"Aunque la reacción no es un movimiento, eso no lo hace menos destructivo. De hecho, la falta de orquestación, la ausencia de un solo agente que mueva las cuerdas, sólo hace que sea más difícil de ver, y quizás más eficaz. Una reacción contra los derechos de las mujeres tiene éxito en la medida en que parece no ser político, que parece no ser un conflicto en absoluto. Es más poderoso cuando ocurre en privado, cuando se aloja en la mente de una mujer y vuelve su visión hacia el interior, hasta que se imagina que la presión está toda en su cabeza, hasta que empieza a hacer cumplir la reacción, también en sí misma."

Susan Faludi




"El contragolpe no es una conspiración con un consejo despachando agentes desde alguna sala de control central, ni tampoco las personas que sirven a sus fines a menudo conscientes de su papel; algunos incluso se consideran feministas. En su mayor parte, sus trabajos están codificados e internalizados, difusos y camaleónicos. No todas las manifestaciones de la reacción son de igual peso o significación; algunos son efímeros, generados por una máquina de la cultura que está siempre buscando obtener a expensas de otros puntos de vista "frescos". Tomados en su conjunto, sin embargo, estos códigos y engatusamientos, estos susurros y amenazas y mitos, se mueven abrumadoramente en una dirección: tratan de empujar a las mujeres de nuevo a sus papeles "aceptables" - ya sea como la niña de papá o como aleteo romántico, activo nido o pasivo objeto de amor."

Susan Faludi


"En la última década, la reacción se ha movido a través de las cámaras secretas de la cultura, viajando a través de los pasajes de la adulación y el miedo. A lo largo del camino, ha adoptado disfraces: una máscara de burla suave o la cara pintada de profunda "preocupación". Sus labios profesan piedad para cualquier mujer que no encaje en el molde, mientras intenta sujetar el molde alrededor de sus oídos. Persigue una estrategia de dividir y conquistar: mujeres solteras contra mujeres casadas, mujeres trabajadoras contra amas de casa, clase media contra clase trabajadora. Manipula un sistema de recompensas y castigos, elevando a las mujeres que siguen sus reglas, aislando a quienes no. La reacción destaca viejos mitos sobre las mujeres como hechos nuevos e ignora todos los llamamientos a la razón. Rechazada, niega su propia existencia, apunta un dedo acusatorio al feminismo, y se hunde más profundamente bajo tierra."

Susan Faludi



“La agenda feminista es sencilla: solo reclama que las mujeres no se vean obligadas a elegir entre la justicia en lo público y la felicidad en lo privado.” 

Susan Faludi


"La psicología evolutiva se presta a malinterpretaciones por parte de aquellos que creen que la cultura no tiene ningún rol. Interpretado correctamente, los mitos no tienen nada a lo que superponerse. Sea lo que sea que está determinado, todavía queda un enorme espacio libre para las diferentes maneras que tenemos de interpretar nuestro abolengo genético."

Susan C. Faludi


“Para mí la identidad no es una cosa. La gente, por miedo, por deseo de tener las cosas ordenadas y organizadas, por la necesidad de pensar menos, quiere encontrar una etiqueta, pegársela y acabar con la agonía. No creo que funcione así. Cada aspecto de nuestras múltiples identidades está en conversación con los otros aspectos. Y lo pude ver ciertamente en mi padre. En lo más profundo, nunca pudo separar sus sentimientos de ser judío y ser perseguido como judío de los sentimientos de volverse ser mujer e intentar ser aceptado como mujer. Mi padre vio su identidad de género a través de su identidad religiosa. Una era una lente para la otra y daba forma a la otra. La identidad se puede usar para bien o para mal, son dos caras de un concepto. Puede ser liberadora si se usa como herramienta para una comprensión más profunda y para la conciencia de uno mismo, y eso lo ves en exámenes profundos en el frente feminista, o en derechos LGTB, en derechos civiles, que la usan para cuestionar y retar asunciones y opresiones culturales. Por otro lado, puede ser aplastante; puede ser un sustituto de esa conciencia propia cuando se construye para definirte a ti mismo demonizando al otro o culpándole de todos tus males. Eso lo vemos en todo el mundo: en la histeria anti-inmigración, la xenofobia, el Estado Islámico y sus seguidores... Son todos intentos de usar identidad para contener cualquier tipo de enfrentamiento honesto con el mundo tal y como es.”

