abzu, entre los tres, yo con vosotros, lo determinaremos a suertes! Los hermanos se quedaron callados, aquellas audaces palabras los tomado por sorpresa. ¡Echémoslo a suertes!, dijo Anu. ¡Que la decisión venga de la mano del hado! Los tres, el padre y los dos hijos, unieron las manos. Echaron suertes, las tareas se dividieron por suertes: Anu para que vuelva a Nibiru, para seguir siendo su soberano en el trono; el Edin le tocó a Enlil, para ser el Señor del Mandato, como su nombre indicaba, Para fundar más asentamientos, para hacerse cargo de las naves celestes y de sus héroes, para ser el líder de todas las tierras hasta que encontraran la barrera de los mares. A Ea se le concedieron como dominio los mares y los océanos, para que gobernara las tierras bajo la barrera de las aguas, para ser el señor del Abzu, para con ingenio procurar el oro. Enlil estuvo conforme con las suertes, aceptó con una inclinación la mano del hado. Los ojos de Ea se llenaron de lágrimas, no quería separarse de Eridú ni del Edin. ¡Que Ea conserve para siempre su hogar de Eridú!, le dijo Anu a Enlil, ¡Que se recuerde siempre que fue el primero en amerizar, que se conozca a Ea como el señor de la Tierra; Enki, Señor de la Tierra, sea su título! Enlil aceptó con una inclinación las palabras de su padre; a su hermano dijo así: Enki, Señor de la Tierra, será a partir de ahora tu título-nombre; yo seré conocido como Señor del Mandato.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 75


¡Por sí misma le llegará la muerte a Alalu, lo que ha tragado en sus entrañas le traerá la muerte!, dijo Enki. ¡Que Alalu esté en prisión para el resto de sus días en la Tierra!, dijo Anzu. Anu reflexionaba en las palabras de ellos; se sentía abrumado por la ira y la compasión a un tiempo. ¡Morir en el exilio, que ésa sea la sentencia!, dijo Anu. Sorprendidos, los jueces se miraron unos a otros. No entendían lo que Anu estaba diciendo. ¡Ni en la Tierra ni en Nibiru será el exilio!, dijo Anu. En el trayecto, está el planeta Lahmu, dotado con aguas y atmósfera. Enki, siendo Ea, se detuvo allí; acerca de él he estado pensando para una estación de paso. La fuerza de su red es menor que la de la Tierra, una ventaja que hay que considerar sabiamente; Alalu será llevado en el carro celestial, cuando yo parta de la Tierra, él hará el viaje conmigo. Daremos vueltas alrededor del planeta Lahmu, le proporcionaremos a Ala lu una cámara celeste, para que en ella descienda al planeta Lahmu. ¡Solo en un planeta extraño, exiliado estará, Para que cuente por sí mismo sus días hasta su último día! Así pronunció Anu las palabras de la sentencia, con toda solemnidad Por unanimidad se impuso esta sentencia sobre Alalu, en presencia de los héroes se anunció.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 75


Si te encuentra con vida, serás proclamado señor de Lahmu; ¡cuando se funde en Lahmu una estación de paso, tú serás su comandante! Anzu inclinó la cabeza. ¡Así sea!, dijo a Anu. Alalu y Anzu se acomodaron en la cámara celeste, con cascos de águilas y trajes de peces fueron provistos…

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 77


Anu dio cuenta de lo sucedido en el consejo y ante los príncipes; no buscaba de ellos ni piedad ni venganza. Les dio instrucciones a todos para que se discutieran los trabajos que había que hacer. Esbozó para los reunidos una visión de gran alcance: ¡Establecer estaciones de paso entre Nibiru y la Tierra, reunir a toda la familia del Sol en un gran reino! Había que diseñar la primera en Lahmu, también había que considerar en los planes a la Luna; levantar estaciones en los demás planetas o en sus huestes circundantes, una cadena, una caravana constante de carros de suministro y salvaguarda, traer sin interrupciones oro desde la Tierra a Nibiru, ¡quizás, incluso, también se pudiera encontrar oro en algún otro lugar! Los consejeros, los principes, los sabios tomaron en consideración los planes de Anu, todos veían en los planes una promesa de salvación para Nibiru. Los sabios y los comandantes perfeccionaron los conocimientos de los dioses celestiales, a los carros y las naves celestes se les añadieron una nueva clase, las naves espaciales. Se seleccionaron héroes para los trabajos, para los trabajos había mucho que aprender.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 77


Enlil, afectado por el calor del Sol, estaba buscando un lugar fresco y umbrío. Las montañas cubiertas de nieve de la parte norte del Edin eran de su agrado; allí, en un bosque de cedros, estaban los árboles más altos que hubiera visto jamás. Allí, en un valle entre montañas, allanó la superficie con rayos de fuerza. Los héroes extrajeron de las laderas grandes piedras para tallarlas. Las transportaron y las colocaron para sostener la plataforma con las naves celestes. Enlil vio con satisfacción la obra, ¡realmente, era una obra increíble, una estructura imperecedera! Una morada para él, en la cima de la montaña, era su deseo. De los altos árboles en el bosque de cedros se prepararon largas vigas, decretó que de ellos se construyera una morada para sí mismo: la nombró la Morada de la Cima Norte.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 81


Trescientos «Igigi» operan las instalaciones en Lahmu (Marte)

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 81


Poderosos ríos atravesaban la región, grandes aguas discurrían rápidamente; una morada junto a las aguas corrientes hizo Enki para sí mismo, en medio del Abzu, en un lugar de aguas puras se puso Enki a sí mismo. En esa tierra, Enki determinó el Lugar de la Profundidad, para que los héroes descendieran a las entrañas de la Tierra. Allí puso Enki el Agrietador de Tierra, para con él hacerle un corte a la Tierra, llegar por medio de túneles a las interioridades de la Tierra, descubrir las venas doradas.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 84


En total, fueron novecientos los que escucharon las palabras de Anu, el rey: ¡Héroes, vosotros sois los salvadores de Nibiru! ¡La suerte de todos está en vuestras manos! Vuestros logros serán recordados por toda la eternidad, se os llamará con nombres gloriosos. ¡Los que están en la Tierra serán conocidos como Anunnaki, Los Que del Cielo a la Tierra Vinieron! ¡Los que están en Lahmu, serán nombrados Igigi, Los Que Observan y Ven serán! 32 Todo lo que hace falta está dispuesto: ¡Que empiece a llegar el oro, que se salve Nibiru!

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 85

Después de ello, un hijo les nació a Ninlil y Enlil; Nannar, el Brillante, le llamó Ninlil. ¡Fue el primero de los Anunnaki en ser concebido en la Tierra, uno de la simiente real de Nibiru nacido en un planeta extraño!

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 88


¡Creemos un Lulu, un Trabajador Primitivo, para que se ocupe del trabajo más duro, que ese ser cargue sobre su espalda el duro trabajo de los Anunnaki! Asombrados quedaron los líderes asediados, ciertamente se quedaron sin palabras. ¿Quién había oído hablar antes de un ser creado de nuevo, un trabajador que pudiera hacer el trabajo de los Anunnaki? Llamaron a Ninmah, que en curación y ayuda era experta. Le repitieron las palabras de Enki: ¿Acaso hay alguien que haya oído hablar de eso?, le preguntaron. ¡No se había oído hablar de algo así!, le dijo ella a Enki. Todos los seres descienden de una simiente, ¡Cada ser se desarrolló a lo largo de eones a partir de otro, ninguno vino nunca de la nada! ¡Cuánta razón tienes, hermana!, dijo Enki sonriendo. Dejadme que os revele un secreto del Abzu: ¡El ser que necesitamos existe ya! Todo lo que tenemos que hacer es ponerle la señal de nuestra esencia, ¡así se creará un Lulu, un Trabajador Primitivo! Así les dijo Enki. Tomemos pues una decisión, dadle la bendición a mi plan: ¡Crear un Trabajador Primitivo, forjarlo por la señal de nuestra esencia!

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 97


Sinopsis de la Sexta Tablilla Enki revela un secreto a los incrédulos líderes: en el Abzu deambula un ser salvaje similar a los Anunnaki; acrecentando su esencia vital con la de los Anunnaki, se le podrá elevar hasta convertirle en un Trabajador Primitivo inteligente. La creación pertenece al Padre de Todo Principio, gritó Enlil Sólo le daremos nuestra imagen a un ser ya existente, arguyó Ninmah Necesitando urgentemente el oro para sobrevivir, los líderes votan Sí Enki, Ninmah y Ningishzidda, el hijo de Enki, comienzan los experimentos Tras muchos fracasos, se consigue el modelo-perfecto Adamu Ninmah grita triunfante: ¡Mis manos lo han hecho! Se la renombra Ninti («Dama de la Vida») por su logro Ninki, la esposa de Enki, ayuda a crear a Ti-Amat, una hembra Terrestre Los terrestres, siendo híbridos, se emparejan pero no procrean Ningishzidda añade dos ramas de esencia al Árbol de la Vida de los Terrestres Al descubrir los acontecimientos no aprobados, Enlil expulsa a los Terrestres La doble hélice del ADN, emblema de Ninghishzidda

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 98


LA SEXTA TABLILLA ¡Crear un Trabajador Primitivo, forjarlo por la señal de nuestra esencia! Así dijo Enki a los líderes. ¡El ser que necesitamos existe ya! Así les reveló Enki un secreto del Abzu. Asombrados escucharon los demás las palabras de Enki; se quedaron fascinados con sus palabras. Existen criaturas en el Abzu, dijo Enki, que caminan erectas, sobre dos piernas, las patas delanteras las utilizan como brazos, de manos están dotados. Viven entre los animales de las estepas. No saben vestirse, comen plantas con la boca, beben agua de los lagos y de las zanjas. Tienen todo el cuerpo peludo, el pelo de la cabeza es como el de un león; ¡retozan con las gacelas, disfrutan con las criaturas prolífícas en las aguas! Los líderes escucharon las palabras de Enki con sorpresa. ¡En el Edin no se había visto ninguna criatura como esa!, dijo Enlil sin podérselo creer. ¡Hace eones, en Nibiru, nuestros predecesores quizá fueron así!, dijo Ninmah. ¡Es un ser, no una criatura!, dijo Ninmah. ¡Debe ser emocionante contemplarlo! Enki les llevó a la Casa de la Vida; en fuertes jaulas había unos de estos seres. Al ver a Enki y a los demás, se pusieron a saltar, golpeaban con los puños en las barras de la jaula. Gruñían y resoplaban; no decían palabras. ¡Son macho y hembra!, dijo Enki; tienen masculinidad y femineidad, procrean como nosotros, los venidos de Nibiru. Ningishzidda, mi hijo, ha comprobado su Esencia de Elaboración; es similar a la nuestra, como dos serpientes entrelazadas; nuestra esencia vital se combinará con la de ellos, nuestra señal se pondrá sobre ellos, ¡se creará un Trabajador Primitivo! Comprenderá nuestras órdenes, manejará nuestras herramientas, llevará a cabo los trabajos duros en las excavaciones; ¡dará alivio a los Anunnaki en el Abzu! Así hablaba Enki, con entusiasmo, sus palabras sonaban excitadas. Enlil vacilaba ante las palabras: ¡Es un asunto de gran importancia! ¡Hace mucho que se abolió la esclavitud en nuestro planeta, los esclavos son las herramientas, no otros seres! Quieres traer a la existencia a una nueva criatura, no existente previamente; ¡la creación sólo está en manos del Padre de Todo Principio! Así dijo Enlil, oponiéndose; sus palabras eran severas. Enki le respondió a su hermano: ¡No esclavos, sino ayudantes es mi plan! ¡El ser ya existe!, dijo Ninmah. ¡El plan consiste en darle más capacidad! ¡No se trata de hacer una nueva criatura, sino de hacer más a nuestra imagen una ya existente!, dijo Enki persuasivamente. ¡Con pocos cambios se puede conseguir, sólo se necesita una gota de nuestra esencia! ¡Es éste un asunto grave, y no es de mi agrado!, dijo Enlil. Va en contra de las reglas del viaje de planeta en planeta, se prohibió por las reglas de la venida a la Tierra. ¡Nuestro objetivo era obtener oro, no era reemplazar al Padre de Todo Principio! Después de hablar así Enlil, Ninmah fue la que le respondió: ¡Hermano mío!, le dijo Ninmah a Enlil, el Padre de Todo Principio nos ha dotado de sabiduría y entendimiento, ¿para qué propósito se nos perfeccionó de este modo, si no es para hacer el máximo uso de ello? El Creador de Todo llenó nuestra esencia vital de sabiduría y entendimiento, para que fuéramos capaces de hacer cualquier uso de ello, ¿no es eso para lo que hemos sido destinados? Así fueron las palabras que Ninmah le dirigió a su hermano Enlil. ¡Con eso que se nos concedió en nuestra esencia, hemos perfeccionado herramientas y carros, hemos hecho añicos las montañas con las armas de terror, y los cielos hemos curado con oro! Así le dijo Ninurta a su madre. ¡Con la sabiduría no vamos crear nuevos seres, sino a forjar nuevas herramientas, vamos a aliviar el trabajo con nuevos equipos, no con esclavos! ¡Allá donde nuestro entendimiento nos lleve, a eso hemos sido destinados! Así dijo Ningishzidda, estaba de acuerdo con Enki y con Ninmah. ¡No podemos impedir que se usen los conocimientos que poseemos!, dijo Ningishzidda. ¡Ciertamente, el Destino no puede ser alterado, desde el Principio hasta el Final ha sido determinado! Les dijo Enlil a ellos. ¿Es Destino, o es Hado, lo que nos ha traído a este planeta, a sacar oro de las aguas, a poner a trabajar en las excavaciones a los héroes Anunnaki, a estar neando la creación de un Trabajador Primitivo? ¡Ésa, parientes míos, es la cuestión! Así, con gravedad, dijo Enlil. ¿Es Destino, es Hado? Eso es lo que hay que decidir, ¿Está ordenado desde el Principio, o es algo por lo que debemos decidirnos? Decidieron exponer el asunto ante Anu; Anu presentó el asunto ante el consejo. Se consultó a los ancianos, a los sabios, a los comandantes. Las discusiones fueron largas y amargas, se dijeron palabras de Vida y Muerte, de Hado y Destino. ¿Hay alguna otra forma de obtener oro? ¡La supervivencia está en peligro! ¡Si hay que obtener oro, que se elabore al ser!, decidió el consejo. ¡Que Anu deje a un lado las reglas de los viajes planetarios, que se salve Nibiru! La decisión se transmitió desde el palacio de Anu hasta la Tierra; a Enki encantó. ¡Que Ninmah sea mi ayudante, tiene conocimientos de estos asuntos! Así dijo Enki. Miraba a Ninmah con anhelo. ¡Así sea!, dijo Ninmah. ¡Así sea!, dijo Enlil.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 99


En la Casa de la Vida, en el Abzu, Enki le explicó a Ninmah cómo elaborar el ser. Llevó a Ninmah a un lugar entre los árboles, era un lugar de jaulas. En las jaulas había extrañas criaturas, algo que nadie había visto en libertad: tenían la parte superior de una especie, la parte inferior de otra criatura; ¡Enki le mostró a Ninmah criaturas de dos especies combinadas por sus esencias!

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 102


Las esencias se transmiten por inseminación de un macho a una hembra, las dos hebras entrelazadas se separan y combinan para forjar una descendencia. ¡Que un varón Anunnaki fecunde a una hembra bípeda, que nazca una descendencia de combinación! Así dijo Ninmah. ¡Eso hemos intentado, pero ha habido fallos!, le respondió Enki. ¡No hubo concepción, no hubo parto!

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 102


Hicieron la mezcla en el recipiente de arcilla, unieron el óvalo de una hembra terrestre con la esencia masculina Anunnaki; Enki insertó el óvulo fertilizado en la matriz de Ninmah; ¡hubo concepción! ¿El embarazo, concebido por una mezcla, cuánto durará?, se preguntaron uno a otro. ¿Serán nueve meses de Nibiru? ¿Será nueve meses de la Tierra? Después que en la Tierra, antes que en Nibiru, llegó el parto; ¡Ninmah dio a luz a un varón! Enki sostuvo entre sus manos al niño; era la imagen de la perfección. Palmeó las partes traseras del niño; ¡el recién nacido emitió los sonidos adecuados! Le pasó el recién nacido a Ninmah; ella lo levantó entre sus manos. ¡Mis manos lo han hecho!, exclamó victoriosa.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 106


¿Le pondrás un nombre?, preguntó Enki. ¡Es un ser, no una criatura! Ninmah puso su mano sobre el cuerpo del recién nacido, acarició con sus dedos su roja y oscura piel. ¡Le llamaré Adamu!, dijo Ninmah. ¡El Que Como Arcilla de la Tierra Es, ése será su nombre!

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 107


Ninmah sostuvo en sus manos a la niña. Le dio una palmada en la parte trasera; ¡La recién nacida emitió los sonidos adecuados! Le pasó la recién nacida a Ninki, la esposa de Enki, para que la amamantara, la nutriera y la cuidara. ¿Le pondrás nombre?, le preguntó Enki a su esposa. Es un ser, no una criatura. ¡Está hecha a tu imagen y semejanza, está hecha a la perfección, has logrado un modelo para trabajadoras hembras! Ninki puso la mano sobre el cuerpo de la recién nacida, acarició su piel con los dedos. ¡Ti-Amat será su nombre, la Madre de la Vida!, dijo Ninki.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 110


Entre todos, hicieron salir a las heroínas que ayudaban a Ninmah, cerraron las puertas tras ellos, y se quedaron los tres a solas con los dos Terrestres. Ningishzidda hizo descender un profundo sueño sobre los otros cuatro, a los cuatro hizo insensibles. De la costilla de Enki extrajo la esencia vital, en la costilla de Adamu insertó la esencia vital de Enki; de la costilla de Ninmah extrajo la esencia vital, en la costilla de Ti-Amat insertó la esencia vital. Allí donde se hicieron las incisiones, Ningishzidda cerró la carne después. Luego, Ningishzidda los despertó a los cuatro. ¡Ya está hecho!, declaró con orgullo. ¡Al Árbol de la Vida de ellos se le han añadido dos ramas, con fuerzas procreadoras se han entrelazado ahora sus esencias vitales! ¡Dejémosles vagar libremente, que se conozcan entre sí como una sola carne!, dijo Ninmah. En los huertos del Edin se puso a Adamu y a Ti-Amat para que vagaran libremente. Tomaron conciencia de su desnudez, se hicieron conscientes de su virilidad y su femineidad.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 113


Enki encuentra y se empareja con dos hembras Terrestres Una tiene un hijo, Adapa, la otra una hija, Titi Enki mantiene en secreto su paternidad y los cría como expósitos Adapa, sumamente inteligente, se convierte en el primer Hombre Civilizado Adapa y Titi se emparejan, tienen dos hijos: Ka-in y Abael Utu (Shamash) e Inanna (Ishtar)

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 115


Antes de que haya prisa por decidir, examinemos una alternativa: ¡cerca de la Tierra hay un acompañante, se trata de la Luna! La atracción de su red es más pequeña, de ahí que se precise poco esfuerzo para ascender y descender. ¡Considerémosla como estación de paso, que se nos permita a Marduk y a mí viajar hasta allí!

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 115


¡Vamonos de este lugar, volvamos a la Tierra! ¡No te precipites, hijo mío! Así le dijo Enki a Marduk. ¿Acaso no estás hechizado con la danza celestial de la Tierra, la Luna y el Sol? Desde aquí, la visión está despejada, la región del Sol está a mano, la Tierra no cuelga de nada, como un globo en el vacío. ¡Con nuestros instrumentos, podemos explorar los cielos distantes, en esta soledad podemos admirar la obra del Creador de Todo! ¡Quedémonos, observemos las vueltas, cómo circunda la Luna a la Tierra, cómo hace sus vueltas la Tierra alrededor del Sol! Así le hablaba Enki a su hijo Marduk, excitado por lo que veía.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 121


En la amplitud de los cielos profundos, padre e hijo observaron las estrellas; Enki estaba fascinado con sus proximidades y agrupamientos. Dibujó imágenes de doce constelaciones, de horizonte a horizonte, en toda la vuelta de los cielos. En la Gran Banda, el Camino de Anu, emparejó a cada una con los doce de la familia del Sol, a cada una le designó una estación, por nombres serían llamadas. Luego, en los cielos por debajo del Camino de Anu, por donde Nibiru se aproxima al Sol, diseñó un camino parecido a una banda, lo designó el Camino de Enki; también le asignó a él doce constelaciones por sus formas. A los cielos por encima del Camino de Anu, a la Hilera Superior, la llamó el Camino de Enlil, también agrupó allí las estrellas en doce constelaciones. Treinta y seis fueron las constelaciones de estrellas, en los tres Caminos estaban ubicadas. En lo sucesivo, cuando Nibiru se acerque y se vaya, desde la Tierra su curso será conocido por las estaciones de estrellas, ¡Así se designará la posición de la Tierra mientras viaja alrededor del Sol! Enki le indicó a Marduk el inicio del ciclo, la medida del Tiempo Celestial: Cuando llegué a la Tierra, la estación a la que di final, la Estación de los Peces fue nombrada, ¡La nombré con mi propio nombre! «El de las aguas». Así dijo Enki, con satisfacción y orgullo, a su hijo Marduk.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 122




Enki estaba en éxtasis con los alumbramientos: ¡Quién había oído hablar de algo así! ¡Se consiguió la concepción entre Anunnaki y Terrestres, he traído al ser al Hombre Civilizado! Enki dio instrucciones a su visir, Isimud: ¡Mi acción debe permanecer en secreto! Que los recién nacidos sean amamantados por sus madres; después de eso, los traerás a mi casa, ¡Entre las aneas, en cestas de junco, los he encontrado!, dijo Isimud a todo el mundo.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 129


A la conclusión del centesimo segundo Shar, les nació un hijo, con el nombre de Enki-Me, por Enki ME Comprensión, se le llamó en los anales. Era sabio e inteligente, comprendió con rapidez los números. Tenía mucha curiosidad por los cielos y por todas las materias celestiales. El señor Enki le tomó cariño, él le contó los secretos que una vez le revelara a Adapa. De la familia del Sol y de los doce dioses celestiales le enseñó Enki, y de cómo los meses se contaban por la Luna y los años por el Sol, y de cómo se contaban los Shars por Nibiru, y de cómo Enki combinaba las cuentas, de cómo el señor Enki había dividido el círculo de los cielos en doce partes, de cómo había asignado Enki una constelación a cada una, doce estaciones en un gran círculo había dispuesto, de cómo, para honrar a los doce grandes líderes Anunnaki, había puesto nombres a las estaciones.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 144


¡Que vengan ante mí Ka-in y Sati!, dijo Adapa. Los dos fueron ante su padre; Ka-in, el primogénito, a su derecha. Sati, a su izquierda. Y fallándole la visión a Adapa, para reconocer a sus hijos tocó sus rostros; y el rostro de Ka-in, a la derecha, era imberbe, y el rostro de Sati, a la izquierda, tenía barba. Y Adapa puso su mano derecha sobre la cabeza de Sati, el de la izquierda, y le bendijo y dijo: De tu simiente se llenará la Tierra, y de tu simiente, como un árbol con tres ramas, la Humanidad sobrevivirá a una Gran Calamidad. Y puso su mano izquierda sobre la cabeza de Ka-in, a su derecha, y le dijo: Por tu pecado, de tu derecho de nacimiento estás privado, pero de tu simiente vendrán siete naciones, en un reino aparte medrarán, tierras distantes habitarán; pero por haber asesinado a tu hermano con una piedra, por una piedra llegará tu fin. Y cuando Adapa terminó de decir estas palabras, dejó caer las manos, suspiró y dijo: Llamad ahora a mi esposa Titi, y a todos los hijos y a todas las hijas, y después de que mi espíritu me deje, llevadme al lugar en que nací, junto al río, y enterradme con la cara hacia el Sol naciente.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 146


En los días de Lu-Mach, Marduk y los Igigi se casaban con las Terrestres.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 148


Enlil convocó un consejo de comandantes Anunnaki e Igigi en Nibru-ki, también estaban presentes los hijos de los líderes y sus hijos. Enlil les reveló el secreto de la inminente calamidad. ¡La Misión a la Tierra ha llegado a un amargo final!, les dijo solemnemente. Todos los que quieran partir en barcos celestiales, que se preparen para ser evacuados a Nibiru, pero si tienen esposas Terrestres, tendrán que irse sin las esposas. ¡Los Igigi que se afeiten a sus esposas y descendientes, que escapen a los picos más altos de la Tierra! ¡En cuanto a los pocos Anunnaki que decidan quedarse, en Barcos del Cielo permaneceremos sobre los cielos de la Tierra, para esperar la calamidad en el exterior, para presenciar la suerte de la Tierra!

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 161


Nannar, el primogénito de Enlil en la Tierra, anunció un extraño deseo: esperar el Diluvio no en los cielos de la Tierra, sino en la Luna; ése fue su deseo.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 161


Enki y Ninki, optaron por quedarse y no abandonar la Tierra; lo anuncia ron con orgullo. ¡No abandonaré a los Igigi ni a Sarpanit!, afirmó Marduk con ira. Uno a uno, los demás hijos de Enki anunciaron su decisión de quedarse: Nergal y Gibil, Ninagal y Ningishzidda, y Dumuzi también. Todos los ojos se volvieron entonces a Ninmah; declaró con orgullo su decisión de quedarse: ¡El trabajo de toda mi vida está aquí! ¡A los Terrestres, mis creados, no los abandonaré! Ante sus palabras, se removió un clamor entre los Anunnaki y los Igigi; preguntaron por la suerte de los Terrestres. Que los Terrestres por las abominaciones perezcan; asi lo proclamó Enlil. Un asombroso ser fue creado por nosotros, por nosotros debe ser salvado, le gritó Enki a Enlil. Ante esto, replicó Enlil también con gritos: ¡Desde el mismo principio, en cada ocasión, tú modificaste las decisiones! ¡Tú les diste la procreación a los Trabajadores Primitivos, a ellos los dotaste de Conocimiento! Tomaste en tus manos los poderes del Creador de Todo, para después caer en las abominaciones. ¡Concebiste a Adapa con fornicación, le diste Entendimiento a su linaje! ¡A su descendencia te has llevado a los cielos, has compartido con ellos nuestra Sabiduría! Has roto todas las normas, has ignorado decisiones y órdenes, por culpa tuya, un hermano Terrestre Civilizado mató a otro hermano, por culpa de Marduk, tu hijo, los Igigi, imitándole a él, se casaron con las Terrestres. ¡Nadie sabe ya quién es el representante de Nibiru, el único al que le pertenece la Tierra!

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 162


Enlil se llevó a Sippar las Tablillas de los Destinos, allí estableció un Enlace Cielo-Tierra temporal. Después, Enlil se dirigió a su hermano Enki, a él le dijo así: Para el caso de que se pudiera sobrevivir a la calamidad, que se recuerde todo lo que ha sucedido. ¡Que se entierren y resguarden las tablillas de los registros en Sippar, en las profundidades de la Tierra, para que en los días por venir se descubra lo que desde un planeta se hizo en otro! Enki aceptó de buen grado las palabras de su hermano. Almacenaron los ME y otras tablillas en arcones dorados, los enterraron para la posteridad en Sippar, en las profundidades de la Tierra.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 164


…en la antigua Casa de la Vida. reunieron esencias masculinas y femeninas, y huevos de vida, de cada especie, de dos en dos, de dos en dos los preservaron en Shurubak y en el Abzu, para salvaguardar, mientras en la Tierra se daba la vuelta, para recombinar después las especies vivas.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 165


Enki fue al Abzu fervientemente, viajó con su hijo Gibil para inspeccionar y buscar. ¡Todas las minas de oro habían desaparecido, habían quedado enterradas con la avalancha de agua! ¡En el Edin, Bad-Tibira tampoco existía ya! ¡En Sippar, ya no había un lugar para carros! Los cientos de Anunnaki que habían trabajado duro en las minas y en Bad-Tibira se habían ido de la Tierra, la multitud de Terrestres que servían como Trabajadores Primitivos se habían convertido en barro con el Diluvio; ¡Ya no se puede proveer oro desde la Tierra!, anunciaron Enlil y Enki a Nibiru.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 177


Desde la Isla de la Caverna, la isla de Abu, levantó desde debajo de las aguas el sinuoso valle del río: en la Tierra de los Dos Estrechos, Enki creó un asentamiento para Dumuzi y los pastores. Con satisfacción, Enlil envió palabras de todo esto a Nibiru; Nibiru respondió con palabras de preocupación: el cercano tránsito que había afectado a la Tierra y a Lahmu había provocado también muchos daños en Nibiru; el escudo de polvo de oro se había desgarrado, la atmósfera estaba disminuyendo de nuevo, ¡era perentoria la llegada de nuevos suministros de oro! Enki fue al Abzu fervientemente, viajó con su hijo Gibil para inspeccionar y buscar. ¡Todas las minas de oro habían desaparecido, habían quedado enterradas con la avalancha de agua! ¡En el Edin, Bad-Tibira tampoco existía ya! ¡En Sippar, ya no había un lugar para carros! Los cientos de Anunnaki que habían trabajado duro en las minas y en Bad-Tibira se habían ido de la Tierra, la multitud de Terrestres que servían como Trabajadores Primitivos se habían convertido en barro con el Diluvio; ¡Ya no se puede proveer oro desde la Tierra!, anunciaron Enlil y Enki a Nibiru. En la Tierra y en Nibiru hubo desesperación. Por entonces, terminó Ninurta sus trabajos en las montañas de los ce una vez más se fue a la tierra montañosa más allá de los océanos. Desde allí, al otro lado de la Tierra, envió palabras asombrosas: La avalancha de aguas produjo profundos cortes en las laderas, desde las laderas, oro incontable, en pepitas grandes y pequeñas, caen a los ríos de abajo, ¡se puede recoger oro sin tener que extraerlo! Enlil y Enki fueron apresuradamente a la distante tierra montañosa, con sorpresa vieron el descubrimiento: ¡Oro, oro puro había por todas partes, sin necesidad de refinado ni de fundición! ¡Es un milagro! Así le dijo Enki a Enlil. ¡Lo que forjó Nibiru, Nibiru lo enmendó! ¡La mano invisible del Creador de Todo es permitir la vida en Nibiru! Así dijo Enlil. Ahora, ¿quién recogerá las pepitas, cómo las enviarán a Nibiru?, se preguntaron entre sí los líderes. Para la primera pregunta, Ninurta tenía una respuesta: ¡En las altas tierras montañosas, en este lado de la Tierra, han sobrevivido algunos Terrestres! Son descendientes de Ka-in, saben cómo manipular los metales; cuatro hermanos y cuatro hermanas son sus líderes, se salvaron por sí mismos en balsas, ahora la cima de su montaña es una isla en mitad de un gran lago. ¡Me recuerdan como protector de sus antepasados, me llaman el Gran Protector! Al saber que habían sobrevivido otros Terrestres, los líderes se esperanzaron, ni siquiera se enfureció Enlil, que había planeado el fin de toda carne. ¡Es la voluntad del Creador de Todo!, se dijeron unos a otros. ¡Establezcamos ahora un nuevo Lugar de los Carros Celestiales, enviemos desde allí el oro a Nibiru! Buscaron una nueva llanura cuyo suelo estuviera seco y endurecido, en las proximidades del Lugar de Aterrizaje, en una península desolada, encontraron esa llanura. Era lisa como un lago en calma, rodeada de montañas blancas.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 177


Sobre una tablilla dibujó para ellos la imagen de unos picos de lados lisos elevándose hacia los cielos. ¡Si se puede hacer, sea!, dijo Enlil con aprobación. ¡Que sirvan también de balizas! Sobre la planicie, por encima del valle del río, Ningishzidda construyó un modelo a escala, con él perfeccionó los ángulos de elevación y los cuatro lados lisos. Junto a él, situó un pico más grande, estableció sus lados a las cuatro esquinas de la Tierra; los Anunnaki cortaron y levantaron las piedras con sus herramientas de poder. Junto a él, en una ubicación precisa, se colocó el pico que era su gemelo; se diseñó con galerías y cámaras para cristales pulsantes. Cuando este pico artificial se elevó hacia los cielos, se invitó a los líderes para que pusieran el remate sobre él. De electro, una mezcla que elaborara Gibil, se hizo la Piedra Ápice. Reflejaba la luz del sol hasta el horizonte, era como un pilar de fuego en la noche, concentraba en un rayo hacia los cielos el poder de todos los cristales. Cuando las obras diseñadas por Ningishzidda se terminaron y estuvieron listas, los líderes Anunnaki entraron en el Gran Pico Gemelo, se maravillaron con lo que vieron; Ekur, Casa Que Como una Montaña Es, lo llamaron, era una baliza para ; los cielos. Proclamaba que los Anunnaki habían sobrevivido al Diluvio y vencerían siempre.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 179


Ninmah, que había venido para la ocasión, recitó un poema y cantó: Casa que es como una montaña, casa con un pico puntiagudo, está equipada para Cielo-Tierra, es la obra de los Anunnaki. Casa brillante y oscura, casa del cielo y la Tierra, para los barcos celestiales se ensambló, la construyeron los Anunnaki. Casa cuyo interior resplandece con una rojiza luz del cielo, emite un rayo pulsante que llega lejos y alto; noble montaña de montañas, creada grande y noble, está más allá de la comprensión de los Terrestres. Casa de equipamiento, noble casa de eternidad, las piedras de sus cimientos tocan las aguas, su gran circunferencia se fija en la arcilla. Casa cuyas partes están hábilmente entretejidas, hace descender a los grandes que en los cielos circulan para descansar; casa que es un punto de referencia para las naves espaciales, de entrañas inabarcables, el Ekur está bendecido por el mismo Anu. Así recitó y cantó Ninmah en la celebración.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 180


Fue después de eso que una guerra, de desconocida ferocidad, estalló entre los dos clanes. Fue diferente de la contienda entre Horon y Satu, descendientes de Terrestres: una batalla entre Anunnaki, nacidos en Nibiru entre ellos, se desató en otro planeta. La guerra comenzó por medio de Inanna, que cruzó con su nave celeste los dominios de los hijos de Enki; Inanna desafió a combatir a Marduk, le persiguió hasta los dominios de Ninagal y de Gibil. Para ayudarla, Ninurta disparó los rayos fulminantes de su Pájaro de la Tormenta contra las fortalezas del enemigo, Ishkur atacó desde los cielos con relámpagos abrasadores y truenos demoledores. En el Abzu, barrió los peces de los ríos, dispersó el ganado por los campos. Marduk se retiró hacia el norte, al lugar de los montes artificiales; persiguiéndole, Ninurta roció con proyectiles venenosos las moradas. Con su Arma Que Despedaza les robó los sentidos a las gentes de aquellas tierras, los canales que llevaban las aguas del río se volvieron rojos de sangre; los resplandores de Ishkur convertían la oscuridad de las noches en días llameantes.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 194


Fue después de eso que una guerra, de desconocida ferocidad, estalló entre los dos clanes. Fue diferente de la contienda entre Horon y Satu, descendientes de Terrestres: una batalla entre Anunnaki, nacidos en Nibiru entre ellos, se desató en otro planeta. La guerra comenzó por medio de Inanna, que cruzó con su nave celeste los dominios de los hijos de Enki; Inanna desafió a combatir a Marduk, le persiguió hasta los dominios de Ninagal y de Gibil. Para ayudarla, Ninurta disparó los rayos fulminantes de su Pájaro de la Tormenta contra las fortalezas del enemigo, Ishkur atacó desde los cielos con relámpagos abrasadores y truenos demoledores. En el Abzu, barrió los peces de los ríos, dispersó el ganado por los campos. Marduk se retiró hacia el norte, al lugar de los montes artificiales; persiguiéndole, Ninurta roció con proyectiles venenosos las moradas. Con su Arma Que Despedaza les robó los sentidos a las gentes de aquellas tierras, los canales que llevaban las aguas del río se volvieron rojos de sangre; los resplandores de Ishkur convertían la oscuridad de las noches en días llameantes. Mientras las devastadoras batallas avanzaban hacia el norte, Marduk se aposentó en el mismo Ekur, Gibil diseñó un escudo invisible para éste, Nergal elevó hasta el cielo su ojo que todo lo ve. Inanna atacó el lugar oculto con un Arma de Brillantez, dirigida con un cuerno; Horon llegó para defender a su abuelo; la Brillantez le dañó el ojo derecho. Mientras Utu mantenía a distancia más allá de Tilmun a los Igigi y a sus hordas de Terrestres, los Anunnaki, los que apoyaban a uno y a otro clan, entablaban batalla a los pies de los montes artificiales.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 194


En su guarida, dentro del Ekur, Marduk seguía desafiando a sus perseguidores, de la Casa Que Como una Montaña Es hizo su último baluarte. Inanna no podía superar la inmensa estructura de piedra, sus costados lisos desviaban las armas de ella. Después, Ninurta se enteró de que había una entrada secreta, ¡encontró una piedra giratoria en el lado norte! Ninurta atravesó un oscuro corredor, llegó a la gran galería, su bóveda relucía como un arcoiris con las multicolores emisiones de los cristales. En el interior, alertado por la intrusión, Marduk esperaba a Ninurta con las armas dispuestas; respondiendo con armas, destrozando los maravillosos cristales, Ninurta siguió subiendo por la galería. Marduk se retiró hasta la cámara superior, hasta el lugar de la Gran Piedra Pulsante, En su entrada, Marduk bajó los cierres de piedras descendentes, que impedían cualquier entrada. Inanna e Ishkur siguieron a Ninurta al interior del Ekur; se pusieron a pensar qué podían hacer. ¡Que la hermética cámara oculta sea el ataúd de piedra de Marduk!, les dijo Ishkur.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 194


En su guarida, dentro del Ekur, Marduk seguía desafiando a sus perseguidores, de la Casa Que Como una Montaña Es hizo su último baluarte. Inanna no podía superar la inmensa estructura de piedra, sus costados lisos desviaban las armas de ella. Después, Ninurta se enteró de que había una entrada secreta, ¡encontró una piedra giratoria en el lado norte! Ninurta atravesó un oscuro corredor, llegó a la gran galería, su bóveda relucía como un arcoiris con las multicolores emisiones de los cristales. En el interior, alertado por la intrusión, Marduk esperaba a Ninurta con las armas dispuestas; respondiendo con armas, destrozando los maravillosos cristales, Ninurta siguió subiendo por la galería. Marduk se retiró hasta la cámara superior, hasta el lugar de la Gran Piedra Pulsante, En su entrada, Marduk bajó los cierres de piedras descendentes, que impedían cualquier entrada. Inanna e Ishkur siguieron a Ninurta al interior del Ekur; se pusieron a pensar qué podían hacer. ¡Que la hermética cámara oculta sea el ataúd de piedra de Marduk!, les dijo Ishkur. Ishkur prestó atención a los tres bloques de piedra, dispuestos para deslizarse hacia abajo. ¡Que muera lentamente, siendo enterrado vivo, sea la sentencia de Marduk!, Inanna dio su consentimiento. Al final de la galería soltaron los tres los bloques de piedra, cada uno de ellos hizo descender una piedra para taponar, para encerrar a Marduk como en una tumba.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 195


Marduk se enfureció, Marduk se humilló. ¡Me rindo ante el Hado!, dijo inaudiblemente.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 198


Mientras se aproximaba la llegada de Anu y Antu, se seleccionó un nuevo lugar para su estancia en el Edin, que no fuera ni de Enlil ni de Enki. Unug-ki, el Lugar Encantador, se le llamó. Se plantaron árboles de sombra, y en mitad se construyó una estructura de un blanco puro, la Casa de Anu. Su exterior se elevaba en siete niveles; su interior era como la residencia de un rey. Cuando llegó a la Tierra el carro celestial de Anu, las naves celestes de los Anunnaki se elevaron hacia él; se le dirigió para que aterrizara a salvo en el Lugar de los Carros, en Tilmun.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 201




El Planeta de Anu se Eleva en los Cielos, pues, desde el nivel más alto, el séptimo, se divisó al rojizo Nibiru.


Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 203



Durante varios días y noches de la Tierra, Anu y Antu durmieron; al sexto día, Anu llamó a sus dos hijos y a su hija. Escuchó sus relatos de lo acontecido en la Tierra, supo de la paz y de la guerra. Anu supo de cómo los Terrestres, que tenían que haber sido aniquilados por el juramento de Enlil, habían proliferado de nuevo; Enlil le reveló el descubrimiento de oro en la tierra más allá de los océanos y el lugar del carro que había allí. Fue entonces cuando Enki le contó a su padre lo del sueño y la tablilla de Galzu. Anu quedó enormemente desconcertado con esto: ¡Nunca envié a la Tierra a un emisario secreto con ese nombre! Así dijo Anu a los tres líderes. Enki y Enlil estaban desconcertados, se miraron perplejos uno a otro. ¡Debido a Galzu se salvaron Ziusudra y la simiente de vida!, dijo Enki. ¡Debido a Galzu nos hemos quedado en la Tierra!, dijo Enlil a su padre. El día que volváis a Nibiru moriréis, nos dijo Galzu. Incrédulo de esto estaba Anu; ¡el cambio de ciclos, ciertamente, causaba estragos, pero se podía curar con elixires! ¿De quién era emisario Galzu, si no era tuyo?, dijeron al unísono Enki y Enlil. ¿Quién había querido salvar a los Terrestres, quién hizo que nos quedáramos en la Tierra? Ninharsag movió la cabeza lentamente: ¡Galzu apareció por el Creador de Todo! ¡La creación de los Terrestres también estaba destinada, de eso debo maravillarme! Durante un rato, guardaron silencio los cuatro; cada uno rememoró en su corazón acontecimientos del pasado. ¡Mientras nosotros decretábamos hados, la mano del destino dirigía cada paso! Así dijo Anu. La voluntad del Creador de Todo es evidente: En la Tierra y para los Terrestres, sólo emisarios somos. ¡La Tierra pertenece a los Terrestres, se nos ha utilizado para preservarlos y para hacerles avanzar! ¡Si ésa es nuestra misión aquí, actuemos de acuerdo con ello! Así dijo Enki. Los grandes Anunnaki que decretan los hados intercambiaron consejos en lo referente a las tierras: los Grandes Anunnaki decidieron crear regiones civilizadas, para proporcionar en ellas conocimientos a la Humanidad; fundar Ciudades de Hombre, crear en ellas recintos sagrados como morada para los Anunnaki; establecer la realeza en la Tierra, al igual que en Nibiru, dar corona y cetro a un hombre escogido; transmitir a través de él la palabra de los Anunnaki al pueblo, hacer cumplir el trabajo y la destreza; establecer en los recintos sagrados un sacerdocio, para servir y dar culto a los Anunnaki como señores nobles. Enseñar los conocimientos secretos, transmitir la civilización a la Humanidad. Los Anunnaki resolvieron crear cuatro regiones, tres para la Humanidad, una restringida: establecer la primera región en la antigua tierra del Edin, bajo el dominio de Enlil y sus hijos; para seguir después con la segunda región en la Tierra de los Dos Estrechos, para que la señorearan Enki y sus hijos; la tercera región se le concedió a Inanna en una tierra distante, para que no se mezclara con las otras dos; la cuarta región, consagrada sólo para los Anunnaki, sería la península del Lugar de los Carros.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 203


El carro celestial de Anu y Antu estaba allí preparado, cargado hasta los topes de oro. Cuando llegó la hora de partir, Anu dijo a sus hijos palabras de despedida y de guía: ¡Sea lo que sea lo que el Destino pretende de la Tierra y de los Terrestres, dejad que así sea! Si el Hombre, y no los Anunnaki, está destinado a heredar la Tierra, ayudemos al destino. Dadle el conocimiento a la Humanidad, enseñadles hasta cierta medida los secretos del cielo y de la Tierra, enseñadles leyes de justicia y rectitud, ¡luego partid e iros! Estas instrucciones dio, fraternalmente, Anu a sus hijos. Una vez más se estrecharon, se abrazaron y se besaron, y desde el nuevo lugar de los carros Anu y Antu partieron hacia Nibiru.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 207


Cuando los líderes regresaron al Edin, el lugar de la primera región civilizada, los Anunnaki les enseñaron a los Terrestres cómo hacer ladrillos con el barro, para con ellos construir ciudades. Pero donde una vez sólo se habían levantado las ciudades de los Anunnaki, se levantaron ahora ciudades tanto para ellos como para los Terrestres, en las nuevas ciudades se consagraron recintos sagrados para los grandes Anunnaki, en ellas, se les proporcionó a los Anunnaki nobles moradas, a las que la Humanidad llamó Templos; en ellos, se servía y se daba culto a los Anunnaki como Señores Nobles, se les honraba con rango-números, la línea sucesoria a la Humanidad hicieron saber:

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 208


Ningishzidda optó por ir a una tierra de más allá de los océanos, con un grupo de seguidores se fue allí. Seiscientos cincuenta años de la Tierra era en ese momento la cuenta, pero en los nuevos dominios, donde a Ningishzidda se le llamó la Serpiente Alada, comenzó una nueva cuenta propia.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 214


Y así fue que, sin necesidad de Enki, Enlil reveló a los dos héroes el lugar de la ocultación: ¡Las siete Armas de Terror moran en una montaña!, les dijo Enlil. ¡Moran en el interior de una cavidad de la tierra, se requiere revestirlas con el terror! Después, Enlil les reveló el secreto de cómo despertar a las armas de su profundo sueño. Antes de que los dos hijos, uno de Enlil, uno de Enki, partieran hacia el lugar oculto, Enlil les dio palabras de advertencia: ¡Antes de que se usen las armas, el lugar de los carros debe estar vacío de Anunnaki; las ciudades deben ser perdonadas, la gente no debe perecer! En su nave celeste, Nergal se dirigió al lugar oculto, Ninurta se retrasó por causa de su padre; Enlil deseaba decirle una palabra a su hijo a solas, revelarle a él solo un secreto: le habló a Ninurta de la profecía de Galzu y de la elección de Ibruum. ¡Nergal es irreflexivo, asegúrate de que las ciudades son perdonadas, hay que advertir a Ibruum!, le dijo Enlil a Ninurta. Cuando Ninurta llegó al lugar de las armas, Nergal ya las había sacado de la cavidad, mientras despertaba sus MEs del largo sueño, Nergal dio un nombre de trabajo a cada una de las siete: a la primera arma la llamó La Que No Tiene Rival; a la segunda, la Llama Ardorosa; a la tercera la llamó La Que Desmorona con Terror; Fundidora de Montañas llamó a la cuarta; Viento Que Busca los Confines del Mundo llamó a la quinta; La Que Arriba y Abajo a Nadie Perdona fue la sexta; la séptima se llenó con un monstruoso veneno, la llamó Vaporizadora de lo Viviente. Con la bendición de Anu se les dieron las siete a Nergal y a Ninurta, para con ellas causar la destrucción.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 232


Cuando llegaste a comprender los ciclos celestes y asignaste constelaciones, ¿quién hubiera previsto en ellas las manos del Destino? ¿Quién habría podido distinguir entre los hados que elegimos y el inquebrantable destino? ¿Quién proclamaba falsos augurios y quién podía pronunciar profecías verdaderas'?

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 236


¿Y si no hubiéramos escuchado las palabras de Galzu para que no volviéramos a Nibiru?, replicó Enlil. ¿Y si hubiéramos detenido la Misión Tierra cuando los Anunnaki se amotinaron? Yo hice lo que hice. Tú hiciste lo que hiciste. ¡No se puede desandar el pasado! ¿Acaso no hay en eso también una lección?, preguntó Enki para ambos. ¿Acaso lo que ha ocurrido en la Tierra no es un reflejo de lo que tuvo lugar en Nibiru? ¿Acaso no está escrito en el Pasado el esbozo del Futuro? ¿Repetirá la Humanidad, creada a nuestra imagen, nuestros logros y fracasos? Enlil guardó silencio. Cuando se puso en pie para marcharse, Enki le tendió el brazo. ¡Estrechemos los brazos como hermanos, como camaradas que, juntos, se enfrentaron a muchos desafíos en un planeta extraño! Así le dijo Enki a su hermano. Y Enlil, asiendo el brazo de su hermano, lo abrazó también.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 237


Enki quedó solo; acompañado tan sólo por los pensamientos de su corazón. Se sentó y reflexionó sobre cómo había comenzado todo y cómo había terminado. ¿Estaba todo destinado, o fue el hado forjado por esta o aquella decisión? Si Cielo y Tierra estaban regulados por ciclos dentro de ciclos, ¿volverá a ocurrir lo que ha sucedido? ¿Acaso el Pasado es el Futuro? ¿Imitarán los Terrestres a los Anunnaki, revivirá la Tierra lo que vivió Nibiru? ¿El primero en llegar será el último en partir? Asediado por sus pensamientos, Enki tomó una decisión: De todos los acontecimientos y decisiones, comenzando desde Nibiru hasta este día en la Tierra, tomar nota, para que fuera una guía para generaciones futuras; ¡Que la posteridad, en el tiempo que designe el destino, lea el registro, recuerde el Pasado, comprenda el Futuro como profecía, que el Futuro sea el juez del Pasado! Estas son las palabras de Enki, Primogénito de Anu de Nibiru.

Zecharia Sitchin
El libro perdido de Enki (crónicas de la tierra 5), página 238



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