Susan C. Faludi


"Parecía inevitable una crisis, dada la oscuridad de la identidad personal que se desprendía de otras definiciones, como la del Oxford English Dictionary: «El hecho de que una persona o cosa sea ella misma y no otra.» Las tentativas de dar con una «teoría de la identidad» zozobraron con el paso de los años. El sociólogo Nathan Leites se lamentaba en 1967 (según cuenta Robert Stoller, también profesor de la Universidad de California y pionero en el tratamiento de la transexualidad), diciendo: «El término identidad tiene poco uso aparte de ser una especie de ropaje de fantasía que disfraza la vaguedad, la ambigüedad, las tautologías, la falta de datos clínicos y la pobreza de las explicaciones.» La divulgación del término no ha hecho ningún servicio. En un ensayo de 1983 titulado «Identificar la identidad», el historiador Philip Gleason observaba: «Conforme la identidad se transforma en cliché, su significado se vuelve crecientemente difuso y estimula cada vez más su uso informal e irresponsable. El deprimente resultado es que gran parte de lo que pasa por ser análisis de la identidad es poco más que una serie de incongruencias.» Sin embargo, a pesar de toda su ambigüedad, la cuestión de la identidad definió y atravesó la época de Erikson y la nuestra.
La identidad como concepto no entró en la teoría psicológica hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Cuando Erikson buscó antecedentes en sus antecesores profesionales, descubrió que Sigmund Freud utilizó el término en serio solamente una vez, en un discurso dirigido a la Sociedad B’nai B’rith de Viena en 1926. El padre fundador del psicoanálisis describía lo que lo hacía judío: no era «ni la fe ni el orgullo nacional», confesó Freud, sino «multitud de oscuras fuerzas emocionales, tanto más poderosas cuanto menos descriptibles con palabras, así como una clara conciencia de identidad interior». En pocas palabras, se sentía judío pero no sabía decir por qué.
Erikson había alertado ya en fecha anterior contra la tendencia a definir la identidad individual como algo que conquistamos y desplegamos nosotros solos. «Los “papeles” intercambiables que desempeñamos, las “apariencias” de las que somos conscientes o las “actitudes” firmes», dijo, no son «la realidad», aunque son algunos de los elementos destacados de «la “búsqueda de la identidad”.» De la interacción del propio desarrollo y la herencia colectiva surge un sentido de nosotros mismos más sólido. «No podemos separar el crecimiento personal y el cambio de la comunidad», dijo, «ni podemos separar [...] la crisis de la vida individual y la crisis contemporánea del desarrollo histórico, porque las dos se definen mutuamente y están estrechamente emparentadas.»
Así como es imposible separar la identidad individual de la identidad social, sostenía Erikson, es igualmente necesario hacer una síntesis de nuestro pasado y nuestro presente, integrar todos los aspectos de nuestra experiencia, incluso (o especialmente) las partes que preferimos no reconocer. Cuando alguien trata de negar una historia indeseada, «las etapas y los aspectos de la vida plurales y conflictivos», e insiste por el contrario en una «categoría que se vuelve absoluta», advertía Erikson, «esta persona se reestructura a sí misma y reestructura el mundo recurriendo a lo que podríamos llamar totalitarismo», una tiranía interior en la que un déspota interior patrulla «por una frontera absoluta», conservándola sin que importe si la nueva identidad es orgánica y sus componentes coherentes."

Susan Faludi
En el cuarto oscuro








No hay comentarios: